Partida Rol por web

Se colocó sobre ella, los rostros muy cerca y aún besándose. Le satisfacía escuchar que la había hecho disfrutar, no sólo lo demostraban sus palabras sino el ritmo de su respiración que como la de él, trataba de serenarse después de satisfacer sus pasiones.

- Me alegro de que hayas disfrutado princesa.

La pudo observar con más calma, era una preciosidad digna de admirar y una amante muy pasional.

- Explícame cómo es eso de que no te puedes quedar embarazada de mí... me parece sorprendente.

Y además explicaba que fuera tan lujuriosa. Balder continuó acariciando uno de sus pechos con calma, como si no quisiera que la excitación desapareciera.

Continué acariciándole la espalda, a la vez que mis labios se dedicaban a darle dulces besos en los suyos. Le sonreí, en una mezcla de una fingida inocencia y encanto, además de dedicarle una mirada todavía cargada de pasión. ¿Os interesáis por mis artes mágicas, mi señor? Veréis...- le acaricié el rostro. A los hombres les encantaba eso de hacerles sentir cierta dependencia y fragilidad ante ellos, aunque no siempre- Ya hace algún que otro año que conocí a otra de las mías, una hechicera que también tenía conocimientos mágicos, es decir, de conjuros como los magos. Algo poco... usual- le sonreí- Y digamos que...  me enseñó algunos trucos, ¿vale?- me rei con dulzura y dejé que el hombre permaneciera sobre mí, hasta que lo deseara.

-No os preocupéis... todo esta bien, mi señor- dije, para darle un suave mordisco en el labio después.

- No dudo que todo esté bien... mejor si conocéis tales técnicas sean las que sean y mientras no consistan en cortarme a mí nada...

Comentó divertido aún acariciando sus pechos. La besó de nuevo en los labios para sentir ese delicioso sabor.

- Con una mujer tan hermosa como tu cerca va a ser imposible dormir y si no, díselo al "dormilón" que estoy seguro de que va a "levantarse" pronto...

Pasó a besarle la oreja paseando la lengua por el lóbulo y la zona de alrededor.

"Toc toc" sonó la puerta de la habitación. Balder quedó esperando alguna reacción de dentro. "Tonto de mi, le tenía que haber comprado unas flores por la mañana, nos vamos a ir sin que le pueda regalar nada". Bufó porque se le ocurrieran tarde estas cosas.

Había terminado de recoger las pocas cosas que había usado cuando escuché el sonido de la puerta.  Esperaba pocas visitas, a decir verdad, en todo caso la del apuesto Balder o la de la Drow, para discutir un poco más. Tener que aguantar a una como ella en un viaje va a ser más difícil de lo que me esperaba.

Abrí la puerta poco a poco y surgió en mi rostro una sonrisa cuando vi a Balder al otro lado. Venía solo, como esperaba, y con ese aspecto tan viril que podía volver loca a cualquiera de las mujeres del lugar. Terminé de abrir la puerta y me aparté un poco, dispuesta a dejarle pasar.

-¿Ya habéis terminado de hablar, Balder? ¿Quedó todo listo?- dije con una sonrisa sincera. Lo mejor de este viaje, sin duda alguna, iba a ser tener buena compañía.  Me alegro de que hayáis sacado un rato para... charlar.  Rei levemente con esto último-  Pasad, por favor. Por nada del mundo dejaría a un hombre tan atractivo en la entrada. Ya sabe... cuanto más cerca, mejor- le guiñé un ojo y cerré la puerta tras ver que este entraba.

-¿Y bien, qué deseáis?

El hombre se acercó para susurrarle.

- Veréis yo...

Balder se acercó hasta ella envolviéndola en sus brazos y buceando entre sus cabellos consiguió dar con su cuello que comenzó a besar.

- Pensé que después de comer podríamos echarnos un poco en la cama a descansar... desnudos...

No estaba perdiendo el tiempo pues comenzó a buscar la forma de desnudarla. Se incorporó para mirarla a los ojos y hablarla cara a cara.

- Perdón quería decir después de ataros y haceros el amor.

La besó en los labios con intensidad divertido por la idea y esperando que ella también sintiera el mismo ardor que él.

-¿Sabéis qué?- dije, mientras debaja que Balder, mío en estos momentos, me deleitara con sus caricias y sus besos- Jamás había oído un plan mejor-Mis manos, traviesas, al igual que yo, apartaron levemente al hombre, una vez me había desnudado. Si me mantenía presa no podía desnudarle yo, y no había nada más atractivo que un hombre desnudo, uno como él. Le quité la camisa mientras le besaba el pecho, a la misma vez que lo atraía a la cama para que se sentara.

Tanto el aroma que desprendía como el calor de su cuerpo podrían hacer caer a cualquier mujer del plano, ya fuera humana, elfa, drow... pero, por suerte, esta vez había sido yo quien había conseguido a su presa. poco a poco, mis manos lograban desprenderse de toda la ropa que le quedaba a Balder, hasta que por fin lo tuve como quería. Le di un último beso, succionándole levemente el labio y bajé hasta su miembro, que ya se encontraba erecto.

-Espero que esto os guste, milord- dije para dedicarle después una sonrisa pícara. No solía tratar a los hombres así, con tanto respeto, pero era conveniente tratar de buena manera a un hombre como el que tenía en mi lecho, ya que esperaba compartirlo con él más de una vez.

Fui bajando desde sus labios, dulces y resistentes, hasta su entrepierna, mientras mi lengua se iba deslizando por todo su cuerpo. Al llegar allí, hice que mis pechos apresaran su miembro y empecé a moverlos de arribabajo con mis manos, para provocarle placer. Además, decidí que sería buena idea que mi boca se uniera al compás de estos y empecé a hacerle una felación. Era una buena forma de empezar la digestión, ¿no?

-

El hombre recibió con agrado la actitud de la dama y lo demostró acariciándola mientras se ocupaba de su miembro.

- Ya veo que tenías unas ganas increíbles de postre...

Le dijo disfrutando de sus caricias.

- Solo que yo venía con la misma intención...

La separó de su pene para echarla con cuidado sobre la cama. Balder se agachó y se zambulló entre sus piernas, besando la bonita vulva buscando los labios vaginales para cubrirlos también de besos. Uno de sus dedos le separó los labios y acarició el interior despacio preparándose para ir introduciéndose lentamente. La mujer comenzó a notar intensas sensaciones que amenazaban con hacerla temblar.

El hombre paseó la lengua alrededor del clítoris justo a la vez que un dedo se hacía hueco dentro de ella. La notó reaccionar con una sacudida de placer y un gemido. La quería tener bien mojadita. Mientras lamía, tomó la pequeña cuerda que tenía preparada para los encuentros con Annya y la enroscó alrededor de sus manos, apresándola de nuevo como hiciera hace tan sólo un día. Pero en todo el proceso no paró de lamer el clítoris y de escuchar sus hermosos gemidos.

- ¿Vais a portaros bien o tengo que ataros más?

Le preguntó divertido.

Pasión. No había un sentimiento más claro que pudiera notarse entre esas cuatro paredes.  Tanto Balder como yo eramos personas apasionadas, que parecían no estar dispuestas perdiendo el tiempo con juegos de niños: el tiempo apremiaba, puesto que la misión debía comenzar hoy mismo, y quién sabía cuándo la compañía podría volver a ser tan íntima y agradable como la de estos instantes.

Me dejé hacer por el hombre, que parecía saber muy bien cómo funcionaba el cuerpo de una mujer, y que se iba adaptando perfectamente al mío.  Notaba el cálido tanto de su lengua jugueteando con mi sexo, que se volvía port instantes más húmedo y agradecido de recibir tantas atenciones. Mis gemidos salían solos, como si fueran tan naturales como mi propia respiración, pero bailaban al son de los movimientos de Balder. No era necesario mucho más para tene verdaderamente contenta a una mujer.

-No sabéis lo que me alegra haber decidido llegar hasta este pueblo, Balder-  Notaba a ratos como si hasta me costara hablar, porque eran demasiadas las sensaciones que venían, y mi cerebro, atento como siempre, quería disfrutar de todas las oleadas de placer.

Ante la pregunta del hombre decidí guardar silencio, mientras pensaba la respuesta. O quizá es que no podía pensar nada con claridad y mi mente se había quedado en blanco.  Seguramente no esté dispuesta a portarme demasiado bien... así que tendréis que atarme bien si queréis controlarme...- dije con una sonrisa pícara en el rostro, que no sabía si el hombre llegaba a ver.

Subí a la habitación que creía recordar que era de Balder y golpee la puerta suavemente dos veces, esperaba no despertarle o peor aún, no pillarle en la bañera - ¿Balder? - golpee nuevamente y después abrí despacio, si estaba dormido no quería molestar

Balder habría puesto las orejas de punta de poder hacerlo. Miró a Annya un poco sorprendido y le susurró.

- Veamos qué quiere, no hay otro remedio.

Se incorporó un poco pero quedó mirando a Annya acariciándola con la mano en su sexo llenándola todavía de placer.

- Sacha, ¿qué sucede?

Habiéndose ido Sacha, Balder se echó en la cama sobre Annya y cogió su carita suavemente para besarla en los labios.

- Lo siento mi princesa, hemos tenido mala suerte.

Volvió a unir sus labios con intensidad mezclada con dulzura, expresando su deseo además del cariño que le tenía.

Sus manos ya no podían seguir jugando así que simplemente la fue desatando. Una vez libre de nuevo la abrazó y se dejó caer sobre la cama continuando el beso.

-Agh... no os preocupéis, Balder-  dije sonriéndole, sintiendo como si con sus caricias todo fuera bien, demasiado bien. A decir verdad, me estaba encaprichando demasiado del mismo hombre: ya no estaba acostumbrada a tanto roce, dulcura y... a ese trato especial, a esa manera de sentirme atraída. Todo esto me recordaba a aquellos tiempos en los que él no se había despedido de mí para siempre.

Contuve las lágrimas un momento, recordando el paso y le devolví el beso- No tienes la culpa, y lo sabes Al parecer, estas puertas son demasiado malas, y la gente, demasiado curiosa-  sonreí y le acaricié el rostro, que empezaba a pinchar porque le iba creciendo la barba- Espero poder disfrutar de muchos más momentos como este contigo, pero sin interrumpciones, claro. Le di otro beso y acepté de buena gana su abrazo y sus caricias, devolviéndoselas- Hacía tiempo que no me sentía tan bien con un hombre, pero tampoco os lo tengáis muy creido- dije sonriendo de forma pícara- Las mujeres como yo tenemos muchos secretos sorprendentes, ya los iréis viendo.

Balder te siguió haciendo cariños y luego tocó vestirse y bajar.