Partida Rol por web

- Encadenadlo pues. - Ordenó el conde. - Ya harán justicia los villanos cuando aqueste marrano les sea entregado. 

El conde miró a Brend. El juguetero barbudo tenía razón. No podían detenerse mucho tiempo, por lo que se dispuso a sanar las heridas de sus compañeros con la siempre útil varita. Minutos después estaban todos bastante restablecidos. 

- ¡Sigamos ya! - Exclamó entonces.

Mientras el conde iba sanando aquí y allá, DelCojon se apresuró a hacer lo que mejor se le daba. Saquear, en este caso a los muertos y también al prisionero. 

En breve hizo un montón con todo lo que había encontrado. Armas y armaduras, así como algunos objetos que le parecieron útiles o valiosos, acabaron en el centro de la cabaña. 

- Creo que es todo... - Dijo. Y para celebrarlo lanzó un hediondo y sonoro cuesco, acompañado de una sonrisa mellada.

La enana estaba a punto de acabar con la triste vida de aquel trasgo, pero el conde mandó encadenarlo

- Sir Godofredo, es un error dejarlo con vida. Estos seres son embusteros y traicioneros por naturaleza. A la mínima oportunidad huirá y si alguien se cruza en su camino él no tendrá piedad ni hará justicia y si es una mujer hasta la violará antes de matarla. ¿ Vais a permitir que eso pueda suceder?. Dejadme ajusticiarlo como  merecen todos los de su raza, nadie echará de menos su vida y los dioses nos lo agradecerán

Grendalf caminó hasta el centro de la sala y se detuvo ante el botín. Acto seguido se concentró y lanzó un conjuro por tal de determinar si algunos de los objetos allí presentes tenía propiedades mágicas. 

Allí había, además de la brillante perla, la capa de gran manufactura, el extraño abanico con pinchos, la varita y el grimorio mágico del payaso, una espada corta, un cuchillo curvo, un amuleto, tres camisotes de cuero, una bisarma, una rodela, un gran hacha, tres temas preciosas, bolsas con monedas, unas doscientas piezas de oro en total y una figurita de jade que representaba a una lavandera.

De todo aquello, la perla, la capa, la varita, el grimorio, el amuleto, la bisarma, la rodela y una de las armaduras parecían poseer propiedades mágicas. Y mientras el resto debatía que hacer con el trasgo, Grendalf sacó un pergamino y una perla machacada. Sacó una taza y vertió algo de vino en ésta. Lugo echó el polvo de perla y lo removió con una pluma de buhó para acto seguido beberlo de un trago. Acto seguido recitó el conjuro del pergamino y éste se borró, pero ya conocía las propiedades mágicas de aquella perla.

- Yo también le rajaba la garganta y problema solucionado. - Aportó Brend y una vez dicho aquello se encogió de hombros y sacó un pergamino con una extraña runa en su centro. - En cuanto estéis listos me lo decís y iremos al taller... - Insistió.

Si no os importa cogeré está perla, me permitirá lanzar un conjuro de los que he usado antes otra vez, así seré más útil. Dejamos todo esto aquí? dijo cogiendo y guardando el artefacto que acababa de identificar.

Tengo una cuerda de seda, le ataré las piernas, brazos y torso, eso y los grilletes impedirán que se mueva hasta que volvamos... Si no volvemos, que más dará?? Jajajaj le ofreció la cuerda al pícaro, seguro que podría hacer un buen nudo y ese cerdo no podría moverse.

Después de amontonar todas las cosas que encontré en el centro de la sala, vimos cuáles eran mágicas o solo simples objetos. Por mi parte, ya iba provisto de mis cosas, así que les servirían mejor a otro. Cogí la cuerda que me daba el mediano y até al bribón del trasgo, no sin antes darle puntapiés y mamporros por haberme causado tanto daño durante el combate. Cuando volviéramos, me encargaría de él.

-"Este malandrín ya no se moverá de aquí. Yo estoy listo."

El hobbit se acercó al gordo que les había llevado a esa trampa mortal sin avisarles de nada. Hay que teleportarse a algún lado? no hay puerta secreta?? dijo viendo lo que sacaba el dueño del taller.

Quizás me podrías hacer un mapa improvisado en el suelo del lugar, decirme si hay estancias, salidas, el tamaño... ya sabes! para no ir a ciegas! por cierto, hay luz natural dentro? porque sino igual se va todo a la mierda si no vemos! AJAJAJAJJAAJ

Luego miró a la enana Antes de entrar te lanzaré el conjuro del heroísmo para que te sea más fácil acertar los ataques si quieres y una vez dentro a todos os lanzaré un acelerar para que ataquéis más rápido, pero no os alejéis 30 pies los unos de los otros o perderéis esta magia. y a quién me digáis le podré lanzar un invisibilidad mejorada que permite atacar invisible! no os verán llegar ni por donde les llueven las hostias!!! JAJAJAJAJA

- No hay puertas secretas. - Respondió Brend. - No sé  como llegaron aquellas alimañas a mi taller, pero aparecieron. - Apretó el puño mientras negaba con la cabeza. Se le veía realmente iracundo.

Sacó entonces un pergamino en el que se mostraba una runa. Tenía dibujado en el centro una especie de portal. Se lo mostró a Grendalf sonriente. 

- No es idea mía por supuesto. - Dijo orgulloso. - Un viejo mago con el que viví un tiempo creo este espacio interdimensional. - Resopló melancólico. - Se llamaba Noel, aunque yo aprendí a llamare Papá. Si, era mi papá Noel.  - Cerró los ojos. Parecía triste. Finalmente volvió a abrir los ojos. - ¿Un mapa, eh?  No es muy complicado, pero vale. ¿Tienes algo con lo que escribir?

Grendalf le entregó un pergamino, una pluma y un bote de tinta.  Grendalf comenzó a garabatear algo. Segundos después mostró su obra de arte.

-  Es un poco... - Se encogió de hombros.  - No me ha quedado muy bien, pero... - Le entregó el plano al mago mediano.

- Cuando me fui la draña y las arañas estaban en los talleres... - Le comentó.

Osea que un espacio interdimensional, pensó el mago. Esto dificulta las cosas, estaremos atrapados ahí entonces... Pues nada, a sangre y muerte, yo iré detrás de vosotros, adelante mis soldados! dijo dejando claro que ya tenían la información necesaria.

- Bien... - Sonrió el orondo barrigudo. - ¡Nos vamos! - Exclamó. - ¡Aguantad mis pequeños kobolds, ya vamos!

Alzó el pergamino, recitó unas breves palabras y de pronto ya no estaban allí. Fueron absorbidos por el pergamino y en última  instancia, el propio Brend pasó el pergamino a través de si mismo haciéndolo desaparecer en su propio interior. Toda una paradoja.