Aquí te tratarán como un rey y te intentarán curar lo incurable. Bueno, eso es más bien la enfermería de los oficiales. El interior y las formas de la enfermería de la vulgar soldadesca es bien diferente.
Los tres compañeros de batalla comienzan a andar hacia la enfermería. Sus graves heridas necesitan curación y no es plan de retrasarse a pesar de las apetecibles prostitutas y rameras que se encuentran por el camino, pues la enfermería está bastante cerca de la retaguardia.
Los servicios sanitarios del ejército de Aníbal, de momento, no parecen ser muy buenos. Es lo que se puede intuir al entrar en la enfermería. A pesar de que aún no han empezado las batallas importantes, el frío y algunas emboscadas parecen haber hecho buena mella en el ejército cartaginés. Los medicos griegos van de aquí a allá, pues en esta zona se pueden observar incluso como intentan curar a los elefantes. Incluso parece que los elefantes sean más importante que vosotros para ellos. De todas formas, la visión en esta zona es normal para un soldado; cuerpos heridos por aquí, piernas y brazos sueltos por allá, meras que parecen rameras, griegos que se llevan las manos a la cabeza por amputar un miembro que no era...
A vosotros nada más aparecer os recibe un tío que ni si quiera parece médico. Es un gordo cabezón y enano de apariencia bárbara, cuyos dedos son morcillas y tiene las manos llenas de sangre. Su mirada delata un profundo odio a la par que asco. Aunque cualquiera diría que esto es de lo feo que es, y que simplemente tiene esa cara, no qe os esté mirando mal. Os hace un gesto para que le acompañéis en la tienda de campaña. En esta, hay más heridos y un par de enfermeras que intentan ayudar a estos. Hay varias camas vacías en la que os indica que os coloquéis. Tras esto, con su habitual y feo gesto, el enfermero dice:
- Enfermera, prepárese. Parecen muy heridos. Coño, date prisa- el tono de su voz os pone los pelos de puntas. Por si fuera poco con su apariencia, su voz es realmente desagradable. Pero la enfermera parece ocupada- quedaos ahí, ahora mismo os intento aliviar. Pero puede que esto nos lleve un par de días de recuperación. ¡Zorra, termina de cortarle la pierna a ese y ayúdame, por si tengo que cortarle la cabeza a estos!
Lo último lo ha dicho con un tono de normalidad que asusta, no parece estar bromeando. Y ahora, un grito de dolor comienza a hacer eco por toda la sala. Efectivamente, la enfermera está amputando una pierna y parece hacerlo bastante mal, aumentando el sufrimiento del soldado. Ahora, el enfermero os mira, como si esperara que fuéseis a decir algo, mientras las enfermeras terminan para comenzar a ayudarle.
Hola... tengo una pupita en el cuello... ¿podrías mirarla? Le digo al matasanos mientras me señalo el cuello.
Río entre dientes al oír el tono de mi compañero mientras espero a un lado de la tienda del sanador.
Por mi parte, tan solo he sufrido un rasguño en la sien.
Y me toco con el dedo indice la zona de la herida.
Esperare a que mis compañeros hayan sido adecuadamente tratados.
Pero espero, sanador, que nos dejes en óptimas condiciones de combate. Nunca se sabe cuando podremos volver a ser reclamados para el servicio activo.
Abdurkat está obviamente nervioso al entrar en la enfermería. No es sano. En su tierra las cosas se hacen de otra manera. Se muerde con fuerza el labio y agarra el mango de su arma de forma inconsciente mientras mira a su alrededor con obvia desconfianza.
- No se si será mejor irme y limpiarme la herida fuera y que una de nuestras esclavas me ponga un vendaje limpio - murmuro mirando a mis compañeros- No me termina de gustar como curan aquí