Sura se encoge de hombros.
Es que no ha querido decirme su nombre... Dice encogiendose de hombros. A ella tampoco le ponía mucho, pero esperaba que reaccionase con el mote. Aunque no había sido así.
Luego le mira y ve que la está mirando con cierta mirada rara.
No me mires así... podemos pasárnoslo bien, si eres bueno... Dice esto final con una sonrisa, para nada infantil o inocente. Se acerca a él, y se saca una daga de pecho.
Acaricia suavemente el pecho del chico, mirandolo sin parpadear con la mano que no sostenía la daga... Qué tacto... susurra.
Paso la mano por el cuerpo del esclavo con suavidad.- Es cierto, su piel tiene un tacto diferente al nuestro... ¿Alguna vez has montado a uno?.- Le pregunto.- Yo tengo ganas de probarlo pero me dicen que tengo que esperar al adecuado.
Miro al exclavo coqueta.- ¿Porque no me dices a mi como te llamas? No quiero hacerlo por primera vez con un hombre con nombre de perro.
Sura mira con una ceja levantada a Alome.
Esto... Alome, bonita... he dicho que podías mirar... pero este es mi esclavo.. Dice con falsa inocencia y una sonrisa.
Así que.. si no te importa, déjame hacer mi trabajo y cuando termine, si quieres, puedes hacer lo que quieras... pero nuestros métodos de valoración no son compatibles.. Dice sonriendo de esa forma rara de nuevo.
Intentaba controlar lo que sucedia pero era imposible y apesar de la seriedad en mi rostro mi cuerpo reaciono a las caricias de ambas mujeres, pues por mucho que quisiera evitarlo eran muy bellas.
No les costo ver la reaccion que causaron en mi entrepierna apesar de que yo actuara como quitandole importancia - En ningun momento me negue a daros mi nombre, solo os pregunte si no preferias ponerme uno vos - comente mirando a la morena y despues a ambas - Ragor. -conteste sin mas.
Me mordi la punta del dedo mirando la entrepierna del exclavo.- ¡Que curioso, esto crece.!
Miro a mi compañera.- pero es que tu no estas haciendo nada... eres un poco aburrida ¿Sabes?
Sura, al contrario de enfadarse, sonríe.
Y tú un poco fulana ¿no? Dice en el mismo tono. Acabábamos de empezar... no seas impaciente... lo que pasa es que me has interrumpido. Quizá la aburrida eres tú, que has tenido que cambiar de esclavo... Dice y ríe seguidamente.
Sigue con esa sonrisa, que no avecinaba nada nuevo. Luego, ignora totalmente a su compañera y se gira a SU esclavo.
Así que Ragor... también me gusta. Dice sonriendo ahora sí dulcemente. Vaya... al menos compruebo que no tendrás problemas en satisfacernos... Dice mirando también su entrepierna.
¡Yo no tengo la culpa de que al mio le arrancaran su juguetito de un espadazo!.- dijo cabreada y me dirijo a la puerta.-¿Sabes que te digo? Quedate con el exclavo tu sola, yo voy a ir a las termanas a jugar con otras chicas, mientras tu intentas amaestrar un macho para que te monte yo voy a acariciar mi piel con otras suaves y sensuales, a masajearme con aceites de aromas exquisitos mientras tu te revuelcas con este maloliente macho.
Enfadada me voy.
No pude evitar alzar una ceja al ver como discutian como dos niñas por un juguete y una idea cruzo mi mente haciendo me sonreir.
Era rapido, muy rapido, por eso habia sido el mejor guerrero de mi clan, era mi don. En menos de dos segundos cogi a la morena por el trasero y la sente en la cama de piedra colocando me entre sus piernas, dejando mis manos a cada lado de su cuerpo, sin tocarla, solo haciendo la notar el roce de mi cuerpo y susurrando a su oido sin que la pelirroja lo escuchara - Si solo soy TU juguete no querras que otra me toque... hagamos que se vaya... - En ningun momento la desarme ni nada parecido, solo espere.
La morena, lejos de tener miedo, sonrió, aún estando debajo de él.
No hará falta... ya se ha ido... Murmura señalando con el dedo índice la puerta por la que la pelirroja había saldo enfurecida.
Luego, con su puñal de pecho, lo coloca en el cuello del exclavo y lo va haciendo levantar hasta que ella es libre de nuevo.
Que sea la última vez que me pones la mano encima sin que yo te dé permiso... ¿estamos? La que manda aquí soy yo. Dice todo el tiempo, en tono tranquilo, aunque sí es cierto que la punta del puñal había hecho un pequeño agujero en el cuello del hombre.