La pasión no-muerta es aún más abrazadora que la que sienten los humanos. Ellos solo conocen el placer de la carne a niveles sutiles, ustedes conocen el de consumir la vida y ser consumido.
Por un momento no sabes si entras en frenesí, pero la verdad es que no, sino que se trata de una especie de trance placentero en el que tus sentidos acallan la voz de tu razón. Lo que sigue son imagenes inconexas, sabes que te desnudó y que hizo traer más esclavos para que participaran de vuestro placer. El mero toque de Placidia era tan placentero que por momentos ese orgasmo continuo hace que te desmayes. Volvías en ti y veías los cuerpos de jovenes de ambos sexos entrelazados a su alrededor y ambas se alimentan de ellos y volvían a besarse para probar la sangre en los labios de la otra. Tu compañera hace extraños dibujos con sus dedos ensangrentados en tu piel eso hace que tu cuerpo se convulcione de placer mientras escuchas su voz lejana que te pregunta:
- ¿Serás una diosa a mi lado?.
Y tú en extasis dices que si. Luego no recuerdas nada más, solo placer.
Cuando despiertas te das cuenta de que no has dormido en tu cripta santuario, sino en la habitación de Placidia. Ella se encuentra a tu lado y ambas estan cubiertas de sangre seca. Al rededor de ustedes duermen los participantes de vuestra orgía, cansados por la práctica amatorias y la falta de sangre. Rhea duerme el sueño de los no-muertos y tu sientes que anelas su toque orgásmico.
Cuando Toth-Neferu despertó, se encontraba complacida, como no hace mucho que se sentía.
Otro Lémur se habría sentido preocupado por la presencia de un ser depredador como Placidia, pero ella no. Dejarse llevar por el torrente de deseos que Placidia le producía era perfecto y además comulgaba con los principios del Dios Oscuro. A lo sumo, debía empezar a preocuparse de tener suficiente suministro de esclavos y sangre. O simplemente, empezar a salir más a cazar. Al fín y al cabo, tenía un buen dominio, repleto de seres mortales.
Sin embargo, por mucho que la complaciera, no debía desechar su obligación de intentar corromperla, hacerla perder la fe y que cayera en la desesperación... para acabar en los brazos de Set. Al fín al cabo, el hecho de disfrutar con ella y de corromperla a la vez no tenían por que contradecirse entre sí.
¿Pero cómo corromper a un ser como Placidia? Quizás ya estuviera corrompida, más que ella aún. No parecía un ser que se controlara, que calmara sus impulsos. Quizás esta vez Placidia era la maestra, y ella la aprendiza.
Aun así, la parte difícil de la Corrupción ya estaba hecha. Había hecho algo por Placidia, y ahora esta le debía un favor. Ese era siempre el primer paso de los Seguidores de Set. De todos modos, era decepcionante saber que seguramente eso no serviría de mucho. A cambio, Placidia se había comprometido a ayudarla en la investigación. Eso era como devolver el favor. Decepcionante, pero mientras colaboraran, la tendría a su lado, y eso sí la complacía. Sonrió al pensarlo ¿Serían todas las noches como la anterior? Por un lado lo deseaba, y por otro la preocupaba.
Se acercó a ella, y acarició su espalda suavemente, sintiéndola fría como el mármol. Debía ser antigua, si tardaba más que ella en despertar. Pero Neferu era jóven. Cualquier ser podía ser más anciano que ella. Abrazó con intensidad aquél cuerpo mueto e inerte y la besó en columna.
De todas formas, aún tenía ciertas obligaciones. Se levantó y fué a bañarse mientras la Diosa Placidia dormía. Pensó en ponerse hermosa. Perfumarse, maquillarse y vestirse de formas tentadoras, pero debía hacer algo más importante antes. Bajó al santuario, y cumplió con sus deberes para con el Dios Oscuro.
Limpió ligeramente el polvo de la estancia con un plumero, incluido el sobrio altar y pequeña figura del Dios. Quemó algo de incienso. Comprobó que el sarcófago con la momia estaba correcto. Después, recitó oraciones de rodillas frente al Dios. Todo esto desnuda, totálmente depilada y sin peluca; como símbolo de humildad. Le pidió fuerzas para extender su palabra, y para convertir a nuevos fieles a la oscuridad.
Después, subió a la planta y llamó a un esclavo así como a su fiél ghoul. Mientras el esclavo la ayudaba a vestirse, perfumarse, pintarse las uñas, ponerse la peluca... en fín, ponerse hermosa, habló con Mnñecrates sobre los asuntos del negocio. Procuró untarse una crema de dulzón olor para llamar la atención de Rhea Placidia.
Después fué a buscarla.
Tras darle un dulce beso en los labios (no quería dejarse llevar y perder el maquillaje) le preguntó: - ¿Dispuesta a salir esta noche en pos de esos ladrones de ídolos? - Además, quería que esta noche salieran a cazar fuera, para no secar sus reservas. - Podemos pasar antes por casa de Megara, otra amiga mía, si es que ha vuelto de la Villa Campestre de su marido. Quizás ella sepa algo, o esté dispuesta a echarnos una mano. -
- Ademas, creo que también te encantaría conocerla. ¡Serámos como las tres Furias! Ji, ji. ji... - Soltó una risita tonta y seductora, de esas que, por alguna extraña razón, tanto complacían a los hombres (y a algunas mujeres).
He restado dos puntos de sangre de su reserva: Uno necesario para despertarse y otro dado al ghoul.
Paso de 8/11 a 6/11
Por un momentoe sobresaltas, porque Placidia abre los ojos y la expresión de fría ferocidad que hay en ellos te pone en alerta. No obstante, de inmediato ella tira de la correa de su bestia y te sonríe, mostrando sus colmillos descubiertos. Luego acerca sus labios a los tuyos y sin besarte, te dice:
- Tres es un número mágico. La plenitud de las cosas está en el triángulo. El dios de tres cabezas de los bastardos cristianos solo ha de ser enfrentado por una deidad trina y femenina.
Hablaba como en trance, como si estuviera entregándote alguna revelación secreta. Luego se aleja de ti se pone de pie y te dice:
- Podías haberme esperado para darte un baño... ahora tendré que hacerlo sola.
- Si. Lo siento... - Se diculpó por el hecho del baño, pero Thot-Neferu no dijo nada repecto a las palabras de Placidia sobre el triángulo, aunque aquello le hizo reflexionar... ¿Qué ha sido eso?
No le dió mucha importancia en ese momento. Mientras Rhea se preparaba, Neferu estuvo recibiendo a los primeros clientes de la noche, al menos hasta que Placidia estuviera lista.
Sin embargo, se percató que, a su manera, Yohannanh era un profeta de su dios cristiano. Ella, Thot-Neferu, era desde muy pequeña una vidente Set. Y unos minutos antes, Placidia pareció una oráculo recitando su propia parte de la profecía. Y le había dicho que ayudaba a los sacerdotes gallos en su tarea.
Hasta ahora, eran tres Lémures seguidores de dioses distintos. Los eran predicadores de su fe, sin duda. Empezaba a sospechar también que los tres eran oráculos. Se preguntó si habría otros Lémures en Roma que hubieran recibido señales de algún tipo.
Cuando se encontró de nuevo con Rhea Placidia preparada para partir, se dirigió de manera impetuosa a ella: - Placidia, hay algo que quisiera preguntarte... Además de ayudar a los Gallos en el templo, ¿eras oráculo de la diosa Cibeles? -
Tampoco quería entretenerse demasiado. Estaba deseando partir en busca de Megara.
Rhea parece algo sorprendida por lo directa que eres, luego se sienta en un reclinatorio y te pide que hagaslo mismo. Por momentos ella te parece irresistible y te cuesta reponerte a la necesidad de tocarla y de sentir su tacto. Ella te toma la mano y por un momento sientes nuevamente ese arrevato de placer de la noche anterior que hace que tu cuerpo se tense y se retuersa. Pero en esta ocasión solo es una muestra de su poder, para demostrarte de lo que es capaz, pues rápido aleja la mano haciéndote desear más. Ella te dice:
- Conozco antiguos poderes que producen esto, mi amada serpiente seductora. Los gallos acudían a mí, pues querían recuperar la capacidad de sentir placer en su carne. A cambio ellos me servían. Hace unos años dejé el templo y viaje a oriente en busca de antiguos conocimientos olvidados volví para encontrar el templo profanado. No soy un oráculo, sino una dadora de placer... como tú lo eres, mi alma gemela.
Es como si en todo momento intentara seducirte.
- Pues no es la respuesta que esperaba... - Se sinceró ella también. - ... creí que eras una vidente. -
- Y respecto a la otra cuestión, en realidad, querida... - Iba a decirle a Placidia que más que una dadora de placer, era en realidad una corruptora, pero sabía que aquello la decepcionaría.
Y, más que enfadarla, lo que en realidad no quería era decepcionarla, y perderla entonces de su lado. - ... sí, has acertado de pleno ... - La mintió, egoistamente. - ... yo también soy una dadora de placer, a mi manera. - ...aunque consideró que era una mentira piadosa.
Entonces la cogió de las manos, y la besó amorosamente en la mejilla, como si no hubiera nada más en el mundo. - He decidido que quiero que te quedes conmigo. Que compartas tu no-vida conmigo. ¿Querrás? Esta será tu casa indefinidamente. - Al fin y al cabo, podía servir al Dios Oscuro y complacer a la vez sus propios deseos. Una cosa no era incompatible con la otra. - Aunque acabamos de conocernos, creo que puedo confiar completamente en tí, mi amada. - Sintió un vuelco en el corazón antes de añadir, emocionada: - ¿Sabes? Tenías toda la razón. Tu y yo somos almas gemelas. -
Se preguntó si se estaba dejando llevar por sus sentimientos y deseos. Quizás se estaba convirtiendo en la cazadora cazada. Pero no le importaba. Era una vampiresa jóven, e impulsiva. Y a pesar de su juventud vampírica, hacía mucho que su cuerpo no-muerto no sentía lo que Placidia le había hecho sentir. Se sentía viva. ¡Viva!
- Estoy deseando ver a mi amiga Megara y darle la buena nueva. ¡Seguro que se alegra por nosotras! - Dijo ilusionada, como una niña.
Deseando encontrarse con Megara, tomó a Plaicidia de la mano y partió con ella en dirección a la casa de esta en la ciudad.
Si no se encontraba allí aún, se dirigirían a indagar al nuevo templo del emperador.
Placidia atiende a tu muestra de cariño y te acaricia el rostro, diciendo:
- Eres la hija de una antigua tierra de misterio gran poder. Yo te enseñaré mis conocimiento, te llevaré de la mano por los caminos de la noche y llegarás a ser una diosa a mi lado.
Por un momento sientes nuevamente placer por su toque, pero es débil, solo una muestra de afecto.
Salen a las calles de la ciudad nuevamente. No es tan tarde, por lo que aún se ven transeuntes deambulando con antorchas faroles para iluminar sus pasos. en su recorrido al Palatino se acercan a la zona de las termas de Caracalla, aún concurrida por los últimos mortales que aprovechan esas horas nocturnas para el comercio sexual y negocios oscuros. Rhea, al contemplar el hermoso edificio, te dice:
- Está fue la casa dorada de Nerón antes de que Caracalla la transformara en unos baños públicos. No te imaginas las orgías que el emperador poeta organizaba... este Heliogabalo tiene cierto parecido a Nerón.
Ella hablaba con añoranza del pasado, por lo que presumes que lo que te cuenta lo vio con sus propios ojos. No obstante, luego su cara cambia y te sonríe, diciendo:
- Este lugar me ha abierto el apetito ¿Te parece si paramos a buscar algo delicioso antes de seguir?.
Ante las pabras de Placidia en la casa, Neferu recordó que ella ya tenía a un guía en los caminos de la noche: Set, al que los romanos llamaban Tifón**. Según ellos, un Titán renegado que escapó de la ira de los Dioses huyendo a Egipto. Señor del desiertos, las tormentas y la oscuridad. Una visión latina no muy acorde a la realidad, pero bastante inquietante.
Sin embargo, no quiso replicarle nada a Rhea. Prefería mostrarse complacida, y simplemente asintió con un gesto de la cabeza.
Cuando pasaron junto a Caracalla, contempló con admiración el edificio.
-Ciertamente los romanos saben construir, aunque sus formidables monumentos no alcancen al esplendor de aquellos construidos en las épocas de mayor gloria de Egipto.- Pensó para sí.
Ante la oferta de Placidia, Neferu contesta: -¿Otra vez, querida, después de lo de ayer?- Guarda unos segundos de silencio antes de añadir: -En verdad que eres insaciable.... E incorregible. Pero no creo que pueda negarme a ninguno de tus deseos.-
Siguió a Placidia hacia el interior de la construcción, un nido de degradación morál. Se sintió como en casa.
Aunque la retrasara de su objetivo, al finál la idea de Placidia no podía ser tan mala. Daba gracias a Set por la existencia de lugares como aquél, en el que el alma humana podía librarse, aunque fuera momentáneamente, de las ataduras morales de Ra y los inflexibles dioses.
En cuanto llegara algún solícito Leno ofreciendo esclavos o servicios, Toth Neferu le indicó: -Trae unas nubias, y si puedes conseguir algo de hachís, mejor que mejor.- Hizo resonar su bolsa con monedas, para causar más efecto. Mientras el complaciente individuo se retiraba, Neferu confesó a Placidia: -Antes, tu comentario anterior en mi casa, amada Placidia, no he podido evitar rememorado mi amada tierra, y siento añoranza. Estas mujeres de negra piel, junto con el efecto del hachis en su sangre, con tu permiso, me ayudarán a trasladarme allí.- En realidad, Neferu llevaba un par de noches sin sentir los efectos del hachis, y aunque no tenía excesiva sed, su adicción por esa otra sustancia empezaba a pasarle factura, tentándola, invocándola... Y puede que incluso el hachis le concediera alguna visión, como a veces lo hacía. Todo era posible en el Templo de la Degradación.
** Esa es la visión romana del dios Set.
El leno que las atiende es un hispano que usa una peluca rubia y colorete eb las mejillas. Al rato trae un par de mujeres jóvenes con cuerpos tallados en ebano y apenas vestidas con taparrabos. Ellas traen las pipas necesarias para fumar el hachis y lo dosis correspondiente para cada una.
Ambas son llevadas a una sala de masajes y mientras fuman de sus pipas son desnudadas y untan sus cuerpos con aceite con aroma a sandalo. Pronto el humo de la droga se mezcla con las caricias de la esclavas y ustedes se entregan al deleite edonista, dejando para el final el placer de la sangre.
Pero en ese momento, un joven entra en la habitación. Está travestido, pintada la cara de vivos colores y con traje de que trasluce sus formas androginas. Es como una especie de aparición y les mira a ustedes extaciado, aspirando el aroma de la recina. Luego se acerca y acaracia la cabeza de las esclavas y después besa en la boca a cada una de ustedes. Después, con una voz melodiosa y que apenas se nota masculina, les dice:
- El-Gabal las bengiga, hermanas. Ruego al dios me permita ser un día tan graciosa como ustedes y me quite este apéndice odiado en mí pero deseado en mis amantes.
Les muestra sin pudor un pene pequeño, como el de un infante y sin ningún vello en el pubis.
Por un momento, creen que se trata de una visión producida por la droga, pero entonces aparece un centurión de la guardia pretoriana en la puerta, las mira con el pudor de un romano "descente", pero solo carraspea y dice:
- Será mejor volver al palacio, Cesar. Este lugar no es seguro a estas horas.
Era increible, pero al parecer ese muchacho travestido era Heliogábalo. Los chismes de Roma decían que concurría a las termas a prostituirse, y que incluso lo había hecho lo mismo palacio imperial.
El chico no se despide, solo se levanta y lamente mientras camina a la salida:
- ¡Oh, Gran El-Gabal! ¡Escucha mi ruego! ¡Daré la mitad del Imperio a quien pueda convertirme en una mujer!.
Cuando el Emperador entró en los baños, Neferu estaba ya bajo los efectos del hachís. El mundo era en esos momentos un sueño de placeres e imágenes difuminadas.
Neferu se sorprendió ante la juventud del susodicho. Había oído hablar de él, como no, pero le sorprendió de todos modos. Su rostro pintado, y sus ropas femeninas la hiceron sonreir, congraciándose con el. En su drogada ensoñación, apenas oyó sus palabras, o sintió los labios del muchacho.
Elucubró con la fantasía del niño emperador siendo prostituido en su propia casa, como uno de los púberes que recibió el otro día. Seguramente la idea complacería al niño, a pesar de la de sus celosos protectores. ¿Cuánto pagarían por el culo o la boca de un Emperador? En realidad, la idea de un dios viviente siendo prostituido en sí era mucho más excitante que cualquier posible ganancia monetaria.
Se apenó que marchara tan pronto. Hubiera sido divertido jugar algo con él. En las eternas noches futuras podría haber tenido el recuerdo de que un dia yació con un Emperador niño.
Mientras se alejaba, al escuchar las palabras e íntimos deseos del Emperador expresados en voz alta, se hizo una pregunta, y no pudo evitar emerger levemente del agua, mostrando su hermoso pecho, para preguntar al muchacho, suplicante: -Excelencia. Sólo soy una ignorante bárbara extranjera pero, por favor ¿Puedo preguntaros por qué vuestros sacerdotes tomaron del templo la sagrada efigie de Cibelles?-
-Ahora los Gallos de ese Templo lloran su pérdida. ¿No os apiadáis, oh Grande, de aquellos que, al igual que vos deseáis, se desprendieron por propia volunta de su virilidad, en honor a la Diosa....? - Su reacción era fruto, sin duda, de una mente embotada por las drogas. Tampoco era una estúpida. No deseaba (ni tampoco necesitaba) hacer daño al Emperador. Tampoco era su intención manipularle ni impulsarle a hacer nada. Tan sólo tenía la imperiosa necesidad de saciar su curiosidad.
En ese momento, la influencia de las drogas le llevó a elucubrar con la idea de que al hombre más poderoso del mundo no pudieran concedérsele sus deseos. Desprenderse de su virilidad, como un Gallo. ¿Por qué no? ¿Por la moral? Incluso el emperador era un esclavo de la moral, bajo el yugo de las inflexibles normas de Ra.
Eso hizo que, de alguna forma, sintiera lástima por el muchacho. Ojalá el chico fuera libre para cortarse las pelotas. Neferu soñó que, algún día, Set gobernaría sobre todo y todos. Y esa noche eterna, todas las almas serían libres...
Con permiso del Master, me apunto +2 de sangre (de 6 a 8 puntos) que habrá consumido de alguna chica.
Además, durante el tiempo que el Master considere oportuno, Neferu está bajo los efectos del hachis. Está apuntado en la ficha de Neferu, pero recuerdo sus efectos a nivel de reglas según Edad Oscura: Aumenta la dificultad de las tiradas de Percepción y reduce las dificultad de las tiradas de Frenesí (y narrativamente, lo que consideres, claro).
Cuando sales desnuda del agua para hablar con Heliogábalo uno de los pretorianos de rango superior te corta el paso y te encara:
- ¿Como te atreves a hablarle al divino Cesar de esa manera, ramera extranjera? No eres más que una mujer viciosa y si no quieres que te mande a azotar será mejor que vuelvas de inmediato con tus compañeras.
Pero el jóven emperador no parece contento por como te trata. Detiene a su pretoriano y le dice:
- Déjala en paz, Eutiquiano. Ella solo tiene dudas acerca de mis razones y siempre estoy dispuesto a explicarlas.
Se acerca a ti y te dice:
- Yo no les he quitado el derecho a adorar a sus dioses, solo he les pido que también rindan culto a El-Gabal como el Sol Invictos. La Gran Madre es ahora esposa de Sol y sus sacerdotes pueden venir y adorarla en el templo que he contruido.
Luego él te acaricia el rostro y mira tus ojos dilatados por el hachis, te sonríe y dice:
- ¿Cuál es tu nombre? Supongo que por tus razgos vienes del oriente ¿Qué haces aquí en Roma?.
Mientras el Emperador acariciaba su rostro, le repondió con suave voz. - ¿Y quién no querría ver el Centro del Mundo, oh, Grande?... Hay mil razones para quedarse y pocas para marcharse. Mi nombre es Toth-Neferu y vine de las tierras de Egipto....-
-...Llegué para contemplar la grandeza de Roma, y ahora la sirvo atendiendo los deseos de sus hijos. Mi oficio es el más antiguo del mundo... y es para mi tanto un placer como un negocio.- En realidad, Neferu no estaba en Roma por eso exactamente, pero no iba a decirle al Emperador que era una hechicera de Set para que al día siguiente los Pretorianos se presentaran en su puerta y le robaran la pequeña efigie del Dios Oscuro que guardaba en el santuario.
-Vos en cambio, si sois de oriente, según creo recordar, Grande...- Una velada idea se le pasó por la mente a Neferu. -Entiendo... Me atrevería decir que mi rostro os ha producido añoranza de vuestra tierra natal ¿verdad?...-
Heliogábalo parece un joven tan bello y amable que cuesta creer que sea señor de todo el Imperio Romano. Cuando le dices que eres dueña de un lenocinio, sus ojos se encienden de admiración y te dice:
- Entonces tengo más razones para llamarte hermana. Tu profesión es sagrada, hermosa flor y ha de ser ensalsada por poetas y artistas.
Luego, al escuchar acerca de oriente, te dice:
- En Emesa, cerca de Antioquía nací y fui consagrada al servicio de El-Gabal. Soy su Sacerdotiza y tú me recuerdas la belleza de los hombres y mujeres de ojos almendrados y misteriosos de mi tierra natal... Dime, Thot-Neferu ¿Me aceptarías en tu casa una de estas noches? Me gustaría saber que se siente que hombres paguen por poseerte. Acá a veces mis guardias están dispuestos a complacerme, pero creo que eso sería más exitante.
Los pretorinos miran con desprecio al emperador cuando se refiere a si mismo en forma femenina, y cuando dice que ellos le complacen carnalmente, alguno se mueve incomodo. No obstante, quizá tu pregunta acerc de cuánto costaría el culo de un emperador pronto encontraría respuesta.
Vaya. Aquello era... una petición inesperada. Neferu sintió algo de miedo, pues Heliogábalo se acababa de autodenominar sacerdotisa de un dios Solar. Que un sacerdote del sol acudiera a su casa, un templo de la oscuridad, la preocupaba.
Pero ¿Era acaso El-Gabal una de las formas de Ra, el dios sol? No lo parecía. Ra no elegiría como su portavoz a un chico que se dejaba llevar por sus deseos carnales. De ninguna manera. Elegiría en cambio a alguien conservador, posiblemente anciano, arrugado, y amargado. Uno de esos tipos de rostro pétreo y moral inflexible. De los que parece tengan un palo metido por el culo. No a un jóven tan encantador y deseoso de libertad.
Sin duda, El-Gabal era un falso dios solar.
Fuera así o no, Neferu no podía permitirse decir No al césar. Se arrodilló ante él y respondió: -Mi casa es vuestra casa, César, la noche que deseéis.- Como para no serlo. Era una mujer sin alcurnia, extranjera, y que no rendía culto a dios romano alguno. No podía negarse a una petición del mismísimo emperador, por muy muchacho que este fuera.-Tan sólo os suplico que fijéis ahora una fecha, o aviséis con antelación de vuestra visita. Así tendré tiempo para hacer los preparativos que merezca alguien de vuestra posición. Incluso si así lo deseáis, mi casa estará disponible sólo para vos...-
Miró de soslayo a Placidia. A buen seguro, a su compañera no le haría mucha gracia la invitación, máxime cuando aquél mismo muchacho era el que había ordenado profanar el templo de su diosa Cibeles, trasladando su estatua.
Había algo más en el aire que le producía temor a Toth-Neferu. No sabía el qué. Todo ese asunto de un falso dios solar, la profecía, y más siendo ellla una seguidora de Set, dios de la oscuridad, el mayor enemigo de Ra, el sol. De algún modo, presentía que alguna tragedia se cernía, pero esperaba que esta no se produjera en su casa.
Aun así, la sensación de peligro le resultaba... tremendamente excitante. Sonrió para sus adentros al imaginarse al pequeño emperador obligando a sus Pretorianos a violarlo repetidamente. Aquella imágen la excitó aún más. ¿Seré una elegida de Set, o tan sólo una víctima, destinada a desaparecer para satisfacer el capricho del Dios de las Tinieblas? Sólo los dioses lo sabían.
-¿Alguna petición poco habitual que deseáis satisfacer? ¿O preferís ser sorprendido, excelencia?- Toth-Neferu realizó esta petición con una voz inconciente pero evidentemente excitada, sin alterar su posición de sumisión ante el César y señor del mayor Imperio de la humanidad.
Heliogábalo te mira con un dejo de complicidad y simpatía. Luego, cuando ofreces tu lenocinio para el uso del Cesar, te sonríe y te dice:
- ¿En verdad me dejarías ir a tu templo, hermosa?... pues no quiero tratamientos especiales, ni preparativos descomunales. En todas las partes la gente muestra demasiado respeto, como si fuera un dios, y solo El-Gabal merece tal respeto. Creo que iré en este mismo instante a conocer tu local… y no aceptaré un no por respuesta.
En menos de lo que al emperador se le ocurre esta idea, dos pretorianos se paran a cada lado de ti y Rhea, llevándolas al exterior para que se suban al carro ricamente alhajado en el que viaja Heliogábalo. Dentro del carro está todo cubierto de almohadas de satín y calderos con y hierbas aromáticas. Tres esclavos jóvenes de inmediato se pusieron al servicio del muchacho Emperador.
Le quitan la peluca y el maquillaje de la cara, poniéndole una toga corta. El chico les mira con esa sonrisa encantadora y les dice:
- Esta noche será muy divertida.
-Sin duda, excelencia.- Fué la respuesta de Neferu al César. Antes de subir al carro, Neferu dió a uno de los Pretorianos, al que el Emperador se había referido como Etaquiano, indicaciones de la dirección y de cómo llegar al lugar. También añadió: -No está muy lejos del Aventino. Asi que tened cuidado. Puede ser un lugar algo peligroso, más aún de noche.- No creía que nadie estuviera tan loco como para atentar contra el mismísimo emperador o a la Guardia Pretoriana, pero nunca se sabía. El mundo estaba lleno de locos.
Mientras subía a la lujosa carroza, Neferu se dirigía a Placidia, tomándola de la mano y ayudándola a subir al carro, como si de su reina se tratara. Una vez sentada arriba, la presentó formálmente al Emperador: -Esta es mi querida amiga Rhea Placidia, la cuál comparte hogar conmigo, y cuya compañía me resulta enormemente placentera en estos momentos. Como vos, proviene también de tierras de oriente. Grecia. ¿No es una mujer hermosa?.-
Luego calló un rato, mientras el vehúclo empezaba a circular por las calles de la ciudad. Esperaba que Heliogábano y Rhea Placidia cruzaran algunas palabras entre ellos. Mientras lo hicieran, y a medida que la carroza avanzaba entre las calles de Roma, ella podría concentrarse en pensar qué tipo de sevicios debía prestar al emperador. Pensó en los jóvenes niños que había comprado su fiél Mnécrates la noche anterior. No estaban a un adiestrados en las artes del deseo, pero su simple presencia crearía un buen decorado y harían que el jóven Heliogábano se sintiera más cómodo.
Se dió cuenta que no sabía my bien qué tipo de hombre sería del gusto de Heliogábano. Así que simplemente le dijo: -Tengo algún esclavo adulto que tal os satisfaga. Os los mostaré al llegar ¿Queréis que algún cliente se una también a la fiesta? Sois un muchacho apuesto, y algunos de ellos a buen seguro estarían encantados de ... bueno, ya sabéis. Y también puedo proporcionaros sustancias de oriente, si lo deseáis, capaces de estimular o aletargar los sentidos.- Mientras la carroza avanzaba por las calles, se le ocurrió una perversa idea:
-¿Habéis oido hablar del potro, César? La sensación de encontrarse maniatado, indefenso, durante el acto es... excitante, para algunos.-
Tras tantear los gustos del emperador y tomar nota de ellos, Neferu cambió de tema: -Despierta mi curiosidad vuestra creencia en El-Gabal, excelencia. Creía conocer a todos los dioses Romanos. Contadme algo sobre su culto, os lo pido.- Esta vez esperaba que tal vez el Emperador pudiera decir algo que pudiera iluminarla con respecto a las visiones que aquél médium Malkavian le había trasmitido.
Sea como fuere, pronto estaría de nuevo en casa.
El encuentro entre Rhea y Heliogábalo fue muy extraño. Se miraron por un momento, como si se reconocieran y midieran sus fuerzas. Luego ambos sonríen, ella le hace una reverencia con la cabeza, diciendo "Cesar" y el le responde "Señora".
En cuanto a tus requerimientos acerca de los gustos del chico, el te dice que espera que le sorprendas, que se pone en tus manos, pues a él se le ha revelado que tu eres experta en llevar placer a otros.
Cuando llegas a tu casa, ya afuera está lleno de pretorianos que perturban el paso de los transeuntes. En cuanto a tu pregunta acerca de El-Gabal, el Cesar solo te dice:
- Es el Sol y el señor del cielo, amo del destino y dador de libertad y felicidad. Lo es todo.
Más poesía inspirada que datos en concreto. Por lo que ves Heliogábalo está más interesado en la carne que en cosas espirituales.
No obstante, hay dos detalles que llaman tu atención. A lo lejos, calle arriba, ves que se acerca a tu Lenosinio una litera que trae a Megara. Por otro lado, hay un guapo patricio hablando con uno de los oficiales y al cual nunca has visto por esos lados.
No contestes aún, porque vamos a seguir la acción en la nueva escena. Cuando la tenga lista, contestas.