Allí llevaba ya unos cuantos minutos, no había traído su reloj por lo que no podía precisar exactamente cuantos minutos. El tiempo era más lento cuando uno está aburrido sin embargo el escritor tenía la certeza de que llevaba unos cuantos minutos esperando a que llegase el doctor.
Greenville era un pequeño pueblo de apenas cinco mil habitantes que tenía un manicomio, aquel sanatorio psiquiátrico- como les gustaba llamar a los partidarios de la corrección política- era casi lo único que tenía aquel pueblo. Además de por supuesto los elementos necesarios para que un pueblo pueda funcionar como era una biblioteca, una comisaría y un único alojamiento lo que dejaba entrever el éxito de aquel lugar condenado a desaparecer con el paso de los años.
Le había costado concertar aquella cita. El propietario del manicomio era el doctor Freygan y era un hombre muy ocupado. Se había comprometido a enseñarle aquel lugar mostrándole los entresijos del funcionamiento del lugar… Con ello la historia vendría sola, las posibilidades eran infinitas: desde novela con tintes dramáticos hasta una novela terrorífica homenajeando a Edgar Allan Poe…
Sumido se encontraba en sus pensamientos que no alcanzó a fijarse en el caballero que se acercaba hasta que se encontraba casi encima de el.
-¿Señor Chambers? Soy el Doctor Terence Freygan- Se presentó al tiempo que le tendía la mano, su voz tenía un acento de algún lugar desconocido-. Ruego que me disculpe la tardanza. Tenía una sesión de electroshock y no resulta en absoluto conveniente para nuestros pacientes dejarla a medias. –Se disculpó-. Resulta incluso contraproducente.
—Señor Freygan —saludó Richard extendiendo la mano a la vez que se ponía en pie —. No se preocupe por la tardanza, han sido solo unos minutos —mintió cortésmente el escritor. No sabía cuánto tiempo había estado esperando, pero le había dado tiempo a imaginarse varias líneas argumentales para su obra y descartarlas posteriormente—. Estaba abstraído pensando en las posibilidades del argumento para mi novela. Creo que ya tengo una idea de cómo enfocarlo, pero me gustaría pulir los detalles. No es fácil ser escritor hoy en día, que casi todo está escrito ya. La originalidad es un bien escaso y se necesita de un gran esfuerzo creativo para llegar a algo decente. Perdóneme, creo que me estoy yendo por las ramas —le dedicó al doctor una de sus mejores sonrisas. No había sido fácil conseguir contactar con el Dr. Terence Freygan y podría obtener una gran cantidad de información valiosa sobre aquel sitio si conseguía agradarle. Para ello, no dudaría en usar sus mejores trucos como había hecho en otras ocasiones que resultaron tan exitosas al fin y al cabo—. No me gustaría robarle más tiempo del necesario, doctor. Así que cuando usted quiera.
De nuevo otra gran sonrisa apareció en la cara de Richard. Se sentía realmente emocionado por tener la oportunidad de visitar uno de aquellos misteriosos lugares tan llenos de polémica, rumores, tristeza e historias espeluznantes.
Echó mano de su bloc de notas y de su lápiz. Sanatorio psiquiátrico de Greenville, leyó en silencio mientras lo escribía y subrayaba.
-No se preocupe. -Contestó con una sonrisa abierta y encantadora. -Siempre es bienvenido el que un representante de las artes escritas muestre interés en esta institución y en su difusión a través de una novela. Me gustaría ayudar a que nuestra labor por la curación de los pacientes con trastornos psicológicos sea conocida, aquí hemos admitido pacientes de todo tipo, homicidas, psicópatas, maricones, en definitiva cualquier trastorno que se le pueda ocurrir lo hemos tratado y me atrevería a decir que exitósamente.
-Sígame. -Le indicó con un gesto de su mano invitándole a avanzar por el pasillo-. Le enseñaré las institución así como sus instalaciones.
La charla fue un ejemplo modélico del buen hacer en la administración y gestión de una institución sanitaria, casi incluso anodino. No había nada aparentemente interesante para comenzar el guión de una novela. La gira se desarrolló a lo largo del recinto mostrándose las excelentes instalaciones médicas que poseía, incluyendo también un laboratorio de química que poseía el doctor Freygan en el sótano, durante ese momento la visita ganó en interés debido a unas disertaciones que hizo su anfitrión acerca de sus teorías acerca de las causas químicas de la locura.
Después de unos quince minutos llegaron al ala residencial, donde se encontraban las celdas de los internos.
-Supongo que este es el ala por el que podrías tener más interés, al menos seguro que lo es para vuestros futuros lectores. ¿Tienes interés en hablar con alguna de estas almas condenadas por Dios?
Saber donde residía la locura era uno de los retos científicos de la actualidad. Todo parecía indicar que estaba en la cabeza, escondido en algún lugar. Pero ningún doctor podía negar aún que la causa última fuese una sustancia que actuase sobre determinadas zonas del cerebro; sustancia segregada en algún órgano del resto del cuerpo. La charla con el doctor Freygan había atraído su interés, sin duda. Y así lo hizo notar Richard, apuntándolo en su bloc de notas para profundizar con más detalle en posibles reuniones posteriores con el doctor.
—Efectivamente, creo que esta zona puede ser la más interesante de toda su institución, doctor. Aquí es donde cada paciente tiene su rato de intimidad, donde pueden ser ellos mismos y no sentirse observados. ¿Quién sabe qué horrores y paranoias les pasan por la cabeza? De hecho, debe arrojar bastantes pistas sobre la conducta de alguien ver el orden o la forma en la que se desenvuelve en su pequeño rincón personal, ¿no es así doctor?
La verdad es que me gustaría conocer los casos más estrambóticos que se haya podido encontrar —continuó mientras echaba una ojeada a lo largo del vacío pasillo—. ¿Tiene algún esquizofrénico? ¿Alguien que haya cometido.. delitos de sangre? Para ser sincero, son los casos más morbosos los que al final atraen más la atención de la gente y...¡qué demonios! ¿Por qué no admitirlo? También a mí me causa curiosidad conocer a alguien que haya cometido un delito de tales magnitudes mientras permanecía ajeno a toda la realidad. ¿Podríamos conocer a alguno que dé el perfil? Por supuesto con toda la seguridad que sea necesaria, nunca está de más decirlo.
-Jajaja. Tenemos de todo aquí señor Chambers. -Respondió con una carcajada-. Son enfermos y no son del todo responsables de sus actos. No por ello son menos peligrosos... Mire sígueme. Como le indiqué antes, a los pacientes que se encuentran en mejor estado se les permite deambular por el exterior del centro. Los pacientes en peor estado se mueven por terrenos más acotados. Incluso los hay que van y vienen entre ambas situaciones, almas errantes. -Se detuvo para abrir una puerta, a continuación invitó a pasar a su interlocutor. -El paciente que verá fue el protagonista de un caso muy sonado, pero tras muchas horas de trabajo con el pronto le permitiremos deambular por el centro a ver si se integra con normalidad. Le hablo de Fredderick Dawson, asesinó hará cosa de un año a toda su familia por un brote psicótico, afirmó haber tenido visiones que le incitaron a cometer aquel acto tan execrable. -Entonces a lo lejos del pasillo apareció uno de los celadores del centro-. Mire aquí está el señor Thomas, él le llevará. -Dijo a modo de despedida mientras se iba acercando al celador.
Hazme tirada de escuchar.
-¿Fredderick Dawson, dice? —quedó pensativo el escritor tratando de hacer memoria—. Interesante. Espero que no sea peligroso, no me gustaría encontrarme mañana en algún titular de las noticias de homicidios. Jaja. Cuesta creer que en un año el hombre se haya recuperado. O sus métodos son muy efectivos o... no sé si me atreveré a estar a solas con él. Jaja. En cualquier caso, muchas gracias doctor. Si no le importa, más tarde me gustaría preguntarle por los métodos que usan para curar a la gente, ahora que sale a la palestra. Si tiene usted tiempo para ilustrarme, claro está.
Buenos días señor Thomas, soy Richard Chambers —tendió la mano al celador.
Tirada oculta
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d100
Dificultad: 25-
Resultado: 91 (Fracaso)
Quería tirar también para ver si recuerdo algo que dijese la prensa sobre el caso de Fredderick Dawson, pero no sé qué habilidad sería...
Te lo cuento porque es de conocimiento general.
Frederic "Freddy" Dawson. Era un estudiante de Biblioteconomía en la Universidad de Miskatonic. Aunque probablemente con sus notas medias, bastante normales pero buenas al fin y al cabo, le habría bastado para diplomarse, decidió coger un puesto de ayudante en el archivo de la biblioteca para sacarse unos créditos extra.
Un día el conserje se lo encontró tirado en el suelo de la sala y tras unos chequeos rutinarios le mandaron unos días a su casa en Boston. Dos días después su familia apareció asesinada al parecer por el propio Dawson tras un juicio mediático (y bastante rápido) fue recluido en el sanatorio de salud mental de Boston.
-Llámeme Ben-. Le respondió al tiempo que le tendía la mano. -Parece que hoy todos queréis conocerle. Será bueno pero no le metáis presión. Pronto se le permitirá moverse libremente por el campus sin embargo eso no significa que pueda salir o que lo haga a corto plazo. Muchos están alternando periodos en el exterior con periodos de encierro. Todo depende de cómo estén... Algunos están rotos simplemente. No hay que buscarle más explicación.
Tras una larga retahíla recorriendo los pasillos finalmente se detuvo.
-Hemos llegado-. Anunció
—¿Todos? ¿A qué se refiere? —pregunté un tanto extrañado.
Mientras recorría los pasillos no podía sino imaginar las increíbles historias que habrían sufrido los que allí se encontraban. "Algunos están rotos simplemente", había dicho el señor Thomas. Como si se tratase de juguetes. Algunos, simples inadaptados sociales incapaces de retener sus más bajos instintos. Otros, dementes que se habían enfrentado a lo que los psicólogos llamaban un "shock". Aquello estaba lleno de estos individuos y cuanto más conocía sobre el tema, más quería aprender.
—Muy bien. Muchas gracias —le dediqué una sonrisa al celador.
Avancé, impaciente por conocer a aquel sujeto.
Continúa en Introducción: El psiquiátrico.