Partida Rol por web

Habían tumbado al que parecía el peor enemigo, pero no debían confiarse. Sus compañeras atacaron al ladrón que había atacado al enano, así que se dirigió al jefe de los bandidos.

-Te avisé de que nos dejaras pasar.- Se dirige Halsten al jefe de los bandidos. - Pero veo que te has propuesto morir hoy.-

Tras esto lanza un hachazo contra el ladrón.

-La pirueta de Lavanda fue un poco torpe y accidentada pero sirvió a su propósito. Logro esquivar a su agresor y tuvo suficiente tiempo para herir al jefe. Luego Halsten le dio el golpe de gracia. Mientras tanto, el ataque de Garret al segundo bandido fue fulminante. No supo ni que lo mato. El tercero arremetió sin tomar en cuenta que lo superaban en numero. La flecha de Shaonn fue suficiente, pero Nube y Elohnar no lo sabían y se sumaron al ataque. El pobre diablo murio tres veces antes de tocar el suelo.

Lavanda miró los cadáveres a su alrededor, y entre impactada y aliviada, se agachó un momento con las manos en el suelo para recuperar la respiración, y se levantó. Joder, una cosa es tener que matar a uno de vez en cuando, pero ésto es mucha muerte... Con la cara más solemnes que le permitían sus mofletes, sacó una barra de pan de la mochila, y partió un trozo para cada cadáver. Lo siento, pero sois imbéciles... Dejó el primer trozo de pan sobre el cuerpo del jefe bandido, y ¡Ah! Mi daga. Le arrancó la daga al muerto, limpió la sangre en su ropa bajo el argumento de total, que le va a importar que le ensucie la ropa, y se guardó su arma en el bolsillo correspondiente. La ladrona cambió la cara, y pensó que habían otras cosas que ya  importarían para esos bandidos. 

Mientras iba dejando cachos de pan sobre los cadáveres a modo de funeral improvisado, también hacía un rápido chequeo general de bolsillos. A ver si tienen dinero... o otra daga... 

-Mientras revisaba los bolsillos del jefe de los bandidos, Lavanda encontró una pequeña bolsa que tintineaba. No lo pensó dos veces y la tomó para revisarla. Efectivamente, contenía dinero.

Tras darle el golpe al jefe de los ladrones, Halsten respiró hondo para calmarse después de la pelea. Tras esto miró a sus compañeros para asegurarse de que todos se encontraban en buen estado. Vio la herida de Lavanda. Durante su vida de cazador aprendió a tratar ese tipo de cortes, así que se dirigió a la mediana:

- Te puedo ayudar con eso, vendría bien tratarlo antes de que se ponga peor.- Mientras señalaba su herida.

En silencio, el pícaro limpió su daga con el cadáver del bandido, y acto seguido se acercó al cadáver del orco, primero para revisar sus pertenencias, luego cortaría su cabeza usando su hacha, era probable que tuviera recompensa.

En lo que los demás registraban y se recomponían, Shaonn recuperó sus flechas, aplastando el pie contra los cadáveres para hacer de resistencia sumada mientras ella tiraba.

Qué asco.

Limpió las flechas en los mismos cuerpos derribados y las devolvió al carcaj tras comprobar si aún eran útiles.

-Como sea... no deberíamos quedarnos aquí remoloneando antes de que alguien vea esto y suponga que también somos bandidos enemistados con éstos-comentó alejándose de los muertos hacia la salida de aquel callejón que daba a otras calles, quizás más concurridas.

Lavanda sonrió ante la propuesta de Halsten. Era divertido ver al enano con ese tono maternal, y sin duda, da menos miedo. 

Pues sí, me iría bien, yo ya me estaba resignando a tener la herida ahí abierta unos días, haha, gracias. La mediana estuvo atenta a la precaución de Shaonn. ¿Nos alejamos un poco y me lo miras? Qué bien, que lujo, Gracias Halsten!

Nube siguió los pasos de Shaonn y tomo sus flechas si alguna se rompió la dejaría, las limpio bien y volvió a guardarlas, no toco los cadáveres, eso iba en contra de sus principios, por mas de que sean escoria, asintió a las palabras de Shaonn - tiene razón, salgamos de aquí, se nos complicará la misión si nos confunden o descubren - luego comenzó a caminar lejos del lugar, revisando los alrededores en busca de algún testigo innecesario 

Elohnar guardó su maza y murmuró una oración por esos pobres desgraciados. Hubiera sido mejor para ellos el seguir buscando a Daniel, pero no, tenían que ir buscando pelea y creyéndose los más chungos; pero ahora no podían hacer nada por retractarse de sus vidas. 

Un desperdicio.

Escuchó las palabras del enano y el sacerdote se encogió de hombros.

-Si en algún momento necesitas ayuda con eso, no dudes en pedirla -dijo al enano y a Lavanda mientras alzaba la vista y esperaba a que todos terminaran para continuar con su viaje.

-Gracias a los cuidados de Halsten, la herida de Lavanda pronto se cerró. Necesitaría de un tiempo más para sanar del todo, pero ya estaba fuera de peligro. Pronto nuestros héroes reanudaron la marcha y llegaron finalmente a La rata muerta.