Partida Rol por web

Udokal echa sus brazos hacia atrás mientras la sangre mana de sus heridas y con todo el impulso del que es capaz entierra el hacha en la cabeza del orco más próximo que no es capaz de esquivarlo por la velocidad que ha imprimido el bárbaro en su ataque. Con un pequeño tirón separa el hacha de la cabeza del orco y se prepara para el siguiente ataque.

Keloa aprieta los dientes justo antes de empezar a sentir el dolor nuevamente. Sin embargo, ni un sonido sale de sus carnosos labios. Toda ella está ahora bañada en sangre, incluido su rostro y sus manos, pero es algo a lo que está acostumbrada.

Sabe con certeza que quizá, su fin esté cerca. Pero no dejaría de luchar hasta que no quedara  ni una gota de sangre O'Shar en su cuerpo. Y todavía quedaba mucha de ésta por ser derramada.

Su mirada no se aparta de sus enemigos mientras dos de ellos hunden sus armas en su carne, atravesando su fina piel y cubriendo aún más partes de su cuerpo semi desnudo. A pesar de la tonalidad rojiza de la escena, su cabello rojo fuego todavía logra destacar.

Una nueva mirada a Udokal y un nuevo gesto de su mano armada para intentar acabar con la vida del lobo de una vez por todas. Al menos, moriría derramando sangre con sabor a venganza.

Keloa, ignorando el dolor, sigue hostigando al moribundo Lobo Narog. Su Kryll se vuelve a hundir en el cuerpo de lobo, no muy profundamente esta vez, pero por suerte consigue dañar el ojos izquierdo de este. Rabiando de dolor el lobo Narog huye, sin dar la espalda a la temible lancera, intentando alejarse lo mas posible del campo de batalla y lamer sus heridas.

El pequeño humano que iba sobre el mismo caballo que la joven de cabellos dorados, salta de la montura y nada mas tocar tierra coge un arco largo de su espalda y casi sin apuntar dispara.

La flecha sale volando en dirección al grupo formado por Keloa y los tres Orcos Orog... y se clava en la espalda de la lancera, quedando la flecha clavada en tu hombro izquierdo.

Con la flecha clavada en tu espalda, y perdiendo mucha sangre, ves a la joven de cabellos dorados espolear su caballo y lanzarse hacia donde te encuentras enarbolando una gran espada. Apenas si tienes tiempo para apartarte, cuando el caballo pasa a tu lado y la espada se descarga sobre uno de los pieles verdes, con tanta violencia que practicamente le arranca el brazo a la altura del hombro.
El Piel verde se desploma en el suelo con su cuerpo convulsionandose mientras la vida se le escapa.

Por su parte, el humano que intentaba tranquilizar a la joven que habia llegado al claro primero, decide intervenir también espoleando su montura, la dirige en dirección a los Pieles verdes que rodean al gigantesco humano.

Mientras cabalgaba con la hoja de su espada desnuda al aire, iba recitando una letanía en un extraño lenguaje, y como respondiendo a esta letania, en torno a su brazo y espada comenzaba a formarse un halo azulado.

La carga fue mas mortal si cabe que la de la joven de cabellos dorados. Su espada atravesó limpiamente el corazón del Orog, que practicamente, salio por su espalda.

De los dos Orog que rodean a Keloa, uno se da la vuelta y se dispone a atacar a la joven de cabellos dorados. El otro, aprovechando la confusión y el estado de Keloa, lanza un nuevo ataque sobre esta, causandole una nueva herida en el muslo izquierdo

El Orco Narog que esta al mando, grita unas ordenes en un lenguaje ininteligible para vosotros, que hace que el Orog vaya a por el humano de hierro mientras el intenta ensartar con su larga espada curva a Udokal. Este, mucho mas agil de lo que pudiera parecer para alguien de su tamaño, salta a un lado y esquiva la embestida.

El orog de apenas metro sesenta, centra su atención en la joven de cabellos dorados. El cuerpo de la joven subido al imponente caballo blanco, le queda un poco alto, pero no así su pierna contra la que alza su vieja hacha de batalla.

El Hacha golpea contra la pierna de esta, pero la hermosa armadura resiste el golpe quedando como único testigo una pequeña muesca.

En cuanto al piel verde restante, nervioso por como se estan poniendo las cosas ataca al humano de hierro sin mucha convicción, tan malo es su ataque que el humano de hierro apenas si tiene que realizar esfuerzo alguno para detener el golpe.

Cada vez quedaban menos orcos, pero nuestras fuerzas se agotaban. Lo que pasó a continuación fue demasiado confuso y rápido. Uno de los pequeños humanos que había llegado al claro saltó de su caballo y apuntó con un arco hacia Keloa atravesando su hombro con una flecha. Cualquier esperanza de ayuda se esfumaba, incluso de sobrevivir, ya eran demasiados enemigos contra los que luchar. Una de las humanas a caballo carga contra ella y me temo lo peor para mi compañera, parece que esos humanos están aliados con los pieles verdes, pero para mi sorpresa le arranca un brazo a uno de los orcos que rodean a Keloa. Otro de los humanos se dirige hacia mi, ya no se si defenderme de su ataque o apartarme intentado salvar mi vida de su envestida. Mientras se acerca una luz azulada rodea su brazo y su espada en alguna especie de magia maligna. Para mi fortuna atraviesa a uno de los Orog que me atacan sin mucho esfuerzo. El orco Narog no parece nada contento y ordena a sus compañeros atacar a los recién llegados mientras él trata de matarme a mi. No me lo pienso dos veces, una vez que lo tengo a tiro le lanzo un terrible hachazo con todas mis fuerzas. Cuando me encargara de él me las vería con los humanos.

El látigo y su espada apenas ofrecen protección al orco ante mi ataque. Además estaba abrumado por la desaparición repentina de su superioridad numérica y por haber fallado tan claramente su ataque contra mi. Mi hacha se cuela con facilidad entre sus defensas haciéndole un buen tajo en una de sus piernas que sale despedida y hace que el orco caiga al suelo desangrándose sin remedio mientras se estremece en sus últimos instantes de vida.

Keloa vuelve a ahogar un gemido cuando la flecha se clava en su espalda y hunde una rodilla en el suelo al recibir el nuevo ataque del orco. Sin embargo, lejos de rendirse, sigue con la idea de luchar hasta que no quede ni una gota de sangre O'Shar en su cuerpo.

Todo ocurre en un segundo, pero ella ve a cámara lenta cómo la desconocida se lanza sobre su montura hacia ella. Dispuesta a clavarle su puñal a la bestia si es necesario, se sorprende al ver cómo no es más de su sangre la que es derramada, sino la de sus enemigos.

Sin perder más tiempo, armada con su cuchillo Kryll, intenta clavárselo en el estómago al piel verde y retorcerlo todo lo que pueda una vez dentro, haciendo acopio de las fuerzas que le quedan.

El pequeño humano que anteriormente había clavado la flecha en la espalda de Keloa, soltó el arco y corrió tras desenvainar una pequeña espada. Paso veloz junto a Keloa, ignorándola por completo, centrado en llegar hasta el piel verde que atacaba a la joven de cabellos dorados. Una vez allí alzo su arma para atacar al Piel Verde por la espalda.... y falló.

No tuvieron tanta suerte los pieles verdes que luchaban contra los dos jinetes. La hermosa joven de cabellos dorados acabó con la vida del piel verde de un diestro golpe que le corto la yugular al piel verde. El Hombre de hierro, esta vez sin que su cuerpo se iluminase por la extraña luz, hundió su espada varios centímetros en el cráneo del Orco Orog.

Ahora ya solo quedaba un Piel Verde en pie, el que luchaba contra Keloa. Este viéndose superado ampliamente en número, intentó huir. Los Orcos puede que fueran salvajes y crueles, pero también tenían aprecio por sus vidas. Corrió para alcanzar el río a unos pocos metros y saltar a él.... El Puñal del Keloa le corto la vida antes de siquiera alejarse 3 metros.