Bertrand cayó al suelo aturdido y notó un extraño sabor a hierro en la boca. ¿Podía ser sangre? ¿Se había mordido la lengua al caer la suelo? No... No era ese tipo de sangre. Se trataba de una sangre coagulada, infecta, sucia. La sangre que manaba de la mujer, de toda bruja hedionda como signo de su trato demoníaco con los seres del averno. Sangre del período de la mujer...
- ¿Puede a caso ser bondadoso un ser que pasa una semana cada ciclo lunar sangrando por su entrepierna? - Le preguntó la hermana Calanthe.
Entonces empezó a reír con ganas. Se trataba de una risa estridente que a uno se le clavaba en los tímpanos con dolorosa brutalidad. Una risa que atravesaba el alma de uno y la rompía, la hacía jirones y la destrozaba para siempre.
Bertrand lo vio claro. Lachard, Tyris, Emiliy,la hermana Calanthe, incluso la señorita Loxley... ¡Brujas todas ellas! Seres abisales con voluntad perversa. Seres antropófagos sin pizca de humanidad, cuyo único objetivo era el de atrapar al hombre y robarle su simiente y quedárselo para ellas y de esa manera agotar la virilidad del hombre para dominar al lobo y convertirlo en su perrito fladero, en su perro lamechochos.
- ¡Te van a someter Bertrand! - Apuñaló de nuevo los oídos de Bertrand aquella monja odiosa. - ¿Se lo comerás todo, mi buena abad? ¡Cuando pruebes su sangre menstrual, serás suyo para siempre! ¡Su esclavo, su gohul, su drugo! - Y volvió torturarle con su risa.
Se encontró entonces Bertrand caminando por Puente Gaelon. Todo estaba manchado con aquel plasma carmesí impuro y grumoso. Los retorcidos árboles supuraban sangre de regla y las paredes de los edificios otrora magníficos y ahora ruinosos, rezumaban menstruación. Las únicas personas que se atrevían a transitar las resbaladizas y enrojecidas calles eran mujeres. Mujeres ensangrentadas de arriba abajo cubiertas con aquel nauseabundo líquido rojo y con mirada maligna y dedo señalador. Le señalaba a él, al Buen Abad y se reían de él de forma atroz. Se reían de... ¡Él!
- ¿Has visto Bertrie? - Calanthe volvió a clavar su retorcida risa en su cráneo. - ¡Todas te odian! ¿Es que no lo ves, idiota? ¡Toda tu maldita existencia has estado huyendo de las mujeres, imbécil! ¿No te has dado aún cuenta, maldito pagafantas!
Nora no fue lo suficientemente rápida y la vieja Calanthe atacó a Bert, disparándole en el pecho, haciendo que la joven anticuaria contuviera el aliento, presa del pánico.
- ¡Será zorra! - exclamó, aunque comenzó a sentirse mejor cuando su futuro "Satisfyer" le cortó el brazo a la hermana Mary, esperaba que fuera precisamente el que le puso la droga, así cumpliría la ley del Talión, ojo por ojo y diente por diente.
Lo que no esperaba Loxley era la maldición que la monja iba a lanzarle a Bertrand, palabras que erizaban la piel y que de alguna manera afectó al hombre, el cual caía al suelo y convulsionaba espasmódicamente, haciendo una versión masculina de "la niña del exorcista"
Oh no, no, no Bertrand, ¡tú no!
Nora miró a Calanthe, para ella aquel arma simbolizaba un problema aún más grande que los espasmos que provocaba Mary, así que esperó a que recargarse el arma para usar su poder psíquico, girarla y apretar el gatillo sobre la cara de la anciana mujer, mientras a la par se lanzaba contra Mary con la hoz que tenía en su mano, muy dispuesta a matar a todo ser que se interpusiera entre ellos y la libertad.
Dotter por su parte se reía mientras convulsionaba, parecía estar pasándoselo bien dentro de su mente, ¿o era aquello locura?... Quizás como el tipo que fue a por el cuadro en la puja, o como cualquiera de los perfiles atrapados en Camille. Loxley se sorprendía de no ser la más loca de los presentes, siempre había sido rarita, pero viendo lo visto, era la normalidad consumada.
- Vais a morir todas, os lo juro por vuestra puta Santa... - y era evidente tras escucharla de que la normalidad real, no existía.
Quiero evitar tirar y usar la suerte, mi prioridad es pegarle un tiro a Calanthe con la telequinesis, y si me diera tiempo por acción, reventar a Mary. No sé si puedo las dos cosas o no, lo dejo en tus manos tras la declaración de intenciones ^^
Grande tu rol, Bertrand...^^
En mitad de la refriega, entre el marasmo de gritos y maldiciones, nadie le vio aproximarse en toda su imponente silueta. Nadie, salvo Nora Loxley.
Oculto bajo los harapos, de una altura considerable y una envergadura imposible, el encapuchado acechador de toda Nowhere avanzó sigiloso, inadvertido, por la espalda de nuestros intrépidos héroes psicópatas. Al hombro, un enorme saco lleno de algo, algo que se agitaba, algo que se devanaba por salir. Nadie podía verla, pero en el rostro ceniciento del alargado personaje amanecía una afilada sonrisa, sabedor de que, esta vez, no habría escapatoria posible.
Nora lo supo con toda certeza en cuanto vio su sombra embargar todo el pasillo y sus rápidos pasos, inaudibles, pues caminaba descalzo con unos pies humanoides, pero demasiado grandes para que pudiesen tildarse de humanos. Aquel ser presentaba un halo de amenaza diferente al de otros habitantes de aquella misteriosa tierra, similar al de un perseguidor infatigable de oscuro propósito. Era la segunda vez que se encontraba con él, pero la primera que le veía tan cerca.
Las risas desquiciadas de Bert se desvanecieron como por arte de magia cuando el Hombre Cetrino abrió la boca de su saco y cubrió al abad con una maniobra tan veloz como a buen seguro ensayada. Bertrand había desaparecido en cuestión de un parpadeo. Era probable que ni siquiera se hubiese dado cuenta de lo que había ocurrido tras el shock en el que estaba sumido tras el sortilegio de Mary.
Las dos hermanas de Santa María del Cuchillo no gritaron. Sus rostros se congelaron en sendas muecas de desolación, de resignación. Se rendían. No ante Nora, tampoco ante Bertrand y su temible espadón. Ante él.
-Tu destino está sellado, Nora Loxley...-, musitó una Mary al borde del desvanecimiento por la sangre perdida. Dios sabía bien que la herida que había dejado en su cuerpo el acero de Bert era gravísima. -Tú eres el objeto de su deseo... Tú... Eres...-. Mary no concluyó la frase. O quizás Nora lo pudo escucharla. Si se refería a Bert, pues igual había acertado la astuta Mary. Pero no lo parecía, no...
Nora trató de reaccionar ante la presencia del Hombre Cetrino, pero este no hizo concesiones. La agarró del cuello y la alzó en el aire. Nora podía notar la excepcional fuerza de aquel ser por la presión que sus dedos hacían en su garganta. Con apenas esfuerzo podría partirle el cuello. Notó cómo se asfixiaba por un instante y creyó que iba a morir. De verdad lo creyó antes de que sobre ella se cerniese una completa negrura cuando su captor la introducía en el saco.
Solo que a Nora Loxley le aguardaba un destino peor que la muerte.
Motivo: Bertrand - Escuchar - Muy difícil
Tirada: 1d100
Resultado: 19 [19]
Motivo: Nora - Escuchar - Muy difícil
Tirada: 1d100
Resultado: 6 [6]
Caótica escena, muy divertida y con no pocos interrogantes para vosotros, especialmente para Nora.
Nos vamos a la Escena 04 ^^
No escribáis nada más aquí ;)
Silenciosa y meditabunda, Tyris abandonó la mansión del Conde sin apenas intercambiar palabra con el aristócrata de piel de ébano o su incisivo chambelán. Tampoco con Mallory hasta haber abandonado la propiedad.
-La niebla empieza a rodearnos...-, comentó con suspicacia, sus ojos glaucos bullendo con intensidad. Apretaba con fuerza la empuñadura de su espada larga, quizás buscando algo de tranquilidad en aquel paraje hostil e impredecible.
Sin esperar a Mallory, comenzó a caminar rumbo a la colina en la que se erigía la mansión de la bruja. La clave de aquel extraño misterio que era Nowhere.
Se detuvo un instante y terció una mirada de soslayo hacia la pelirroja.
-Ya sé adónde dirigirá sus pasos Bertrand Dotter. Ya no te necesito, Mallory Grimes-, dijo con la frialdad de su acero, ese cuya punta reservaba para el vientre de Bertrand. -Preferiré que no me sigas. No deseo matar a una mujer inocente-, escupió con un lejano tono que sonó en parte a disculpa, y en otra buena parte a irritación hacia sí misma, como si sintiese profundo pesar por aquello en lo que se había convertido.
-Puedes prevenirle si le ves. No me importará. Eso no cambiará el resultado. Dile que le daré el mismo trato que él me dio a mí-. Su rostro, hermoso y simétrico, parecía esculpido por la sombra de una venganza ancestral, cebada por el paso del tiempo.
Tyris extrajo de su morral los restos de una flor marchita, una rosa, para ser exactos. Por la forma en la que sostuvo los últimos vestigios de aquella flor, el vínculo, el significado que aquella rosa evocaba en la guerrera era muy poderoso.
-La caza tornará pronto a su fin-, siseó sin apartar la vista de la flor.
Antes de marcharse, miró fijamente a los ojos a Mallory mientras el viento agitaba su melena dorada. Una mirada penetrante, cargada de significados posibles.
-Adiós, Mallory Grimes-.
Y según Tyris quedó engullida por la niebla, Mallory se encontró sola en aquella fría noche con el temor de poder encontrarse con alguno de aquellos tambaleantes ahorcados que se habían desprendido del viejo roble al que les condujo Otto al recalar en Nowhere.
¿Cuál debía ser su próximo paso?
No hubo de contestar ese interrogante, pues tan pronto como se giró sobre sus pasos para adentrarse en la villa y buscar a su amiga Nora, una sombra alargada aguardaba su oportunidad para cernir sobre ella la mismísima oscuridad.
Fin de Escena.
Vente conmigo a 04 ;)