¡Al fin la civilización! Nada más llegar me quité la armadura y di unos pequeños saltos. Había llevado la armadura durante periodos más largos, pero esta vez me sentía cansado más de lo habitual, así que disfrute de la ligereza que me daba no llevarla.
También disfrute del baño, tanto que casi me quedo dormido, pero teníamos que presentarnos ante Shinjo, así que me vestí, me perfume y anuncié a Takumi-san que ya estaba preparado para ir al salón.
Una vez en la corte recordé porqué nos habíamos ido de cacería (al ver que estaba tan animada como de costumbre), busqué a mis compañeros de caza y me acerqué a ellos, con una reverencia a modo de saludo me senté a su lado y esperé a que nos cedieran la palabra (mientras tanto pensé en como contar nuestra historia para hacerla agradable).
El hecho de que Shinjo Rokuro ignorará la oferta de Mausuko no fue un golpe fácil de encajar. La vergüenza de esto llevo a la joven shugenja a estar cabizbaja todo el camino de vuelta hasta Shiro Shinjo.
Una vez allí intentó relajarse y olvidarse con el baño, pero por muy relajante que fuese no podía dejar de pensar en aquellas horribles criaturas deambulando entre los pueblos del imperio. Los conocía muy bien... cualquier cangrejo que se preciara se había enfrentado en alguna ocasión a esas viles criaturas.
Después del baño, se pintó y arregló con ayuda de los sirvientes para dar ejemplo en la corte. - La próxima vez tengo que ser más insistente con Shinjo Rokuro, no puedo aceptar una segunda negativa. - pensó mientras inconscientemente apretaba los puños...
Una vez en la corte se reunió junto a sus compañeros de caza y de la misma forma respetuosa esperó a tener el turno de palabra. Los trasgos casi le habían hecho olvidarse de la espada.
Shinjo Rokuro dijo:
- Vayamos al castillo. Allí podréis contar vuestra historia al Daimio y la corte... Después del baño.
Aquellas palabras inferían que su aspecto o su aroma no eran los propios para la corte. Por eso detestaba Zhuo a los cortesanos, siempre más pendientes de los detalles que de lo práctico. "Oler mal, o estar desaliñada no va a impedirme luchar contra los trasgos!." Se dijo entre pensamientos. Pero, era muy consciente de que siendo un superior, no le quedaba otra alternativa que obedecer.
Hizo traer una cubeta y llenarla de agua caliente en la habitación que le habían dado para su intimidad. Luego, dejo en manos de los heimins el vestirla y perfumarla adecuadamente para la cena. Sin embargo, a pesar de todos aquellos prometedores placeres se sentía inquieta y sabía la razón; La espada. Se trataba de la katana que aquel... ser les encomendó entregarla a su daimyo, y que casi todos los presentes dieron su palabra de que así sería. Sentía en la nuca que algo no iba bien, o que las cosas se iban a torcer. Era como olvidarse apretar una cincha y acordarse en el justo momento en el que tu caballo toma impulso para hacer el salto.
Se vistió con un hakama rojo que degradaba en negro y un kimono morado con motivos florales y en cuya espalda estaba el mon Ide. En el cinturón de seda del hakama puso su "daisho" (Cimitarra y Wakizashi) como símbolos de su estatus y su lugar dentro del clan principalmente, además de que desconfiaba de los cortesanos (no unicornios) que llevaban katana.
Dejó que sus compañeros hablasen primero. Era algo que creía debía hacer como parte de la etiqueta no escrita de "los invitados primero".
El monje se quedó en silencio mientras los demás samuráis ofrecían sus opiniones a Shinjo Rokuro, se trataba de un expectador más. Sabía que las miradas no se posarían en él más que lo necesario y se mantuvo en un segundo plano, puesto que la palabra no era su fuerte.
Tras el regreso a la corte, los tratos volvieron a ser educados y cuidando las maneras para que todos en mayor o menos medida se pudiéran sentir como en casa. Yûki siguió a los sirvientes que se hiciern cargo de sus pertenencias y se dirigió a relajarse tomando un baño.
Pidió una taza de té rojo caliente y estando en un ambiente tan propício se tomó su tiempo para meditar sobre lo sucedido y tratar de hallar la iluminación en lo acontecido en el bosque y su significado.
Las respuestas apenas habían llegado a la mente del monje Togashi, sin emgargo se sentía algo más aliviado al saber que las almas de los Yasuki habáin encontrado el camino al gran circulo de las almas.
Se vistió con la trabquilidad de cada ritual diario con una muda de repuesto y se dirigió al gran salón donde se habían reunido todos los asistentes a la corte para tratar el tema de la cacería.
Yûki tomó asiento en el futón verde que estaba preparado para tal menester. Tras la cena, llegaron las explicaciones y aunqeu sabía que debería dar su parecer, no puso prisas en ello, pues la sabiduría de los Hijos del Dragón estaba más que demostrada.
Motivo: Meditación/Vacío
Dificultad: 15
Tirada (5): 6, 10, 8, 7, 7
Guardados (3): 10, 2, 8, 7 (Se tiran de nuevo solo los dieces guardados)
Total: 27, Éxito
Tiro Meditación/Vacío
Shinjo torami no estaba solo. En la sala toda la corte esperaba a los "perdidos" y las explicaciones que estos darían por haberse retrasado mas allá del crepúsculo, movilizando al propio Shinjo Torami, retrasado la celebración, incomodado al resto de invitados y, por supuesto, sin una sola pieza de caza.
Un joven unicornio vestido con un kimono amarillo bordado en lila el Mon del Clan, os hace esperar a la entrada de la sala con un gesto de su abanico. Los rumores comienzan a oirse como el roce de la seda, sutiles, como una corriente de agua en el silencio del bosque. Los abanicos tapan bocas y sonrisas, miradas distraídas y de reojo.
Una vez todos reunidos, el joven unicornio os hizo pasar hasta unos futones de color verde delante del Daimio. El roce de la seda os acompañaba mientras avanzabais y os sentabais, ¿o era un murmullo?
Al final el Daimio habló. Claro, conciso. -Explicaos.-
Seguimos con la partida, estamos acabando.
Nuevamente era el objetivo de todas las miradas y comentarios, pero en esta ocasión no era sólo por el incidente del que todos habíamos sido partícipes, sino por el hecho de llevar en mis manos una elegante katana que antes de nuestra partida jamás nadie había visto.
Lógicamente avancé junto al resto hasta los futones, pero escogiendo el situado más a la izquierda para luego arrodillarme, dejar la espada a mi derecha y postrar mi cabeza contra el suelo en clara señal de arrepentimiento. Ni siquiera mostré un atisbo de sonrisa en ningún momento, un claro reflejo dela complicada situación que debía solventar.
- Hai Shinjo-sama.
Respondo sin levantar la mirada ante la petición de explicaciones por parte del daimyo.
- La respuesta que buscáis reside en un regalo perdido por la intervención directa de Jizo-kamisama, por lo que os ruego dejaros iluminar por su virtud y así evitar que problemas pasados retornen innecesariamente.
Expongo la situación antes de proseguir con una súplica, todo antes siquiera mencionar que todo se debía a la katana que cargaba ni de levantar la cabeza del suelo.
Tirada oculta
Motivo: Consciencia/Sinceridad
Dificultad: 0
Tirada (6): 2, 3, 12 (10, 2), 6, 4, 8
Guardados (4): 12, 8, 6, 4
Total: 30, Éxito
Estaba claro que esto implicaba personalmente a Yasuki-sama, pese a pensar que era el mejor para narrar nuestra historia deje que fuera ella quien hablase, ¿puede que hubiera aprendido algo de humildad después de todo esto? ya la contaría yo al llegar al palacio de mi daimio.
Me senté junto a Yasuki-sama pero no agache la cabeza (más que para saludar al daimio según los protocolos básicos de etiqueta). Me quedé allí, impasible, a la espera, por lo que pudiera pasar.
Shinjo Torami estuvo un rato callado, observándoos. Hasta que finalmente decidió hablar.
-La compasión hizo que me preocupara por vuestras personas y cabalgara con la mitad de mis hombres hacia el bosque en la noche. El respeto por vuestros clanes hace mucho mas, hace que os dé cobijo, comparta mi comida, mis caballos y os proporcione un lugar seguro donde descansar.-
Sus ojos pasaron de uno en uno por todos vosotros. -Ahora decidme que ventura os llevó tan lejos y tan profundo en el bosque.-
Tras su respuesta dejo de postrar mi cabeza en el suelo y recojo ceremoniosa la katana con ambas manos, luego se la muestro como si de una ofrenda se tratara.
- Hace ya varios años, dos hermanos partieron de las tierras Cangrejo con esta katana como presente. Sus nombres, Yasuki Takeda y Yasuki Minoko. Su deber, entregarla como regalo de bodas al hijo de Shinjo Mune en Okami.
Decidí omitir el detalle de que se el Unicornio se trataba del daimyo en aquel entonces, pues seguro que Torami conocía a sus antepasados.
- En su camino, fueron sorprendidos por una tormenta y buscaron cobijo en una capilla dedicada a Jizo-kamisama. Aquella misma noche, un viajero se presentó en la capilla e imploró la compasión de los hermanos, cosa a la que Yasuki Takeda se negó e incluso echó al viajero de la capilla. Continuaron atrapados durante tres días, durante los cuales el viajero no dejó de suplicar la compasión de los dos samuráis, pero al tercer día, éste se reveló como la mismísima Fortuna, la cual quebró la hoja y los maldijo a permanecer en el lugar hasta que alguien les mostrara la compasión que ellos le habían negado.
No era una gran oradora ni pretendía serlo, sólo necesitaba dar veracidad a los hechos con nuestros testimonios y pruebas.
- Está claro que antes samuráis tan dechados, la Fortuna no pudo negarse a liberar su castigo, permitiéndonos regresar y concluir su encargo. La gran desgracia resultó en que no nos permitiera también hacerlo con una pieza de caza para presentaros ante vuestra grandiosa corte Shinjo-sama.
Concluyo la exposición sin moverme un ápice, quedando claramente a la espera de si el daimyo consideraba el testimonio sincero o no, aunque desdeñarlo no era únicamente el tildarme de mentirosa, sino también al resto de samuráis que me acompañaban, pues habían tenido tiempo más que de sobra para acusarme de cualquier treta.
-¡Eso no es del todo cierto!- me decidí a intervenir. -No habremos cazado un animal, pero hemos vuelto a la corte con una hazaña, la hazaña más grande de la que ninguno de nosotros esperaba vivir durante esta corte, o incluso, nuestras vidas.- me permití exagerar, eso formaba parte del proceso de contar historias y, de hecho, no muchas samurais harán cosas similares a las que hemos hecho nosotros hoy -Hemos cazado una historia increíble, y, si me permitís,- dije, primero mirando a Shinjo-sama y si me daba su aprobación para hablar, miré a Yasuki-sama para ver si me permitía contar nuestra historia -os la relataré.-
Si todos me daban su aprobación (cosa que espero) continúo -Como sabréis partimos del castillo sin muchas expectativas de cazar algo, más que un constipado,-dije mirando a los bushis que hicieron esa broma (si están presentes, si no, omito esta parte) - pero resultó que cazar es más sencillo de lo esperado pues no tardamos en encontrar un rastro reciente de varios animales.-
-Tuvimos que elegir entre seguir el rastro de un ciervo enorme o el de un jabalí, y esa decisión cambió nuestra vida, pues elegimos el ciervo. Esta decisión nos llevó a dejar nuestras monturas, ya que el bosque era muy espeso. Seguimos el rastro a pie, escuchando cada ruido que nos traía el viento y siguiendo las huellas en la nieve, y descubrimos que, precisamente como la nieve, era el pelaje de aquel animal.-
-¡Ante nosotros estaba! un ciervo de blanco pelaje,-dije levantándome (si entra dentro del protocolo) y apuntando con mi abanico a la luz más brillante de la sala -blanco inmaculado como el de mis antepasados grulla. Eso nos hizo dudar acerca de acabar con la vida de tan noble criatura. Me hizo dudar a mí, personalmente.- dije llevándome las manos al pecho -Pero nuestro deber de traer una pieza de caza digna de vuestra corte nos hizo intentar cazarla. Así que nos acercamos, como una manada de lobos, rodeándola y preparando nuestras armas, cuando de repente nos dimos cuenta de que no éramos los únicos que perseguíamos esa presa. ¡Un enorme león Shisa apareció de entre la maleza!-dije moviendo los brazos en actitud amenazadora -Un león de piel gruesa y azul, con una gran mata de pelo alrededor de su cabeza que estaba a mitad camino entre lo humano y lo animal, y con una cara casi humana y casi animal, en medio de los dos mundos.-
-¡El león persiguió al ciervo! -dije estirando el brazo del abanico hacia una dirección en la que no hubiera nadie -y nosotros, todos como si fuéramos un solo hombre, seguimos al león. Perseguimos al león, y el león, al verse perseguido y pensarse superior, decidió hacernos frente. Pero ese fue su error fatal, porque al atacarle todos juntos, y pese a las graves heridas que le produjo a Doji-sama por sus enormes garras, de las que os podéis hacer una idea viendo el estado de su kimono, lo derrotamos. Ese fue un ejemplo de cómo la unión de los clanes es capaz de derrotar al enemigo más temible. Otro gran ejemplo de lo que podemos hacer todos los clanes juntos es como los kamis, de la mano de Hiruma-sama, salvaron la vida de mi amigo y compañero de clan.-
-El león, herido y derrotado, se arrastró hasta un templo abandonado. En el templo abandonado encontramos el espíritu de Yasuki Takeda y supimos que el león Shisa que combatíamos no era más que su hermana, Yasuki Minoko, que no hacía más que intentar proteger a su hermano.-
-Nos contaron su historia, una historia increíble, como ha contado Yasuki-sama. Evidentemente decidimos ayudarles, pero para ello hemos tenido que sacrificar mucho, ya que conseguir que el alma de dos samurais descanse en paz no es tarea sencilla. En especial Yasuki-sama, que ha tenido que sacrificar parte de su espíritu para traer de vuelta esta katana.-
-Así que no veáis esta katana como una mera arma, sino más bien como una muestra de lo que es capaz de hacer un cangrejo por sus antepasados. Es un vinculo que puede unir los clanes, pues para que llegase a vos, tres almas cangrejo han tenido que participar.-
Motivo: Narración
Dificultad: 0
Tirada (5): 1, 7, 29 (10, 10, 9), 1, 3
Guardados (4): 29, 7, 3, 1
Total: 40, Éxito
Cuando Kakita Takeshita terminó de hablar, Zhuo carraspeó y solicitó permiso para hablar y dar su opinión.
— Con el permiso de los presentes... Yo opinó igual que Kakita-san. La última voluntad de ambos cangrejos antes de emprender su viaje ante los dioses de la muerte era que presentásemos su katana como el regalo que ellos no pudieron presentar. Por ello pienso que esa katana tiene un valor más allá del monetario, o del espiritual. Yo así lo entendí, y por ello al igual que mis compañeros nos comprometimos entregarla en mano al daimyo unicornio [nombre]. Ciertamente fallamos en encontrar una pieza digna de la competición. Pero nadie nos puede culpar de no cumplir con nuestra misión de samuráis.
Hizo una reverencia al finalizar. Tal vez no había dicho nada nuevo que no hubiesen dicho sus compañeros. Pero esta vez no había sido ella quien hablaba, sino su corazón.
Todos quedaron estupefactos ante la narración de la historia. Yasuki Ashikako la había contado, Kakita Takeshita la había narrado e Ide Zhuo la había corroborado.
Pero no era la historia lo que parecía haber impresionado a los señores unicornio, sino la historia en si.
Rokuro se levantó del lado de su señor con presteza y se acercó varios pasos hacia vosotros. Su mirada estaba fija en la katana.
-Sensei...-dijo mirando a Torami.
Shinjo Torami fruncía el ceño. Sus ojos también observaban la espada.
-No sé como habéis descubierto la historia del ciervo blanco que mi abuelo me relató incontables veces y de como la ofrenda de su boda se perdió, perdiéndose también la posibilidad de una paz duradera. Pero la descripción de esa espada, transmitida a mi familia por la propia familia Hida, está fresca en mi mente.-
El Daimyo se levantó sujetando el pomo de su wakizashi que sobresalía de su fajín púrpura.
-Si no decís la verdad, se os ejecutará al amanecer sin posibilidad de concederos hacer sepukku.-
Hizo un gesto de asentimiento hacia Yasuki, concediéndola acercarse para recoger el presente.-
La narración del Kakita me resultó molesta, no por su calidad, sino porque había sido una imprudencia soltarla sin más ante toda la corte. Debería haber esperado a otro momento, pero ya lo había hecho, por lo que únicamente podía permanecer inmóvil mientras cantaba la gesta, con bastantes pocas florituras a decir verdad, y luego también la Ide contribuía con su granito de arena.
De todos modos, estaba claro que nuestra vivencia había afectado a los presentes, especialmente al daimyo, quién directamente nos amenazó al ver removidos sus recuerdos. Eso era todo lo que necesitaba para levantar la vista del suelo y fijarla en nuestro anfitrión. La sostuve durante apenas un segundo, después volví a bajar la vista, recoger la katana con todo respeto y acercarme al daimyo para que pudiera observarla.
Tirada oculta
Motivo: Don Interior: Empatía con Shinjo Torami (2 aumentos)
Dificultad: 0
Tirada (9): 5, 5, 8, 7, 3, 4, 5, 6, 2
Guardados (5): 8, 7, 6, 5, 5
Total: 31, Éxito
Cuando Ashikako entregue la katana, trato de fijarme de que no de el cambiazo y entregue otra katana en lugar de la que deberia.
Shinjo Torami admiró la katana durante mas rato del esperado. Estudió cada palmo de espada con dedicación recreándose en la empuñadura. Una sombra de tristeza y admiración invadió su rostro.
-Honorables samuráis,- dijo en tono calmado. -Vuestra historia es cierta. La Katana forjada por el señor Hida Tarutso, que sería entregada por su prometida, Yasuki Minoko, templada con jade y terror de las tierras sombrías ha sido hallada y devuelta al clan que pertenece.-
Shinjo Torami se sentó de nuevo junto a Rokuro, e hizo ademán para abarcar toda la sala.
-Sin lugar a dudas, son quienes han conseguido el mayor trofeo de la cacería. Son los ganadores.- Al decir eso, toda la sala se inclina hacia vosotros en señal de aprobación y un profundo respeto.
FIN DE LA HISTORIA DEL CIERVO BLANCO
Os daré la recompensa en breve en creación de personajes.