Partida Rol por web

- Todo no, pero puede que cocinar se le acerque - bromeó, o quizá no tanto, aquel olor a guiso al entrar en la casa era de lo más tentador

Retiró su rifle de la ventana y lo recargó con tranquilidad, no parecía que esperara usarlo de inmediato pero desde luego prefería estar preparada para lo que pudiera venir y todavía se escuchaban tiros en la calle del banco

- No te equivoques, no ayudo al sheriff... ojalá le hayan volado los sesos, ayudo a mis vecinos... ¿Crees que esos cerdos habrían dejado algún superviviente? - y si, no tenían pinta de querer dejar títere con cabeza - ¿Oro robado para estar huyendo toda la vida? No creo que valga la pena... aunque supongo que cuatro pistolas y un rastreador - con eso último seguro que refería a Red - no habréis venido a otra cosa ¿Después de hacer huir a esa banda de forajidos tu solito no crees que te estarán agradecidos en el pueblo? Nos vendría bien un nuevo Sheriff, uno con buena puntería - la propuesta estaba sobre la mesa y esta vez no te estaba apuntando con el rifle. Por contra la corta distancia entre vosotros la dejaba a tiro fácil de tus revólveres si considerabas que podía ser un problema para tus planes.

- ¡Y NO SE OS OCURRA VOLVER POR AQUÍ! - gritaba el chico a los forajidos, envalentonado al verlos huir

Disparó hacia ellos, quizá más por espantarlos que por acertarles... o quizá con poco tino, pues no cayó ninguno. Por contra parecía que Vásquez había hecho dos tiros muy limpios haciendo que dos de los últimos bandidos se desplomaran en el acto.

El chico volvió hacia ti

- ¿Has visto como les hemos hecho huir? - totalmente satisfecho con vuestra, para él, magnifica tarea

Se quedó pálido cuando te vio sangrar y por un momento pensaste que iba a desplomarse, pero en vez de eso dejó su arma sobre la mesa y se acercó hacia ti

- Joder, ¿todavía la tienes dentro? - intentando hacerse una idea de la gravedad de tu herida en el proceso - hay que ir a ver al barbero

¿Pero qué decía esta loca? Me hice el distraído recargando yo también mis dos almas gemelas, y pasé por alto su agudo comentario sobre el oro y nuestro grupito. Si que nos tenía vigilados la señorita.

-La piel de sheriff la venden barata aquí. -Alcé un segundo la mirada para comprobar que esos dos últimos tipos estaban tiesos comiendo polvo.-No diría que he sido yo solito, Sarah. Una hermosa mujer con un rifle también ha colaborado -añadí, con ironía y gracia.

Los revólveres engordaron con nuevo plomo. -No me conoces, Sarah. ¿Y tú? ¿No llenarías tus alforjas de color dorado aunque tuvieses que huír?

Los pocos forajidos en pie tomaban las de Villadiego. 

-Voy a comprobar la calle del banco. Te diría que te quedases aquí, pero harás lo que te de la gana, señorita.

Desde la ventana hice gestos a Josh señalando mis intenciones.

Desde la ventena hago gestos a Josh, a ver si me ve, indicándole que me muevo hacia el banco.

- Ni te conozco, ni quieres dejar que lo haga ¿Y de que me valdría el oro si tengo que estar vigilando mi espalda? No, esa vida no es para mi... hay muchas otras formas de conseguir oro de forma legítima. 

Suspira cuando dices que vas a salir a la calle del banco

- No, hasta allí no voy a seguirte, hay cosas que prefiero no tener que averiguar 

Te acompaña hasta la salida de su casa y te sujeta del brazo antes de que llegues a la puerta de entrada

- Esto es solo para no pasar el resto de mi vida arrepintiéndome* - sin darte demasiado tiempo de reacción se acerca a besarte - cuídate - da un paso atrás, dejando que te vayas 

Ver huir a aquellos desgraciados no era algo a lo que hubiese que objetar, pero no las tenía todas consigo de que no volviesen. No obstante no se iba a quejar, mucho, ya que seguramente él no estaría allí cuando lo hicieran.

-Tranquilo chaval. No es mi primer rodeo. Por ahora aguantaré.-

Enfundó el revolver y se puso a recargar el rifle, cuando vió a Vásquez en la casa de enfrente haciendole gestos. Asintió, pués él también tenía curiosidad cómo estaban los demás.

-Mira. Voy a salir, así que déja de tocarme las narices y haz algo útil como vigilar. Así lo mismo haces alguna cosa de provecho aunque seguro que eso también lo jodes. En fin, no me podía haber tocado alguna mujer guapa como compañía, no. Tenía que ser un jodido niñato.-

Se dispuso a salir de la casa por la parte de atrás para ir hacia el banco.

El chaval no terminaba de entender tu reacción, aunque probablemente la achacara a las malas pulgas por la herida. 

- Bueno, como quieras... 

-¿Cómo cuáles Sarah?- le pregunté, enfrentando esos hermosos, decididos e incómodos ojos, en relación a la forma de obtener oro legal. 

Me marchaba. Y ella me sorprendió con aquel beso inesperado. No era el beso de una puta. Era el de una mujer libre con la que, en unos minutos, había conectado más que en toda una vida de mujeriego y vividor. Llevado por el impulso del deseo, la agarré del talle, la atraje hacia mí y le di un largo beso que hizo palidecer el fuego cruzado de momentos antes.

Después, cuando iba a irme, mi instinto me hizo cambiar de opinión. Solté a Sarah y atravesé la casa, hasta salir por una de las ventanas. Escurriéndome por la parte trasera de los edificios, a cubierto entre las sombras.

La idea es ir por la parte trasera de los edificios, no por la principal, que no me fío.

- Siempre puedes quedarte a averiguarlo - respondió de forma sencilla, desafiante. Si, eso si que había sido una invitación directa.

El recuerdo de aquel beso te perseguiría el resto de tus días, quizá a ambos. Te siguió con la mirada mientras abandonabas su casa, no añadió nada más.