Partida Rol por web

El Despertar del Mal - II - La Máscara del Dios Viviente

I - Una larga travesía

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03/09/2015, 23:29
Thapise - Sirviente en el Templo del Dios Débil

Los cinco pares de ojos quedaron fijos en los pechos de Alétheia por varios segundos sin pestañear siquiera. Sólo cuando Blessen se atrevió a alargar su mano hacia el cuello de Alétheia para toca la cicatriz que había dejado la herida provocada por las garras de uno de los esqueletos el resto de muchachos pareció volver en sí. Los cinco sacudieron sus cabezas como si hubiesen escapado de un poderoso conjuro que los hubiese robado la voluntad.

La elegida… - Susurró Thapise. ¿Será por eso que el Padre Prasst la llamó así ante el alcalde Uptal ayer? – Preguntó al resto.

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03/09/2015, 23:29
Hostawen

La elfa se sintió avergonzada al darse cuenta de que había preparado demasiado pronto la maleta. Se esforzaba en seguir el ligero paso de su mentora, hasta que llegaron con una señora a la que Hostawen sentía un profundo respeto, casi miedo. Rápidamente Arnama le quitó la carga como un mediano avispado en un mercado bullicioso a un cliente despistado. La elfa acudió rápidamente a abrir la puerta -Señora...señorita Justina...- dijo algo asustada y con la mirada esquiva. Al entrar un golpe fétido atizó la nariz de Hostawen. -Uf.- se quejó mientras aleteaba con la mano esforzándose por disipar el olor. Apresuradamente se acercó a una de las ventanas para abrirla. Rhylen se mostraba ebrio hasta no poder más, ni reconocía a la elfa. Hostawen sintió vergüenza ajena pero no dijo nada más.

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04/09/2015, 00:58
Padre Prasst

¿Y tú cómo sabes eso? – Interrumpió con su característico hilo de voz que parecía estar siempre a punto de extinguirse. La encorvada y decrépita figura del Padre Prasst apareció en la puerta provocando que los cinco chiquillos brincasen de tal manera que sólo el hecho de que la cama de Alétheia estuviese pegada a la pared impidió a éstos caer rodando al suelo. Por primera vez, desde que Alétheia conocía al Sumo Sacerdote del Débil, el anciano se había presentado sin anunciar su presencia con un carraspeo. Nadie había escuchado el tintinear de los aros de hierro que adornaban su bastón ni el lento arrastrar de pies, sonido éste que lo diferenciaba de forma clara del resto de maestros de la orden.

¿Es que no me habéis oído? – Preguntó elevando la voz ligeramente, un auténtico triunfo para sus exhaustos pulmones. Los muchachos, que pestañeaban ahora todo lo que no habían pestañeado cuando observaban los pechos de Alétheia, quedaron sumidos en el más absoluto mutismo. Vamos, fuera de aquí, necesito hablar con Alétheia. – Ordenó haciéndose a un lado y dejando el hueco de la puerta libre para que los muchachos desfilasen uno tras otro.  - A solas. – Dijo una vez Blessem, el último en salir, se detuvo en el pasillo. Con ello, quedaba claro para los jóvenes que el Sumo Sacerdote no quería que oídos indiscretos estuviesen escuchando al otro lado de la puerta.

Una vez los pasos de los cinco estudiantes se hizo imperceptible para el anciano sacerdote y para la pitonisa, éste relajó su semblante de corteza de árbol y cerró la puerta. Lo lamento hija por ser tan brusco, pero esos pilluelos necesitan un buen susto para que no se olviden de que la edad no está reñida con la responsabilidad. – Hizo una larga pausa y pasó su callosa mano por sus labios resecos. -¿Qué tal te encuentras hija? – Preguntó interesado mientras se sentaba en la cama rodeado por sonoros crujidos  de huesos.

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04/09/2015, 05:25
Jimes “Poco Cambio” Iggins

Las Siete Platas de Plata era a la vez la taberna y la posada por excelencia de Kassen; y esto no era debido únicamente al hecho de que se tratase de la única posada de la villa y a que el viajero no tuviese mucha más elección si no quería acabar durmiendo en un pajar, sino que los servicios que ofrecía,  al precio que lo hacía, eran simplemente inmejorables. Estaba regentada por Trelvar Plata, un hombre de mediana edad, fornido y ruidoso pero todo corazón, que había heredado la propiedad de su padre diez años atrás. Junto a él vivía y trabajaba su hija Asina, una pequeña de no más de doce o trece años que era puro nervio tras la barra. Pese a su corta edad su temperamento y carácter le conferían una madurez que nadie le achacaría viendo su lindo rostro. Asina no había tenido más remedio que convertirse en una mujer a pasos forzados. Su madre, el alma de la familia, había muerto dos años atrás dando a luz al que habría sido su hermano y su padre, ligado a ella en cuerpo y alma, se había sumido en una profunda depresión desde entonces. Debido a ello, Trelvar se había visto en la tesitura de contratar ayudantes que le ayudasen a llevar el negocio hasta que él se sintiese más recuperado.

Jimes “Poco Cambio” Iggins llevaba trabajando en la posada un año y medio. Como mediano que era, su actitud dicharachera y su trato encantador le habían hecho ser muy conocido y apreciado en Kassen pese a escamotear de vez en cuando alguna que otra moneda a los clientes y tratarse al fin y al cabo de un forastero. Había llegado, como muchos de los que allí acababan estableciéndose hasta el final de sus vidas, de Skelt y, también como la mayoría de estas personas, evitaba hablar de su pasado en todo lo posible. Vivía en el último piso de la posada en un altillo acondicionado para el servicio que hasta la llegada del último forastero había sido exclusivamente para él.

Buffff – bufó Jimes apoyado en el respaldo de una silla sobre la que se había sentado a ahorcajadas. Su mirada se perdía en la puerta de la posada la cual no se había abierto en las últimas dos o tres horas. ¿Dónde se habrá metido todo el mundo? – Se preguntó más para sí que para su compañero dadas las horas de la tarde que eran y no había nadie en el local. No ha venido ni el viejo Rhylen. Ya sabes, el borracho de barba blanca… - Ciertamente desde que el borracho Rhylen había vuelto de la Cripta de la Llama Eterna días atrás no se le había visto muy a menudo por la taberna a no ser que fuese para comprar abundante vino y llevárselo a su casa. Aquello era extraño, pues el señor Carsson, como era comúnmente conocido, pasaba más tiempo allí que en su propia casa.

Por supuesto, tampoco favorecía mucho la afluencia de clientes el hecho de que los funerales por la decena de lugareños que había fallecido en la cripta se hubiesen celebrado hacía tan sólo una dekhana atrás; el que más y el que menos había perdido a alguien querido allí.

¿Pero sabes lo que más me extraña amigo? – Hizo una corta pausa y se contestó a sí mismo. Que no haya aparecido tampoco Trelvar. ¿Dónde diantres estará?

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04/09/2015, 12:44
Alétheia
Sólo para el director

Alétheia no cabía en sí de gozo al corroborar, a través de las palabras de Thapise, que el mismo Padre Prasst la había llamado así ante el alcalde. Puesto que éste no la había visitado con la frecuencia que ella deseaba, había días en que la joven había dudado sobre la opinión de su mentor respecto a ella. A veces pensaba que podía haberse dejado envenenar por la cantidad de envidiosos que pululaban por el templo. Ahora sabía que no, no le había defraudado. Satisfecha con su trabajo no se esperó la interrupción del Sumo Sacerdote que, por sorpresa, irrumpía en sus estancias.

- ¡Padre!- Exclamó Alé abrochándose los botones apresuradamente, con el mayor disimulo del que fue capaz. Rauda recobró la compostura y se apresuró a tomar del brazo a su mentor, siempre de apariencia tan frágil que le despertaba la mayor de las ternuras.

- Ya habéis oído, pequeños granujas. ¡Vamos, fuera!- Dijo con gran potencia, como si el hilillo de voz del Prasst no fuese suficiente. Una vez a solas, Alétheia ayudó a el clérigo a sentarse en la cama.- No se preocupe por mí. Esos son de lo que no hay.- Dijo haciendo referencia a los ya ausentes pilluelos.

- Estoy perfectamente. Recuperada del todo. Si he de serle sincera, esperaba con ansias nuestro encuentro. Tengo tantas preguntas sin respuesta…- Dijo mirando a los vidriosos ojos del Sumo Sacerdote.- He pasado el tiempo estudiando mucho y lanzando las tabas.- Era cierto, pero la lectura de los resultados había resultado compleja y, como la mayoría de las veces, difícil de interpretar. Sin embargo, sabía que Prasst podría darle más detalles, si era cierto que había acudido por dos veces a la cripta.- Ha acudido allí, ¿verdad? Sí, sin duda.- Sentenció.- Ha podido ver con sus propios ojos, y sentir, lo que ese Assar hizo en la cripta de Ekat Kassen.- Alétheia había llevado al padre Prasst la máscara arrancada del cadáver encontrado en la cripta y se moría de curiosidad por saber a qué congregación religiosa pertenecía.- Esa máscara que recuperé de la Cripta…no supe identificar a qué grupo pertenecía. Sin duda los responsables del robo de las gemas. Los responsables de que Assar pudiese volver a la vida…los responsables de tanta muerte y dolor…de mancillar el merecido descanso de nuestro patrón…- Mientras hablaba la ira iba en aumento, haciendo que apretara los puños con fuerza.

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04/09/2015, 17:14
Padre Prasst

Veo que es así hija. – Dijo, mostrando sus blanquecinas encías vacías en lo que podía entenderse como una sonrisa y acariciando con delicadeza el rollizo muslo de la muchacha; de forma paternal, por supuesto. Yo también estaba deseoso de intercambiar impresiones contigo Alétheia, pues tus acciones han llenado de orgullo no sólo a nuestra orden, sino también al Sumo Enfermizo que desde los cielos nos observa con sus apagados ojos. – Continuó con su voz susurrante adornada por las sibilancias pulmonares que venían de su pecho y eran perfectamente audibles para Alétheia. Creí que tendría más tiempo para responder a las preguntas que tienes hija mía, pero éste se nos ha echado encima como una sábana sobre un cadáver.

Sí, hija sí. – Contestó sin evitar mostrar su sorpresa por las predicciones de su alumna aventajada. Por dos veces visité aquellas húmedas criptas que tan malas son para mi reuma y coincido contigo: lo que Assar hizo a la morada de descanso de nuestro honorable fundador no tiene nombre. Su maldad aún es visible en algunas alimañas que merodean entre las sombras, pero el poder que Su Famélica Divinidad me otorgó les traerá un hambre atroz del cual no podrán desprenderse hasta que fallezcan. – El anciano quiso adoptar una pose orgullosa pero su cuerpo, doblado como espiga sobre la que ha caminado un ejército, no pudo enderezarse más que un palmo.

El anciano escuchó atentamente las inquietudes de la muchacha acerca de la máscara y sobre los ladrones de los medallones. Una vez terminó, el Padre Prasst pasó el dorso su apergaminada mano por el rostro de piel de naftalina de Alétheia. No era fácil hacerlo, ya que incluso a nosotros nos ha costado mucho hacerlo. Pero no te preocupes, precisamente venía por eso. – Se detuvo y tomó sonoras aspiraciones con el fin de fluidificar la mucosidad que se había agarrado a su garganta. Has avanzado mucho desde que llegaste aquí siendo una niña tímida. Ahora, eres toda una mujer… - ¿Había sido aquello una mirada a sus pechos? – Por lo que se espera de ti que actúes con la madurez propia de tu edad. Vamos a ir a una reunión antes de que caiga el día en la que os informaremos, tanto a ti como a varios más, sobre los hallazgos realizados. – Dicho esto trató de incorporarse aunque tuvo que aceptar la ayuda de la Pitonisa para conseguir erguirse. ¿Tardarías mucho en preparar una mochila para un viaje de varias dekhanas? – Preguntó como si aquella pregunta hubiese aparecido por casualidad en su mente.

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04/09/2015, 18:43
Justina

La mujer abrió los ojos de par en par asombrada por el deplorable espectáculo del que estaba siendo testigo. Arnama había escuchado historias sobre algunos lamentables episodios protagonizados por Rhylen Carsson en la taberna de las Siete Platas pero nunca les había dado más valor que meras habladurías o actos sacados de contexto. Además, si alguna duda tenía acerca del soldado retirado ésta había desaparecido cuando el alcalde Uptal lo propuso en su día para que acompañase a los tres jóvenes en su peregrinación a la cripta. Sin embargo, de haber sabido que ese hombre que ahora acababa de caer de bruces contra el suelo iba dar la nota de madurez al grupo, se hubiese negado en redondo a exponer a Hostawen a semejante peligro.

Justina pareció captar los pensamientos que corrían a raudales por el cerebro de Arnama por lo que, asiéndola del brazo, la acompañó hacia la mesa para que dejase allí las sillas. No es siempre así… ¿sabe? – mintió la anciana. Ha pasado muy malos días, es por eso que… – continuó excusándose en nombre de Rhylen. Sí, sí, ahí déjelas ahí. – Cambió bruscamente de tema para correr un tupido velo sobre aquello.

A continuación se acercó hasta Rhylen para ayudarle a incorporarse y a sentarlo en la cama. Gracias hija. – agradeció a Hostawen el detalle de abrir la ventana. Justina, acostumbrada a aquel olor penetrante y avinagrado, no había reparado en el olfato tan sensible de otras personas.

Vamos Rhylen…lávese la cara. Le sentará bien… - susurró al oído de éste mientras le acercaba una jofaina llena de agua fresca.

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04/09/2015, 18:59
Arnama Lastrid

Arnama contó las sillas alrededor de la mesa. ¿Diez? – Preguntó para sí misma. - ¿Le dijo el alcalde Uptal que seríamos diez? – Añadió a continuación dirigiéndose a Justina. Cuando ésta le confirmó que así era, que nueve era el número de personas que se reuniría allí, la exploradora quedó un tanto extrañada.

Extraño, no se me había comunicado nada… - Comentó antes de hacer un gesto de hombros como si quisiese quitarle importancia a aquel hecho. Sin embargo Hostawen sabía que su mentora era incapaz de dejar que aquellas incógnitas abandonasen su mente.

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05/09/2015, 01:17
Togo "El Niño" Overhill

Vaya, tienes razón. Esto está más tranquilo que las colinas en las que nací... A pesar de que a Togo le aburría la vida en sus tierras,  a menudo recordaba con morriña su lugar de origen y a sus allegados.

Cierto, el jefe no está, pero su hija no debe andar muy lejos y como te vea ahí parado sin hacer nada....   Dijo el mediano dejando un incierto silencio justo antes de golpear ligeramente el cogote de su compañero a la vez que salía corriendo para evitar su reprimenda. Te dará una colleja como esta!! jajajaja

Ah sí, el señor mayor tan amante del vino . Es cierto que desde que pasó lo de la cripta viene mucho menos... Puede que estén haciendo algún oficio en recuerdo de los fallecidos, o que haya llegado un bardo y esté contando historias en la plaza. ¿ Y si han resucitado los muertos vivientes y tan solo quedamos tú y yo en todo el pueblo? O puede que hayan quedado para jugar a los dados, quizás estén pescando o celebrando el cumpleaños de alguien... 

¿Qué estará pasando? ¿ Dónde está todo el mundo? - Se preguntaba Togo mientras se acercaba a mirar por una de las ventanas que daba a la plaza.- Jimes, si tanta curiosidad tienes puedo salir a echar un vistazo....

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05/09/2015, 05:59
Trelvar Plata

¡Ey, no hagas eso! – Se quejó Jimes llevándose las manos a la cabeza tratando de parecer malhumorado pero muy lejos de conseguirlo. El mediano quiso salir en pos de su amigo para devolverle la colleja sin embargo el comentario acerca de Asina le hizo detenerse. Togo tenía razón, la niña parecía tener un don para la inoportunidad y no sólo eso, sino que además no era alguien que precisamente supiese mantener la boca cerrada. Con toda probabilidad si los cazaba holgazaneando los iría con el cuento a su padre una vez apareciese éste.

¿Más oficios? – Preguntó levantando una ceja. Si veo otro oficio en los próximos dos meses al que van a enterrar es a mí.  – Añadió en voz baja para que sólo su amigo lo escuchase. Y hazme el favor, no vuelvas a decir eso de los muertos vivientes. Sólo de pensarlo… - Un escalofrío iniciado en la nuca le recorrió la espalda como un rayo. ¡Ufff…qué mal cuerpo!

Jimes quiso aceptar el ofrecimiento de Togo pero un movimiento por una de las ventanas laterales le hizo saltar del taburete como si hubiesen activado un resorte. Inmediatamente agarró un trapo de color amarillento que tenía atado al mandil e hizo como que limpiaba una de las mesas afanosamente. ¡Vamos, muévete! – Apremió a Togo. Trelvar podía ser un trozo de pan pero no le gustaba en absoluto que sus empleados estuviesen ociosos aunque el salón estuviese vacío, algo que desde que Togo llevaba trabajando en Las Siete  Platas no se había dado hasta hoy.

Trelvar Plata entró como una exhalación en la posada mirando hacia todos lados. Sudaba copiosamente pese al frío que con la caída de la noche se levantaba desde el río. ¡Jimes! ¿Dón.. dónde…? ¡Ah, ahí estás! – Exclamó con cierta excitación en la voz. Coged un par de barriles de cerveza y llevadlos a casa del señor Carsson. Dejadlo allí y que Togo se quede a servir la bebida mientras tú te vuelves aquí y te preparas para llevarles la cena. – Dicho esto el hombre se giró como una veleta y miró al pequeño mediano con rostro de niño. Es una reunión importante la que se va a mantener allí esta noche. De lo que allí se hable espero que no se quede nada en tu cabeza. ¿Entendido? Me han pedido discreción y yo he prometido al alcalde Uptal que enviaré a mi camarero más discreto… Como no lo tengo, sólo me queda enviarte a ti. – Comentó a la vez que hacía cálculos con los dedos acerca del número de platos que tendría que cocinar dado el número de comensales. Jimes, desde detrás del dueño de la posada no pudo evitar hacer una mueca de burla a su amigo mientras contenía las risas.

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05/09/2015, 06:00
Jimes “Poco Cambio” Iggins

Cómo digas Trelvar... - Respondió Jimes adoptando la facción más seria que pudo para acto seguido echarse el trapo al hombro. 

¿Me acompañas, Señor-Discreto? Esos barriles pesan un quintal...- Bromeó el joven Iggins.

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05/09/2015, 07:24
Moltus Vardigan

Tanyl bajó con paso calmo al extraño salón de la casa de los Vardigan al escuchar el griterío que venía acompañado de burlas y peleas cada vez que los doce hijos del señor Moltus salían del aula de contención mágica y corrían hambrientos como lobos en busca de la cena. Puntuales como siempre, una vez terminaban sus clases perdían toda la disciplina que el extraño personaje de Moltus Vardigan les inculcaba a golpe de vara. Dos días como inquilino en aquella casa le habían bastado al hechicero semielfo para llegar a la conclusión del porqué el señor Moltus parecía estar perdiendo la cabeza. « ¡Qué ser en los Nueve Infiernos no la perdería con esos doce monstruos corriendo por la casa! » - Había exclamado en numerosas ocasiones entre ronroneos la remolona bola de pelo que acompañaba al hechicero y que, desde su entrada en aquella casa llena de niños, no había osado asomar la cabeza por fuera de la mochila hasta no estar a salvo en la habitación que su anfitrión les había cedido.

Tanyl Argenthor había llegado a Kassen en una lluviosa tarde dos días atrás buscando fortuna y, lo que era más importante, un sueldo que le permitiese seguir con su estilo de vida errante. Las últimas empresas en las que se había embarcado no habían sido todo lo fructíferas que esperaba en un principio, por lo que, tras oír acerca de los eventos relacionados con muertos vivientes en aquel pequeño pueblo perdido de la mano de los dioses, se había dirigido allí a toda prisa. Sabía que los primeros días tras una desgracia son los mejores para los bolsillos de los mercenarios; podía parecer cruel, pero no lo era en absoluto, era pragmatismo. Por esos extraños azares con los que Beshaba le gustaba jugar con los mortales que campaban por los Reinos, conoció al señor Moltus en un campo baldío rodeado por vegetación calcinada a pocas millas del pueblo. El extraño hombrecillo se encontraba allí solo, practicando sus artes mágicas alejado de todo aquello que pudiese distraerle o que pudiese destruir como daño colateral, algo muy probable viendo el estado de desolación del campo. No pasó desapercibido para Tanyl que el señor Vardigan era capaz de moldear la esencia mágica de la Urdimbre sin las parafernalias de las que los magos se valían para conjurar. El anciano, desde lejos, parecía haberse percatado de lo mismo antes incluso de que Tanyl abriese la boca para presentarse. Aquel extraño encuentro que podría haber quedado sentenciado con un «Buenas tardes» derivó sin planificación previa por ambas partes en una apasionante charla que terminaría en casa del señor Vardigan a altas horas de la noche. El hombre, a todas luces deseoso de poder cambiar impresiones con una persona como él, no había tardado en ofrecerse como intermediario del semielfo con las autoridades de Kassen para buscarle trabajo. Además, sin que hubiese dado oportunidad a Tanyl para replicar, el hombre le había ofrecido su casa para quedarse a pasar las noches que fuese menester mientras surgía algo. Cuando el semielfo escuchó el alboroto y el caos patente en una casa repleta de niños capaces de conjurar magia de forma innata desde tierna edad inmediatamente comprendió el porqué de los motivos de su anfitrión para invitarle.

Cuando Tanyl descendió los últimos peldaños de la intrincada escalera de caracol se encontró con un ejército de platos cargados con exquisitos manjares, a los que seguía un número semejante de vasos y jarras, volando por los aires sin derramar ni un ápice de su contenido. Provenían de la cocina y su destino, como no podía ser otro, era la larga mesa de roble en la que aterrizaban uno tras otro frente a cada asiento. Los niños, acostumbrados a aquel desfile mágico, no prestaban atención en absoluto y se entretenían lanzándose unos a otros desde migas de pan a pequeñas descargas eléctricas que emergían de sus dedos. Entre aquel caos absoluto no pasó desapercibido para Tanyl que el único asiento frente al que no había vaso ni plato era el que había ocupado él mismo la noche anterior.

Siento no haberle dicho nada en toda la tarde joven Argenthor, pero he estado muy ocupado conversando con nuestro alcalde. – Comentó el Moltus surgiendo de un pasillo que quedaba a la espalda del semielfo. El hombre, con su barba y largos cabellos canosos recién cepillados, vestía un batín turquesa y unas calzas a juego que le daban un aspecto cuanto menos pintoresco. Nada más sonar su voz, los doce niños quedaron tan quietos y en tal silencio que cualquiera hubiese pensado que se trataban de estatuas. Se me olvidó decirte esta mañana que hoy iría a ver al alcalde Uptal para comentarle acerca de la presencia de una persona tan capaz como tú en la villa. – El hombre se detuvo unos instantes y miró hacia el techo como si hiciese memoria para recordar algo. Les he comentado sobre tu disposición para el trabajo y…bueno, me han dicho que no les vendría mal una persona con tus facultades… - Añadió con una amplia y sincera sonrisa.

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05/09/2015, 08:39
Togo "El Niño" Overhill

Togo echó a reir cuando su amigo saltó del asiento como un conejo -jajajaja Que pasa!!¿ has visto a un muerto viviente..? uuuuhhh!!!! jajajaja

La irrupción de Trelval Plata en la taberna pilló al joven mediano por sorpresa, que como un resorte lazó unas bocanadas de su inocente aliento sobre el cristal de la ventana mientras lo frotaba con saña - Maldita mancha... quién habrá sido el marrano que habrá hecho esto...? Dijo con disimulo

El nerviosismo de Trelvar era más que evidente. Si les hubiera dicho que el pueblo estaba lleno de muertos vivientes no habrían tenido más remedio que creerle. Pero por suerte no se trataba de eso. Al parecer tenía que dar sus servicios en la casa del viejo borracho, donde una reunión importante iba a tener lugar.

- No se preocupe sr. Plata. En mi cabeza no hay sitio para esas charlas entre humanos. Las escucho a diario en esta posada y son demasiado aburridas para mí. Que si la tala no va a buen ritmo, que si la vieja Molly ha parido siete lechones, que si se esperan lluvias la semana que viene... bah, menudo aburrimiento, las olvido al momento...

A duras penas Togo mantuvo la compostura mientras Jimes intentaba hacerle reir. Cuando se acercaron a por los barriles de cerveza el aprendiz de camarero de dio otra inocente colleja a su compañero ¿Estás loco? no vuelvas a hacerme reír mientras hablo con el jefe ¿ Qué quieres, que me despida? pues menudas ganas tiene....

La verdad es que poca elección ha tenido que hacer Trevar si ha prometido discreción, "señor-alcahuete"- respondió Togo irónicamente a la broma de su amigo.

Y con el pecho más hinchado que el de un palomo en celo, El joven Overhill se dispuso a cumplir con su cometido, orgulloso de que Trevor Plata le hubiera elegido a él y no a Jimes para ese trabajo tan discreto.

Un fuerte  olor se respiraba en esa húmeda  bodega llena de barriles, botellas, sacos, cuencos, cacharros y vajillas enmohecidas. Un aroma mezcla de humedad, licor, vino, polvo y cerrado inundaba la habitación y era tan intenso que podría despertar a un muerto. El lugar estaba oscuro y a la luz de la vieja lámpara que colgaba de la entrada, las sombras de los toneles y sacos hacían el lugar algo tétrico y tenebroso .

Aunque no eran muy grandes, los barriles de cerveza pesaban bastante y eran bastante anchos, quizás demasiado para dos medianos juguetones que eran incapaces de organizarse para cogerlos... - Coge de arriba! NO! mejor de abajo! yo detrás que soy más alto.. ¿ Cómo que eres más alto? eso habrá que verlo... Eh de puntillas no vale... NO lo vuelques, que  la parte de arriba es esta... no, es esta...!!! 

El tiempo pasaba y la simpática pareja había sido incapaz de salir de la bodega con la carga. Pero un grito nervioso y desesperado de Trelvar fue suficiente para que rápidamente, los pequeños lograran salir  en unos pocos segundos.

¿La verdad es que son muy pesados. Lo mejor es llevarlos rodando ¿ No crees?  - Una vez en la calle no encontraron otro modo de llevarlos que rodando, cada uno un barril y claro, Que comenzaran a competir entre ellos solo era cuestión de tiempo, de muy poco tiempo. A penas habían pisado la calle los pequeños camareros ya estaban desafiándose para caminar sobre el barril. Aunque ambos conseguían mantener bastante bien el equilibrio, a penas conseguían avanzar y tras otro grito de Trelvar... comenzó la carrera. Tan pronto giraron la esquina de la posada, los dos medianos corrían  calle abajo, cada uno tras su barril. Algún que otro gato distraído tuvo que  quitarse precipitadamente para no ser chafado. Los contrincantes  estaban a punto de llegar a la casa y ambos corrían parejos, directos hacia el edificio . Como quería perder ninguno quiso ser el primero en frenar y  barriles y medianos acabaron chocando estrepitosamente contra la puerta, provocando un gran estruendo y un ligero temblor en toda la casa.Togo y Jimes,  cayeron sobre los toneles y tras el golpe se fueron al suelo el uno sobre el otro.

He ganado yo...!!! No he sido yo, yo llegué primero!!! Mira!!! el chichón de mi frente es la prueba...!!!  

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05/09/2015, 10:44
Alétheia
Sólo para el director

Alé disfrutaba de los halagos de su mentor, orgullosa de su actuación en la misión de recuperar la Llama Eterna. ¿Por qué no iba a estarlo? Había dirigido bien al grupo y resultado vital para llevar la misión a buen puerto. Por un momento sintió curiosidad por saber qué habría hecho Prasst en la Cripta. Quiso preguntar por el tema pero el Sumo Sacerdote, como buen fiel del Débil, sabía guardar sus secretos.

Sonrió dulcemente cuando el padre Prasst le rozó la mejilla. Su mano raspaba más que el rostro barbudo de un fornido hombre, o eso se imaginaba. Cuando la mirada del anciano se dirigió a sus pechos, un escalofrío recorrió a la mujer, pero no se incomodó. Tomó la mano de su mentor entre las suyas y se la colocó en el pecho, en el corazón.

- Mi corazón late con intensidad por resolver este misterio. ¿Lo nota?- Presionó más la mano para que el sacerdote pudiera sentir sus apresurados y potentes latidos.- Puedo estar preparada en unos minutos. Llevo preparada casi desde el día siguiente al que regresé. No me diga pro qué, pero siento que el Débil me pediría algo así y confío en que soy la más sindicada para ello.- Se levantó, todo lo grande que era, dejando patente la diferencia en corpulencia y, pro qué no decirlo, también en salud, entre los dos.- ¿Estará el Sr. Carsson entre aquellos que vamos a reunirnos?- Si al que ya consideraba Paladín del Débil la acompañara nada podría detenerla.- ¿Y Hostawen y Sigmund?- Preguntó más para que no se notaran sus preferencias. Alé quería información. Datos que pudiera utilizar en la reunión para hacerse la importante. Eso es lo que hacía una Pitonisa del Débil, usar la información en beneficio de su congregación- Cualquier información que pueda darme me será útil...para preparar el equipaje.

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05/09/2015, 20:57
Tanyl Argenthor
Sólo para el director

Al contrario que a su apático y peludo compañero, a Tanyl le encantaban los niños. Quizás por no haber podido compartir durante su infancia los juegos característicos de la edad, quizás porque los juegos infantiles, espontáneos y cargados de peligros le iban como mano al guante. Había disfrutado aquellos días entre la numerosa familia de aquel simpático anciano. Pensaba en qué habría sido de él si, en vez de haber dado con aquella panda de estudiosos sin sentido del humor, hubiese crecido como hijo de Moltus Vardigan.

Bueno, la suerte o los dioses no lo habían querido, pero aún asi ahí estaba y había llegado el momento de marchar  de nuevo, por lo que parecía.

- Te lo agradezco Moltus, me gustaría poder pagarte de alguna manera tanta generosidad. ¿Cómo podría hacerlo? Marcharé ahora mismo a ver al alcalde... ¿O acaso te ha comentado dónde debería dirijirme para empezar el trabajo?

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06/09/2015, 21:02
Padre Prasst

Las manos del sacerdote temblaron intensamente al tocar las prietas carnes de Alétheia aunque ésta no supo si se debía a la excitación del contacto carnal o a los temblores propios de su edad. Sí...sí que lo noto. - Confirmó el Padre Prasst apretando más sus dedos como espárragos contra el pecho de la joven Pitonisa. Sabía que estarías preparada. - Añadió tras retirar la nudosa mano del cuerpo de Alétheia. El alcalde Uptal y varias personalidades del pueblo creemos que podéis realizar una importante labor para la villa, pues no podemos esperar que nuestros ruegos al gobierno sean atendidos con la rapidez que nos gustaría. Pero no temas, iréis a una zona civilizada. - Comentó mientras caminaba hacia la puerta dando la espalda a la muchacha. No te demores, tenemos una cena a la que acudir...y sí, varios de tus compañeros estarán presentes. Será en casa del señor Carsson de hecho.

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06/09/2015, 21:35
Alétheia
Sólo para el director

Al escuchar la buena nueva, Alé se levantó como si el Padre Prasst hubiese accionado un resorte.

- ¿En casa del Sr. Carsson? ¿Una cena?- Dijo con enorme sorpresa.- 

¿Y qué voy ponerme?- Se quedó callada unos instantes sopesando si debía o no confesarse a su mentor.- Padre...Ese hombre luchó con fiereza. Tanta que se me antojaba como un posible candidato a ser paladín de nuestra orden.- Dijo finalmente con unos ojillos suplicantes que esperaba que su mentor no pudiera resistir.- No tengo nada que ponerme para ir a esa cena...- De pronto se sintió completamente desamparada.

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06/09/2015, 21:44
Moltus Vardigan

El hechicero negó utilizando manos y cabeza para rechazar el ofrecimiento del semielfo. No, no. Has sido mi huésped y, sólo por los buenos ratos que he pasado charlando contigo ya me doy por pagado. Además… - Moltus se detuvo a paladear el aire como si buscase la palabra adecuada. Creo que los  trabajos que puedes hacer tanto para el alcalde Uptal como para nuestra amada villa serán muy valiosos. Pero no te adelantaré nada…pues lo único que sé son detalles desparejados. Dejaré que te den más detalles en la cena que tienen preparada en la casa del Señor Carsson. – El hechicero acompañó a Tanyl hasta la puerta. Desde allí el semielfo pudo distinguir allí donde señalaba su anfitrión una casa descuidada cercana a la muralla del pueblo. Hacia ella caminaba una extraña pareja compuesta por un anciano encorvado y una rolliza muchacha pelirroja; y desde el lado opuesto del pueblo un par de medianos haciendo equilibrismos sobre barriles que rodaban cuesta abajo a gran velocidad y con los que casi atropellan a un aldeano. Su alocada carrera sólo terminó cuando el primero de ellos en llegar a la casa acabó estrellándose contra la puerta con un gran estruendo que se escuchó desde la casa de Moltus.

 

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06/09/2015, 21:49
Padre Prasst

Sí, una cena. El alcalde Uptal y el capitán Wisslo creyeron conveniente que nos reuniesemos allí aguyendo el hecho de que nos mantendríamos lejos de miradas indiscretas. No entiendo muy bien el por qué... - Dijo el sacerdote con un extraño tono de exasperación en su voz dando a entender que él no había sido muy partidario de hacerlo allí. 

El Padre Prasst se detuvo como si hubiese sido golpeado por un rayo caído de los cielos. ¿Pa...paladín de nuestra orden? - Inquirió con incredulidad. ¿Rhylen Carsson? - En el rostro del anciano, aunque ajado e inexpresivo como una roca, la muchacha pudo leer un cierta incredulidad. Todo el mundo en Kassen conocía a Rhylen Carsson y a sus bochornosos espectáculos cuando estaba bajo la influencia del vino, que era casi siempre. Desde luego Rhyñen no era la virtud personificada pero había que reconocer que en su cuerpo sí que se daban las inequívocas muestras de la senectud que tanto atraían al Débil. Entraré en comunión con el Sumo-Enfermizo a ver cuales son los designios... - Respondió el sacerdote para salir del paso al ver la ilusión que mostraba Alétheia en su rostro.

No te preocupes hija mía...no es una cena de gala. Míralo como una cena informal entre amigos. Te estaré esperando en el templo. - El padre Prasst abandonó los aposentos de la joven con su paso lento y cansado adornado, ahora sí, por el inconfundible tintineo de los aros de hierro que colgaban del bastón.

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07/09/2015, 06:32
Justina

Viendo que Hostawen y ella habían sido los primeros en llegar a la casa de Rhylen Carsson, Arnama decidió tomar asiento junto a su pupila, estaba más que claro que la puntualidad, tratándose de aquellos hombres, brillaba por su ausencia. Incómoda por la situación que tenía delante, tamborileó durante largo rato mientras veía, no sin cierta vergüenza ajena, como el veterano soldado Rhylen se lavaba la cara con grandes aspavientos tratando de recobrar la sobriedad perdida largas horas atrás. Al lado de éste, Justina la viuda que a menudo se encargaba de antenderlo, sujetaba entre las manos una toalla de paño descolorida para secar la cara del hombre una vez hubiese terminado. De pronto, la mujer, anciana pero con buen oído, inclinó la cabeza hacia un lado. ¡Shhhh! – Reprobó a Arnama para que dejase de hacer aquel molesto ruido sobre la mesa. ¿No oís? ¿Qué es eso? – Preguntó preocupada.

Proveniente de la calle, lejano al principio pero aproximándose a gran velocidad, un estruendoso sonido semejante a un desprendimiento de rocas en una montaña se hacía cada vez más audible. ¡Que el débil nos proteja!Musitó asustada, temerosa de que pudiese tratarse de algún nuevo mal que se hubiese originado en la cripta.

Sin dar tiempo a nadie en la habitación a reaccionar, dos goles en sucesión contra la puerta sacudieron la débil estructura de la casa. El polvo que se había acumulado durante años en las vigas que sujetaban el techo de la casa cayó en cantidades tan copiosas que durante un momento una niebla pareció adueñarse del salón.