Partida Rol por web

Aquí, es el lugar donde os toca dormir.

Tras la llegada al campamento, las preguntas de Maharbal han sido ignoradas por los superiores. Ha sido guiado y llevado casi por fuerza a la zona este del campamento, donde a su vez, se encuentra a su anterior compañero, Hanón. No parece tener buena cara, aunque de todas formas, le debe mucho.
Entre pequeñas antorchas que apenas iluminan en la profunda oscuridad, se encuentran los dos guerreros. Frente a sus pertenencias y demás, podrían dormir, o hablar durante la noche frente a lo que les sucedió. Pase lo que pase, mañana, será otro día más en la tenaz lucha para llegar a Roma.

La zona este del campamento nunca fue lo que se dice mucha tranquilidad. Y más cuando es de noche. Aunque de vez en cuando los guardias pasan e intentar poner orden, es inútil, pues solo es silencio es algo eventual. La mayoría de los guerreros de las filas de Aníbal duermen aquí, en sus modestas tiendas de campaña o en el suelo, con apenas una manta. Pero el tremendo frío de los Alpes ha obligado a la mayoría a abrigarse bien. La mayoría descansan como pueden ante grandes candelas y hogueras, donde cuentan batallitas, juegan a los dados, o simplemente beben como posesos. De vez en cuando se sucede alguna pelea, pero nunca llega a mayores por los superiores. Si no, el descontrol de esta zona podría ser peor que el de la retaguardia. Aunque afortunadamente la mayoría de los soldados son profesionales y solo prefieren jugar a los dados. Algunos mercenarios celtas e íberos, en vez de los dados, prefieren observar las riquezas que rapiñan en el combate (de momento pocas) y jugar con los cráneos calavéricos y podridos de sus enemigos. A simple vista, lo que más llama la atención son los nobles o superiores tontos que se dejan caer de vez en cuando, para reunirse y emborracharse con sus soldados. Ahora mismo, a lo lejos, podéis ver como un grupo de soldados se reune junto a uno de estos, básicamente para hacerle la pelota.

Vosotros, al igual que la inmensa mayoría, contra el suelo, una mantita, y dar gracias. El superior que vigila la zona al veros llegar, no os pregunta nada pero su mirada os hace ver que probablemente crea que venís de pasarlo con prostitutas y pelear en la retaguardia. Es lo más normal de los que vienen a estas horas.
Y mañana será otro día en la tenaz lucha contra Roma. Siempre podéis estar alrededor de unas de las hogueras, aunque el esfuerzo realizado hoy por algunos quizás les sería mejor descansar.

Saludo a Marhabal con cara alegre aunque sin poder ocultar mis preocupaciones, y por supuesto, intentando hablar lo mínimo para encubrir mi tartamudez.

Ignoro al oficial y me acerco al la hoguera, coloco mis cosas a mano y preparadas para la acción, saco algunas raciones de mi morral y mientras como, preparo las cosas para la tarea que me ocupa. Protegerme del frio con las pieles incautadas.

Miro la hoguera, miro al oficial y cuando veo a los soldados alborotando no puedo reprimir una sonrisa que se escapa por mis labios pues vienen a mi recuerdos de momentos parecidos, luego prosigo mi camino hasta la tienda donde me dispongo a dormir para reponer fuerzas tras el dia de combates y aventuras.

me tomo una taza de vino y hablo un poco con los camaradas antes de irme a la cama.

La joven Reena no presta atención al resto...

Tan sólo se acerca a su reducido grupo, a los que conoce, y busca entre ellos un sitio en el cual descansar...

Se siente con la cabeza martilleando, y no entiende por qué... Quizás sea la presencia de tanta gente...
En cierto modo, le da miedo dormirse allí... Preferiría mil veces dormir en algún punto alejado del bosque que allí... Pero bueno...
Era lo que había...

Y además, conforme cada segundo pasaba, sus párpados se hacían cada vez más pesados, hasta el punto de acabar por cerrárseles del todo...

...y dormirse...

Corto y rasgo la capa de piel y me fabrico un aislante para los pies, con lo que queda de la capa, me hago unas manoplas.

Despues de tan azarosa fabricación, me dispongo a dormir apoyandome en mis cosas y tapandome con mi manta de invierno. La falcata duerme conmigo.

Ya que son todos nuevos para mí, les pregunto un poco de donde son. Desde luego, las banderas de los Barca y el oro de Cartago atraen todo tipo de gente.

Perplejo ante la reacción de indiferencia de Marhabal (o quizás su falta de memoria), intento retirarme de la compañía pero sin alejarme del calor del fuego.

Kratos esta cerca del fuego, como ensimismado como si el crepitar de las llamas provocase sobre el hombre una especie de hipnosis que lo hacia estar muy lejos de alli.

Entre tanta gente casi le pasa desapercibido su antiguo conocido Hanón.

- ¡Eh, camarada! Ya ves que salimos del paso con vida, aunque no nos den ningún ascenso. ¿Cómo te ha ido?