Partida Rol por web

Un día como cualquier otro, encerrado… Las paredes acolchadas parecían llevar eones en la misma posición observando al paciente que se encontraba encerrado en su interior. Es por tu seguridad le dijeron en un tono condescendiente. Había pasado casi un año desde que sus huecos fueron a parar allí sin apenas un juicio pues los hechos estaban bastante claros para el juez y no había margen para la defensa.

El color de las paredes no era blanco exactamente, era blanco pero dentro de la blancura tenía un tono más amarillento que su pijama, sin embargo no tan amarillento como la luz que revelaba el interior en la celda. Su color era apagado, casi como un blanco envejecido que sin embargo no tenía nada que ver con el blanco envejecido de las paredes de los pasillos. Casi todo un año en el interior de aquella sala daban para muchas reflexiones. No sólo para reflexiones sobre la tonalidad exacta de los colores que veía en su día a día, también para recordar los sucesos ocurridos hace un año…

Un fino haz de luz entraba por la minúscula ventana situada casi en el techo de la habitación. Hacía poco que le habían trasladado de la celda blanca de 2 metros cuadrados sin ventanas, a aquella lujosa habitación de 2 metros cuadrados con un orificio por el que entraba la luz. En sus circunstancias, cualquier cambio a mejor, era recibido con sumo gusto.

-¿Quién sabe? A lo mejor algún dia me dejan utilizar cubiertos de plástico para comer- pensó con una sonría en los labios.

Mientras seguía con sus cavilaciones observaba como el pequeño haz de luz se iba ensanchando imprimiendo su silueta en la pared, hizo algunos gestos mecánicos y otros más espontáneos para confirmar que realmente era su sombra, nunca estaba de más asegurarse de que no tenía visitas inesperadas...

Mientras la sombra devolvía los movimientos del paciente, unos susurros le sacaron de sus propios pensamientos. Venían del exterior.

Cada movimiento de su cuerpo tenía su réplica instantánea en la sombra proyectada en la blanca pared acolchada. Cuando empezó a escuchar aquellas voces metálicas, amortiguadas por la gruesa puerta de la habitación pensó que alguno  de sus compañeros tenía visita.

Después, escuchando más detenidamente, las palabras sonaron extrañas, como de otro mundo. ¿Serían aquellos seres que le acompañaban en la noche?¿Habrían decidido alimentar su hambre infinita con su carne y su alma?

Aquello entraba dentro de las posibilidades. Con calma, casi con parsimonia, tomó posiciones dispuesto a saltar sobre lo que fuera que quisiera entrar.