Partida Rol por web

Aquella cosa la arrolló con un fuerte golpe. El cuerpo le dolía y no podía apuntar bien. Giró para contar a sus compañeros mientras se revisaba el golpe del costado. No había sangre y era solo un moretón, con todo la potencia del golpe le dejó los brazos blandos, no podía alzarlos.

Lo que en algunos momentos parecía ser una misión casi imposible, y con altas posibilidades de que alguno de la cuadrilla muriera, pasó a ser una combinación de disparos, magia y agallas en cuanto empezaron a compenetrarse.
En un momento habían caido tres de las cuatro criaturas, pero todavía quedaba una de ellas.

De hecho, lejos de amedrentarse, el soldado búfalo pareció investirse de algún tipo de poder sobrenatural y atacó con saña a Sarah. La cornada del ser volvió a alcanzar a la pistolera, la cual no pudo hacer nada por evitar la laceración.

Aún así era una contra cuatro, debería tener las de perder.

La boca le sabía a sangre y en ese entonces O'Callaghan lo supo, necesitaba descansar o parar con la magia. Sin embargo, no podía. Aunque aparentemente tenían dominada la situación, Sarah estaba en peligro y no quería que cayese por haber fallado así que volvió a hacerlo.

Otra vez la eterna oscuridad, allí estaba el maldito esperándole, le había prometido no volver en un tiempo largo, sin embargo, estaba esperándole como si no hubieran pasado ni cinco minutos desde su marcha. No tuvo oportunidad, es lo que pasa cuando un niño juega a ser mayor, sintió primero cómo le embargaba el poder que necesitaba pero no pudo volver como quería, en ese entonces entendió que algo marchaba mal, pero no pudo hacer nada por evitarlo...¹

—Señor, sé que tu Fuerza exige sacrificios pero te pido que consideres la oportunidad de rendención de esta joven para que pueda servirte fielmente en el futuro.

El padre Amon se desplazó para poder apoyar su mano sobre el hombro de Sarah:

—¡No desfallezcas mujer! ¡No desfallezcas porque su bondad te ayudará a encontrar el camino!

La fuerza sanadora recorrió a la mujer. El padre Amon sudaba copiosamente ¡aquella batalla había puesto a prueba toda su energía!

Norris dio un paso adelante mientras recargaba la escopeta y volvió a dispararla a bocajarro.

- ¿Qué te pasa?¿No quieres volverte solo al infierno? Pues la señorita tiene planes para hoy, pero si quieres yo te acompaño.

Aquel último ataque había mandado a Sarah por los aires, y este cayó de pie a duras penas. Creía tener una costilla rota, hasta que el padre obro su milagro. Que paso de un dolor agudo a sentirse apaleada.

Sus amigos ya habían acabado con el resto y se encontraban ya junto a ella haciéndole frente a la última bestia que quedaba —No volveré a comer bistecs, lo juro —intento reírse, pero escupió algo de sangre.

La boca le sabía a sangre y en ese entonces O'Callaghan lo supo, necesitaba descansar o parar con la magia. Sin embargo, no podía. Aunque aparentemente tenían dominada la situación, Sarah estaba en peligro y no quería que cayese por haber fallado así que volvió a hacerlo.

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Otra vez la eterna oscuridad, allí estaba el maldito esperándole, le había prometido no volver en un tiempo largo, sin embargo, estaba esperándole como si no hubieran pasado ni cinco minutos desde su marcha. No tuvo oportunidad, es lo que pasa cuando un niño juega a ser mayor, sintió primero cómo le embargaba el poder que necesitaba pero no pudo volver como quería, en ese entonces entendió que algo marchaba mal, pero no pudo hacer nada por evitarlo...

El charlatán sacó una ristra de cartas y amagó con atacar al manitú con la intención de rematarlo, pero de pronto, sus cartas luminosas se esfumaron y éste cayó desplomado al suelo¹. 

A pesar de la herida causada por la criatura a la pistolera, el Padre Usher no pensaba dejar que se ensañara con ella. Por lo que invocando sus poderes divinos la restauró por completo imbuyendola de la luz del Señor.

Aún así Sarah no fue capaz de quitarse el entumecimiento que sentía, y no se podía mover a riesgo que la criatura le volviese a golpear.

Norris lo tenía claro. Sabía que su vieja escopeta era la que mejor resultado estaba dando y seguía haciendo uso de ella. Pero a pesar de que la descargó en pleno pecha de la criatura, aquello que la había impulsado en ese momento seguía con ella. Por lo que aguantó los perdigonazos como si nada.

James queriendo acabar con aquella pelea decidió retar nuevamente al Oscuro, pero algo salió terriblemente mal y cayó al suelo gritando.

Después de recuperarse del disparo de Norris, el fuego que brillaba en los ojos de la criatura pareció apagarse un poco. Aunque eso no quería decir que se rindiese. De hecho, viendo lo que había hecho el Ranger decidió cornearle a él aprovechando que se había acercado demasiado.
Pero claro, Norris era mucho más duro que Sarah, sobretodo gracias a su guardapolvo especial. Por lo que los cuernos ni lo traspasaron.

Norris recibió el impacto impasible y quiso aprovechar para meterle el cañón en la boca antes de disparar.

- Ven con el tío Norris, ven...

la maniobra resultó demasiado osada, fatalmente osada... o quizá era que James había enfadado al diablo, esta vez realmente había atraído la atención del diablo sobre el grupo.

A duras penas logró James incorporarse, sentía martillazos de dolor en las sienes pero estaba vivo, era extraño pero lo estaba. Desconocía la razón, tal vez porque era la primera vez que le ocurría algo así o, tal vez Belcebú tan sólo quería enseñarle cuál era su lugar en su reacción: la de un esclavo buscando el favor en forma de migajas de una deidad. El cuerpo aún lo tenía entumecido, pero tenía la fuerza suficiente para un último ataque...

Aún agachado convocó una carta, la última que sería capaz de generar, hizo ademán de lanzarla cuando de improviso un abceso de tos violenta le sobrevino y le impidió arrojarla con la destreza que acostumbraba¹. La carta impactó en el costado de la bestia quién apenas se inmutó de la maltrecha hormiga que había osado en hacerle cosquillas.

El sacerdote retrocedió un paso mientras sacaba su Colt Peacemaker y apuntaba a la bestia.

—Señor, sé que la violencia no conduce a nada y bien sabes que usar armas no es algo que desee, pero ese monstruo nada tiene de terrenal y todo de diabólico. Si es tu designio que yo empuñe el arma así lo haré, como Cristo llevó su cruz en penitencia.

Pareciera que el sol quisiera sacar un aura del arma del reverendo quien ahora sentía su mano guiada por el Señor.

Si de verdad había un Dios arriba en el cielo como predicaba el Padre Usher, seguramente se estaría riendo de la cuadrilla ahora mismo.

Norris recargó una vez más su escopeta, la que mejor resultado estaba dando contra aquellas criaturas y disparó de nuevo. Pero con las prisas debió colocar mal el cartucho. Ya que al apretar el gatillo, en lugar de la lluvia de perdigones habitual, el cañon del arma estalló todo deformado. El ranger pudo soltar el arma antes de llevarse daño, pero se habían quedado si la escopeta. Tendrían que confiar en sus otras armas.

James, quien parecía medio muerto hacia tan solo un instante, se levantó y usó sus últimas energías en lanzar una nueva carta cargada. Pero esta rebotó en el soldado búfalo sin hacerle nada.

Sarah seguía asustada por el terror que infundían aquellas cosas, y a pesar de que ponía todo su empeño no lograba sacudirse los temblores que tenía.

Pero en toda la oscuridad siempre aparece un poco de luz. Amon recurrió a sus plegarias para que le concedieran mayor punteria para acabar con aquellos demonios. Y la luz divina contestó. Y también señaló a Norris.

-Por toda la roca fantasma... 

Exclamó Norris cuando el cañón de la escopeta explotó. Pero no había sobrevivido a la peligrosa vida de ranger siendo un pusilánime. Las sorpresas desagradables como emboscadas y los barriles de dinamita que se hacían explotar a la llegada de la autoridad eran viejos conocidos. Así que al tiempo que hablaba su diestra ya estaba en la empuñadura de su cuchillo. Sin dar tiempo a pensar al SB ya le había clavado medio palmo de la hoja en el costado, aunque la gruesa piel de la criatura lo protegió de lo que debía haber sido una herida mortal. 

James por su parte, dio un par de pasos para acercarse a la bestia, desenfundó su derringer que tenía oculta bajo su manga y apuntó con ella al búfalo. Inspiró brevemente y disparó.

Era inútil, comprobó con desesperación. O volvía a los terrenos de caza a encarar su destino, o no hacían nada...

Cualquier otro habría echado a correr cuando se quedó sin la escopeta, pero el Ranger Norris no era cualquiera. Sacó su cuchillo y se lanzó contra la criatura. Gracias a la marca del búfalo blanco pudo atravesar sin problema la dureza sobrenatural del manitú y su cuchillo bowie llegó hasta la carne haciendole sangrar.

Aun así el ser logró aguantarla, e incluso le dio tiempo a tratar de alcanzar a la pistolera que trataba de guardar distancia. Pero cornear a alguien con un tipo gordo subido a su chepa no era nada fácil.

¡BANG!

Amon no era un pistolero. Aunque su disparo, guiado por el Señor, impactó en la criatura no pudo atravesar su dura piel.

Sin embargo eso no hizo que el sacerdote dudase. El Señor estaba con él. Pero hasta los milagros tenían un límite. ¡Tenía que poner más de su parte!

—Perdóname Señor por mostrar dudas. ¡Hágase tu Voluntad!

Y apuntó nuevamente al monstruo.