Partida Rol por web

El ascenso se fue volviendo cada vez más complicado y sólo el calor de su cuerpo en constante movimiento parecía impedir que el frío llegara a sus huesos. Róta avanzaba con rostro casi inexpresivo excepto cuando debía salvar un obstáculo mayor o sus piernas empezaban a dolerle, pero nada parecía apartar a la völva de su camino.

A pesar del cansancio, escuchar más claro el canto renovó sus fuerzas al saber que faltaba poco, que cada paso que diera la acercaba más al origen de aquel lamento... pero entonces, de pronto, silencio. 

Róta se detuvo mirando alrededor mientras una nube de vaho se escapaba entre sus labios, hasta que la voz erizó la piel de su nuca y se giró para encontrarse nada más y nada menos que a una de las Disir, pero no una cualquiera, sino una Valkyria. 

Al ver que Siggy se adelantaba, quiso detenerla, pero la hija del Jarl al parecer necesitaba algo que demostrarse a sí misma. Róta apretó los labios, escuchando a su prima, mientras observaba el cuerpo a los pies de la Valkyria y arrugaba el ceño ante lo que había dicho. Luego dio un paso hasta situarse a su vera, apoyando una mano en el hombro de la joven guerrera.

—"Condenada a dormir en la montaña, por desoír las comandas del As, una Valkyria aguarda, rodeada de escudos y lanzas, al guerrero que ha de desposarla y de su lamento al fin liberarla"— citó con respeto y suave tono de voz la völva, un viejo poema que su padre le cantó de niña. No se atrevió a revelar el nombre que creía pudiera ser el de la valkyria, pues quien conocía el nombre de alguien podía tener poder sobre él y hacer que la Dis se ofendiera —. Un cuervo con un ojo nublado, un aullido y un canto aquí nos han traído, Guerrera de las Disir— comenzó a decir —. Soy Róta Njalldóttir, futura seiðkona de mi Clan. He oído tu lamento y aquí me hallo, con mis hermanos y hermanas, siguiendo los presagios que nos han llevado hasta ti.

No se aventuró a osar interpretar las intenciones de Odhinn, prefiriendo que fuera la Valkyria la que hablara por si estaba errada en sus sospechas. Sobre todo al mirar el cuerpo del Vanir bajo sus pies.

—Como ha dicho ella— señaló a Siggy —, cruel precio hemos pagado, pues nuestro Jarl y los hombres y mujeres que lo acompañaban, nuestras familias, hermanos y amigos, no han regresado... ni lo harán, así lo he visto en las llamas— apoyó ambas manos en su bajo vientre —. Sea como sea, nuestros caminos se han cruzado por una razón. Hemos escuchado tu canto y, si nos lo permites, nos honraría ahora escuchar tu historia, quizá para alumbrar las tinieblas de las dudas, quizá para ayudarte a hallar la paz que pareces anhelar.

          - Como antes han dicho nuestras próxima líder y volva-    ¿Por favor gran Valkiria indíquenos si usted quiere que acabemos con su dolor o le ayudemos de otra manera? -      Susurra Brunhilda antes de hincarse en el suelo respetuosa, sin atreverse a levantar la cabeza hasta que alguien se lo indique, tras haber seguido al grupo insegura por el lamento de la Valkiria que pudieron reconocer al subir por minutos de incertidumbre hacia lo desconocido 

La subida se le hizo especialmente dura, en los tramos mas empinados y rocosos se retrasaba con respecto al resto ya que por culpa de su mano impedida le costaba salvar alturas, pero no quería retrasarlos ni que estuvieran prestándole ayuda constantemente, por lo que en los tramos más llanos tenía que aligerar el paso para alcanzarlos.

Dejó que fueran otros los que guiaran y él se limitó a seguirles, atento a no tropezar y a tratar de reconocer los matices de la canción cada vez que la escuchaba. Cuanto más cerca estaban más seguro estaba de que no podía ser una ninfa pues ya habrían caído en su embrujo y él no se sentía diferente ni tampoco veía nada extraño en el resto.

Ya agotado miró con cierta exasperación la ultima roca, otra nueva subida y como en todas las anteriores fue el ultimo en lograr subir, no llegó ni a fijarse en el horizonte cuando escuchó la voz de aquella mujer, quedando completamente maravillado con la manera que apareció ante sus ojos. Había cantado infinidad de canciones sobre la belleza de las valkirias y de su noble deber, pero nunca se hubiera podido imaginar que llegaría a tener una frente a él. Ni la ráfaga más helada pudo sacarlo de su ensimismamiento, ahora entendía por qué su canto lo acercó tanto a su madre.

Por fortuna fueron las chicas las que se animaron a hablar con ella y  se dirigieron a ella con suficiente cortesía. Especialmente le sorprendió Róta, siempre de pocas palabras pero precisamente frente a una Valkyria hablaba con soltura y respeto. Él no dijo nada, poco más podía añadir y aún continuaba recuperando el aliento de la subida.

La valkiria siguió inmóvil como un dolmen de piedra.

-El poema de tu padre,- contestó la disir, -es inexacto-. Y por un momento pensasteis que iba a lanzarse contra vosotros en una carga angelical y devastadora. Pero continuó hablando. -Se quién eres Róta, hija de Njall y Urd. Las nornas susurran tu nombre, hija del Hafrn*.- La valkiria desvió la vista hacia el guerrero que yacía tendido a sus pies, después de unos segundos volvió la vista hacia vosotros.

-Es mi hermano. Hace muchas estaciones, cuando no existía nadie en esta tierra a la que llamáis Noregi*,  mi hermano era un héroe. Su familia, clan y pueblo le adoraban y los skalds cantaban sus sagas. Decidió viajar hasta el norte, liberar esta tierra de la tiranía de los Jotün* y que el pueblo de los vanir pudiéramos volver a sentarnos en la tierra de nuestros ancestros-. La valkiria volvió a mirar a su hermano caído, se arrodilló junto a él y posó su mano blanca en la frente del caído. 

-Mató a todos los semi-hombres y gigantes que se encontraba, uno tras otro demostró su valía, su coraje y tenacidad. Su hacha cortaba, sesgaba y aplastaba en nombre de Odín hasta que encontró a uno que era tan diestro como él. El combate duró dos días con sus lunas. La sangre demarrada bañó los árboles que veis y endureció la piedra que pisáis. Al final se hirieron ambos de tal gravedad que el Jotün, temiendo por su vida, se arrastró al interior de la cueva. Mi hermano intentó seguirlo, pero la sangre de la vida se le escapaba y cayó aquí-. La valkiria volvió a ponerse de pie, continuando con su relato.

-Durante mi vida mortal recé al grande para que mi hermano volviera a casa. Al cabo de unos años supe que había muerto. Nadie cantaba ya sus hazañas ni volvía con relatos de como había derrotado a los gigantes. Me convertí en guerrera, buscando caer en combate y que se reconociera mi valor. Al final me eligió y me convertí en valkiria para recorrer los campos de batalla en busca de mi hermano, pues sabía que había caído en combate. Cuando por fin lo encontré, Odín le negó el Valhalla porque no murió en combate, sino persiguiendo a su presa, que consiguió escapar. No había sitio para él en el salón de los héroes. Intenté durante generaciones llevármelo, pero Odhínn* siempre vigila-. La valkiria levantó la vista hacia uno de los árboles, donde, cerca de vosotros, había posado un cuervo que poseía un ojo lechoso. El mismo cuervo que visteis donde la cierva muerta descansa. La disir volvió a miraros y su rojo pelo ardíó como el fuego. Su ira era patente y aumentaba en intensidad. 

-¡Sus hazañas ya no son cantadas por nadie y su nombre ha sido olvidado!. ¡HACED QUE VUELVA SU GLORIA!. Cantad sus sagas y sus gestas. Que todos los Aesir y los Vanir oigan su nombre de nuevo y le permitan entrar a donde merece!-. Con voz cargada de odio, un odio antiguo y visceral, con esa inquina que hace descender el tono hasta casi un susurro... -Matad al rey y arrancadle su secreto. El secreto del nombre-.

La valkiria se hizo a un lado y, extendiendo su brazo, os indicó la cueva. Aquella cueva en la que sin duda moraba la propia Hel*, pues ni la luz de una valkiria lograba penetrar en ella.

Siggy sintió sobre su hombro la mano de su prima. Desde pequeña la había considerado una rarita, una niña que prefería permanecer colgada de las faldas de su madre que participar de las carreras y juegos del resto de niños de la aldea, pero ahora se sintió aliviada de escucharla hablar con aplomo y agradecida de tenerla a su lado en esta hora. El día que Urd faltase sería una gran völva.

Brunhilda, la joven herrera, también pronunció unas palabras respetuosas, mientras los chicos permanecían callados, tal vez intimidados por la poderosa presencia femenina. Escuchó absorta el relato de la Valkyria, atenta a cada palabra, como lo hacía cuando los ancianos o algún skald de paso contaban junto al fuego las historias de las sagas. Era una historia triste, que de alguna forma la tocaba de cerca, ella había perdido a su padre y hermanos y no podía saber si el Padre de Todos los había llamado a su mesa.

Su corazón se aceleró de emoción con el valor del guerrero en su lucha contra los Jotün y se enfureció con la vileza de la criatura que había huido a su escondite negándole la gloria de caer en combate y los honores del Valhalla, para finalmente entristecerse hasta el punto de sentir aflorar las lágrimas a sus ojos ante el drama de la valkyria. El llamado final de la Doncella la enardeció al punto de sentirse ella misma como parte de las sagas, como el propio Beowulf a punto de descender tras el herido Grendel a su guarida en el fondo de una ponzoñosa laguna.

-Oh noble guerrera, mi nombre es Siggy, hija del Jarl Olaf y Gunnhild, y no dejaré tu pedido de ayuda sin atender-, dijo tomando el escudo de su espalda para colocárselo en el brazo, mientras se volvía para dirigirse a sus compañeros, -Esta es una decisión que cada uno de vosotros debe tomar por sí mismo, no puedo arrastraros a enfrentar un peligro que desconozco…

        - Aunque hace apenas unos minutos contradice la idea de seguir el misterioso lamento que nos trajo aquí porque tenemos la responsabilidad de regresar con la comida tras la caza y porque ya somos menos en el pueblo. -        La peliroja Herrera de baja estatura tras responder con qqq

        - !No creo que haya argumento que impida que te acompañe Siggy!   Pero antes de descender al abismo sería bueno saber a qué rey nos pide matar la vehemente Valkiria y el por qué nos lo pide a nosotros si están de acuerdo los demás camaradas?

-Aquel rey por el que preguntas es el rey jotün, que habitaba esta tierra mucho tiempo antes de que vuestros padres llegaran a ella-. Contestó la valkiria imperturbable, aunque la arenga de devolver el honor a un héroe caído todavía recorría vuestras venas. -Y os lo pido porque llevo esperando mucho tiempo a que alguien acuda a mi llamada-.

Aslak escuchó el relato de la Valkiria henchido de emoción, seguía haciéndose a la idea de que tenía una disir frente a él, ya construyendo mentalmente la canción que narrara su encuentro y su historia. Al verla desviar la mirada hacia el cuervo también levantó la mirada hacia él, notando su presencia grave y lanzando una mirada de reojo a Ròta, dudando si era el único con la extraña sensación de ser presa de una extraña ilusión, incapaz de creer que podía estar rodeado de las deidades de sus canciones e historias.

Al escuchar su petición final cargada de odio y desesperación, el muchacho contuvo el aliento, parpadeando incrédulo, una entidad divina les estaba encomendando una misión, a él entre ellos, que apenas había logrado subir hasta aquel lugar.

Tras las palabras de Siggy, el Skald logró reaccionar enaltecido tanto por la petición de la Valkiria como por las palabras de su compañera, dando un paso al frente con cierto temor de que las piernas le fallaran en algo tan sencillo,  se llevó la mano sana al pecho con una leve reverencia. - Mi nombre es Aslak, aunque me conocen por el Mirlo, yo contaré la historia de tu hermano tanto en estas tierras como a todas aquellas donde me lleven los caminos, ese será mi cometido en adelante, y si para ello debo arrebatarle su nombre a un gigante, que así sea.

Se situó junto a Siggy, dispuesto a enfrentarse al Jotun con sus mejores trucos. - Lograremos que alcance el puesto que merece en el Valhalla y se pueda sentar en la gran banquete a tu lado y junto al resto de dioses. - Dijo en respuesta tanto a la valkiria como con intención de animal al resto para que les acompañaran.

La joven völva asintió con la cabeza aceptando su error y, aunque por un momento temió consecuencias por ello, parecía dispuesta a asumirlas. Para lo que no estaba preparada era para que la valkyria la llamara "hija de Hafrn", y su rostro no pudo ocultar su desconcierto. Sintió la necesidad de preguntar pero aguardó a que ella contara su historia primero.

Escuchó en silencio y observó las reacciones de la valkyria, comprendiendo su ira y su dolor, sobre todo si tanto tiempo había velado el cadáver de su hermano. Róta giró el rostro al oír el aleteo del cuervo al posarse en la rama, el mismo que la había apuñalado con una mirada de su lechoso ojo. Y es que Odhínn a veces podía ser muy cruel y más traicionero que el propio Loki.

Róta suspiró, comprendiendo ahora lo que susurraron los huesos. Bajó la mirada brevemente antes de posar sus ojos casi amarillos en Siggy, ya decidida a entrar en la cueva, y luego mirar al resto de sus compañeros, aunque el Mirlo ya había manifestado su deseo de aceptar la petición de la Valkyria —Tal y como dijeron los huesos: "una montaña y el destino de un guerrero"— dijo la völva, alzando la barbilla —. Debemos ir— añadió sin atisbo de duda —. Arrebatarle el nombre del vanir al rey jötun y cantar sus gestas para que toda Noregi sea testigo de su gloria y ya no pueda ser negada su entrada en el Salón de los Caídos— ahí miró a Aslak, pues él sin duda tendría el honor de ser el primero en entonar tales canciones, y asintió al skald regalándole una sutil sonrisa, pero esta desapareció cuando volvió a mirar a la valkyria —. Mas hay algo que me preocupa. Si vuestro hermano, versado en la batalla, no pudo darle muerte al jotün, ¿cómo vamos a hacerlo nosotros, Guerrera Disir, que apenas hemos empezado a andar?

-Mi hermano le arrebató el brazo hábil al gigante antes de morir. Además, no poseía algo que vosotros teneis, el Sejdr. Pues esta cueva antes de que el rey Jotün se la apropiara, era la morada de un dvergur*, tan codicioso y egoísta que no merece el nombrarle. Sin embargo, todos sabemos lo mucho que les gusta deleitarse con sus tesoros a estas mezquinas criaturas. Busca Dagaz, Róta hija de Urd, y la victoria será vuestra-.

Con un lento ademán de la cabeza, la disir miró en dirección a la entrada y luego a vosotros.

-Entrad, buscad la gloria y el destino os será revelado-. 

Con un resplandor brillante las alas de la valkiria se desplegaron y desapareció en el cielo. Poco a poco vueatras pupilas se dilataron y pudisteis comprobar que el lugar, ahora, parecía mas oscuro, malvado y frío que antes. Apenas podiais ver el rostro congelado del guerrero que buscaba la gloria, el hermano de la valkiria. Y la entrada a la cueva se os asemejaba como la garganta de una gran serpiente que quisiera engulliros. 

Las palabras de la Valkyria la tranquilizaron un poco, sobre todo cuando mencionó el Sejdr. Además contaban con el firme brazo de Siggy, el Galdr de Aslak, las certeras flechas de Jakob y el ímpetu de Brunhilda. Y ahora la völva sabía lo que debía buscar "Dagaz", la runa de la luz. Otra cosa habían predicho los huesos, pues Róta había visto cómo la formaban.

—Así se hará— dijo realizando una genuflexión respetuosa a la valkyria. Cuando la vio extender sus alas y ascender a los cielos, sintió una presión en el pecho ante la emoción del momento, aunque no tardó en arrugar la frente al darse cuenta de que no llegó a hacerle la pregunta que llevaba un rato guardándose.

Suspiró resignada y miró a los demás antes de posar sus ojos en la herrera —Antes de entrar nos vendrían bien prepararnos. Brunhilda, ¿tienes pigmentos para pintar runas? Entre las dos podríamos dotar a nuestros compañeros y a nosotras mismas de sus dones— comentó la völva. 

Pero antes de preparar las runas de protección y entrar en la cueva, Róta se acercó a Aslak y apoyó una mano en su brazo, invitándolo a apartarse con ella del resto un momento para comentarle algo en confidencia. Quizá no era nada, quizá el Mirlo no podía darle una respuesta, pero necesitaba quitarse esa espina.

Los ojos de Róta buscaron los del skald. Esa curiosidad que con la que "Reith" marcó su destino se reflejaba en sus iris casi amarillos.

—¿Puedo preguntarte algo?— comentó la völva, recuperando su habitual timidez —Tú... ¿sabes por qué podría llamarme la valkyria "hija de Hafrn"?— desvió la mirada, pues no le resultaba tan fácil como pensaba mirarlo fijamente a los ojos mucho tiempo —¿Alguna leyenda... mención...?

No podía dejar de darle vueltas, pues fue la única a la que la Valkyria se refirió de esa forma concreta, no usando otros epítetos con ningún otro, e insinuando que las nornas susurraban su nombre. Esto al margen de decir saber quién era ella y ser la única a la que se refirió por su nombre, pues supuso que la Disir también sabía quiénes eran el resto de sus compañeros.

El skald observó cada detalle en la manera de desaparecer de la Valkiria, no podía permitirse olvidar aquel momento, mientras analizaba mentalmente sus palabras. Tras la pregunta de Róta les había revelado bastantes detalles y estaba seguro que no de manera fortuita.

- El gigante esa debilitado y nos ha nombrado el tesoro de un enano, tal vez tengamos que buscar algo en el mismo tesoro... - Dijo cruzándose de brazos y desviando la mirada al suelo, pensativo. - ¿Tiene sentido? - Se interrumpió por un fuerte escalofrío que le hizo soltar un suspiro que salió como un vaho denso. Trató de combatirlo frotándose ambos brazos con las manos, sin la presencia de la Valkiria volvió a ser consciente de las bajas temperaturas.

Cuando Róta le pidió hablar en privado un momento, Aslak la miró sorprendido por un instante hasta que dócilmente asintió sin añadir nada más para seguirla, como si temiera que al abrir la boca la fuera a espantar. La völva siempre fue distante con ellos y que simplemente le tocara del brazo ya le resultaba extraño, aunque ya no sabía que esperar de ella después de escucharla hablar con tanta elocuencia con la Valkiria cuando ni a él le salían las palabras.

Al ver la renovada timidez de Róta, la manera en cómo le preguntó y desvió su mirada felina al suelo, no pudo evitar que se le dibujara una media sonrisa, le hacía cierta gracia sentir que él la intimidaba más que una disir.

- Es... difícil de decir, solo puedo especular. - Respondió pensativo mientras se rascaba la nariz, desviando la mirada para un lado con la esperanza de intimidarla menos. - Como yo lo entiendo te reconoce como hija del mismo Odín, puede que simplemente por tu poder o puede porque te tenga vigilada, de lo cual diría que ahora mismo no tenemos dudas, o ambas cosas.

- Las valkirias son elegidas por él y en algunos relatos se les reconoce como sus hijas, puede que ese sea el destino que te depara... - Negó con la cabeza ligeramente, no muy convencido de sus palabras. - También dijo que las nornas susurran tu nombre... - Arrugó la nariz y chasqueó la lengua. - No sabría decir algo en claro, con la ninfa ya fallé, pensaré en ello.

Sin embargo, tras volver a negar con la cabeza, se le dibujó una amplia sonrisa - ¡Lo que sí tengo claro es que te espera algo grande! - Dijo buscando la mirada de Róta olvidando por un momento que la intimidaba dejándose llevar por el entusiasmo. - ¡Los dioses tienen sus ojos puestos en ti, te reconocen y te guían, estas marcada para realizar grandes hazañas, estoy seguro! - Continuó animado, alzando los brazos.

-Tal vez...- piensas mientras te estrujas el cerebro buscando algún sentido. -Tal vez porque su clan y los de los alrededores deben obediencia al Rigjarl del clan del cuervo. Pero no tiene sentido, ya que todos seríamos hijos del cuervo-.

Te paraste a pensar durante un segundo, mientras la Völva y la herrera comenzaban a marcar con runas a los demás. Recuerdas tu paso por la ciudad de Høllsrik en primavera, y como en las vigas de las casas había muchas tallas representando al cuervo. Eso fue antes de llegar a la aldea de Verst, la cual visitaste porque el nombre te hacía gracia. Aunque ahora no estás tan seguro de que fuera tu voluntad la que te llevó a visitar esta aldea.

La joven agradeció que él no la mirase fijamente. Era curioso ver cómo parecían dos personas en una: firme y decidida en cuestiones de espíritus y dioses, tímida e insegura en el trato con personas y asuntos terrenales.

Arrugó el ceño mirando de soslayo hacia el cuervo —Vigilada... sí. Sentí algo cuando se posó cerca del venado— murmuró, aunque Róta no terminaba de creer ni que pudiera ser hija de Odhínn ni que pensara en ella como una valkyria, pues las disir eran guerreras y ella una seidkona.

Aslak también mencionó lo de las nornas, algo que le parecía estimulante y la vez le causaba temor, pero al oírlo chasquear la lengua y reconocer su equivocación con la ninfa, Róta volvió a mirarlo y sonrió con dulzura —Y yo al pensar que era la valkyria Brynhildr... todos podemos errar, Aslak— y de pronto él exclamó casi eufórico y la völva abrió mucho los ojos como un animalillo asustado, casi como si fuera a salir huyendo hacia la cueva, prefiriendo enfrentarse al jötun que al entusiasmo del Mirlo diciéndole que los dioses tenían planes para ella —. Yo...— sus mejillas se tornaron rojas como grosellas y volvió a bajar la mirada mientras frotaba nerviosa uno de sus pies en la nieve —Gracias...

       - Honorable y orgullosa guerrera Disir por supuesto que enfrentaremos con valor, instinto, inteligencia y colaboración al rey y sus gigantes para conseguir el nombre de su  amado! .  Responde con renovada pasión, fé y valentía Brunhilda, tal vez por la mera presencia de la Valkiria o por el efecto inicial de la exaltación del grupo que ahora con una motivación y un enemigo ahora imaginario para ellos , en común les invita a colaborar juntos, tal vez con suerte y hasta podría sacar provecho a sus limitados conocimientos de su herencia paterna mientras buscan las armas  para poder enfrentar  a los gigantes juntos 

Las palabras de la valkyria habían conseguido inflamar un fuego en el pecho de Siggy, no sólo era la oportunidad de redimir al hermano de Disir, sino que era también su oportunidad de hacerse ellos mismos un nombre y un lugar en las sagas derrotando a un rey Jotün, la propia valkyria lo había afirmado: "Entrad, buscad la gloria y el destino os será revelado." 

Conteniendo su impaciencia escuchó las palabras de sus compañeros.

- Así es Aslak, yo he tenido el mismo entendimiento, debemos buscar antes el tesoro del dvergur, tal vez contenga algún arma o artefacto que nos pueda ayudar a vencer al gigante, asíntió a las palabras del Skald.

- Preparemos entonces esas runas de protección, pero no demoremos mucho, pues ya el reinado de Dagr toca a su fin y Nott se asoma en el horizonte, y en esta roca no tendremos dónde protegernos del mordisco del frío y de los vientos, indicó la hija del jarl metiendo prisa a sus compañeras, mientras colocaba su escudo sobre la roca.

Erik se habia mantenido en silencio por horas, desde que escucharan aquella cancion que le recordo a su madre y le quebro un poco el espiritu no habia dicho nada, siguio a la aprendiz de Volva no por seguirla obediente sino porque sus caminos coincidian, subio aquella montaña en silencio y su cuerpo se apago ante la presecia de aquella entidad divina, quizo peguntarse si sabia si la gente de su pueblo estaban en los salones de Odín, quizo preguntar por su padre y su destino, pero la historia que contó la dama de luz opacaron su curiosidad, tenia la mirada fija en el cuerpo sin vida del guerrero.

Levanto la mirada y observo la cueva tratando de observar lo mas profundo que fuera posible, las palabras de sus compañeros llegaba como murmullos a su mente, como si estuviera en alguna especie de trace, pero realmente solo estaba en un estado de fuga.

Finalmente callo de rodillas, al partir la valkiria, lamentando haberla dejado ir sin poder preguntar por los suyos. Cumplire vuestro pedido, derrotaremos al malvado rey y devolveremos la gloria a vuestra sagre, susurro casi inaudible para los demas, de inediato se puse en pie y se activo con mucha energia.

Rota, si de runas hablamos, puedo ayudaros no pretendo ser tan experto como tu, pero son parte de mi oficio, aunque solo sea pintarlas y que alguien mas las haga magicas