Partida Rol por web

-Es mejor salir de aquí y no hacía Krant...- dijo tras escuchar las voces. La elfa intentó escalar el muro algo nerviosa, algo se acercaba y era mejor escapar. ¿Cómo podía haberles escuchado? El eco debía haber sido un factor a tener en cuenta... La elfa estaba muy arrepentida y frustrada de haber vuelto, el plan era bueno, pero el cabroncete de Krant les iba a matar y para colmo no tenía armas.

Los ojos de Wenton iban de la estatua por la que Hostawen trataba de manea infructuosa trepar al semielfo que lo amenazaba desde abajo del foso. Su corazón era un carro descendiendo sin control por un empinado camino lleno de baches. Sudaba con profusión y las heridas de las muñecas, abiertas para que el sudor y la suciedad entrasen sin problemas, le escocían enormemente. Aquella situación estaba a punto de acabar con la cordura de Wenton, acostumbrado a una vida de pocos sobresaltos. Sí...sí...salir de aquí, a palanca. - Y así, siguiendo el agresivo consejo de Tanyl, el orondo panadero tiró de la palanca que abría la puerta secreta. Ésta se abrió hacia un lateral con rapidez y tan pronto lo hizo una densa nube de niebla se hizo visible en el pasillo. Wenton dio un par de pasos hacia atrás temeroso de extraño suceso. ¡Niebla!

Luchar engullido por el más absoluto de los silencios no era desde luego agradable. Uno quedaba sobrecogido por una sensación de inseguridad que lejos de parecer poca cosa acababa influyendo enormemente en las facultades, tanto mentales como físicas, de aquellos que no estaban acostumbrado a ello. Tal fue el caso de Numb que, por su condición de heraldo, imaginaba que Alétheia se vería plegada a sus órdenes tan pronto lo vio con la daba en la mano. No fue así. La Pitonisa del Débil dio la espalda al heraldo y se dirigió como un toro enfurecido en dirección a la sala de guardia. Numb, sin tiempo apenas para reaccionar, sólo pudo lanzar contra el espacio vacío que había frente a él una lenta cuchillada que acabó impactando contra la pared de piedra. ¡Detente no podéis escapar! - Gritó cuando por fin tuvo la certeza de su sentido del oído había vuelto. 

Klemsa, que no pudo escuchar a su compañero, a buen seguro no compartiría aquella afirmación de Numb. Sentado aún en la silla frente al escritorio observando al ensangrentado y desaliñado anciano, vio aparecer desde la espalda de éste último una mole envuelta en túnicas blancas que se abalanzaba hacia él. Cerró los ojos y extendió los brazos. Fue inútil. Alétheia impactó contra él y lo arrojó rodando bajo la mesa a la vez que los pocos pergaminos que sobre ésta reposaban acababan volando a lo largo de toda la estancia. 

Desde el pasillo, más allá de la niebla, una voz lejana y sofocada llegó hasta los compañeros. -  ¡Detente no podéis escapar!  - Era Numb, el guardia que los había dejado pasar a Hostawen y a Tanyl momentos atrás. No se dirigía a ellos, pues parecía que se encontraba en mitad de una lucha.

Los acontecimientos se estaban precipitando  y Togo no tenía tiempo de ponerse a pensar  lo que sería más adecuado  hacer en ese momento. Por eso , cuando escuchó la petición de Hostawen queriendo salir del pozo, el pequeño echó rápidamente mano de su sacohobbit y sacó de él una escalera de cuerda. Se acercó a la puerta y desde allí, sin dejarse ver mucho por  el pasillo, la fijó al borde del pasillo y dejó que se deslizase  por la pared  para que sus compañeros pudiesen subir por ella y salir del foso rápidamente.

Tras escuchar los gritos de Numb todo parecía indicar que más allá de la nube blanca que taponaba el umbral de la puerta secreta algo más estaba sucediendo.

Tras dejar la escalera, el mediano se  escondió rápidamente tras la puerta mientras esperaba a que los dos elfos subieran del foso.

Klemsa maldijo su suerte. ¿De dónde había salido aquella mujer y aquel viejo? ¿No eran ellos parte de los últimos en unirse a la orden? Las respuestas a tales preguntas podían esperar, pues si de algo no podía dudar era de las intenciones poco amistosas de ambos acólitos. Apretando los dientes buscó a tientas la daga bajo la túnica hasta hallarla. Tras ello sólo quedaba una salida lógica a aquel entuerto: salir de debajo de aquel enredo de patas de madera y piernas de mujer. Así, agarrándose al borde de la mesa con la mano izquierda, tiró de sí mismo para ponerse en pie entre los dos agresores.

La escala de cuerda fue desenrollándose a medida que uno de sus extremos caía al foso. En un abrir y cerrar de ojos Hostawen tenía extendida frente a sí una escalera que, si bien no era demasiado estable, era facilitaba en mucho el poder alcanzar el pasillo superior. No tuvo la menor duda de la figura del mediano se encontraba tras aquel regalo inesperado caído del cielo.

Mientras tanto, Tanyl, alejado de las estatuas y con mejor visión de lo que sucedía arriba, vio como Wenton se desentendía de ellos y se adentraba a tientas en la misteriosa niebla. El semielfo imaginó que en la mente del panadero se había asentado a idea de que si él no podía ver a sus captores éstos tampoco podrían verle a él. Además, por otro lado, desde los últimos gritos de Krant no habían vuelto a tener noticias de éste. ¿Estaría el heraldo enfrascado en los extraños sucesos que a buen seguro se estaban desarrollando en el pasillo superior? A Wenton no parecía importale ya. Sabía que era hombre muerto hiciese lo que hiciese, lógico entonces que desease aprovechar la única oportunidad de salir vivo que tenía por muy remota que ésta fuese.

Venga subámonos ya, no hay tiempo que perder -le dijo a la exploradora después de ver como Wenton ignoraba sus amenazas.

Al ver como como el desesperado panadero se perdía entre el humo, Togo salió de su escondrijo y mientras se dirigía rápidamente hacia la puerta, se asomó hacia abajo haciendo una señal hacia la misma para que Tanyl y la elfa pudieran ver hacia donde iba. 

Acababa de percatarse de la presencia de aquel individuo tras la puerta cuando, de pronto, la figura de Alétheia casi se llevaba por delante al malherido anciano. Rhylen ya había sido testigo del potencial de la pitonisa en aquel tipo de embestidas, y daba gracias por ser de los agraciados que jamás tendría que tenerla delante. Aquel guardia, sin embargo, no tuvo tanta fortuna y vio como sin remedio alguno la pitonisa impactaba brutalmente contra él haciéndole caer al suelo aturdido.

Aquella oportunidad no la desperdiciaría Rhylen y lanzó su daga de madera contra él dejándole un feo corte en la barbilla, en esta ocasión de abajo a arriba. Las manos de Klemsa se fueron directamente a su rostro para tratar de parar la hemorragia, lo que intentó aprovechar nuevamente el guerrero dejando caer la daga tras su anterior ataque y clavandola en esta ocasión en la parte superior de su hombro. - ¡Quítate de nuestro camino, ESCORIA!, volvió a gritar sin emitir sonido alguno, acción que ya hacía pensar a Alétheia si el viejo senil era realmente consciente de que estaba bajo los efectos de su conjuro de Silencio.

Tras ello, volvió su mirada atrás. Allí pudo ver como Numb había adoptado por fin una posición amenazante y parecía tener claras intenciones de intervenir en el combate. - ¡Luego iré contigo!, insistió en gritar para después cerrar la puerta con un silencioso portazo e impidiendo que ésta pudiese ser abierta tras apoyar contra ella todo el peso de su cuerpo…  

Numb se echó las manos a la cabeza mientras maldecía para sí mismo su falta de fortuna. Pensaba en cómo había dejado entrar a la pareja de elfos y cómo se había complicado todo desde entonces. Ahora se encontraba sólo, pues en cuanto se depuraran responsabilidades nadie saldría en su ayuda. Tenía que acabar con aquello de una vez por todas. No obstante su deseo de terminar con el problema del anciano y la mujer pelirroja estaba lejos de terminar. La puerta de la cámara de guardia se había cerrado de par en par obligándolo a quedarse fuera mirando como un estúpido las oscura y gruesa pieza de madera. Al llegar hasta ella se alegró de que ésta no estuviese cerrada, ello quería decir que Klemsa seguía vivo. Apoyó su hombro contra la puerta y, reuniendo todas las fuerzas de las que fue capaz, se impulsó con las piernas tratando de abrir un resquicio por el que introducir un pie. Fue imposible, Rhylen, firmemente recostado contra ella a pesar de sus heridas, impidió que la puerta se moviese lo más mínimo. A buen seguro las maldiciones de Numb de no haber sido por el aura de silencio se hubiesen escuchado en toda la parte baja del templo.

Dentro, quien sí se veía condenado sin necesidad de un juicio ante Egarthis era Klemsa. Después de la agresiva entrada, los dos acólitos se las habían arreglado para rodearle. Los ojos les escocían por la sangre que entraba en ellos a raudales y el hombro, con agudos pinchazos de dolor, respondía malamente a sus deseos. Así, cuando Alétheia se agachó a recoger el taburete sobre el que él había estado sentado, lo más que atinó a hacer fue clavar su daga en el asiento de madera, algo sin consecuencia alguna para la Pitonisa del Débil.

Cuando Rhylen cerró la puerta tras de sí Alétheia respiró un poco más aliviada. El Sr. Carsson había atacado con su daga de madera al heraldo provocándole unas heridas que, de haber sido un arma mejor, puede que hubieran acabado con su vida. Aprovechó la confusión de Klemsa para agarrar de una de las patas el taburete en el que había estado sentado el vigilante y trató, sin ningún miramiento, de estampárselo en la cabeza. Tenían que acabar con el rápido y hacerse con esa daga y las llaves. Pues Alé pensaba que aquel hombre tendría las llaves de la puerta, la puerta que debía estar pro alguna parte. Aunque no la vieran tenía que haber una y no había mucho espacio para ocultarla.

¡Vamos Klemsa...vamos...acaba con ellos! - Nervioso y atemorizado por la que podría ser su última guardia, el heraldo miraba de un lado al otro buscando colocarse en una posición que le permitiera sino cierta ventaja, algo imposible, sí al menos luchar con ambos acólitos cara a cara. Peor primero tenía que deshacerse del oponente a primera vista más peligroso y que más posibilidades tenía de caer rendido a sus pies debido a las heridas que presentaba. Así, aprovechando que el anciano tenía que estar atendiendo también a que Numb no abriese la puerta, el heraldo se lanzó con saña sobre él y clavó su daga bien profunda en el estómago de Rhylen. Un pinchazo agudo recorrió la espina dorsal del veterano guerrero haciendo que sus piernas flaqueasen y que estuviera a punto de venirse abajo de nuevo. Klemsa extrajo la daga ensangrentada sin miramientos y de un paso lateral se parametó junto a un gran cofre que reposaba junto a la puerta. Vocalizó algo pero lo que dijo quedó ahogado en el silencio que rodeaba a Alétheia.

Mientras que Tanyl y Rakna subían deslizándose sobre la rampa subidos en el disco flotante, Hostawen trataba también salir de allí utilizando medios más rudimentarios, como era la escala de cuerda tendida por Togo. El semielfo y el lobo moribundo fueron los primeros en alcanzar la parte superior. El pasillo en esa sección estaba completamente a oscuras pero el sonido metálico al golpear el disco contra la puerta valió al hechicero para alcanzar a tientas el pomo de la puerta.

Por aquellos entonces Togo llegaba hasta el borde de la niebla, sin embargo hubo de detenerse al encontrarse saliendo de ella a una voluminosa figura. Por un momento temió que se tratase de Krant que venía a ajustar cuenta con ellos. Respiró aliviado en parte el mediano al ver que se trataba de nuevo del panadero que gesticulaba presa del pánico. ¡Por ahí no, hay uno de los monjes empujando una puerta como un loco! - Wenton señalaba hacia el pasillo de las celdas de manera insistente, con lo que la única puerta a la que podía referirse era a la que daba a la sala de guardia por la que los habían traído inconscientes días atrás. 

Frustrado por la situación en la que se hallaba, Numb estuvo a punto de volver hacia atrás en busca de más ayuda. Al fin y al cabo, de no conocer la puerta secreta, los dos acólitos se encontrarían atrapados entre la espada y la pared. Pero luego, pensándolo mejor, se dijo que si había alguna remota posibilidad de salir de aquella situación con un castigo soportable pasaba por capturar él mismo a los dos rebeldes. Decidido al fin, el heraldo dio un paso atrás y volvió a estrellar su hombro contra la puerta. La puerta cedió al fin abriéndose un resquicio suficientemente grande como para escurrirse a través de él. No se lo pensó dos veces. Con la daga por delante el heraldo metió un pie y luego el brazo derecho. Después impulsándose con la pierna izquierda y haciendo presión con su pecho, se presentó ante Rhylen el cual lucía un aspecto deplorable: sucio, despeinado y con una mancha carmesí en la túnica que nacía a la altura el estómago y no paraba de crecer.

El mediano dejó caer el guijarro de luz al suelo para poder contestar rápidamente a Wenton. Todo apuntaba a que Rhylen y Aletheia estaban intentando escapar por la posada. No Wenton, Se sale por allí ! Vuelve, el anciano y la pelirroja deben estar intentando escapar por allí...    Al menos eso parecía suceder por los gritos que se habían escuchado. Mientras tanto Togo se acercó a la puerta que daba a los barracones. Si como parecía Krant estaba dando la alarma, pronto más sacerdotes llegarían y no podrían escapar. Si el mediano era capaz de inutilizar la cerradura podrían ganar algo de tiempo y poder salir de allí todos...Togo se acercó rápidamente a la puerta y empezó a trastear  su cerradura hasta que consiguió forzarla lo suficiente como para que no pudiera abrirse con la llave.

Tanyl se dirigió hacía las celdas, pues bién sabía que la salida estaba por ahí. Debían escapar y esperaba que todos fuesen lo suficientemente listos para llegar a la misma conclusión.

Llevó tras él disco flotante con Rakna herido encima. Los lobos eran más listos que algunas personas, asi que se supuso que éste abandonaría la comodidad de la plataforma cuando lo creyese oportuno.

Avanzó en silencio, no quería llamar la atención, con su voz, de Krant y los otros seguidores verdaderos de Razmir.

Tanyl se adentró en la niebla conjurada frente a la puerta secreta como si  de un espectro se tratase. Volutas de ésta se agarraban a sus ropajes a medida que el disco sobre el que viajaba junto a Rakna se acercaba a las celdas. El silencio reinaba en el corredor que se abría ante él por lo que si Wenton no mentía algo extraño debía estar sucediendo. Así, cuando el semielfo dobló la esquina que daba a la sección de pasillo desde la que se podía ver la puerta mencionada por el panadero, Tanyl fue testigo de lo que sucedía en la pequeña sala de guardia. En el interior, apenas visible debido a que la puerta estaba entreabierta, distinguió las túnicas grises de Numb. El heraldo daba la espalda al hechicero y, aunque se encontraba enfrascado en un combate cuerpo a cuerpo contra Rhylen, éste  no emitía el menor sonido. Inmediatamente imaginó que ambos se hallaban bajo el influjo de un aura de silencio. Al fondo, visible sólo fugazmente, el cabello rojizo de Alétheia resaltaba como la luna llena en mitad de una noche despejada.

Esto les tendrá entretenidos un rato jejeje... Animado y contento Tras lograr inutilizar la cerradura y haciendo un gesto a Wenton para que lo acompañara - Por aquí Wenton, vamos.... Togo se dirigió rápidamente hacia el pasillo de las celdas a ver qué es lo que estaba sucediendo allí.