Partida Rol por web

Isolda apretó los dientes mientras miraba de nuevo al ser que habia visto antes y a ese garza, asesino, demonio lo que fuera. La sororita soltó el aire y comenzó a murmmurar las letanías de Valor que le habían enseñado en la Schola y cuando terminó su miedo se había convertido en determinación.

Disparó con ambas armas de nuevo fallano en esta ocasión, pero ella impediría que Garza se saliera con la suya, pero lo impediría matándolo.

De repente todo empezó a ocurrir demasiado deprisa, por un lado la rápida respuesta del viejo consiguió acabar con el enemigo que tenía enfrente de mi, y por otro lado la transformación que se estaba produciendo delante de nosotros dejó ante nuestros ojos al Viudo, con solo mirarlo se podía presentir parte de su enorme poder, aquel poder era superior a cualquier cosa que nosotros pudiéramos hacer contra él, y esa certeza atenazaba mis propios músculos...

El absoluto pánico se apoderó de la guardia imperial, que inmediatamente se dio cuenta que no podía competir contra aquellas fuerzas antinaturales. Solo quedaba la huida, escapar lo más rápidamente posible para no ser aniquilados.

Los acólitos a duras penas fueron capaces de resistirse al choque de fuerzas entre aquellos dos monstruos, la mitad de ellos casi se encontraban paralizados por el miedo, mientras que los pocos que reunieron el valor para concentrar sus ataques sobre Garza fracasaron igualmente; así de poderosa era su presencia.

El peor parado fue Hieronymus. En el momento que hizo el ademán de desenfundar su cuchillo este se hizo añicos por la empuñadura, que antes representaba la elaborada figura de un santo imperial, y de su interior emergió una niebla oscura que cubrió al arbites entre sonidos de carcajadas delirantes, impidiéndole respirar y actuar. Melua había oído los gritos del Arbitrador, pero era en vano; el brujo era demasiado intimidante para que ella se atreviese a actuar.

Los infructuosos intentos de atacarlo no pasaron desapercibidos para Garza, pero su preocupación más urgente era el viudo, que requería de todos sus esfuerzos para mantenerlo bajo control. Aprovechando que sus poderes lo habían dejado aturdido, garza se arrojó sobre el viudo enarbolando su espada de energía y descargó dos golpes que atravesaron limpiamente la carne de la criatura, separándola en varios pedazos que a pesar de todo se retorcían buscando el resto de su cuerpo.

- Al fin, eso lo tendrá ocupado por un rato. - Con una expresión de victoria en su rostro, Garza se volvió hacia los acólitos, especialmente satisfecho al contemplar la niebla oscura que se arremolinaba alrededor de Hieronymus. - Aún necesito la última pieza, pero ya nada puede detenerme. Preparáos para morir. -

El arbites q desenfundó el cuchillo, que pareció retorcerse en su mano como si estuviera vivo. Incrédulo bajo la vista y vió como la figura de San Curtosis en el puñó se deformaba para dirigirle una demoníaca sonrisa y en ese momento estalló. Hieronymus sintió como algo explotaba también en su pecho.

Cayó al suelo de rodillas sintiendo como algo le apretaba el corazón, fuerte, cada vez más fuerte. Intentó tomar aliento, incapaz de hacer entrar aire en sus pulmones. Inhaló otra vez pero el humo pútrido y lleno de voces se negaba a entrar. Intentó gritar, quizás para pedir ayuda, quizás para encomendarse al Emperador y fue incapaz de hacerlo.

Se derrumbó en el suelo y quedó inmóvil a los pies de la Garza.

Isolda pudo ver con gran impotencia como el viejo era despachado en un momento y caía al suelo. El Arbites era tosco y pesado en muchos casos, pero había estado siempre ahí con sus quejas y sus maneras bruscas y no se merecía un final así. Apretando los dientes, la sororita disparó de nuevo con ambas armas, esta vez de una forma un poco más precisa que la anterior y notó como su pistola laser se quedaba sin munición y no tenía tiempo para recargarla de nuevo, por lo que tendría que enzarzarse con ese maldito ser para entretenerle si no conseguían abatirlo rápidamente.

Todo esto era un error, nunca tenían que haber acabado aquí, aquello era como ir directamente a morir, tenían que salir de allí y intentar salvar sus vidas, aunque quizás ya fuera tarde hasta para eso, con los ojos desorbitados veo como el viejo cae asfixiado ante una neblina que se había arremolinado a su alrededor, aguanto la respiración y apretando los dientes me acerco a el cogiéndole con fuerza y arrastrándolo lo mas lejos posible de la Garza en dirección hacia el pasillo del Este, ESTAMOS PERDIDOS, CORREDDDD, TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ...

La presión y el miedo rompió la entereza de Artemius el cual no pudo más que echar a correr huyendo de la sala lo más rápido posible. En su carrera intentó llevarse consigo al que quizá fuese la última esperanza de salir de ese planeta y llegar donde las coordenadas que habían sacado anteriormente. 

-LORD VIPUS, SERÍA BUENA HORA PARA QUE NOS LLEVE A VER SU NAVE ESPACIAL- 

El despliegue de poder y la exhibición de fuerza del brujo fue demasiado para los acólitos, que no soportaron más allá de ver como el estricto aunque leal Hieronymus perecía en el intento de cumplir su misión, una siniestra advertencia de lo que el destino probablemente les tenía reservado a todos ellos, morir por el trono. Solo Isolda permanecía en pie y con voluntad de luchar, recitando los rezos de valentía y pureza que había aprendido de su servicio a las hermanas de batalla, a duras penas.

Gianna puso el grito en el cielo clamando por la huida. No hizo falta más, los acólitos todos a una salieron corriendo siguiendo a Septimus y Claudius que ya les habían tomado la delantera, aunque avanzaban con lentitud a causa de las limitadas capacidades físicas del anciano. Lady Melua continuaba intentando desesperádamente arrastrar a su hermano, pero ella también había sufrido el mismo terror que los acólitos; al ver cómo se quedaba atrás, abandonada con aquellos monstruos, salió corriendo como pudo, sujetándose los faldones sin poder contener las lágrimas de impotencia en su rostro.

- Mi nave. - contestó Claudius al psíquico entre resuellos. - Si. Es la última esperanza, usémosla para escapar. -

Los acólitos abandonaron el teatro de relojes y se encontraron con una escena dantesca. Los jardines y los edificios se habían convertido en un gran campo de batalla mientras ellos intentaban fortalecerse junto al reloj de acero. Los cuerpos de los nobles y sus siervos se contaban por decenas, junto con los cuerpos de varios enmascarados. Algunos habían sido heridos con armas de fuego, otros con armas de filo y otros aplastados o golpeados de diversas formas, pero no quedaba ni un alma con vida en aquél lugar, solo un jardín teñido de sangre y vísceras, y en el cielo sobre ellos el oscuro anillo incompleto de un eclipse casi total, que casi parecía vomitar oscuridad sobre todo el planeta.

Apenas iluminados por aquella luz mortecina, los acólitos atemorizados por sus vidas, y aquellos que les acompañaban, se lanzaron a una carrera desesperada hacia las puertas de la mansión, a varios minutos de allí.

Isolda se quedó a combatir en solitario contra el brujo de la máscara de Garza. Tal vez no venciera, pero al menos les compraría unos valiosos segundos a los demás. Garza esquivó la primera ráfaga de disparos de la sororitas, pero fue incapaz de evitar todos los proyectiles, finalmente un béndito proyectil bólter le golpeó directamente en la cabeza, donde hizo explosión.

Allí donde había golpeado, la máscara de Garza había quedado destrozada, revelando un rostro deforme, hinchado, abultado y ensangrentado como solo podía ser el de un mutante. Ya estaba herido por su primer encontronazo con el viudo, y el impacto del bólter le había afectado, por un momento pareció que Garza estaba desorientado pero en seguida se volvió contra la sororitas con el rostro contorsionado en una mueca de furia.

- Se acabaron los juegos. Tal vez tu fe te proteja de mi poder, pero no te puede proteger para siempre de la muerte. - Y enarbolando su espada de energía, Garza se arrojó brutalmente contra la sororitas, descargando un terrible golpe contra el suelo y forzando a la hermana a combatir en combate cerrado contra aquél temible enemigo.

Gracias a su habilidad y entrenamiento, Isolda consiguió evitar el golpe de esa espada atroz, enfundar la pistola laser y sacar el machete serrado. Tenía que ganar tiempo, tenía que hacer lo posible para que sus compañeros escaparan. En parte se sentía inútil porque tenía la sensación de que habían fracasado por completo en sus últimas misiones, pero otra parte la instaba a mantener su posición y dañar en todo lo posible a ese maldito brujo.

-No me protege de la muerte, el Emperador amado por todos me trajo de vuelta -dijo mientras tomaba una posición defensiva- me trajo de vuelta para enfrentarte a ti y acabar contigo. Puede que te hagas con el viudo, pero este planeta sufrirá el mayor Exterminatus de la historia y mis amigos tienen un gran listado de todos los que han tenido algo que ver con esto.

Lanzó un ataque con el machete, pues aunque estuviera a la defensiva, ceder el control del combate por completo a su rival era un error, la iniciativa era algo importante, mantener la ofensiva también, aunque ahora tuviera que ganar tiempo.

Aunque herido por su último ataque, Garza de nuevo volvió a evitar el filo del machete de Isolda apartándose rápidamente. A la Sororitas no se le escapó que incluso mientras combatía, el brujo recitaba entre murmullos y ponía los ojos en blanco de forma muy parecida a como lo hacía Artemius, pero con un aura mucho más siniestra.

En el mismo instante que terminó su cántico entre murmullos, el símbolo del caos apareció sobre su frente y el suelo tembló como si fuera sacudido por los pasos de un gigante; sin embargo, el brujo no permitió que aquella nimiedad lo distrajese. Continuó el intercambio de golpes con la hermana de batalla que luchaba por defenderse y al mismo tiempo no perder pie.

- Tu Emperador te ha traído solo para morir a mis manos. Gracias a los poderes y artefactos secretos reunidos por los Haarlock me volveré un ser superior entre las estrellas, y devolveré a tu patética raza al lugar que les corresponde. ¡Sirviéndome! -

Isolda notó el temblor bajo sus pies y consiguió mantener el equilibrio a la vez que evitaba el ataca de su enemigo sin caerse al suelo. Afianzó bien las piernas, pero su ataque salió muy desviado por el hecho de haberse preocupado más en no caerse que en ser ofensiva.

Tenía que ganar tiempo.

-Podrás alzarte sobre los humanos, pero siempre serás un títere que recibe dones a placer. Mi fé es mi escudo, mi fé es mi fuerza y el Emperador Protege. 

El enemigo era formidable, pero Isolda no se quedaba atrás. Empleando toda su habilidad era capaz de evitar los mortíferos golpes de la espada de energía del brujo, aunque ella misma no estaba más cerca de asestarle un golpe mortal. Al mismo tiempo, la masa informe que conformaba el cuerpo del Viudo por fin había tenido tiempo de reunirse de nuevo y adoptar aquella forma de un titan de carne desollada y huesos astillados. Garza también se había dado cuenta y su impaciencia y nerviosismo eran evidentes; jadeaba. Sin duda el Viudo era un peligro aún mayor al que incluso él mismo temía.

- ¡Un títere! ¿Quién obedece aquí las órdenes de una momia lisiada a todo un sector de distancia? ¡Yo descifré los secretos y los reclamé por mi propia fuerza! ¡Yo SOY UN DIOS! - De nuevo descargó un golpe terrible, pero la furia que descargaba con sus palabras y su propia impaciencia lo traicionaron, el tajo fue lento y predecible y la sororitas pudo evitarlo con facilidad.

Se estaba poniendo nervioso y eso era bueno para la Sororita, si su enemigo no controlaba su mente no podría atacarle con poderes psíquicos de forma directa o indirecta y el mero hecho de que el Viudo comenzara a recomponerse era bueno, en cierto modo. Tal vez matara a Garza y luego a ella, pero si podía evitar que ese demonio lo controlara, se conformaría y que sus compañeros se fueran para avisar a la Inquisición de lo que ocurría en ese planeta.

-Sí, soy un títere, una sierva del Emperador en toda su gloria y parece que eso es más que tu divinidad -no pudo evitar soltar una carcajada- todos os creéis dioses, todos os creéis que estáis por encima de todos nosotros, pero en realidad sois unos pobres desgraciados con delirios de grandeza -no pudo evitar sonreír- sois el pez más grande de un estanque pequeño, y ahora os enfrentáis a un pez pequeño pero del océano. 

Movió el machete serrado, pero en lugar de atacar con él, disparó las dos balas que quedaban de su pistola bolter contra Garza. Con suerte no se esperaría ese movimiento y no podría hacer nada para evitarlo, pero si era así, bueno, al menos lo habría intentado.

Garza se movía tan rápido como la sororitas, girando sobre sí mismo para apartarse de la trayectoria de su arma. El cañón de la pistola bólter rugió dos veces mientras Garza se movía. Al terminar todo se quedó quieto como si se hubiera congelado, el primer disparo había fallado, pero el segundo se había incrustado en el pecho de Garza donde ahora había un agujero sanguinoliento del tamaño de un puño que lo atravesaba de extremo a extremo.

- No... - increíblemente, incluso en su estado se resistía a morir; sin embargo sus heridas eran tan graves que había perdido cualquier rastro de fuerza que le quedase. Con un sonoro restallido la espada de energía cayó al suelo rebotando en la piedra mientras se llevaba las manos a la herida, como si así pudiera contener la sangre que se le escapaba entre los dedos. Al mismo tiempo, la figura del Viudo se acercaba ahora con su forma de una humanoide masa descarnada, con el lento paso de un verdugo hacia el patíbulo. - Estaba tan cerca... -

Cuando finalmente estuvo a unos pocos metros, los carnosos tentáculos del viudo comenzaron a rodear el cuerpo de Garza por completo, uno tras otro como si no tuvieran fin, hasta que finalmente los apartó. Al terminar, en el suelo solo quedaban unos carnosos, deformes y aplastados restos cubiertos de sangre, e Isolda juraría que un nuevo rostro acababa de sumarse a los que cubrían la capa de pieles del Viudo con expresión de lamento.

En su forma actual el viudo no tenía nada que se pareciese a una garganta o una boca, pero aun así aquella voz cambiante se escuchó de nuevo, como si proviniera del interior de la propia cabeza de la sororitas. - lOS IMPoSTOres Y USURPadoREs Al FIn haN DEsapARecIdO. ¿qUé ElIGEs TU? ¿moRiRáS, o huiRás? -

No se llegó a creer que su enemigo hubiera recibido un gran impacto por uno de los disparos de la pistola bolter que el académico la había entregado hasta que vio la flor roja que se había abierto en su torso.

-Púdrete en el infierno -escupió Isolda mientras daba instintivamente un paso atrás cuando el Viudo se acercó al cuerpo. Giró la vista, pues algo en ella no quería ver lo que podía pasar, una herejía para un hereje, así que se fijó en la espada de energía de Garza. Había perdido su bolter, por desgracia lo sabía perfectamente y tendría que lamentarse por ello más tarde, pero ese arma, tal vez si se purificaba por Arcturus y unos rezos suyos, no la corrompería.

La voz del Viudo la trajo de vuelta en lo que cogía la espada y un escalofrío la recorrió de pies a cabwza cuando escuchó esa voz y una arcada llegó a su garganta al ver la cara de Garza en la piel de la capa.

-Me iré -dijo sin más, pues noniba a huír, simplemente no podía hacer más ella sola allí- pero me llevaré a mi amigo caído.

Y sin esperar una respuesta se acercó a Homron y rezó una pequeña oración, la misma que se rezaba a sus hermsnas caídas en combate porque el viejo era un fiel devoto del Emperador y lo fue hasta el final. Guardó la espada de energía como pudo y se echó al viejo a la espalda antes de comenzar su loca huía a un ritmo que pudiers hasta no sabía donde.

-Arcturus, Artemius, Gianna, ¿me recibís?. Aquí Isolda, he evitado que Garza se haga con el Viudo y me llevó al Viejo conmigo. ¿A donde voy? ¿Hola? -no quería ponerse a dar vueltas en un sistema que desaparecería en el Inmaterium durante ve tu a saber cuanto tiempo.

El viudo permaneció impasible mientras Isolda recogía su trofeo por la victoria ante Garza; y mientras esta intentaba echarse el cuerpo de su compañero caído al hombro, el engendro de carne avanzó hasta posicionarse frente al reloj de acero como un siniestro guardián. Justo antes de que Isolda saliera de allí, el viudo habló por última vez. Era imposible saber si hablaba para sí mismo o hacia Isolda, ya que su ¿rostro? no había dejado de apuntar en su dirección.

- Proteger su legado por 13 veces 13 años, ese fue el contrato del último Haarlock. - la aguja del reloj de acero emitió un sonido chirriante al girar, y sus mecanismos, junto con todo el mapa estelar de la bóveda comenzaron a iluminarse tenuemente. Faltaban menos de 20 minutos para la 13ª y última campanada.

- Ahora que se ha cumplido, este planeta y sus custodios carecemos de propósito. Pronto seremos liberados. -