Siendo el último en ponerme en pie y a la fila de caminantes silenciosos, no puedo evitar quedarme un momento contemplando el botón oculto tan ingeniosamente tras el cuadro. Quién sabe cuántos de estos habrá en toda la casa, u otros escondites y mecanismos secretos tan futuristas... o bueno, tan actuales, al parecer. Bajo los primeros escalones con calma, contándolos de manera casi automática por la costumbre y tratando de imaginarme qué habrá al final, pero la realidad supera todas mis expectativas -excepto la de una ciudad subterránea, pero esa viene de haber leido demasiado a Julio Verne, así que tampoco era tan extraño no conseguir algo así-.
Al llegar abajo, echo un vistazo rápido asimilando todas las salas y buscando puntos estratégicos. Me parecería extraño, pero no hay que descartar que la primera visita de mis compañeros haya alertado a algo o alguien, y que nos encuentren aquí vuelva a significar un combate. Porque definitivamente, nos han dicho que hay paz, pero esto no la representa en absoluto. La sala central es sin duda la más impresionante, pero la experiencia me ha enseñado que cuando quieras entender a alguien, lo mejor es hacerlo desde los pequeños detalles. Y un sistema de entrenamientos futurista -actual- es sin lugar a duda un cúmulo de pequeños detalles, por lo que me pierdo observando la habitación y todas las mejoras tecnológicas, algunas tan sencillas y otras tan incomprensibles. Al menos, hasta que Monk Nero demuestra una vez más que tanta tecnología tiene muchos otros usos, como hacer que un mudo hable sin tener que destrozarnos los oidos en el proceso. Y encima parece que el otro aparato, de los dos encendidos, sirve para averiguar lo que quieras. Descarto meter un par de preguntas que tengo en la cabeza, y sin embargo me acerco a leer qué es lo último que hay puesto en la pantalla, y si puedo averiguar una forma de que funcione decentemente. Porque hay una pregunta que me escama aún más, así que cuando puedo buscar información, meto como parámetro "metahumanos". Quiero saber qué ocurrió con aquellos que tenían poderes... y si mis conocidos podrían haberse visto implicados o no.
Para mí, las relaciones con el Gobierno de mi país terminaban en ese momento. Si habían sido capaces de algo así, no quería saber de lo que podían llegar a hacernos a nosotros. Me di cuenta de que aquella gran casa, tan hermosa, tan confortable y cómoda no dejaba de ser una jaula de oro. Estábamos encerrados, controlados y bajo en mando de un gobierno que le importaba más bien poco las personas con tal de ganar una guerra y proclamarse líder mundial.
Miré a mi alrededor y resoplé, frustrada y cansada de todo lo que estaba ocurriendo. Quería irme de allí. Ya.
Me giré y dirigí la vista a lo que escribía Anthony. Lo cierto era que quería saber lo que pensaba sobre todo este asunto y me incliné para mirar todo lo que ponía en aquel aparato. Tras leer todo aquello, apreté los labios y miré hacia el frente, perdiéndome en mil pensamientos que rodaban mi cabeza. ¿Realmente quería conocer aquel nuevo país, a aquella nueva América? Sabía de lo que era capaz, las pruebas, las fotos y todo lo demás estaba ahí, no me lo había inventado, por tanto, ¿cómo aún tenían la desfachatez de seguir preguntando si queríamos colaborar con ellos? A saber qué otras cosas estaban preparando para ganar su nueva particular guerra.
No sabía si quería seguir pensando sobre todo aquello, por lo que agradecí enormemente que Anthony tomara la decisión por mí. No dije nada más cuando salimos de aquella habitación. No tenía nada más que decir. Sólo me quedaba pensar y replantearme si de verdad quería seguir colaborando con los herederos de una guerra cruel y sin piedad.
Subí la escalera casi sin darme cuenta. El dolor de tripa se acentuaba y hacía que arqueara la espalda. Agradecí mil veces a Anthony que me acompañara y me despedí de él ante la puerta de mi cuarto con un gesto de la mano.
-Nos vemos mañana, Anthony- me despedí, evitando bostezar, notando los ojos llorosos-. Descansa.
Nada más me dejé caer en la cama, los pensamientos me abandonaron y pude dejarme llevar al mundo de los sueños y abandonar éste, el cual cada vez odiaba más.
Caprice se quedò realmente sorprendida, el monje habìa hecho una verdadero descubrimiento y le agradaba que al menos no tuviera que esforzarse màs para comunicarse con ellos. Su silencio se traducìa en un montòn de preguntas en su mente, iban tan pronto que la blonda tuvo que concentrarse para no olvidarse despuès de lo que querìa hacer con aquello. En realidad, debido a su curiosa naturaleza, lo que querìa era tocarlo todo y averiguarlo de todo de primera mano, se sentìa como una niña con ganas de saltar por el lugar pero bueno, tenìa que comportarse como lo que era.
Sus compañeros parecìan tan estupefactos como ella pero no dijo nada, prefiriò dejar que Monk siguiera su explicaciòn o que los muchachos dijeran algo màs. Eso si, se acercò lo suficiente para ver las inscripciones o marcas de los botones que alcanzaba a ver.* Estaba emocionada, de alguna manera no pudo reprimir una sonrisa.
*No sè, lo busquè pero no encontrè en la descripciòn, puede ser mi error, pero si hay botones pos eso :P
Will estaba tan sorprendido como los demás. Observo al principio desde la entrada para luego acercarse a una de esas maquinas con pantallas tal y como Monk Nero le había indicado. Pero cuando se acerca a una de las maquinas, se produce un chispazo, y hebras de lo que parece energía eléctrica comunican la superficie metálica del aparato con el cuerpo de William.
Las luces pierden intensidad durante unos segundos hasta que el clérigo logra apartarse lo suficiente para cortar la extraña conexión que se ha producido entre hombre y maquina.
Quienes os volvéis hacia el veis que los iris de sus ojos brillan con una intensa luz azul, y aunque no parece tener ninguna quemadura, al menos visible, una humo tenue se eleva desde su cuerpo disipándose a pocos centímetros de altura.
William, que parece tan sorprendido como los demás por lo ocurrido, retrocede hasta la entrada para sentarse en los escalones.
El monje explica con su nueva libreta mágica, que los distintos símbolos que hay en las pantallas sirven para varias cosas. El solo sabe buscar información.
Luego ve como William hace algo que es a la vez sorprendente y maravilloso. Y se queda extrañado.
Vuelve a escribir una vez más.
Creo que habían dicho que esta mansión seria una especie de base de operaciones, seguro que la chica esa que nos trajo nos explicara cómo funciona todo mañana.
Luego volvió a mirar para William y se acerco para ponerle una mano en el hombre, en señal de que comprendía que debía ser un fastidio quedarse sin probar, lo único que parecía ser del futuro, y no de nuestro propio tiempo.
Había sido un día largo, y el ya había estado mirando todas esas cosillas. Así que decidió mudarse a su cuarto y empezar a ser consciente de todo lo que había cambiado su vida.
Se despidió de todos y subió las escaleras secretas rumbo su propia habitación. Con una sola duda en su mente.
¿Seria capaz de dormir en aquel mundo extraño?