Entrar en Fallcrest era siempre un trago amargo para cualquiera de los de su pueblo, pero en esta ocasión fue peor. Las gentes nunca habían sido especialmente amables con "los salvajes" salvo contadas excepciones, pero esta vez estaban aún mas suspicaces, mas agrios... y sus miradas parecían acusadoras.
Pronto Wind supo lo que allí ocurría, aunque eso no fue ningún consuelo. Los habitantes de Fallcrest y con ellos todo el valle atravesaban una epoca difícil. Los caminos habían dejado de ser seguros: misteriosos asaltantes tendían emboscadas a viajeros, comerciantes y soldados por igual. Su firma eran los secuestros. mas de una vientena de personas en todo el valle han desaparecido, o al menos de los que se tiene confirmación el Fallcrest. En todo el valle es muy probable que la cifra sea aún mayor. De eso Wind esta segura, su hermana con toda seguridad no haría parte de las cuentas que hacían en Fallcrest.
Pero no todos en Fallcrest tenían a los salvajes en tan mala consideración. Wind acudió al templo Canción de Luna donde sabía que contaría con una mano amiga. Allí no solo le pusieron al corriente de lo que sucedía en Fallcrest, sino que le prestaron cobijo y comida durante su instancia en aquel lugar.
-Me apena tremendamente tu sufrimiento mi pequeña, pero no todo son malos augurios- dijo el Sumo Sacerdote en una entrevista con la shaman. Rassimel era un elfo de gran sabiduría, conducía el templo como ninguna otra figura que ella hubiese conocido. Su calidad, su candor y sus palabras dulces colmaban a cualquiera que buscase de su consejo.
-Las estrellas me dicen que pronto estas tribulaciones conocerán sus verdugos. Algo sucederá en el valle, el final de una larga era de desesperación llegará. Y creeme si te digo que lo que sucede hoy en día, es apenas un gota del gran lago de sufrimiento que el valle a vivido en este periodo de desasosiego.-
Sus pasos le habían llevado hasta Fallcrest, una ciudad que su tribu había pisado en escasas ocasiones, un lugar donde había demasiada hostilidades contra ellos, y una ciudad ya demasiado azotada por los infortunios sucesos que rodeaban todo el valle. A cada paso que daba una mirada acusadora se posaba sobre ella, caminaba quizás con cierta inseguridad, su cuerpo estaba ligeramente en tensión, al igual que sus labios mostraban ligeramente parte de la dentadura derecha en un intento de intimidación, nunca le había gustado aquella forma de juzgar por las apariencias, el verdadero aspecto de una persona estaba en su interior. Cualquiera de aquellas personas podía haberle hecho algo a su hermana, pero sin ninguna pista sólida por dónde empezar todo se quedaba en vagas suposiciones, había piezas que todavía no lograba hacerlas encajar en su mente, había cosas que aún se escapaban de su entendimiento.
Sus ojos divisaron el templo Canción de Luna, había oído algún que otro relato de los suyos de las ayudas que habían recibido en el templo en sus visitas a Fallcrest, y muy posiblemente ella también recibiría la ayuda necesaria. En el interior le contaron todo lo que pasaba en Fallcrest, las desapariciones que sufrían, el bandidaje en los caminos, y un sinfín de problemas que azotaban a la población.
El sumo sacerdote le había ofrecido cobijo y comida durante el tiempo que estuviera allí para poder proseguir con la búsqueda de Terra, su alma gemela. – Espero que así sea, que las nuevas lleguen raudas. – Conversar con Rassimel le despejaba la mente, la calidez con la que hablaba la relajaba, en cierto aspecto era como hablar con Aurora, la chamán anciana que oficializaba las ceremonias, ambos cargados de sabiduría y bondad. Asintió con la cabeza, prestando atención a cada palabra del sacerdote. – Espero que este sufrimiento acabe de una vez por todas con la mayor brevedad posible, he visto demasiado daño reflejado en las caras de los ciudadanos. – Le pena se podía ver reflejada en las facciones de su rostro. – ¿Hay algo que pudiera hacer?
-Es posible joven fiera ¿pero he de ser yo quien os lo diga?- Rasimmel solia emplear ese tono emigmático a menudo cuando hablaba con ella o con sus discipulos, pero nunca lo hacia así con otros que también buscaban su consejo. Eso hacía que la joven salvaje se sientese en cierta forma especial y que su relación con el templo y su sumo sacerdote se estrechase.
-Las corrientes del destino fluyen fuertes en el valle. La gran montaña, thunderspire, es un torbellino que enreda los destinos de aquellos que vivimos a su vera. Lo que será de nuestro futúro es imposible de saberlo, puesto que nos mecemos constantemente alrededor de su espiral.- hizo una larga pausa, de las que solía utilizar mas a menudo de lo que Wind le gustaría. Sabia que le permitía pensar lo que acababa de escuchar, meditarlo bien para seguir su hilo de pensamiento -Es posible que tú también tengas un papel importante que jugar en esto. Es posible que este en nuestras manos intentar avistar lso entresijos del destino... ¿tu estarias preparada para hacerlo?-
La pregunta fue demasiado sorprendete para ella. Tampoco estaba muy segura de lo que Rasimmel le estaba proponiendo. Pero antes incluso de que pudiese contestar el sonrió y la iunterrumpio con una sonrisa como si adivinase su pensamiento.
-Claro que lo estas. Era una pregunta retorica. ven esta noche al pozo de la luna y allí intentaremos escudriñar en tu destino-
Si quieres preguntarle algo mas o hacer otra cosa dilo, sino saltamos directamente a lo del "ritual".
Sabía que todo con el tiempo llegaría, cada una de sus respuestas serían respondidas a lo largo de su recorrido, y su trayectoria por esta vida. Siempre había tenido esa curiosidad por saber todo lo que tenia a su alrededor, la mayoría de las veces aprovechaba su unión con los espíritus para preguntar, otras eran respondidas por la madre chamán de su tribu y el resto siempre quedaban sin responder hasta la próxima vez.
Alzó ligeramente la ceja izquierda al escuchar al sacerdote, su mente ya comenzaba a darle vueltas, quizás mas de las debidas, algo que deseaba saber su curiosidad un tanto juvenil. Lo que vino después le hizo abrir ligeramente la boca por la sorpresa, ¿tener un papel importante en el destino del valle? ¿Del todo el valle? Parpadeó para poder contestarle a su última pregunta, pero se vió interrumpida por su sonrisa y por consiguiente por sus palabras. – Allí estaré Maese Rassimel.
Perdón por la tardanza.
La luna subía por el cielo de Fallcrest casi completa.
Wind esperaba en el patio colaborando con uno de los acolitos del templo, juntos tejían canostos con las hojas de palmeras de los bosques vecinos. El chico era un semi-elfo repudiado por su familia, un desliz en una de las casas nobles del sur que había vagabundeado por el mundo hasta que encontró su vocación al lado de Rasimmel.
A última hora de la tarde habían traido a un herido hasta el templo, por lo visto unos viajeros que venían desde Winterhaven habían sido atacados en el camino por criaturas del bosque. Goblins, Kobolds o algo parecido, los abtidores habían acudido en su ayuda y habían logrado salir airosos del ataque. Solo con un herido de gravedad.
Las noticias del ataque le habían traido de nuevo el recuerdo de su hermana, el solo pensar en ella posaba la melancolía en su corazón.
Los dos trabajaban casi en silencio, aunque de vez en cuando el chico preguntaba a Wind por su vida en el bosque. Le causaba curiosidad la vida en la tribu. Pero había detectado la tristeza en su voz y pronto calló del todo. Unos minutos mas tarde los compañeros del herido salieron del salón principal y pasearon por el patio con Rasimmel. Wind pudo escuchar parte de las conversaciones que mantuvieron hasta que las hojas de palmera se agotaron.
Cuando se dirigieron a los aposentos Wind se quedó rezagada y dando algunas excusas a su compañlero permaneció resguardada en el dintel de una puerta escuchando el final de la conversación de Rasimmel con los forasteros. Esperando por el momento en el que Rasimmel dirigiría el ritual bajo las estrellas.
Ahora podrás leer parte de lo que se dijo en esa escena. No hace falta que lo leas para el ritual, pero si quieres saberlo ahí estará...
Unos minutos después de que los forasteros se marchasen una docena de acolitos se movilizó desde los aposentos hacia el patio. Algunos se quedaron en el salón principal como guardas del templo, otros cerraron las puertas que comunicaban el salón con el patio. Los que se quedaron en el patio empezaron a preparar el lugar. Al rededor del estanque central, cuya agua aparecía completamente oscura a esta hora, depositaron ramas y polvos de diferentes cuencos. Wind pudo reconocer el olor del laurel y el romero por encima de todo lo demás, la fragancia le recordó al bosque.
Rasimmel salió de entre las sombras con una sonrisa en su preciosa rostro.
-Todo esta listo- inquirió a Wind -Ven conmigo-
El sumo sacerdote se acercó al estanque. Había cuatro sitios marcados con un circulos, dibujados en el suelo con las especias y las ramas que rodeaban el estanque. Los cuatro circulos marcaban los cuatro puntos cardinales, Rasimmel se ubicó en el Oeste y dos de sus acolitos se ubicaron en el Norte y el Sur. El elfo levantó una mano invitando a Wind a que ocupase el sitio del este.
Cuando la cambiante ocupó su sitio todos los acolitos entonaron un murmullo que fue tornandose poco a poco en una canción. La luna estaba ya en lo alto del cielo y las nubes desaparecieron para revelarla casi en su plenitud.
-Mañana será luna llena- pensó Wind ¿o había sido Rasimmel quien había pensado aquello?
Como respondiendo al cantico el estanque se lleno completamente de la luz de la luna. Su resplandor de plata casi cegaba a Wind, que apenas si podía distinguir ahora las figuras del sumo sacerdote o sus acolitos. Entonces, una voz se elevó de el estanque. Al pricpio parecía una voz masculina, pero luego resultaba imposible determinarlo. La voz reverberaba agudament, como cuando ella hablaba bajo la cascada del lago Nen.
-¿Quien pregunta al espejo del destino? ¿que pregunta hará?-
La voz de Rasimmel sono clara ahora en la mente de Wind.
-Es tu turno pequeña fiera. Pregunta sin temor, pero con sabiduría. El espejo responderá a su manera, y será tu tarea interpretarlo. Habla ahora...-
Había estado observando en silencio a los forasteros bajo el dintel de la puerta, había estado mirando a cada persona con curiosidad, era la primera vez que había salido de la aldea y todo aquello le parecía fascinante y curioso, pero toda aquella curiosidad se veía mermada en la necesidad de encontrar a su hermana, Terra, un ligero suspiró salió de sus labios cuando aquellas ganas de encontrarla se veían frustradas. Por un momento su mirada se perdió entre el cielo nublado ignorando por completo lo que tenía alrededor, hasta que la voz de Rassimel la sacó de sus pensamientos, había estado recordando momentos con Terra en el bosque a causa del olor.
Asintió con la cabeza. – Os sigo. – Camino tras el sumo sacerdote, acercándose al estanque. El ritual estaba preparado, los símbolos que marcaban los cuatro puntos cardinales, y la señal de Rassimel para que se colocara encima del circulo del Este, sin pensarlo introdujo ambos pies en el circulo quedándose completamente quieta en él mientras su mirada iba saltando entre los que estaba dentro de los círculos.
Las nubes se disiparon para dejar paso al brillo de la luna, el resplandor que emitía el estanque hizo que entre cerrara los ojos, demasiada luz, haciendo que apenas pudiera distinguir a los presentes. Levantó la ceja cuando Rassimel le habló mentalmente, aquél hombre era una caja de sorpresas, agachó la mirada a sus pies y recapacitó en su pregunta, levantó la mirada y asintió. - ¿Dónde podré encontrar a Terra?
El brillo del estanque aumentó hasta cegar completamente a la cambiante. Cuando volvió a abrir los ojos se encontraba en un sueño completamente blanco, vacío. La soledad absoluta se extendía a sus pies y todo a su alrededor. Por un momento el vertigo se apoderó de ella al comprobar que no había suelo bajo sus pies, pero fue pasando poco a poco al comprobar que no se movía en ninguna dirección, simplemente flotaba en aquel vacio intemporal.
Antes de que se hubiese acostumbrado por completo a aquello un zumbido lejano llamó su atención. Justo delante de ella, y luego justo detras, encima y luego debajo. La blancura dio paso lentamente a una visión. Ya había tenido visiones, aveces propias inducidas por su fuerte conexión con los espíritus del bosque, a veces debido a los rezos de la madre chamán de su tribu, pero esta era diferente. Todos los colores eran especialmente vivídos, nítidos, eran tan intensos que casi le hacían llorar. Creía que si se dejaba llevar por aquellos colores su cabeza al final estallaría por la intensidad de todo aquello...
Entonces lo reconoció... era casa, era el hogar. Pero no el campamento que había dejado atrás hace unos cuantos días. Era el lugar donde guradaba sus mejores recuerdos, era el sitio donde había compartido cosas con Tera, con Madre y con Padre. Aquel era el sitio donde había encontrado su espíritu guía y donde se encontraban sus esperanzas. nunca había estado en aquel claro del bosque, aunque todos los rincones le recordaban a un lugar en el que había estado, cada vez a uno diferente.
Entonces un destello de luz le cegó de nuevo y sobrevino la oscuridad absoluta. Intentó encender una luz, pero la oscuridad era demasiado fuerte y solo pudo ver en la penumbra. Distinguió un túnel en roca y piedra, parecía una cavidad natural aunque el suelo parecía loza de piedra... al menos lo que podía distinguir en la penumbra. Y allí estaban sus miedos, una presencia la acechaba desde la oscuridad en algún punto a su alrededor, pero ella no podía distinguir nada. Auque la sentía allí mismo, a su alrededor, observandola con ojos inquisitivos, supurando vapores asquerosos, frotando su fétido cuerpo contra las paredes, arrastrándose...
Y de nuevo un destello. Wind se encontró de nuevo en el vacío intemporal, aunque esta vez con ella tenía un extraño artilugio de cuatro brazos metálicos. Cada brazo apuntaba a una de las posiciones cardinales, como los circulos donde Rasimmel la había invitado a unirse al ritual, aunque en este lugar resultaba imposible saber si apuntaban en la dirección correcta.
Los recipientes empezaron a llenarse de un liquido multicolor hasta formarse una esfera. Las esferas giraban sobre si mismas hasta que cada una adquirió un color definido. Las cuatro esferas se balanceaban con dificultad en el artilugio. La que apuntaba hacia Wind era negra como la noche. El recipiente a su derecha contenía una esfera verde lima y el de su izquierda amarillo limón. Por último la esfera que se oponía a ella era violeta. Peor las esferas siguieron girando y al final se tornaron en un color rojo sangre. En ese momento la luz dejo de cegarla y se encontraba de nuevo en el estanque.
Rasimmel y los demás discipulos se encontraban en el mismo lugar que habían ocupado cuando todo empezó. Lo único que se había movido era la luna y la noche, puesto que ahora mismo la luz tenue del amanecer despuntaba en el borde del patio.
Todos se encontraban realmente agotados después de aquello, pero el sumo sacerdote seguía sin perder su candida mirada y su encantadora sonrisa.
-Dime viento ligero, ¿ha sido lo que esperabas?- dijo mientras la escudriñaba con sus longevos ojos. Cuando la miraba así, Wind sentía que no podía esconderle nada -No pierdas detalle cuentame todo lo que has visto. Ya habrá tiempo para descansar mas tarde.
Los discipulos se movieron diligentemente para recogerlo todo mientras Rasimmel y Wind se adentraban en el salón del templo.
*Si quieres contarle todo lo que has visto al Sacerdote solo tienes que indicarlo, no hace falta que lo repitas. Si quieres contarle una parte y otra o no, o inventarte algo escribelo.
La cegó completamente, todo se había vuelto blanco, estaba vacío, miró a su alrededor girando sobre si misma para buscar algo en aquella blancura, caminó en alguna dirección viendo como flotaba, aquella sensación era extraña.
De nuevo un zumbido llamó su atención, estaba distante, primero fue por delante, luego hacia atrás, haciendo que se girara completamente, arriba y abajo, miró hacia sendos lados girando la cabeza. Poco a poco la visión se formaba, en cierta parte estaba acostumbrada a ellas pero esta estaba siendo especialmente extraña. Los colores empezaron a formarse, todos de un color vivo, era molesto y tuvo que entrecerrar sus ojos. No tardó mucho en reconocer aquel lugar, su casa, su corazón se llenó de recuerdos, de emociones felices vividos con su familia, de añoranza. Sus pies instintivamente comenzaron a caminar hacia la casa pero de nuevo otro destello la cegaba.
Abrió los ojos y la oscuridad había invadido la visión, solo se podía ver en la penumbra, había roca y piedra, una especie de túnel natural, comenzaba a ponerse nerviosa, notaba que algo la acechaba desde la oscuridad, estaba ahí y no podía verla, la escuchaba arrastrarse, comenzando a correr como pudo, parecía que se acercaba a una salida pero de nuevo era otro destello que invadía la zona, otro cambio de lugar, estaba vez a la blancura total, estaba vez había un extraño mecanismo allí que apuntaba hacia las posiciones cardinales, o al menos estaban en noventa grados cada brazo.
Las esferas se llenaron de colores para terminar por adoptar un color especifico, la que le apuntaba a ella era negra, a su lado la verde y la amarilla, y al contrario la violeta. Volvían a girar y a tomar un color rojo sangre, de nuevo el destello pero estaba vez para volver a la realidad.
Su cuerpo se desvaneció para caer de rodillas y respirar airadamente, demasiados sentimientos le habían invadido durante la visión, demasiadas cosas que ahora mismo aun no tenían sentido para ella. Cierro momentáneamente los ojos para suspirar y volver a incorporarse bajo la cálida mirada y palabras de Rassimel. – Apenas he entendido nada. – Dijo abstraída, intentaba dar sentido a todo aquello.
Ambos se adentraban en el salón del templo mientras Wind contaba a Rassimel lo que había experimentado y visto en aquella visión.
-Ese artilugio, creo que puede ser un Augurivojago*. Un antiguo artilugio arcano creado en el apogeo de la vieja raza- Rasimmel parecía entusiasmado, difícilmente se le veía así, aunque siempre se le podría encontrar amable o alegre, era mas del tipo jovial. Pero ahora se le veía realmente entusiasmado. -Vaya, no sabía que se podía sentir nostalgia por un tiempo que no se ha vivído-
Sonrío. Y de nuevo su sonrisa fue un chapuzón de frescura. Wind tuvo que sonreír de vuelta mientras ambos se dirigían a la biblioteca del templo. Allí Rasimmel buscó en tomos de historia hasta que encontró un esbozo del artilugio que ella había visto en la visión. Era sin duda un Augurivojago.
-Los Augurivojago eran artilugios arcanos. Los miembros de la antigua raza los utilizaban para predecir lo que les depararía un viaje. Se dice que el artilugio les mostraba los sentimientos que experimentarían en dicho viaje. La antigua raza solo viajaba si les predecía probelmas o situaciones tensas, puesto que una vida apasible era lo que ya tenían en casa.- Ambos rieron ante aquel comentario -Pero me temo pequeña que eso es todo lo que puedo ayudarte al respecto. No se conserva ninguna memoria de como se utilizaban realmente estos artilugios. Así que no sabría interpretarlo.-
Siguieron hablando sobre la visión, repasando las tres etapas que Wind había vivido.
-La segunda visión es para mí muy clara Wind. No estoy seguro de si lo que has vivido es una experiencia de Terra, o una experiencia con ella, o una tuya mientras la buscas... pero aquello no podría ser otra cosa que Thunderspire.-
Rasimmel dejo un momento para que Wind sopesara lo que aquello significaba y continuó.
-Si unimos las dos ultimas visiones, el mensaje parece dirigido a mí. Es el tipo de señal que estaba esperando. Hay un grupo de mercenarios que se esta preparando para hacer una incursión a la Montaña. Estarán a las ordenes de Faren Markelhay y su misión es poner fin a los secuestros. Faren y sus consejeros creen que allí se encuentra la guarida de los causantes de todo esto.
-Si así lo deseas pequeña, yo podría conseguir que te aceptáran en aquella empresa. Tú podrías ser mis ojos y la perfecta representación de este templo y lo que ello significa para la gente de Fallcrest en un acontecimiento de gran importancia. Probablemente el de mas importante de los últimos años.
-¿Que piensas?-
* Augurivojago: au-gu-ri-bo-YA-go
Enarcó la ceja cuando escuchó sobre el Augurivojago, jamás lo había visto hasta el día de hoy y muchos menos escucharlo. Su cara de desconocimiento e incertidumbre contrastaba con el entusiasmo de Rassimel el cual parecía que le gustaba aquél “descubrimiento”. Aquél hombre conseguía sacarle sonrisas sinceras aun cuando estaba perdida en lo que se le echaba encima. Continuaron caminando por el pasillo hasta llegar a la biblioteca. – Si, ese es el artilugio, maese. – Confirmó lo que Rassimel había encontrado en aquél lbro.
Ver a Rassimel así era como cuando ella veía un espíritu con el que hablar, sonrió de manera inconsciente al recordar aquellos hechos, mientras prestaba atención las palabras del sumo sacerdote. – Vaya eso si que era una vida en busca de aventuras. – Comentó por el hecho de que solo salían si el peligro les acechaba. – No importa maese, a veces debemos desconocer los que no separa para conocernos realmente.
Sopesó lo que Rassimel le había dicho, si era una experiencia con Terra, era una experiencia que aún no había vivido, por lo cual han seguiría con vida, por el contrario si fuera únicamente de las dos, la posibilidad de encontrarla con vida disminuía.
Asintió de nuevo. – He de encontrar a Terra, si Faren Markelhay puede llevarme hasta ella y hasta los causantes de los desastre de Fallcrest, iré encantada, aunque he de decir que a primera vista nunca me han gustado los mercenarios, hemos tenido malas experiencias con ellos. – Bajó la mirada por un momento hacia el suelo. – Demasiados ataques… - Suspiró, volviendo a levantar la mirada. – Sería un honor representar a templo por todas aquellas ayudas que le habéis dado a mi pueblo, maese.
-Y nosotros estamos encantandos con que nos concedaís el honor de contar con vos como en una hermana- dijo Rasimel con suma cortesía -Ahora pequeña acompañame, iremos a ver a Faren-
Salieron del templo y caminaron por la ciudad que aún estaba despertándose a un nuevo día. Caminar por aquellas calles a una hora tan temprana era una nueva experiencia para Wind. Las calles no estaban abarrotadas y no solo por ello era menos agobiante, también estaba la sensación de que en aquel momento no había nadie juzgandola con la mirada.
Claro que probablemente la prescencia del Sumo Sacerdote del templo Piedra de luna a su lado también contribuyese a eso.
La Fortaleza Piedra de Luna estaba ubicada en lo alto del monte que dominaba toda la ciudad y parte del valle en los alrededores. La construcción había aprovechado las ruinas de la fortaleza antigua. Los nuevos ocupantes se habían encargado de reconstruir los tramos mas débiles y el edificio parecía vivir un nuevo apogeo.
Las puertas se encontraban abiertas y había bastante movimiento a pesar de la hora. Gentes de diferentes razas entraban y salían atareados del recinto. Algunos probablemente venían a ocuparse de los quehaceres diarios trayendo y llevando provisiones de la fortaleza. Al cruzar las puertas observaron como un pequeño grupo esperaba delante de uno de los edificios de madera. Los guardias de la puerta les indicaron que aquella era la fila de audiencias con el regente de la ciudad.
Cuando llegaron a aquel sitio notaron que los animos estaban un poco caldeados, algunos de los parroquianos y comerciantes que espraban aún se quejaban por que según ellos, habían llegado antes que aquellos dos sinverguenzas de Hamerfast. Rasimmel indico a Wind que le siguiera y con discreción caminó dando la vuelta a la casona de madera hacia la parte de detras. Allí unos guardias les dieron el alto pero se relajaron al reconocer a Rasimmel. Este les pidio que anunciaran a Faren de su prescencia... los guardias le advirtieron que estaba reunido, y Rasimmel asintio.
-Lo se, estoy aquí por que tengo interés en dicha reunión. Y creo que Faren encontrará mi interes a su vez interesante. Decidselo buenos muchachos, que el decida si debo pasar o esperar-
Unos minutos mas tarde les conducían por una de las puertas laterales hacia adentro de la casa. La habitación por la que entraron a la gran casona de madera era un pequeño acuartelamiento. Había cerca de una docena de lechos, dos mesas y ocho sillas de madera. Además de arcones y armarios que parecían contener armas y armaduras. Pero lo que revelaba por completo su naturaleza era el tufillo y el desorden que solo un grupo de hombres de armas pueden generar.
El guardia que les acompañaba atravesó una puerta y les guió a través de dos pasillos. La casa lucía cierto lujo, pero no podía llegar a compararse con otras casas de la ciudad. No obstante el Valle de Nentyr no es precisamente reconocido como una tierra de opulencia.
Al final del segundo pasillo se abría una sala recibidor. El guardia se detuvo delante de dos puertas de madera y dio tres golpes suaves. Del otro lado un sirviente abrió la puerta y les dio paso al salón de audiencias. Era una habitación sencilla, con algunas decoraciones heraldicas de la familia Markelhay y el Valle. En el centro dominaba un pedestal de dos losas ovaladas de piedra con tres sillones de madera en su centro. En el lateral opuesto al pedestal había puertas dobles, idénticas a aquella por la que habían entrado. Las puertas estaban guardadas por dos guardias cada una, enfundados en armadura de metal, portaban un escudo con el estandarte de los Malkerhay y una lanza que casi doblaba su tamaño. A los costados del pedestal también se encontraban dos guardias.
Al fondo del salón había unas cuantas mesas en una disposición mas diafana con algunos muebles alrededor. En las mesas con papeles desperdigados se encontraban cuatro figuras. Una de ellas parecía un sirviente. Los otros tres vestían mejores ropas que les identificabana como nobles de la zona. Delante de ellos tenían a toda una comitiva en conciabulo.
Dos de ellos eran sin duda enanos, de largas cabelleras y largas barbas. Uno era moreno y el otro rubio o pelirojo. Otros tres estaban sentados juntos, a almenos uno Wind lo podía reconocer como uno batidor, aquél que llevo a los forasteros la noche anterior al templo, los otros dos probablemente fuesen también batidores, por lo que se podía deducir de sus pintas. Por ultimo estaba aquel grupo de tres forasteros tan variopintos... un norteño, un eladrin y un goblin. Sin duda alguna aquellos eran los forasteros de la noche anterior, aunque como era normal el herido no se encontraba entre ellos.
Pasamos a la escena Fallcrest.