- Buscábamos los archivos municipales. Necesitábamos acceder a los empadronamientos para encontrar algún pariente vivo de un conocido. ¿Podría ayudarnos? - Comentó abiertamente y con el tacto adecuado a la situación.
-Ese no es mi trabajo. -insistió- Como les dije antes, deberían ir por la izquierda. Está bien-. Reculó tras un par de segundos. - A ver seguidme. -Les indicó mientras dejaba el periódico en su mesa y les llevaba donde antes les había indicado. No parecía estar haciéndolo de buena gana si no más bien movido por la certeza de que cuanto antes se librara de aquel grupo, antes podría dar cuenta de los acontecimientos que en su lectura se relatasen.
-Minerva. Os traigo a estos chicos. -Indicó-. Os presento a la señora Allen. Ella os servirá de ayuda.- Les dijo a modo de despedida.
-¿Gracias?- Respondió una sorprendida señora Allen. De aspecto lozano con una cabellera en la que destacaban sus rizos, algunos de ellos recogidos con pequeños lazos que no hacían sino resaltar el conjunto. Una blusa oscura rematada por una lazada blanca era el resto de lo que sus interlocutores alcanzaban a ver.
-¿En qué puedo ayudaros?- Preguntó con todo el candor que fue capaz de dar a sus palabras. Desde luego que nadie sabía si a ella le gustaba su trabajo, pero a diferencia de su compañero sí lo llevaba con mejor talante.
—Buenos días, señora Allen. Un placer —saludó Richard—. Verá, estoy documentándome para escribir una novela y el psiquiátrico de Greenwood me parece una localización espléndida. Eso sí, me gustaría que fuese lo más realista posible así que había, bueno —titubeó—, habíamos venido buscando un poco de información sobre el mismo. A ver qué nos podría brindar el registro civil: construcción, inauguración, propietario, etc. Cualquier cosa será de gran ayuda en realidad. ¿Cree que podrá ayudarnos?
Richard le dedicó la mejor de sus sonrisas.
Interrumpiendo unos momentos las palabras de su acompañante, Alan se aproxima mientras hace ademán con la mano levantada para llamar la atención de la mujer.
- Discúlpeme, señor Chambers. - Comenta a su compañero antes de mirar a la mujer. - Buenos días señora Allen. En mi caso, ando buscando, también, otros datos en los registros, no de la propiedad sino del censo local. Queríamos acceder al mismo para localizar si existe algún familiar con vida de Freddy Dawson. ¿Sería eso posible?
-Madre mía, sí que hay mucho interés en el pueblo hoy, dos jóvenes el mismo día. Déjenme un momento que les traigo todo lo que tenemos en relación al edificio... -Les pidió al tiempo que se alejaba del mostrador dejando solos a los aparentes desconocidos.
Parecía que iba para largo, así que fue en ese momento cuando los recién llegados se permitieron el lujo de cotillear y valorar lo que había en aquel lugar. Un lugar anodino y gris como las personas que trabajaban en éste en el cual lo único que parecía hablar del progreso del tiempo eran los relojes de pared que se encontraban colgados en todo un frente mostrando diferentes horas. Tras el mostrador entre los archivos y las mesas llenas de papeles y formularios había otro puñado de personas que parecían estar trabajando en sus puestos.
-Ya está. -Anunció la voz de la señora Allen. -A ver... No he encontrado nada en relación al señor Dawson, no me suena este apellido por aquí así que será algún visitante de fuera que habrán conocido por aquí. -A continuación dirigió su atención al dossier que portaba-. En cuanto al sanatorio... Déjenme que les vaya diciendo Aquí tengo la licencia de apertura, la solicitó el doctor Freygan. Entonces con 32 años... Ahora debe rondar los 48 si les interesa... Al parecer es de origen holandés y vino a los Estados Unidos a los 25 años... -Les informó tras echar un vistazo a la ficha del solicitante en el mismo dossier. -¡Mira! Tengo una copia del título compulsado, justo se graduó en Medicina y Psiquiatría en Princeton a los 32 y fue entonces cuando vino a Greenwood.
La mujer siguió pasando papeles y formularios mientras iba descartando información por resultar irrelevante o por ser demasiado privada para aquella 'consulta informal'.
-Tengo aquí unas escrituras de compraventa que acreditan la propiedad de la mansión. Según veo antes pertenecía a la familia Blackshire.-Entonces levantó la mirada y se apresuró a explicarles-. Eran una familia de magnates que hace mucho vivían por aquí, con el tiempo debieron de perder poder y vendieron la casa, no volvimos a verles desde entonces.
-Y bueno desde entonces estableció el psiquiátrico en la misma mansión y desde entonces la vida en Greenwood se ha recuperado más por sus oportunidades laborales como por los visitantes de los internos. -Concluyó cerrando el dossier-. No tengo ni idea de estas cosas pero según cuentan debe tener un índice bastante alto de recuperaciones, además los pacientes deben vivir en muy buenas condiciones, no debe ser lo habitual.
Me mantuve en silencio tomando notas en mi cuaderno. El oficio de periodista muchas veces se sustentaba en el socorrido lema de "oír, ver y callar".. siempre tomando nota, apostillaba mentalmente yo. Nunca se sabe cuándo podrían hacer falta los datos.
El nombre de los Blackshire me llamó la atención, y lo recuadré para tenerlo en cuenta junto con el de Freygan.
Me aventuré a hacer alguna conjetura con la señora, que a la postre resultó más amable de lo que parecía en un principio.
-Muchas gracias por su información, señora Allen. No me presenté antes, cosa que mi buena educación no permite. Mi nombre es Jeff Smith, y si me permite, me gustaria saber quién más se ha interesado por esta imformación, además de mis dos amigos -decidí añadir alguna explicación que no me dejase quedar como un sospechoso cotilla- Si hay más gente interesada, podemos aunar esfuerzos en una investigación común y compartir los resultados.
Realmente no era esa mi intención, sino simplemente saber si éramos los únicos interesados en el tema en los últimos tiempos.
Al igual que el señor Smith, Richard tomó nota de todo lo que dijo la señora Allen. No parecía haber nada extraño en todo lo que les había contado, pero era obvio que, si lo hubiese, no iba a estar tan fácilmente accesible por cualquiera.
Chambers no quiso atosigar a la joven funcionaria con más preguntas, así que esperó paciente a que contestase al señor Smith. Al igual que el periodista, se había extrañado por el hecho de que hubiese venido alguien antes que ellos buscando también información.
—Sin duda el doctor Freygan debe ser muy bueno si tan buenos resultados obtiene con sus pacientes, cosa que no pongo en duda. Daría ahora mismo mi mejor pipa de fumar por saber los métodos que emplea. Siempre se oyen historias terroríficas sobre los siniestros métodos de algunos científicos para dar con el origen de la locura en la cabeza humana, pero no parece que sea el caso, ¿no cree? Si obtiene tan buenos resultados tratando tan bien a sus pacientes, perdón por la expresión, pero auguro que el doctor Freygan se va a hacer jodidamente famoso jaja. ¿Sabría por casualidad de alguien del pueblo que haya estado interno y se haya recuperado? Me encantaría poder hablar con esa persona.
Sutilmente, Chambers intentó tirar un poco del hilo para poder continuar con la investigación. No es que dudase de la ética de los métodos que utilizaba el doctor Freygan, pero el episodio que vivieron en el psiquiátrico el día anterior le hizo sospechar. No podía ser normal que muriesen cinco personas en tan corto plazo de tiempo.
Duda: el joven que ha ido antes que nosotros al registro también ha solicitado información sobre el psiquiátrico o no sabemos sobre qué ha ido preguntando. Que releyéndolo no sé si lo he entendido bien.
Otra duda: lo de Freddy ocurrió Boston, ¿no? Por tanto, es normal que no esté en el registro civil de Greenwood, ¿no?
-No, sólo ustedes. Por aquí no viene mucha gente... Por lo general suelen ser visitantes del psiquiátrico -Dio un golpe suave en el montón que había estado leyendo como subrayando sus propias palabras. -Tampoco es que los locos atraigan mucha gente. Si a eso le sumas los rumores que cuentan de los locos de la colina. Pero no son historias que debamos contar a nuestros visitantes. -Al ver vuestra reacción se dispuso a aclararse rápidamente- Bueno son... como os diría. Como ermitaños. Mientras se queden allí...
-Os dejo que voy a guardar esto-. Anunció -Sin embargo tampoco puedo contaros lo de los pacientes no es plan sabéis. Eso mejor preguntádselo al doctor.
Así se marchó dejándoles solos mientras el resto de los funcionarios seguían moviéndose como si nada sucediese a su paso. Uno de ellos se desperezó para a continuación incorporarse buscando a otro compañero.
Los dos jóvenes sois vosotros los que habéis hablado, interpreté como que entendió que el tercero esperaba su turno ;-)
- Me temo que se ha ganado mi curiosidad, señorita Allen. No se preocupe, preguntaremos al doctor pero, ¿Podría informarnos usted sobre "lo de los pacientes"? Estamos llevando a cabo una pequeña investigación al respecto y cualquier información sería bien recibida, si es tan amable. - Alan sonrió a la mujer, esperando que esta aceptara a contarles algo al respecto de lo que acababa de decirles.
—Sí, la verdad es que se ha ganado nuestra curiosidad. A mí, especialmente, me ha dejado trastocado con "los locos de la colina". ¿A qué se refiere exactamente? ¡Es usted una muy buena fuente para mis historias, señora Allen! —exclamó Richard a modo de halago para la funcionaria.
-Bufff poca cosa puedo deciros... -Dijo rápida e ignorando la primera pregunta-. Son unos ocupantes ilegales que viven en la colina Stonecrest. Son unos ocupantes ilegales nada cristianos -Añadió a voz de susurro el último adjetivo-. Además son ladrones y borrachos que insultan, amenazan y en general se comportan de manera insolente con todo el mundo. Nadie sabe cómo llegaron. -Volvió a bajar el tono de voz mientras miraba alrededor- El caso es que el doctor Freygan empezó a visitarlos así como que no quiere la cosa. Por un estudio sobre ellos, eso decía a los del pueblo.
-No puedo deciros más porque no sé más. Que tengan una buena tarde-. Concluyó así dando por finalizada la conversación. Sin esperar más réplica se dirigió a una de las mesas en las que estaban su compañero y empezó a retomar algún tipo de tarea administrativa fundiéndose así en la marabunta gris.
Las últimas revelaciones de la señorita Allen dejaron a Smith trastocado.
-Amigos, sin duda la colina de Stonecrest ha de ser nuestro póximo destino -susurró-. ¿No creéis? Seguro que esos.. "locos" tienen cosas más que interesantes para contarnos. Diría que hemos aprovechado muy bien esta visita, pero ya no nos queda más que hacer aquí. Y cuando sepamos qué hacía el doctor Freygan allí, deberíamos ir a verle a ÉL. Así podremos sonsacarle cosas contrastándolas con lo que nos digan los de Stonecrest. ¿Qué os parece?
—Coincido plenamente con usted, señor Smith. Ansioso me hallo por saber qué tienen que decir esos locos de la colina. Seguro que me da para más un capítulo de mi libro. Pero se me ocurre... ¿no serán peligrosos? No soy muy hábil con las armas pero quizás no estaría de más que llevásemos algo, ¿no creen? Más como medida disuasoria que realmente con intención de usarla.
—Yo llevo un revólver del .32 —añadió acercándose a sus compañeros, susurrando para que nadie más pudiese oírlo—. Uno nunca sabe qué puede encontrarse por ahí. Y más yendo solo...
- También podríamos preguntar primero a las autoridades locales. Aunque, siendo franco señor Chambers, no creo que deban ser tan peligrosos. Después de todo, el propio doctor Freygan los ha visitado asiduamente.... - Comentó Alan a sus compañeros.
- Se nos hace tarde, señores. - Se dirige ahora a la mujer. - Señorita Allen, todo un placer conocerla. Muchas gracias por la información, nos ha sido de mucha ayuda. Ahora, si nos disculpa, mis amigos y yo hemos de continuar con nuestras pesquisas. - Y se despide con un leve asentimiento de la cabeza, mirando después a sus acompañantes para indicarles que salieran del recinto.
Perdón por tardar en responderos. ¿Vais a la comisaría primero o a la colina?
Yo voto por la policía primero, que igual saben mas de «los locos de la colina»