Agarró a la joven por los brazos, desde atrás. Inmovilizándola para que el mago hiciera lo que quisiera con ella. No le daba ninguna lástima, deseaba perderla de vista y sólo ocupar su lugar para quedarse con este suntuoso palacio y todos sus lujos.
-¡Se escuchan pasos!-exclamó sorprendida.
- Ha llegado el momento de partir -anunció Rothbart sin dejar de soltar a Lily-. Lilana, abre la ventana y continúa con nuestro plan.
La falsa Lily asintió y corrió a abrir la ventana de la alcoba mientras que la alfombra bajo los pies de Rothbart y de Lily se elevaba lentamente del suelo. Justo en ese momento alguien llamó a la puerta.
- ¿Ocurre algo, Lily? -dijo la voz de Giacomo al otro lado de la puerta-.
- No, Giacomo, me estoy cambiando -contestó la falsa Lily-.
- ¡Qué extraño! Juraría haber oído cómo alguien golpeaba la puerta.
- Pues yo no he oído nada.
- Bueno, no importa. Te estaré esperando en el comedor.
Los pasos de Giacomo se alejaron y con ellos se esfumaron los sueños de Lily que surcaba el cielo de aquella noche de verano en compañía de su captor hacia un castillo desconocido.
En este momento los caminos de las dos Lilys se separan. Lily y Rothbart pueden continuar en esta escena y Giacomo y la falsa Lily en el escena "el cisne negro" que voy a abrir a continuación.
Lily se echó a andar hacia el armario, lo abrió de par en par y sacó un bonito vestido de color amarillo con rosas, se recogió el cabello en un moño, dejando un mechón suelto en la nuca que reposaba sobre su hombro para caer sobre su escote. Se perfumó, se puso alguna alhaja, y se pintó los labios cuando el mobiliario comenzó a moverse.
-Estás preciosa, falsa Lily-dijo la cama.
-Radiante-afirmó el armario.
-¡Ve! El principe espera-le animó la coqueta.
Lily sorprendida se apartó de ellos y salió apresurado de la habitación cerrando la puerta con un golpe seco. Si Giacomo oía a los muebles,le delatarían. Pero antes de bajar por la escalera escuchó una canción. Un lámpara que estaba a sus pies pronunció.
-Madmeisolle, la cena está lista
La escalinata estaba a oscuras, iluminada únicamente por la tenue luz de la lámpara que la acompañaba, pero cuando la falsa Lily puso el pie en el primer escalón, dos velas se iluminaron en la enorme lámpara que colgaba del techo. Al segundo paso se encendieron dos más, y cuando ya iba por la mitad, la luz le reveló la figura de Giacomo que la esperaba caballerosamente al final de la escalera. Una orquesta de instrumentos sin músicos tocaba un animado vals sobre una tarima, y cuando la muchacha acabó de bajar la escalera la luz era ya tan intensa que destacaba todos los matices de su falsa belleza.
- Buenas noches, querida. Espero que todo esté a tu gusto -la saludó Giacomo sin percatarse del engaño- Ahora disfrutemos de nuestra velada.
Giacomo acompañó a la impostora hasta la mesa, donde había servidos una enorme langota y un pavo trufado, además de una gran variedad de pastelillos y de frutas escarchadas. La mesa, larga y rectangular, tenía una silla a cada extremo, y tan pronto como ambos se sentaron, los cubiertos empezaron el trajín de servir, primero a Lily y después a Giacomo aquellos suculentos manjares. Las tenazas partieron la langosta, los cuchillos trincharon el pavo y las jarras se peleaban entre ellas ofreciéndole alternativamente vino y agua a la falsa Lily. Al fin, se le acercó un salero que le dijo:
- Eh Liy, ¿No quieres engañar también el sabor de la carne?
Lily tapó el salero con su mano mientras sonreía al engañado Giacomo al otro lado de mesa.
-¡Todo está delicioso! -casi gritó para que se le escuchase sobre el ruido de los platos y la música de imaginarios instrumentos. La falsa Lily se levantó, le dieron arcadas al pensar en la cara que se ocultaba tras la máscara y se acercó hasta Giacomo para sentarse en una esquina de la mesa, le besó dulcemente y le miraba a los ojos con falsa admiración.- Creo que va siendo hora de que vuelva a casa, ¿no crees, querido mío? Tú me tendrás el resto de nuestras vidas pero yo echo de menos a mis hermanitos -dijo tratando de convencerlo para irse lo más pronto posible de ese lugar.
- ¿Tan pronto quieres marcharte? -preguntó Giacomo con una voz entristecida-. Confiaba en que al menos te quedarías al baile, pero si ese es tu deseo te enviaré esta misma noche. De todas formas, antes de enviarte quiero sellar nuestro compromiso con magia.
Giacomo se levantó de su silla y le hizo un gesto a la orquesta para que parara de tocar. Una vez al lado de la falsa Lily sacó de debajo de su capa un pergamino enrollado y un alfiler de plata.
En este documento está escrito con poderosas runas que cuando tus hermanos sean mayores de edad volverás conmigo y nos amaremos para siempre. El hechizo que guarda se debe activar con nuestra sangre para que tenga efecto, pero te prevengo de que si alguno de nosotros decide cancelar el compromiso antes de la fecha o si le es infiel al otro con una tercera persona, sufrirá una muerte espantosa.
Dicho esto, Giacomo se clavó el alfiler en la yema del dedo pulgar y una pequeña gota carmín cayó sobre el pergamino que se iluminó con un resplandor opalescente.
Yo te aguardaré y te seré fiel hasta entonces, Lily, ahora te toca a ti.
Lily miró a Giacomo y después al pergamino que había leído por encima, pues conocía las runas perfectamente. Se llevó las manos a la cara para ocultar sus ojos y comenzó a echarse a llorar.
-¡Oh, querido mío! A caso, ¿no confías en mí? ¿Por qué he de firmar esto?-Preguntaba sollozando. Apartó las manos de su cara para que viera sus ojos humedecidos y rojos.-¿Tan poco me amas?-le preguntó sin dejar de llorar.-A caso, ¿no te llevo esperando toda mi vida? ¿No he vuelto de nuevo a ti? ¡Yo te sería fiel toda mi vida! ¡Seguiría doncella para ti sino fuera por... por...!-la falsa Lily no logró acabar la frase, se volvió a tapar la cara con las manos y ahogando el sollozo en estas, empezó a hipar.-¡Qué cruel!-Masculló cuando consiguió decir dos palabras seguidas.-¿Por qué iba a traicionarte si yo sólo te quiero a ti?-Volvió a destapar la cara para mirarle intensamente a los ojos.-Tengo que cuidar de mis hermanos, no voy porque yo quiera sino porque se lo debo a mi madre, ¡Oh, Giacomo!-Suspiró.-¿Por qué me haces esto?
Sabía que lo que le estaba pidiendo era una muestra de desconfianza, pero ¡diez años eran tanto tiempo tiempo! Temía que una vez que regresara con los suyos conociera a algún hombre apuesto que la cautivara y empezara a detestar al monstruo que había conocido años atrás. Pero la amaba tanto que hasta renuncié a la única baza que me quedaba para cumplir mi sueño de pasar el resto de mis días a su lado, volví a cerrar el pergamino, que firmado con mi sangre solo me comprometía a mí pero no a ella, y accedí a los deseos de la que tiempo después descubriría que no era más que una pérfida creación de mi sirviente Rothbart.
- Hoy solo me quieres a mí, ¿pero quién sabe qué es lo querrás mañana? -suspiré-. De todas formas no voy a obligarte a hacer algo que no deseas.
Giacomo volvió a ocupar su silla y con una voz infinitamente triste que presagiaba que la daba por perdida la llamó por última vez:
Ven, siéntate sobre mí como has hecho antes y te llevaré de vuelta con tus hermanos.
La falsa Lily ocultó una sonrisa triunfante bajo sus manos que todavía cubrían su rostro bañado de lágrimas. Asintió suavemente.
-Volveré, te lo prometo. -Le dijo mientras se sentaba sobre su regazo, pensó en que lo ideal sería un beso de gratitud pero no se atrevía a volver a besar sus labios y menos sus mejillas. Sólo esperaba que su padre hubiese cumplido con su deseo de asesinar a Lily, ¡ah, no! Era de obligar de casarse con él. ¡Bah! Le traía sin cuidado, ella sólo quería que pasaran esos diez años y hacerse con todos los lujos que Giacomo le pondría ofrecer.-Me casaré contigo en diez años y estaremos siempre juntos, querido mío.-Susurró casi vacilante, cerró los ojos y esperó a la magia.
Giacomo puso en las manos de la falsa Lily la bolsita azul con el polvo del olvido, cerró amorosamente sus párpados y besó sus labios gélidos e indiferentes mientras comenzaba a contarle el cuento de una vida que no era la suya.
- Érase una vez una hermosa jovencita que renunció a ser princesa para recuperar el amor de sus hermanos...
La falsa Lily fue cayendo en una lenta y placentera somnolencia y al cabo de rato despertó tumbada en el mismo lugar del bosque en el que Lily había llamado tiempo atrás a Giacomo, a escasos metros del cadáver de su padre.
En el palacio de Giacomo, tan pronto como el cisne negro lo abandonó para tramar sus fechorias usurpando la identidad de otra, un pestilente olor a azufre quedó flotando en el ambiente.
La falsa Lily asumió su papel de hermana mayor durante los diez años siguientes. Durante ese tiempo, vivió como una reina. Los hermanos hacían las cosas de casa y Tom, con quien se casó por ser mujer y menor de edad, para conservar a sus hermanos y sus pertenencias, traía el dinero a casa.
Todo era demasiado fácil. Mientras ella disfrutaba humillando y jugueteando con los adolescentes, Tom siempre permanecía en silencio observándolo todo y sólo tenía que sentarse y comer para que el tiempo pasara y volviera Giacomo a ella para que le entregase las fortunas y los lujos de los cuales disfrutaría el resto de sus días.
Entre tanto, Aldous y Frieda se hicieron mayores. Aldous empezó a ayudar a Thomas en la herrería mientras que Frieda se ocupaba prácticamente todo el día de las tareas del hogar. La falsa Lily había hecho durante todo aquel tiempo el papel de madre, una madre autoritaria y sobreprotectora que les había arrebatado su infancia alejándolos del contacto de otros jóvenes de su edad. Poco a poco, ambos empezaron a odiarla y a desear volar lejos del nido en el que habían sido recluidos.
Una tarde de otoño, Tomas volvía de la herrería y se sentó a la mesa a solas con su mujer a cenar una sopa de cebolla preparada por Frieda.
- Liliana, mañana he de ir al pueblo a vender la mercancía y los chicos me han pedido que los lleve conmigo. Al parecer quieren ir al baile de la fiesta de la cosecha. Ya sé que a ti no te gustan esas fiestas, pero creo que a los chicos les vendría bien esparcirse y conocer a gente de su edad. Les he dicho que lo hablaría contigo. ¿Qué te parece la idea?
-Y ¿quien va a cocinar? ¿Quien va a traer leña? ¿Quien va a hacer las tareas de casa? -preguntó con desdén.-¡Olvídalo! Esos niños lo que necesitan es una reprimenda por pensar en irse de fiesta cuando no debería, y tú...-le lanzó una mirada matadora-¡sal ahora mismo de mi casa sino...!-Liliana se levantó y alcanzó con su mano el atizador del hogar, lo alzó sobre su esposo y se propuso a atizarle con él sin ningún remordimiento.
- Querrás decir nuestra casa -replicó Tomas en voz baja-. A veces parece que olvidas que soy tu esposo. Y no vuelvas a amenazarme con eso si no quieres que me enfade de verdad. En fin, son tus hermanos, no mis hijos, así que haz lo quieras con ellos. Me voy a acostar que mañana toca madrugar. Y no te preocupes, que hoy no te voy a pedir que nos acostemos juntos, aunque ya sabes lo que opino sobre que un matrimonio duerma en camas separadas.
Tomas se retiró a su habitación a descansar para la dura jornada que le esperaba al día siguiente cuando Frieda, que parecía haber estado escuchando la conversación tras la puerta, apareció en la sala.
- Lily, ¡eres odiosa! Hay comida hecha para tres días y leña para todo el invierno. Lo único que quieres es amargarnos la vida y que nos pudramos en esta casa, pero ¿sabes lo que te digo? Que yo voy al baile con tu permiso o sin él, y si Tomas no quiere llevarme se lo pediré al primero que me encuentre por ahí fuera.
-Perfecto -dijo sin más con una sonrisa socarrona.-Ve, por favor. Que te violen y que te maten, si piden un rescate, no daré nada por ti.-Dijo con voz gélida y expresión sonriente.-Llévate a tu hermano contigo, pues pronto me iré y me va importar un pimiento... un espárrago... ¡un comino! Lo que os pase a vosotros dos. Suficiente castigo ha sido soportaros diez años como para seguir con vuestras amenazas y estupideces.
Se levantó de la silla, donde llevaba prácticamente sentada todo el día, para agarrar a Frieda del brazo con brusquedad. Alzó la mano y la abofeteó con ganas durante un buen rato hasta que se le cansaron las manos. Esta Lily para ser tan pequeña y curvada tenía una fuerza bestial. Siguió agarrándola de los pelos y la hizo estrellar contra una pared, cuando la joven quedó semi inconsciente de todos los golpes. Le agarró de la muñeca y llevándola con ella, le posó la palma de la mano sobre la cocina prendida. Frieda chilló de dolor sintiendo como su piel y su carne se quemaba.
La apartó de la cocina y se lo quedó mirando.
-He cambiado de idea, no irás. Te quedarás aquí, conmigo, me servirás. ¡Eres mi criada por siempre! Y la próxima vez que protestes, será tu preciosa cara la que queme, y así, nadie se te acercará-Le dijo para acabar besando los labios de su falsa hermana.
La pobre Frieda no paraba de llorar y de gritar con el dolor los golpes y de su mano abrasada:
- ¡Te odio! ¡TE ODIO! ¡Ojalá te mueras!
Sin embargo la falsa Lily sabía que fuera de aquella casa la muchacha no tenía ningún lugar adonde que ir y que, después de tantos años de sometimiento y humillaciones, Frieda estaba casi completamente dominada salvando algunos caprichos como aquella tontería del baile que pronto se le olvidaban para volver a ser al día siguiente la dócil esclava en la que la había convertido.
Frieda ni siquiera opuso resistencia ni cerró los labios cuando su hermana la besó, acostumbrada como algo natural a aquellas muestras de afecto que Lily le prodigaba arbitrariamente. Pero cuando su agresora acabó de saciar su lujuria, la joven corrió a refugiarse en el pajar que hacía las veces de habitación y era el único lugar en el mundo que podía llamar suyo.
Poco después de que su hermana se hubiera alejado, Aldous entró en el comedor sudoroso y con el pecho descubierto. Él siempre había sido el preferido de la falsa Lily y le había dado hasta entonces todo lo que le negaba a su hermana. Aldous, en contrapartida, nunca había desobedecido no rechistado ante sus órdenes sino que las acataba siempre como un corderillo.
- Traigo un hambre atroz. ¿Qué ha ocurrido aquí hace un momento, Lily? Me pareció haber escuchado los gritos de Frieda mientras venía de la herrería - preguntó mientras devoraba un trozo de pan caliente que había sobre la mesa-.
¡Pero qué bruta! ¿No te da ni un poco de pena la pobre chiquilla?
-¡Oh, mi niño guapo!-exclamó Lily mientras se posicionaba detrás de el muchacho para besarle la coronilla mientras comía.-Ya sabes como es tu hermana, ¡he tenido que darle una pequeña lección!
Lily se sentó frente a Aldous y observó como comía, deleitándose con él.
Un poco. ¿Va a aparecer Giacomo para llevársela o esto es una historia paralela? Si es la segunda, es prefiero no seguir con esta historia.
- Siempre ha sido un poco testaruda -contestó Aldous con la boca llena y la mirada perdida. Oye, Lily, he estado pensando... ¿Por qué no vienes con nosotros al baile? Habrá música, atracciones de feria, fuegos artificiales... Nos lo pasaríamos bien. Y ¿cuánto hace que no sales de casa?
El brazo viril y musculoso de Aldous agarró entonces a su hermana por detrás de la cintura y con el otro levantó su mano derecha para iniciar unos torpes pasos de baile.
- No me digas que no hacemos una buena pareja de baile -bromeó mientras la balanceaba-.
-¡Oh, joven bribón!-exclamó cantarina mientra seguía danzando en sus brazos.-No puedo, estoy esperando una visita-Le confesó mientras se sentaba pesadamente en su taburete.
Lo siento, no se me ocurre más. Necesito que sea mala y me lo pones difícil, porque Lily necesita volver enfadarse, realzar la ira que siempre hay en ella y la hace tan especial y esporádica.