Partida Rol por web

Con el orco fuera del camino, nuestros aventureros decidieron continuar el viaje tomando una senda alternativa. Apenas habían avanzado un poco cuando se encontraron con un campamento de guardias. El guardia que estaba vigilando el camino por donde venían saló a su encuentro y empezó a interrogarlos.

-Alto ahí! Identifíquense!

Garret saltó a su encuentro también -muy buenos días mi buen señor, mi nombre es Larry Manocálida, y soy un clérigo, tal como mi amigo aquí, el buen Elhonar- dijo señalando a Elhonar mientras hablaba en tono suave -estabamos peregrinando hacia Aubis. En situaciones normales le pediría quena todos nosotros nos acompañe una escolta, pero no será necesario. Aquí nos acompañan dos gentiles caballeros que quieren unirse a la causa inquisidora, por nuestro Dios!- dijo señalando a Nube y Halsten -son bravos guerreros que nos acompañan y nos cuidan del peligro-  dijo haciendo una reverencia hacia ellos

-por ultimo nos acompañan dos bellas señoritas que conforman un bello grupo musical con canciones dirigidas a alabanzas divinas, el padre quiere verlas pronto y hacer buen uso de su voz y sus cánticos, necesita ampliar el coro para las misas-

Después de ver al guardia, Lavanda miró al cielo, sonrió, luego miró al resto del grupo, y habló en voz alta.

Chicos, son guardias de la inquisición, ¡estamos salvados! Nos atacaron lobos, aquel orco que odia a Daniel el Cantor nos intentó robar, ¡pero ahora encontramos guardias de la inquisición! ¡Estamos salvados! Entonces Lavanda miró al guardia que les pedía identificación, y le sonrió. Ver a un guardia de la Inquisición me hace sentir como en casa. Muchas gracias por su trabajo, después de lo que hemos pasado, es un alivio encontrarse con la Inquisición. Perdone si estoy muy cursi, es que a veces pienso que la gente no se fija en lo dedicado que es un trabajo como el suyo, ¿sabe? Todo el día pendiente de quién entra y sale, cuanta presión... Y qué menos que dar las gracias, ¿no? ¿Le dan las gracias en su trabajo?

Nube al ver al guardia sintió un terrible odio que surcó sus venas, las ganas de matarlo eran muy fuertes, sus compañeros tomaron la iniciativa, y no quería arruinarles todo, así que se dedicó a asentir a lo que estos decían y cuando Garret la mencionó, solo asintió  - Un placer  - fue todo lo que salió de su boca, sus movimientos eran tranquilos, a través de su respiración buscaba relajarse, era obvio que se encontrarían con estos y su odio no era un justificante para poner a sus camaradas en peligro

-Gracias al cielo- bien podría haberlo dicho para adular a la inquisición pero el alivio de Shaonn poco tenía que ver con los guardias sino con la interminable verborrea de Lavanda y dio la casualidad de que su alivio apoyaba las palabras de la mediana-Ha sido terrorífico, creí que iba a robar el laúd para venderlo y sin laúd... ¿con qué íbamos a acompañar nuestras canciones? Casi habría sido mejor que nos hubiese abierto en canal ahí mismo antes que condenarnos a morir de hambre.

Asintió con la cabeza y se retiró un mechón dorado tras la oreja.

-menos mal que este camino es seguro-seguro para una muerte, pero seguro al fin y al cabo.- ¿qué habría sido de nosotros si no hubiésemos escapado hacia aquí?-se tocó el pelo de nuevo y bajó la mirada al suelo con abierta timidez delante del guardia-pero aquí estáis vosotros, ¿verdad? No permitiréis que un orco hereje asalte a buenos fieles que sólo llevan canciones para aquellos que tienen el corazón cansado-levantó la mirada y sonrió levantando ligeramente los hombros- gracias.

El guardia miró a Garret y sonrió.

-Vaya! Son peregrinos! Me parece muy bien que gente tan joven se interese por la religión. Hay mucha gente falta de fe en estos días, pero ustedes me dan esperanza para el futuro.

Luego miró a Lavanda y a Shaonn.

-Pues no, la verdad que no recibimos mucho reconocimiento. La gente nos ve como simples abusivos, pero no entienden que estamos aquí para poner orden. Ese bandido del que hablan, sin ir más lejos, les aseguro que en cuanto sepamos algo sobre él le daremos su merecido.

Lavanda recordó a Magnolia contándole que no hay que hacer crecer las plantas, que hay que dejar que crezcan, y la sonrisa apacible de su amiga se quedó en su cabeza. Así que antes de responder al guardia, intentó imitar esa sonrisa.

Buen hombre, ¿como se llama? Rezaré para que Dios traiga el reconocimiento que merece su buen nombre, y le devuelva la ayuda que nos da protegiéndonos y poniendo orden. Será lo primero que haga después de santiguarme en la iglesia, y de seguro ellos también. Hizo media reverencia y señaló a los peregrinos con la mano.

Elohnar intentó no parecer tenso ante aquellos guardias, aunque tenía miedo de ser descubierto y se sentía como si todos lo miraran exclusivamente a él; pero de nuevo la labia de Lavanda, que estaba demostrando ser la más útil de todas, junto con la ayuda de Shaonn tenían a los guardias en el bolsillo, por lo que simplemente hizo un gesto de agradecimiento a los guardias y siguió a las dos chicas que, con suerte, las volverían a sacar de ese atolladero.

Halsten intentó mantener las formas ante el guardia. Sin embargo, cuando le miraba sólo podía recordar el rostro de sus hermanos. Se mantuvo tenso mientras sus compañeras intentaban convencer al enemigo para que nos dejaran pasar, y parecían estar consiguiéndolo. 

Sin embargo, se mantuvo alerta, confiaba en sus compañeras, peor uno nunca puede fiarse de la Inquisición.

-Mientras nuestros aventureros intentaban ganarse la confianza de los guardias se escuchó un tumulto un poco más allá en el interior del campamento. "Se escapó", decían unos guardias. "Deténganlo", decían otros. "Tengan cuidado, es peligroso", se escuchaba decir a otros. Presas de la curiosidad, nuestros aventureros miraron hacia donde procedía aquel escándalo y entonces lo vieron. Era una de las aberraciones que creaba la inquisición.

-Al verlo, Halsten lo reconoció de inmediato. Era el hombre que encontraron sus hermanos. El hombre al que intentaron ayudar. Al parecer había sobrevivido y se había convertido en prisionero de la inquisición... hasta ahora... lo cierto es que la criatura había escapado y ahora estaba masacrando a los guardias.

Por su fuera poco la aparición de los guardias, Halsten vio como aquella bestia por la que sus hermanos dieron la vida había aparecido. Sacó por instinto su ballesta. Sin embargo se sorprendió a sí mismo cuando miró cómo sus manos temblaban. Hasta donde el sabía, ya no había nada que hacer por la bestia, pero los recuerdos se agolpaban en su cabeza, y la furia seguía creciendo en su interior. Cualquiera podría percibirlo en las gotas de sudor que recorrían su cara, y en el temblor de sus manos. 

Decidió que lo mejor era que sus compañeros tomaran la iniciativa, pues aunque sus deseos de matar guardias eran grandes, estos eran muchos, y no sabía de lado de  quien se pondría la bestia, aunque tal vez si veía que atacábamos a los guardias que tanto la habían torturado, se pusiera de nuestro lado.

Lo que era seguro es que teníamos que hacer algo, y hacerlo ya.

¿¡QUÉ LECHES ES ESO!?

Lavanda tenía los ojos fuera de las órbitas, y sus brazos temblorosos protegían su cuerpo. Había oído hablar de las aberraciones de la Inquisición, pero verlo en directo era otra cosa. No supo ni qué sentir cuando pensó en Magnolia. Se le cayó el cielo encima cuando se fijó en que hasta Halsten estaba temblando. Pero si el enano siempre quiere matar cosas! Qué está pasando!? Lavanda tragó saliva. ¿Qué estás haciendo, Lavanda? Podría ser Magnolia. Sus ojos volvieron a su sitio. Y si lo fuera, ahora no podría venir con nosotros. Sus brazos se calmaron. Tendríamos que ir luego a por ella. Apretó mucho la mandíbula. Y ahora ya sabemos que está aquí. Miró a Halsten, y le susurró:

Tenemos tiempo. 

Luego fue a buscar al guardia al que le había dicho que rezaría por él, y permitiéndose volver a estar nerviosa y asustada, le preguntó:
¿¡Eso vive cerca de la iglesia de Aubis!?

Esa bestia era enorme... -mejor- pensaba Garret -con mi tamaño será fácil pasar desapercibido- 

Lo bueno de ser un mediano, es que TODOS son mas grandes que tú, así que las cosas grandes no te asustan tanto, uno se acostumbra.

Puso su mano en la espalda, tomando su daga... Si eran atacados tendría que defenderse, y mejor hacerlo armado. Era la primera vez que veía un monstruo como ese, y por lo visto no sería la última.

El guardia con el que hablaban se encontraba visiblemente nervioso

-Eh... no... no es nada. Ya saben. Es una de esas aberraciones creadas por la infame magia. Mi equipo se encargará. No hay nada que ver aquí. Permítanme escoltarlos el resto del camino para que lleguen seguros a Aubis.

Y junto con un pequeño escuadrón, el guardia los acompañó el resto del camino, dejándolos en las puertas de la ciudad para regresar al bosque.