Me cambio todo lo rápido que puedo... pantalones vaqueros, camisa a cuadros, no sin antes ponerme una camiseta negra, deportivas, y una gorrar de los Yankees... Ropa se Santiago... Un gran tipo...pienso. Me guardo los papeles y la mochila pequeña de la cual no me he desprendido en ningún momento, excepto cuando estuve inconsciente... Me reincorporo y empleo el palo de escoba que la hermosa Isabella me ha pasado... Muchas gracias, Isabella, le digo ahora con mejor voz... menudo imbecil que fui al decirle eso.... espero no ser una carga....
Master! cuando acabe la partida nos dirás quienes fueron todos los jugadores???XD
Cita:
Un cuerpo quemado se vuelve moreno también asi que no creo que se note mucho la diferencia, ¿Verdad?
¿Y donde esta el cuerpo de ella?
Cita:
Que pesao eres, si todos sabemos que somos PNJs. En realidad formamos parte del subconciente de VIX en plan la peli esa, identidad.
Ahhhhhh!!!! Claro, claro.... ya me quedo mas a gusto....XD
Queee siii, cuando acabe la partida la abriré y todos morireis del shock al ver que, realmente, todos sois yo xD
Cuando ve que todos se han cambiado (y cambiado a los respectivos cadáveres) el soldado coge una de las mochilas de alguno de los desgraciados que murió en ese horrible lugar y se la lleva a la cocina. Cuando vuelve la lleva arrastrando por el suelo de tanto que pesa por la comida y bebida que ha colocado.
¿André podrias...? No hace falta ni que lo acabe de decir, el gigante la coge con una mano y se la coloca a la espalda. Ahora es una mole blindada y con alimentos para sobrevivir todo un invierno... El soldado se alegra de tenerlo de su parte.
Tras que le coja la mochila saca un hilo (parece el típico hilo de anudar longanizas) que huele a alcohol, como si lo hubiera mojado con algo muy inflamable.
Mete uno de los extremos del hilo dentro del bidón y luego reparte el hilo (de hecho parece que hay varios) por el suelo y lo enciende con el mechero. La llama avanza por el hilo lentamente, pero sin descanso. Calculais que tardara unos cinco minutos en explotar.
El soldado coge la pistola descargada que le prestasteis y se hecha por encima una chaqueta sacada de las maletas -parece una bomber de aviador- al momento empieza a asceder por las escaleras que llevan al exterior. Miles de sentimientos constrastados le golpean, va a abandonar ese lugar con la gente que debería de haber matado y que pese a eso lo han aceptado, con muchas reservas, pero al fin y al cabo lo han aceptado. Siente que la libertad le espera tras esa puerta, una livertad que seguro que va a ser dificil de conseguir, pero al fin al alcance de sus manos.
Mientras asciende por las escaleras en casi total oscuridad no peude evitar la sensación de ser un gladiador apunto de salir a la arena.
Cuando está frente a la puerta saca la llave y se la muestra a los demás, como indicando que hasta que no le digan todos que están listos no piensa abrir, y que en el caso de que sea otro quien quiera abrir la maldita puerta le cede dicho honor gustosamente.
Comienzo a seguir al soldado lenta y pesadamente, practicamente a saltitos... estoy deseando salir de este infierno, pero esas escaleras van a ser muy duras... Comienzo a subirlas, cuando el soldado ya está arriba... con un gesto de aprobación le digo que por mi parte SI, que abra la puerta...
Mientras van avanzando mari paz no deja de hablar.
Venga, compis, esto va a salir bien. Podemos hacerlo, claro que si... - cuando ve que el soldado se para eleva la voz para decir algo. ¡ABRE LA PUERTA DE UNA VEZ!
Atiendo a lo que hace, con mirada suspicaz y ceño fruncido. ¿En que entrenamientos enseñan a hacer esas cosas? Me encojo de hombros mentalmente, ahora sí que no queda otra, ahora hay que confiar en él.
Me subo hasta arriba la cremallera de la sudadera y voy con los demás, seria, mirándo de reojo a Miguel por si necesita ayuda, a su lado. De fondo se escucha a Mari Paz, como si estuviese infundiéndose valor. Normal. Ojalá tengas razón.
Aunque en realidad da igual, ya no hay vuelta atrás.
Suspiro pesadamente, apretando los labios después y asiento débilmente -Dale…- El corazón se me va a salir del pecho, así que abro y cierro los puños en un intento de tranquilizarme… sin éxito, claro.