Partida Rol por web

Parece que han surgido problemas con tu pequeño proyecto de patronazgo; Thomas Fell, el experto al que contrataste, ha desaparecido, junto con el dinero que le diste para que consiguiera lo necesario para llevar a cabo la expedición. Sospechas que pueda haber escapado con los fondos, aunque eso arruinaría sus años de reputación; quizás los trabajadores que contrató le hayan robado, quedándose ellos el dinero y los artefactos, y por vergüenza Thomas haya decidido ocultarse, o quizás esos matones lo hicieron desaparecer...

El hecho es que quieres averiguar qué pasó con Fell, tu dinero, y tu estela, pero una operación como la que estabas llevando a cabo requería cierta... discreción, para no atraer miradas no deseadas sobre tus asuntos. 

Fell te habló de un posible miembro para la expedición con el que finalmente no contactó, Knox Makepeace, un colega y amigo suyo de hace años, con el que contactaste, con la esperanza de que él supiera algo más. Usando sus contactos, Makepeace te ha citado ante la casa de Thomas Fell, pero para tu sorpresa se ha presentado acompañado de los hijos de tu patrocinado y un viejo policía, lo que no te hace ninguna gracia. 

Aunque quieres hacer lo posible para averiguar qué ha pasado con Fell y lo que legítimamente es tu patrimonio, no quieres tampoco que quede manchado el buen nombre de tu familia en un asunto turbio.

Sigues preocupado por tu último encuentro con Thomas; primero parecía dispuesto a ofrecerte un trabajo (cosa rara, teniendo en cuenta la disparidad de vuestros modus operandi), pero luego se echó atrás, actuando de forma casi paranoica, enfadándose enseguida cuando intentaste averiguar algo más sobre su "actual proyecto", como él lo llamaba, y marchándose enfadado a media comida, una forma de actuar que nunca habrías imaginado en tu amigo.

Para tu consternación, recibiste una llamada de Joyce-Cleveland, preguntándote sobre Thomas; aunque intentó no dar muchos detalles, parece evidente que el patrocinado del joven Jan había desaparecido,y te tomaste como algo personal el dar con él; sospechas que haya podido caer en un ataque de nervios, o algo peor, y al no responder Thomas a tus llamadas te pusiste en contacto con Norman Wright, otro amigo de Fell y policía, esperando que su opinión profesional y su amistad con Thomas os pudiera ayudar a encontrarlo.

Ahora, citado por él, te encuentras ante la puerta de casa de los Fell, acompañado de los hijos de Thomas, a quien aún no conocias; de Wright, el artífice de este encuentro, y de Joyce-Cleveland, el mecenas del desaparecido.

El comportamiento de Thomas no era normal. Siempre habían sido muy buenos amigos pese a las diferencias de criterio que podían tener. Cierto era que con el paso de los años el carácter de su amigo se había ido agriando y aunque se habían distanciado un poco, seguían manteniendo una relación cordial y de amistad.

Aquella comida le dejó bastante preocupado. Era cierto que mientras él siempre había tenido los pies en la tierra, se podía decir que era un hombre terrenal y materialista, su buen amigo Thomas, siempre había sido mucho más espiritual. Siempre había sentido curiosidad por el conocimiento oculto, la magia y todo ese tipo de supersticiones que según Knox, no conducían a ninguna parte. 

Knox era un leal adorador del empirismo y del método científico. Lo que no podía ver con sus propios ojos o comprender con su cabeza, sencillamente o no existía o bien tenía otra explicación racional con la que todavía no se había dado. Knox o era ateo, sino agnóstico. Consideraba que algún tipo de dios tenía que existir, pero que su esencia era inaccesible al entendimieto humano. De no ser por su amada esposa Amanda, llevaría más de una década sin acudir a la iglesia, pero ella le insistía en que la acompañara al menos una vez cada pocos meses y él no se negaba a ello.

Fuera como fuera, el "actual proyecto" de Thomas, sin duda tenía algo que ver con el ocultismo. De no ser así no le habría ido con tanto secretismo, ni se hubiera enfadado tanto al requerirle algo más de información. Si tan sólo hubiera disimulado un poco y le hubiera seguido la corriente, igual ahora Thomas estaría localizable. ¡A saber en que turbios asuntos se había metido su querido amigo! 

Fue por eso que llamó a Norman. Como investigador era bastante bueno. Si él no daba con el paradero de Thomas, difícilmente lo haría la policía local, aunque también puso en conocimiento de ésta la extraña desaparición de Thomas Fell. Por suerte la cosa se había puesto rápidamente en marcha y esperaba que pronto surgieran las primeras pistas del paradero de su buen amigo. El señor Wrigth les había citado en casa de Thomas a él y a otros conocidos del Thomas, así como a sus hijos esa misma mañana.

Knox se despidió de Amanda sin darle demasiadas explicaciones. Simplemente le dijo que tenía asuntos del trabajo que resolver y ella como una amante esposa que era no puso objeción alguna. Tomó su gabardina, se encendió un cigarrillo y se puso al volante de su Plymouth PB Roadster de 1932 y condujo hasta casa de Thomas, donde ya le esperaba Norman junto con los hijos de Fell.

- ¡Señor Wrigth! Me alegro de verle... - Exclamó Knox ofreciéndole la mano al detective y estrechándola durante unos segundos. - Señor Cleveland... - Asintió con la cabeza. - Un placer volver a verle. - Miró entonces a los tres hombres que se encontraban frente a la puerta además de el mismo, Wrigth y Cleveland. - Ustedes deben de ser los hijos de Thomas. Mi buen amigo me ha hablado mucho de ustedes... - Mintió. - Kenneth, Roger y... - Chasqueó los dedos en busca del nombre del mediano de los Fell. No lo recordaba si es que lo había sabido alguna vez. - Estoy muy preocupado por el paradero de su padre. ¿Nada nuevo, verdad?

A veces, como policía, la línea entre lo profesional y lo personal es difusa, y debes ocuparte de asuntos poco claros; pero de toda la lista de contactos de los que preocuparte, Thomas Fell ocupa la ultima posición. Es un tipo afable, que nunca se ha metido en líos, y su desaparición te preocupa. Incluso en el mejor de los casos, es un tipo ya mayor, viviendo solo, y lleva días sin dar señales de vida; esperas no encontrarte con su cuerpo, victima de un ataque al corazón o de un accidente doméstico.

Te has puesto en contacto con sus hijos, quienes al parecer no han estado muy pendientes tampoco de su padre; suerte que su colega, ese tal Makepeace, te llamó para que te hicieras cargo del asunto. Ahora os encontráis todos ante la puerta de la casa de Fell, y te sorprende que haya llegado acompañado del hijo pequeño de los Joyce-Cleveland; no tienes muy claro qué hace aquí, pero parece genuinamente preocupado, y no tienes claro si eso debería preocuparte más o no.

Me encontraba en comisaria acabando un pápelo sobre un pequeño robo en  casa de una dama viuda que al final resultó ser una simple falsa denuncia para estafar a un seguro,un caso sencillo y que se solucionó rápidamente con la ayuda del investigador del propio seguro, de repente Mike uno de mis compañeros me interrumpió para comunicarme que tenía una llamada, situación la cual me sorprendió dado que nadie llamaba a comisaria preguntando por mí en especial.
Cuando conteste el teléfono y escuche la noticia la preocupación ataco mi rostro, al otro lado del teléfono estaba el señor Makepeace al que recordaba de ver alguna que otra vez en la tienda de mi viejo amigo Thomas Fell, se había puesto en contacto conmigo recordando mi cargo en la policía porque Thomas llevaba días desaparecido, despues de que colgué lo primero que hice fue localizar a sus hijos pero ninguno sabía nada del bueno de Thomas, y no notaran se ausencia, mucho no les debía importar si ese era el caso, una hora después me dirigía a casa de Thomas con la congoja de que le hubiera pasado algo a mi amigo.
Cuando llegue a aquella casa vi que no era el único que se decidió a seguir la misma línea de investigación, dado que tanto Makepeace como los hijos de Thomas habían aparecido en la escena con un acompañante no esperado el joven Joyce-Cleveland

Aunque no queréis reconocerlo, ambos os sentisteis avergonzados al tener que admitir ante el detective Wright que hacía semanas, si no meses, que no sabíais nada de vuestro padre; ya fuera por la imagen que eso proyectaba, o por verdadero arrepentimiento, que no fuerais vosotros los primeros en daros cuenta de la desaparición de vuestro padre os resulta desagradable. 

Al parecer, Wright había sido contactado por un colega de vuestro padre, un tal Makepeace, sobre el comportamiento errático del mismo, y su preocupación se instaló también en vosotros. A vuestra manera, sois las personas que más conocéis a Thomas, y os extraña que haya desaparecido; pero un hombre de su edad, viviendo solo, puede sufrir accidentes domésticos, o puede estar enfermo y ser incapaz de coger el teléfono...

Ambos tenéis llave de la casa en la que os criásteis, y ambos os habéis plantado ante la misma para averiguar que le ha sucedido a vuestro padre. Os acompañan Wright, el poli amigo de Thomas, Makepeace, su colega, y Joyce-Cleveland, quién al parecer mantenía algún tipo de negocios con él, pero que os resulta un completo desconocido. 

El día había sido sumamente agobiante, un montón de viejos ricos enfermos por sus excesos, creyendo que nada les puede parar... sí, un plan de trabajo penoso, incapaz de llenar a alguien personalmente, pero si llenaba los bolsillos, que al fin y al cabo es como puedo darle un buen hogar a mi esposa y a mis futuros hijos cuando llegue el momento.

Cuando recibí la llamada, durante un instante me sentí culpable. ¿No era yo quien tenía que hacerse cargo de nuestro padre? Sí y no. Aún no estaba lo bastante mayor como para necesitar tenerlo a cargo, pero ciertamente estaba lejos de su juventud y su juicio iba cada vez a peor.

Sin dudarlo, cancelé el resto de visitas del día y dí día libre a mi asistenta, cuando acabara de recojer el despacho. Tras eso fui a por mi coche y rápidamente a casa de mi padre, donde me esperaban ya varios hombres.

¡Joder!

La exclamación retumbó en mi despacho en cuanto la solté.

¡Desaparecido! El cabrón de Fell ha desaparecido.

Me levanto buscando en los bolsillos de mi gabardina que cuelga del perchero. Saco un cigarrillo  una lujosa pitillera de plata con mis iniciales grabas y lo prendo con un encendedor, también grabado.

Es un timador. Me ha robado. Ha cogido el dinero de la expedición y se ha largado a la otra punta del mundo. ¡Cómo pude ser tan ingenuo!

Unos tímidos golpes  en la puerta acallan mis gritos. Stephen, mi mayordomo me entrega un sobre lacrado. Se lo ha encontrado en la puerta. Lo abro con nerviosismo y leo su contenido.

¿Makepeace?

Si no recuerdo mal era el investigador que iba a acompañar a Fell. A él también le ha sorprendido su  desaparición. ¿Igual no se ha fugado? Makepeace me cita en la puerta de la residencia de los Fell, así que cojo mi gabardina y me dirijo hacia allí.

Ciertamente me había hallado durante meses sumido en una obra en la que trabajaba. Entre los bloqueos artisticos y situaciones frustrantes de la vida cotidiana, como la falta de dinero por momentos, habían derivado en una total desatención del mundo fuera de las cuatro paredes que representaban mi modesto y actual hogar. Y la noticia que me había llegado de parte de aquel investigador sobre el desconocido paradero de papa fue como un balde de agua helada que se me fue lanzado directo al rostro.

Quizas me había esmerado demasiado en no tener que recurrir a llamarle para pedirle dinero prestado, pero ciertamente hasta la costumbre de llamarle dos veces por semana para ver como se encontraba se me había ido. Era su culpa por siempre dejar esa sensación de aspereza cuando tocábamos en nuestras charlas el tema del trabajo. Nunca acepto mi vocación y eso dolía, y claro nunca me faltaron los momentos que dejaba que la culpa de mis bloqueos artisticos recayeran en ese hecho, aunque no estuviese relacionado.

Pero ahora me encontraba allí, en un pequeño viaje para saber su paradero. Aunque teníamos nuestras diferencias, era mi padre y lo amaba y respetaba como tal, no podía quedarme de brazos cruzados esperando a que el llamase o que la policía me dijese que le encontraron. Estaba claro que no quería que fuese la policía, rara vez tienen una buena noticia.