Partida Rol por web

Finalmente, el tabernero nos atiende y no tarda en dejar sobre la mesa, el pedido de bebida.
Extiendo la mano derecha y agarro una de las jarras.
Y mientras el tabernero explica la situación, miro a mis compañeros y alzo la jarra en un silencioso brindis para, a continuación, meterle un buen trago.
Cuando deposito de nuevo la jarra, ya medio vacía, sobre la mesa, el posadero, termina su explicacion.
Suspiro levemente con satisfacción y digo.
Buena cerveza y bien escanciada.
Ahora, alzo la mirada y mirando al tabernero, le contesto.
Si. Se acerca la temporada mas dura del año. Mas aun estando tan cerca el bosque de los Trolls. Es indudable que la actividad de una ciudad como esta, acabara atrayendo a alguno. Bueno sera no bajar la guardia para evitar sorpresas desagradables.
Dicho esto, he aquí que uno de los parroquianos de la taberna, nos dirige la palabra.
Alzo casi imperceptiblemente las cejas en un gesto de sorpresa a causa de su ofrecimiento. Pues es indudable, que esa manera de presentarse indica que algo busca.
Y una vez que Harandir le ha contestado, yo añado mirando a sus alegres ojos.
Los motivos que me han traído hasta esta ciudad, son el deber y la obligacion. Pues yo, soy uno de los Rastreadores de Cardolan. Y la protección de las caravanas como la que acaba de llegar, forma parte de mis deberes.
Dicho esto hago un leve gesto de asentimiento y añado.                                                                         Por lo que a mi respecta, acepto su ofrecimiento, aunque no estaría demás, que se presentara. Y puesto que se ha ofrecido a pagar esta ronda, diré que mi nombre es Amlaith.                                               

No era cuestión de dejar caer en saco roto el gesto de concordia de este hombre sentado a mi lado, aunque sólo me hubiera ceñido a dedicarle una sonrisa tibia, a él y a esta joven de enfrente, que había comentado con desparpajo. Si bien es agradable haber dado con ellos, conocedores de mi gente en alguna medida y presumiblemente honestos, no necesito ningún heraldo: sin haber decidido aún hacia donde dirigir mis pasos, lo último que querría es que alguien poco adecuado se fijase en mí. Con esta convicción, y tras atender a la exposición del posadero, me había propuesto disfrutar del vino cuando aquel hombre jovial que se hacía notar ahí detrás se nos ha arrimado. Amlaith, más elocuente que el de su izquierda, habiendo rematado su intercambio de impresiones con el posadero, ha conminado a presentarse al extraño, que había ido a sentarse entre ambos. Mientras que aguardo a que se pronuncie, doy un trago a mi jarra y el vino actúa como un bálsamo. “El camino nos descubre los pequeños placeres”, medito. Me yergo en el asiento y me permito suspirar.

Finalmente parece que el posadero no tiene nada interesante que contarnos... o quizás no quiera contar nada más interesante. Tras sus palabras asiento con la cabeza. Sí, el invierno hace que la gente se refugie en el calor de sus hogares.

Mientras Amlaith termina de hablar con el posadero, me acomodo en el asiento y bebo tranquilamente de mi jarra, saboreando cada trago de cerveza, pues hace días que no pruebo nada más que mis raciones de viaje.

Cuando el desconocido se acerca hasta nosotros y se sienta en nuestra mesa no me sorprendo en absoluto, pues ya me había percatado que tanto él como su compañero nos estaban observando con interés. Muy amable por la invitación. Le digo mientras levanto mi jarra a modo de agradecimiento.

Mientras los demás responden a su pregunta, lo examino ahora con más detenimiento. Sus amables palabras esconden algo más que simple cortesía...

Parece que el deber nos trae a todos hasta esta ciudad. No seremos los primeros viajeros que ve pasar por aquí. Por el momento, no pretendo explicarle a un extraño las razones que me han traido hasta Tuin Boid, pero tampoco quiero mostrarme descortés con él si pretendo averiguar qué es lo que  quiere de nosotros. Díganos, ¿lleva mucho tiempo en la ciudad?

Mientras responde a mi pregunta, le dedico una mirada a su compañero, que permanece al lado de la barra de la posada. Por lo que he observado, parece ser el líder de la pareja y el que ha enviado al joven a sentarse con nosotros por algún motivo.

Después de que nuestro acompañante responda a mi pregunta, digo ahora elevando la voz para que su compañero pueda oirme desde la barra. ¿Su amigo no querría acompañarnos?

El muchacho no para de sonreir en todo momento mientras escucha atentamente a sus interlocutores. Asiente interesado ante las palabras de Harandir y Amlaith, mira con curiosidad al silencioso elfo y a la silenciosa dúnedain y, escucha también con atención las preguntas de Edha, cuando esta acaba se dispone a hablar...

-Permitan que me presente...soy un maleducado...mi nombre es Dagar y...a decir verdad nací aquí ... aunque ahora llevaba algún tiempo fuera así que tecnicamente no, no llevo mucho tiempo en la ciudad señorita- mira con una sonrisa a Edha -¿Mi compañero? ah si... es Nasen... no se preocupe, me ha dicho que creía que ustedes podían ayudarme...Les explico... Somos comerciantes y la verdad es que su presencia me puede venir muy bien si alguno de ustedes más se dedica a lo mismo que el señor...¿Amlaith? Por aquí no vienen demasiados viajeros y tengo que llevar un Waenhosh a destino antes de que el invierno se presente definitivamente, es mi primer trabajo de este tipo- dice haciendo una señal de resignación con los hombros- y he llegado hace poco así que no me he podido encargar antes de la contratación, andamos un poco justos de personal-hace una pequeña pausa para continuar -Yo y alguién de mi confianza iríamos con ustedes, no espero que se apunten todos pero puede que a alguno le interese ¿que me dicen?-

Bebo un largo trago de cerveza mientras escucho con interés la propuesta de Dagar, y dejo la jarra en la mesa tras limpiarme de la barba los restos de espuma. Parecía incluso que ahora sabía mejor.
Le estaba prestando atención, asintiendo, con gesto más bien serio y el cuerpo echado hacia adelante, pues una oferta como esa me resultaba bastante atractiva. En verdad me vendría realmente bien el trabajo, pelado como estoy necesito encontrar alguno cuanto antes. No le tengo ningún miedo a los posibles peligros que puedan surgir en la travesía pero, por supuesto, no voy a ofrecer mis servicios a cualquier precio, arriesgar la vida así como así por nada sería de necios...

-A mí podría interesarme desde luego, pero no me ha quedado claro un detalle... ¿a dónde dice que iría encaminado ese Waenosh? -pregunto, aunque bien me temía que, conociendo tan poco como conozco la zona, el emplazamiento a donde se dirigiera no me iba a decir gran cosa. Esperando la respuesta del joven me dispongo a intentar observar sutilmente la reacción de los demás compañeros, que presuntamente deberían conocer mucho mejor que yo estos parajes. - ...¿y cuanto pagaría por el servicio?

Una vez que escucho la propuesta del llamado Dagar, mantengo mi rostro impasible a pesar de la sorpresa que me ha producido su propuesta.  Callo mientras Harandir hace un buen par de preguntas, y, antes de que Dagar conteste, yo digo.

Supongo que eres consciente de que no es una buena época para emprender un viaje por estas tierras. Dices que este seria tu primer trabajo de este tipo. Bien, permiteme que te ilustre un poco.  El verano ya concluye y, a partir de ahora, el clima ira a peor. Y ese, es un factor a tener en cuenta aparte de posibles encuentros indeseados. Aun así, ¿te arriesgas a emprender el viaje?.

Y no puedo evitar soltar un leve suspiro.

Como ya dije este tipo de misiones, forman parte de mi deber. Por supuesto que te acompañare Dagar. Tan solo espero que el destino de esta caravana, no se halle demasiado lejos.

Dicho esto, miro a mis compañeros de viaje esperando sus opiniones sobre el asunto. Y mientras se lo piensan, aprovecho para terminar mi jarra de cerveza. Hecho esto, deposito la jarra ya vacía sobre la mesa.

Había desviado por unos instantes la mirada a mi izquierda, para observar a la mujer que intervenía, y de nuevo a quien nos había abordado, que hacía por explicarse. Las preguntas subsiguientes del barbudo han sido más que oportunas; las precisiones que Amlaith dicta, también. Aferrando la jarra con ambas manos, me he acodado en la mesa e inclinado hacia ella. Una arruga finísima ha aparecido en mi frente mientras consideraba el asunto: “¿Es Rivendel mi meta? ¿Qué encontraré allí? Información, sin duda; un guía acaso. Pero, ¿y esta oportunidad, la dejaré pasar sin más?”

-Lo siento, pero sin conocer el destino, no puedo comprometerme, amén de que jamás he realizado esa tarea –me proclamo por fin. –Así que, si consideráis que el asunto requiere de cierto secretismo, no tendré problemas en retirarme enseguida de esta reunión para los que prosigáis. Por cierto, deseo presentarme formalmente: soy Lolyan Felagund, hijo de Redda y oriundo de Forlindon, y arquitecto para más señas.

Mi voz, al extinguirse, deja resonancias de campanas bruñidas.

Continuo cómodamente sentada mientras el recién llegado Dagar responde a nuestras preguntas y nos explica los motivos que le han llevado a acercarse hasta nuestra mesa. Tranquilamente termino mi jarra de cerveza y evalúo los pros y los contras de la oferta que nos está haciendo.

Al igual que Amlaith, opino que la época en la que estamos no es la más indicada para comenzar una travesía con un Waenhosh. El tiempo seguramente no acompañará a la marcha la mayor parte de los días y habrá más de un percance debido a las lluvias o incluso a las nieves; pero por lo que a mi respecta, el mal tiempo nunca ha significado un problema y no es lo más me preocupa del asunto.

Como muy bien ha apuntado Harandir, el dinero es otro factor a tener en cuenta. Lo cierto es que me vendría bien en estos momentos, me encuentro lejos de mi hogar y tras tantos días de travesía he gastado todo lo que tenía.

Sin embargo, el mayor problema en estos momentos es la dirección que seguirá la caravana. Tal y como han dicho mis compañeros, incorporarme ha esta aventura depende principalmente de ese factor. Sólo puedo seguir un camino...

Tras pensarlo detenidamente, me incorporo hacia delante y miro a Dagar fijamente. Por mi parte, el ir con vos o no depende casi por completo de la dirección que piensa seguir. Mi camino no termina en Tuin Boid, pero tampoco puedo seguir cualquier dirección.

Dagar espera paciente y educadamente a que todos acabeís de preguntar, es joven pero parece tener mundo recorrido y a pesar de ir algo tomado por la bebida no es desagradable hablar con él. Cuando todos menos Ivorwen, que parece pensarselo una y otra vez, han dado su opinión, el comerciante comienza a hablar de nuevo poniendose serio.

-Tranquilo Lolyan, puedes oir la oferta y decidir después-dice dirigiendose al elfo antes de empezar a concretar-Aunque he estado algún tiempo fuera conozco bien estas tierras y se que no es la mejor época para viajar, pero también se que se puede hacer y desde luego no soy tan tonto cómo para perder un cargamento completo de trigo o la vida- da un golpecito con la mano en la mesa-ofrezco dos monedas de plata por cada día de marcha y una de oro para cada uno cuando entregemos el cargamento, por supuesto una vez salgamos de aquí habrá que llegar hasta el final o me quedaré tirado en medio de la nada sin muchas posibilidades de llegar a destino. El viaje es de cinco días hacía el noreste así que la paga es de dos monedas de oro en total-dice mirando a los presentes haciendo una pausa en su discurso.

-Se lo explicaré con más detenimiento-sus modales eran demasiado buenos para haber nacido en un sitio como aquel, poco más que un campamento, compuesto por una empalizada, una gran torre de vigilancia y algunas casas-la cosa consiste en entregar 1500 kilos de trigo...-prosigue-distribuidos en dos carros que tengo practicamente preparados; y entregarlos en el Tirthon-viendo las caras de duda de alguno explica-el Tirthon es una de las cinco Torres Faro de Rhudaur (Gondryn) que construyeron antiguamente los Dúnedain en puntos estratégicos de nuestro territorio, es la única que se encuentra al norte del Camino del Este, pero no podemos ir por él o tardariamos demasiado, el tiempo corre en nuestra contra. También tengo que decir que como algunos sabrán esta zona está en continuo conflicto entre los Vullsegui, a quienes llevamos el cargamento, y los Cultirith. Una de las posibilidades que hay es encontrarse con estos últimos, por eso pago lo que pago-

Cuando por fin ha acabado de contar en que consiste la misión se dirige a Edha -La dirección que seguiremos ya la sabe, acabaremos no muy lejos del Gran Camino, si sus pasos van hacía allí podría acompañarnos, avanzar y ganar algún dinero extra- Para acabar mira uno a uno todos con una sonrisa -Pues esto es lo que hay señores ¿que me dicen?-

Mientras Dagar va explicando la situación, permanezco en silencio a la espera de que termine. Finalmente, menciona el punto de destino y yo, asiento con la cabeza al escucharle.

Como ya te dije Dagar, puedes contar conmigo al menos. Si nos apuramos, podremos evitar problemas excesivamente serios.

Ahora, vuelvo a mirar a mis compañeros antes de añadir.

Dagar se refiere a una de las Atalayas construidas antes de la separación de los tres reinos. Y en un principio, fue construida en esa localizacion para prevenir ataques tanto desde el bosque de los Trolls como desde las landas de Etten. No olvidemos que, en el extremo de la Landas, se halla el monte Garm. A aquello que acepten el trabajo, les recomiendo que se preparen con todo el equipo que crean necesario o que se puedan permitir. Vale mas pecar ahora de cautos que lamentar la falta de cualquier elemento justo cuando lo necesitemos.

Dicho esto, tan solo me queda una duda. Y por tanto, me yergo en mi asiento y mirando a Dagar añado.

Espero que esos carros tuyos no sean de bueyes. Pues si hemos de avanzar campo a través, necesitaremos la movilidad que aporta un buen tiro de caballos.

Había permanecido en silencio todo ese este tiempo bebiendo calmadamente la cerveza, que está buenísima, mientras el tal Dagar se presentaba y nos ofrecía ese trabajo: entregar un cargamento de trigo en Thirton, a cinco días de vieje y por un par de monedas de oro. Realmente era un buen dinero y estaba a la altura de los riesgos: entre el tiempo, que no acompañaba, y los más que posibles conflictos entre los vullsegui y los culthirith... Aunque nunca he estado en esas atalayas, construidas por mis antepasados, es algo que no puedo dejar escapar.

Como no tengo ningún plan más que dejarme llevar por donde me guie la vida y acumular conocimientos, no tengo ningún inconveniente en ir, y más si van a ir los demás. Hasta podría llegar a Rivendel!

Dejando por fin la jarra de cerveza en la mesa, que había estado todo el tiempo del intercambio de preguntas y respuestas en mi mano, le respondo calmadamente y con una incipiente sonrisa:

Yo tampoco tengo ningún inconveniente en aceptar ese trabajo, Dagar. Permítame que me presente: soy Ivorwen, de Erendim.

Si alguna vez me hablaron de las cinco Torres Faro de Rhudaur y de esos Vullsegui y Cultirith, lo he olvidado por completo. Pero la dirección me conviene, tendría la oportunidad de reconocer una atalaya construida por los dúnedain, y, por si fuese poco, esas dos monedas de oro impedirían que me presentase como un desposeído en Rivendel. Además, Amlaith se muestra como todo un experto. Sopeso su recomendación de adquirir equipo, puesto que mi peculio es escaso, pero sólo lo justo para caer en la cuenta de que esta inversión me proporcionará un trabajo emocionante y la posibilidad de burlar a los férreos caminos. Así que, tras responder a la presentación de Ivorwen con un leve asentimiento, comunico:

-Me gustaría acompañaros. Mis sentidos son aguzados y soy diestro con el arco; es cuanto puedo ofrecer como empleado, me parece.

Asintiendo con la cabeza escucho las explicaciones de Dagar, un par de monedas de oro no estarían nada mal para mi bolsillo. Tal y como esperaba, el Tirthon, el lugar a donde dirige el cargamente, no me dice gran cosa, por no decir nada, así como tampoco lo hacen las menciones a los Vullsegui o Cultirith. Iré a donde me depare el destino, tanto si el viaje me lleva al Gran Camino como a otro lugar. Al fin y al cabo esas tierras a donde se dirige el Waenosh no pueden ser mucho más agitadas que de donde vengo, en el Bosque Negro... aunque me da la impresión cada vez más que allá donde se vaya los tiempos sean cada vez más convulsos...

Después de estas cavilaciones, y tras ver que Amlaith, al parecer experimentado en este tipo de misiones, se apunta sin dudarlo y que hacen otro tanto Iworwen y Lolyan, doy finalmente un golpe enérgico en la mesa con los nudillos

-¡Está bien, me uno también a la comitiva! Contad con mi ayuda- declaro decidido afirmando con la cabeza. No creo necesitar más equipo para el cometido que el que suelo portar, aunque lo repaso mentalmente.

-Harandir es mi nombre -añado acto seguido, con voz más templada, al darme cuenta de que no me había presentado en absoluto a Dagar.

En vista de que la casi totalidad de mis compañeros ya se ha decidido. Me levanto de la mesa y, tras acomodarme el escudo sobre el hombro izquierdo y mi mochila sobre el derecho, miro a Dagar y digo.

Creo que es hora de ir pensando en ultimar detalles. Por mi parte, desearía tener tiempo suficiente para efectuar unas compras. Al fin y al cabo, es día de mercado. Supongo que lograre encontrar lo que necesito. Dagar, busco hierbas curativas. ¿Puedes recomendarme algún puesto?. Al fin y al cabo, parece que llevas aquí mas tiempo que yo. Y otra duda mas.

Añado antes de que nuestro nuevo conocido responda.

¿Cual sera el punto de reunión de la caravana y la hora de salida?. No quisiera llegar tarde.

Sonrío ante la demostración enérgica de Harandir sobre su unión a la comitiva.

Y ante la pregunta de Amlaith sobre las hierbas curativas también le pregunto a Dagar: Yo también estaría interesada en esas hierbas, ¿sabes de algún puesto?

Aunque me parece que poca cosa voy a poder comprar con las pocas monedas que tengo...

Ahora sólo falta que Edha se una a nosotros y ya volveremos a estar juntos otra vez!

Apuro la cerveza, compruebo que la mochila sigue en su lugar, al lado de la silla, y miro a mis compañeros animosa ante la perspectiva de volver a andar con ellos y de conocer por fin los entresijos del país vecino!

En Arthedain estamos más tranquilos!

Escucho atentamente las explicaciones que nos ofrece Dagar sobre el viaje y sus peligros. Cinco días, dos monedas de oro, dirección noreste... Analizo la situación mientras le doy vueltas con la mano a la vacia jarra que tengo ante mi. No es mucho tiempo y no se aleja demasiado de mi destino...

Parece que todos los presentes finalmente se van a unir al Waenosh, sin lugar a dudas será una travesía diferente de las que estoy aconstumbrada, pero puede resultar interesante. 

Después de que todos mis compañeros hablen y realicen las preguntas que creen oportunas, dirijo mi atención hacia Dagar. Al igual que los demás me uno a su caravana. El lugar al que voy no se aleja demasiado del Gran Camino y cinco días no suponen una gran demora en mi viaje.

Al igual que Harandir, caigo en la cuenta de que todavía no me he presentado. Soy Edha, hija de Delhos. Pongo a su disposición a Hielo, mi espada, y todos mis conocimientos en el arte de la guerra.

Cuando algunos de los presentes se levantan decididos a ir al mercado en busca de diferentes artículos, continúo sentada, segura de que mi equipo está completo.

Dagar se recuesta visiblemente satisfecho en el respaldo de su silla ante la respuesta afirmativa de todo el grupo. Acaba de conseguir una guardia perfecta para su caravana compuesta por hombres y mujeres más que competentes. Mira a Amlaith sorprendido ante la respuesta que le acaba de dar.

-En efecto es una fortificación que cumple esos cometidos, pero a menor escala de las que tú comentas, nosotros no iremos tan al norte, aunque si llegaremos al borde del bosque de los trolls. Se trata de una torre de guadia con algunas defensas, muy útil como dices por su posición estrategica, esperarán el trigo como al agua antes del verano- El nórdico se gira ahora hablando con todos -Saldremos al alba, el viejo Pad y yo os esperaremos en la puerta del caballo, comprobareís que es la única que hay- se toca el menton para seguir hablando -¿plantas?- pregunta -me temo que aquí no vas a encontrar a nadie que las venda a no ser que dispongas de mucho dinero. Igual que encontrarás a mucha gente que las compre a buen precio, en esta zona y más en esta época del año cualquier tipo de suministro es un bien muy preciado, no lo olvideís... -

Dagar se levanta arrastrando la silla de madera por el suelo, llama al camarero y paga la ronda completa -os alojareís aquí, el edificio contiguo también pertenece a Menfrad, es lo único que hay en Tuin Boid- dice señalando al mugriento camarero-la noche la teneís también pagada y la comida del viaje también, nos vemos mañana- El joven mira a su compañero, le hace un gesto para que se de prisa en acompañarle y sale por la puerta. El hombre de mediana edad os mira al llegar a vuestra altura y os hace un leve asentimiento de cabeza a modo de saludo antes de irse.

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