Mientras le resonaban las tripas, se dispuso a sentarse en la mesa para comer algo, mientras otro de sus compañeros tomaba la iniciativa de pedir información a nuestra anfitriona.
Alan esperaba a que todos estuviesen servidos para comenzar a comer, puesto que sus modales le hacían esperar a todo el resto de la gente.
-Alto ahí caballeros. Justo nos va a acompañar quién usted dice... Señor Smith. -Contesto con una leve reprimienda amable. -¡Baja Albert! ¡Ya está la comida!-. Exclamó a viva voz.
Se escuchó una puerta abrirse en el desván. Al sonido de la puerta le siguieron una serie de pisadas que fueron descendiendo lentamente a lo largo de varios escalones.
-Señora Seafoth. -Empezó a hablar la voz antes de cruzar el umbral... Entonces se quedó petrificado al ver al trío-. No sabía que tendríamos compañía
El hombre tenía la mirada triste... lánguida, casi esquiva. El resto de su ropa no era nada destacable, de aspecto rural que contrastaba con la pulcritud y la elegancia de los llegados de Boston.
-Ya te he dicho muchas veces que me llames Amanda. -Volvió a reñirle nuevamente como antes había hecho con sus invitados. -Ven siéntate, son clientes así que nos acompañarán en la comida. -Aclaró mientras servía en los platos que restaban el puchero de salchichas estofadas con patatas.
A continuación ocupó su lugar.
-Señor, te damos las gracias por estos alimentos y por permitirnos disfrutarlos en compañía de invitados. Y por favor líbranos del mal. Amén
-El mal sólo tiene un nombre Amanda. -Desde luego no se podía decir que el hombre fuese muy expresivo, sin embargo sus sentencias no pasaban en absoluto desapercibidas.
-Por favor... No menciones esos nombres en mi mesa... Lo que me recuerda, estos caballeros, lo estaban investigando... De hecho me preguntaron por ti antes de verte... Sin embargo no hablemos de eso en la comida. Por favor, coman, coman sin miedo ya habrá tiempo para hablar...
Un halo de misterio cubrió la mesa mientras los comensales empezaban a dar cuenta de los alimentos...
A veces, la primera impresión es la que cuenta y la más acertada para valorar realmente a una persona. De ser así, en aquella ocasión, aquel triste hombre que se hacía llamar "Testigo de Dios" no salió muy bien parado, al menos por parte del escritor.
La comida pasó sin que ninguno de los comensales abriese la boca más que para llevarse un bocado del rico estofado que había preparado Amanda. Chambers aprovechó para poner en orden sus ideas y hacer un repaso de todos los acontecimientos que habían sucedido en el corto periodo de tiempo que llevaba en aquel pueblo.
La visita al psiquiátrico de Greenwood había comenzado muy bien, así como el trato con el doctor Freygan. La "entrevista" con uno de los pacientes, el señor Freddy había sido, cuando menos, curiosa e instructiva. Y la aparición del espontáneo y la historia sobre las muertes desencadenó, sin duda, un torrente de ideas en su cabeza. La frialdad del doctor al respecto de esa historia fue muy sospechosa y quedaba patente que algo raro había escondido en todo eso; pensamiento que compartía con sus recientes compañeros, como pudo posteriormente corroborar.
Pero las cosas extrañas no habían hecho más que comenzar, pues la desaparición de la señorita Thornton esa misma mañana ante circunstancias bastante extrañas, colmó el vaso para que Chambers, Smith y Monroe se decidieran a investigar qué demonios estaba pasando en aquel lugar.
Las pesquisas avanzaron y de manera bastante rápida pues, yendo de un lado a otro, habían conseguido averiguar ciertas cosas sobre el Dr Freygan. Uno, estaba directamente relacionado con el contrabando de alcohol en aquella zona, lo que lo convertía en un delincuente. Dos, había un grupo de gente a los que los locales llamaban los "locos de la colina" que eran algo similar a unos parias en aquel pueblo. Tres, esos "locos de la colina" parecían trabajar en el contrabando a las órdenes del Dr Freygan. Cuatro, el doctor poseía una destilería en Stonecrest Hill. Cinco, el doctor usaba el psiquiátrico como tapadera para su contrabando. Seis y última, la investigación les había llevado hasta "Testigo de Dios" Johnson, de nombre Albert, compañero de un tal Dave Bowen, y sentado en su misma mesa compartiendo el delicioso plato.
—Muy rico todo, sí señor —rompió el hielo al observar los platos de todos los comensales en sus últimas—. Bueno, señor Johnson, he de admitir que su apodo es bastante peculiar. ¿Sería mucho preguntar cómo se lo ganó?
Bueno, espero haber hecho un buen resumen y no haberme dejado nada :P.
Estaba claro que el tal "Testigo de Dios" iba a ser un hueso duro de roer. Parecía parco en palabras, y eso era con quien se supone que tenía ya confianza, así que Smith imaginó que con ellos rondaría los monosílabos.
Dejó tiempo sin inmiscuirse para que Chambers, que había tomado la iniciativa, recibiese la respuesta a su pregunta. El deber de todo buen periodista es oír, ver y anotar para publicar.
Al menos la comida estaba buena, y aprovechó para reponer fuerzas. Quién sabe cuándo podría volver a comer, si más tarde iban a la colina famosa.
¡Ole por el resumen! No, creo que no te dejaste nada ^_^
Con la pregunta Amanda empezó a retirar los platos y los cubiertos en silencio tras amontonarlos rápidamente. Atrás dejó las copas y un poco de alcohol, un buen remedio para las historias tristes.
-Estáis jugando a juegos que no comprendéis. Lo sé, comprendo vuestra adrenalina y vuestro deseo. Sin embargo... Es más peligroso todo, como pecadores que somos ignoramos la verdad, ignoramos nuestras ofensas... -Sus palabras parecían perfectamente las que diría un compañero cualquiera de Freddy Dawson, al que habían conocido hacía apenas unas horas. -Perdón, debería empezar por el principio y así sois vosotros quienes juzgáis.
-Antes de ver la bendita Luz, la luz de Dios y sus santos Ángeles del Cielo, vi la negra oscuridad del Abismo. Sí, amigos hace años, cuando yo aún era un pecador, y pecaminosamente cobraba vidas sin permiso... -Era cazador furtivo-. Se dispuso a aclararse.
-¡Salí del bosque y vi a mi compañero en el pecado, al pobre Bowen, atrapado por las garras de Satán y despedazado después! -Subrayó su relato con un gesto escalofriante como pretendiendo retratar cómo se podía despedazar a alguien.
-Pude ver al diablo tan claramente como os veo ahora a vosotros tres, caballeros, y caí de rodillas seguro de que el Señor iba a dejar que sufriera el justo castigo que mis crímenes merecían... ¡Pero Él se apiadó de mí! ¡Sí, y puede apiadarse de todos vosotros! Sólo tenéis que hincaros de rodillas y alabarle. Alabadle y pedidle que no os deje caer en las garras de ese diablo. -Sus ojos estaban inyectados en sangre. -Porque sólo con el perdón de Dios podremos entrar en su reino, sin embargo aunque es un ser de infinita misericordia necesita de nuestro arrepentimiento, pues sin arrepentimiento no hay perdón.
-Puede que no me toméis en serio... ¿Queréis saber cómo era el diablo? Era frío, caballeros ¡Frío como el Infierno en el que acabaréis si no alabais al Señor ahora mismo! Estaba vestido con ropas normales, con las que sin duda se había disfrazado para recorrer la Tierra. Su ropa era blanca, como si se burlase de los santos Ángeles, también parecía burlarse de los buenos doctores que nos cuidan y nos tratan... Pero estaba manchado de barro y suciedad mostrando así sus auténticos orígenes. No tenía cabeza como la de las personas, ni brazos ni piernas como la de las personas, ni corazón como el de las personas. Era tan sólo una masa pastosa dentro de su falso disfraz, ¡Una masa de corrupción y pecado! Salió del bosque y cayó sobre el pobre Bowen, y luego los dos fueron uno. El diablo había venido a reclamar lo que era suyo. Aunque Bowen chilló como el condenado que era, Satán no tuvo piedad de él. Pero el Señor y sus santos Ángeles sí pueden tener piedad, y la tendrán con vosotros si volvéis a ellos abandonando todos vuestros crímenes y pecados. ¡Adorad al señor!
-Era el diablo, sí... Tenía el color de una persona, pero sus ojos eran de color rojo brillante, y no estaban en su cabeza... ¡Aplastó a Bowen, arrancándole el alma del cuerpo! Entonces comprendí que sólo el Señor podía salvarme, y me tiré al suelo rezando y humillándome, ¡Y el Señor me salvó! Me salvó, porque al levantar yo la vista Satán se había ido. Se había ido dejando tras de sí la envoltura mortal de Bowen. Fue para mí un privilegio. Sí, porque yo sólo fui elegido para tener una visión del día del Juicio Final, cuando el mundo será dividido en dos tipos de personas: las que subirán al Cielo, con los santos Ángeles, y los que se qudarán en la Tierra con los Ángeles caídos, como el que yo vi aquella noche. Rezad conmigo caballeros para que seáis salvados como yo lo fui.
Sin esperar respuesta de sus interlocutores empezó a orar en voz alta, enseguida pasó a recitar el ave maría para a continuación pasar a la salmodia del credo.
Muy buen resumen
-Pobre chico. Todo empezó cuando su compañero y mejor amigo, Dave Bowen acusó al doctor Freygan de tener extraños tratos con los ocupantes de las colinas. -Suspiró al recordar aquel hecho. -Estaba borracho y se puso a increparle en medio de la plaza. No le hizo demasiado caso y habría quedado en una anécdota de no ser por un detalle. A la semana se encontró el cadáver del pobre Dave Bowen a escasas millas del pueblo.
-Parecía que lo había atropellado un camión y eso que estaba en medio del bosque... Desde entonces nos cuidamos de opinar de él. Deberíais hacer lo mismo... -Devolvió su mirada a su invitado, a continuación le acercó una de las copas que rellenó. -No sé lo que vio pero desde luego que no debio de ser agradable para quedar así... Olvidaos de la señorita y marchaos.
El testimonio de ambos dejó a Smith desconcertado.
Para una persona corriente la explicación era que un accidente acabó con la vida de ese tal Bowen, y que Johnson enloqueció por ello al ver a su amigo así.. pero tras lo vivido anteriormente al periodista no le parecía tan descabellada la aparición de algún tipo de demonio extraño.
-Créame, señora Seaforth.. Ya a estas alturas no me asusto de muchas cosas. Agradecemos su testimonio y su explicación.. ¿No sabría usted cuáles eran esos "extraños tratos" de los que Bowen acusó a Freygan?
Qui´zas algo de espiritismo... quizás invocaciones malignas.. Las explicaciones volaban en la mente de Smith.
El historiador se sujetó el mentón, lo que le daba un aire más detectivesco, mientras sopesaba las palabras de su anfitriona y el paradero de su amiga.
- Me temo que no podemos olvidarnos de nuestra amiga. Ella misma removería cielo y tierra para encontrarnos. Al menos, deberíamos intentarlo. Solo le pedimos que nos ayude. Tan solo con saber el paradero de esa dichosa colina, podríamos tantear acercarnos a investigar. No me malinterprete, señorita Seaforth, agradecemos su información y que intentes ayudarnos y alentarnos a no ir a ese lugar, pero debe entender que un caballero que se precie no abandonaría a una mujer a su suerte. Aún sabiendo del paradero de ese lugar puede que no vayamos, al menos no antes de volver al sanatorio. Pero, por favor, no nos niegue la ayuda de poder dar con el paradero de nuestra amiga.
Las enigmáticas palabras del que con razón llamaban "Testigo de Dios" parecían no tener ni pies ni cabeza. Sin duda, algo había presenciado, pero achacar la manifestación de cualquier fenómeno natural a la presencia de seres fantásticos era, cuando menos, atrevido. Fuera como fuese, de lo que no cabía el menor atisbo de duda es que Albert Johnson se había quedado totalmente trastocado por presenciar lo que ocurrió.
—Entiendo lo duro que pudo ser —trató de empatizar el señor Chambers—; pero, esa gente de la colina, ¿quienes son realmente? No entiendo la conexión que puedan tener con todo esto. ¿Son matones a sueldo del doctor Freygan?
-Sí... Está bien concedió. Es un campamento situado al pie de la colina de Stonecrest, en un claro. -Detuvo un momento sus indicaciones para mirar en derredor, a continuación se encaminó a la ventana para comprobar que no había nadie.- Debéis pedir que os acerquen en coche, está a unos 30 kilómetros del pueblo por lo que en una media hora estaréis. El conductor os dejará al límite de la carretera desde donde deberéis subir unos 3 kilómetros corriente arriba el arroyo Colson. Es el único que hay por la zona.
La anciana volvió a mirar por la ventana antes de volver a ocupar su sitio.
-Si tenéis coche podéis usarlo, si no... Supongo que podréis tomar la camioneta del señor Johnson. No creo que la eche en falta.- Dijo no sin cierta ironía mientras miraba a la puerta. Entonces se incorporó y abrió un mueble donde se almacenaban los licores de donde extrajo una llave que depositó en la mesa.
-Tened cuidado, estos fabricantes de alcohol no son cosa de broma...
Tirada oculta
Motivo: Percepción
Tirada: 1d100
Resultado: 99
Tirada oculta
Motivo: Percepción
Tirada: 1d100
Resultado: 23
—Muchas gracias, señora Seaforth. Una última cosa. ¿Cree que sería prudente... —titubeó— llevar armas? No me malinterprete, la verdad es que pienso en ellas más como elementos disuasorios que realmente como armas. ¿Podría indicarnos alguna tienda de caza cercana donde pudiésemos adquirirlas?
Lo cierto es que al escritor la idea de internarse por el bosque unos 3 km para ir a buscar a unos locos que traficaban con alcohol no le parecía uno de los planes más apetitosos del mundo. Pero quién sabe, tampoco haría falta meterse en ningún lío, solo ir y echar un vistazo.
-Hacéis bien jóvenes... Deberíais pasaros por la tienda de Pete Franklin. Está a un par de calles. -Indicó señalando la dirección con un gesto-. Allí compran los cazadores.
Vamos a hacer una elipsis, me decis lo que compráis, lo ponéis en el perfil y pasamos a la siguiente escena.
Mi intención es no parecer que voy armado, así que:
pistola y bastantes balas (metida en el bolsillo)
una daga/cuchillo (lo llevaría en el tobillo)
una navaja(bolsillo)
Y ya cuento con mi bastón de hierro.
prismáticos para ver a lo lejos.
Me cojo 18 balas (3 recambios) para el revólver que llevo, una navaja y le copio la idea de los primsáticos al señor Smith.
También me haría con una escopeta y una caja de cartuchos para dejarla en el coche, por si acaso... :D
Alan ya tiene una pequeña navaja. Me cogería una pistola y 2 o 3 cargadores de balas (más las que lleva).