Partida Rol por web

Te prometo que algún día seré fuerte! Seré tan fuerte que no podrás temer por mí. Tan fuerte que no sufrirás... Acabaré con el mal que aflige esta tierra. LO JURO!*

Zhaelín luchaba por no dejarse seducir por las palabras vertidas por su hermano. ¡Sería tan maravilloso poder disfrutar de las cosas sencillas de la vida sin tener que estar siempre preocupándose por todo! Llevar una vida normal, sin miedo. Sin embargo, Zhaelín era fuerte y su educación estaba basada en fuertes principios. No iba a dejar que su madre se hubiera sacrificado en vano. Esas palabras de Nü, en dracónico...¿realmente eran suyas? Lo que llevaba en su interior, ni siquiera quería mentarlo, haría que fuera más fuerte y ese era a la vez su miedo. Pronto la dejaría atrás y se protegería mejor sólo. Ella sólo tendría que ocuparse entonces de guiar su camino, de evitar que su ímpetu le jugara malas pasadas. Mientras, lo prepararía todo para ese día. No podía retrasarlo más. Debía pensar e ir planeando quién tendría que acabar con la vida de Nü. La tristeza la abotargaba. Si no era suficientemente duro tener que matar a su hermano, encima debía pasar su carga a alguien querido para ella.

¡¡QUE ACIAGO DESTINO MADRE!!- Gritó en su interior buscando  el aura de su querida madre en busca de consuelo.

Zhaelín, exhausta debido a la tensión, se sumió en sus pensamiento alcanzando en poco tiempo, y pese las conversaciones de sus compañeros, un estado de abstracción que hacía tiempo que no conseguía. Las palabras de Aldo y de Basrim pronto fueron atenuándose hasta alcanzar el rango de murmullo para poco después desaparecer de todo.

Ahora Zhaelín se encontraba a solas casi a oscuras en una escalera de piedra tallada en la mismísima roca. ¿Qué hacía allí? No recordaba nada. ¿Dónde estaban los demás? ¿Dónde estaba Nü? Podía sentir la presencia de sus compañeros pero, incluso esforzándose por desgarrar la oscuridad reinante, no podía verlos. Lo único que los sentidos de la muchacha elfa podían percibir era el distante eco de las gotas de agua que se filtraban desde el techo y caían sobre un lejano charco escaleras abajo. Sin mucha más elección sobre qué hacer aparte de caminar, descendió por los escalones. Cada uno era igual al anterior y la duda acerca de si se estaba moviendo afloró en su corazón. ¿Qué era toda aquella brujería? Agarró con fuerza su maza para infundirse valor contra cualquier monstruo que pudiese aparecer en lo que parecía ser una escalera sin fin. Pero, cuán grande fue su sorpresa al ver que aquello que sostenía en la mano no era una maza, era un ramillete de hierba seca en la que aún podía distinguirse las raíces asomando bajo el terruño de tierra. Levantó la mirada y se encontró a sí misma en un amplio hall construido en la misma piedra que las escaleras por las cuales había descendido. A su alrededor no existía nada que le permitiese orientarse, ninguna referencia visual que le diese la oportunidad de conocer dónde se hallaba o a dónde se dirigía, tan sólo negrura. Dio un paso adelante y un crujido llamó su atención. Retirando su pie lentamente descubrió bajo él un brazo esquelético. Siguió con la mirada la extremidad de aquel cadáver hasta descubrir una calavera sonriente que la observaba en silencio.

¿Qué haces aquí? - Preguntó una voz familiar que hizo que buscase al frente el origen de la misma. ¿Era Helisee? ¿Aquella figura fría y fantasmagórica era su madre? ¿Dónde estás? - Preguntó desde lejos en un tono afilado y hubiera jurado que incluso hostil. ¿Dónde está él? - Luces distantes que de vez en cuando permitían atisbar una desfigurada forma femenina ondulaban desde la lejos como si estuviesen escrutando a la elfa. Un aliento gélido y rebosante de maldad acarició su delicada cara como si de cuchillas de hielo se tratase.

De pronto el tono de voz cambio. ¿Eres tú hija mía?¿Eres tú en verdad Zhaelín? Oh mi dulce niña...

No se lo podía creer. ¿Su desesperado llanto había traído a su madre consigo?

- Sí, s-soy yo, ¡oh madre!.E-estamos bien mamá. Esto es muy duro, pero estamos bien. Te hecho tanto de menos...- Y no pudo contenerse más. Se derramó en un llanto sin barreras. Aún así, su madre le había advertido ya que nunca sería como antes. No sabía que había tenido que hacer para que ellos pudieran ganar tiempo, pero debía ser precavida incluso con ella. No diría nada de Nü, nada de lo que había pasado,ni dónde estaban. Cuando consiguió recomponerse, aún con pequeños sollozos, se dirigió a la esencia de su madre.- Estoy cambiando madre, lo noto dentro de mí. Pero estoy tan sola. A veces ardo por dentro, como si tuviera fuego en mi interior. Y Nü...- ¿Qué pensaría su madre si supiera que casi lo pierde?-...¿hasta cuándo podré protegerlo?

El elfo no había ni depositado el cuerpo en el suelo cuando alguien le agarró de la pechera. Apunto estuvo de golpear varias veces a Aldo. Sentía como este quería pegarle. Esquivo su mirada y miró para otra parte. Los músculos de la mandíbula se tensaron y escuchó tranquilamente lo que tenía que decir aquel charlatán. Negó con la cabeza y sólo dijo Hablaremos de ésto... - con una voz ronca y casi inaudible antes de ser arrastrado por Zhaelín. Fue al fondo de la habitación como había sido ordenado y desde ahí sopeso la situación. Su mandíbula se apretaba y se relajaba. Sus brazos se cruzaron y tomó una postura relajada. Cerró los ojos y su cabezá voló... Un viento le comenzó a rodear. Le envolvía y le hizo levitar. El monje entró en una especie de concentración que le llevó a miles de kilómetros de allí. Casi no se podía oír su respiración, erguido de pie, parecía una estatua. La ira, los odios, los gritos, ninguna palabra. Sólo el viento susurrar. Y cuando abrió los ojos lo vio. El infinito cielo rodeándolo. Una pradera verde que se perdía en el horizonte. Sentía un viento relajante y una sensación de libertad que nunca había experimentado el monje. Antes de que se pudiera dar cuenta tomaba la postura del loto y sintió su estómago llamándole. El viento seguía rodeándole y un lastimera voz gutural susurraba: ...* Cuando Nü abrió los ojos salió de uno de los mejores trances que había experimentado. Todo le pareció tan real, casi un sueño... Sus ojos cyan ahora eran de un azul más intenso alrededor de la pupila. Para cuando Nü salió del trance toda la conversación con Polter había pasado.

La figura espectral parecía tomarse su tiempo para responder. Con movimientos hipnóticos, subía y bajaba dando vueltas en torno a la chica y siempre manteniendo una distancia prudencial con respecto a ella. La sensación y la energía que emanaba de lo que parecía ser su madre variaba enormemente con cada ascensión y descenso. De fondo, el rugido de un dragón hizo que el suelo temblara pero el espectro ni siquiera se inmutó. ¿No podía escucharlo? Zhaelín no sintió miedo alguno ya que estaba acostumbrada a ellos cuando meditaba cada noche y los observaba desde lejos en sus sueños. Sí hija mía... - Comenzó de nuevo. - tu herencia ancestral, todo lo que pude dejarte como parte de mi ser, te hará cambiar. No luches contra lo que eres en realidad hija mía. No luches porque todo depende de ti ahora y lo que late en tu interior sólo te hará más fuerte... - El reflejo acuoso o gaseoso de Helisee vibró bruscamente cuando la elfa pronunció el nombre de su hermano. Sin poder distinguir la cara de lo que decía ser su madre, Zhaelín notó el miedo en la aparición y de nuevo el aliento gélido llegó hasta ella.

NO! NO! Hicimos un trato...! - Gritó el espectro a nadie en especial para después moverse como una centella hacia otro punto de la enorme habitación. Gracias a la tenue y azulada luz que emanaba el ser, Zhaelín pudo distinguir cual era el motivo por el que el espíritu, o lo que diablos fuese aquello, subía y bajaba. Se alimentaba de cuerpos de hombres caídos los cuales perdían la carne tan pronto tomaban contacto con ella. Al momento sintió como si entre toda la oscuridad que tenía ante ella decenas de calaveras de cuencas vacías la estuviesen observando.

Sally respiró aliviada cuando los dos enemigos cayeron al suelo. Ninguno de sus compañeros saldría herido. Se había acabado.

Ahora comenzaba la parte complicada, los interrogatorios. Había que saber como llevarlos, no era lo mismo el mercader que estaba siendo acosado que los otros, que eran los acosadores.

La pequeña fue de cuerpo en cuerpo, desvalijándolos y en el caso del jefe de aquel grupo desarmándolo también. Además le ató de pies y manos y de un jirón de su camisa improvisó una mordaza introduciendo la tela en la boca.

En una de estas que pasó cerca de Aldo le agarró el brazo y se acercó a él... ya está, al final todo ha salido bien, más que bien, vuelve a centrarte en lo que hemos venido a hacer.

Él era la mejor baza que tenían para conseguir la información por las buenas. Y si fuese necesario por las malas ya se encargaría ella.

-Tranquilidad.-Dijo el clérigo al ver la reacción de Aldo.-Entiendo tu furia, pero la furia solo nublará tu juicio. Grumbar nos enseña a sobreponernos a nuestras emociones y a evitar dejarnos llevar por ellas. Solo así mantenemos la serenidad y la concentración. Lo que ahora sientes no debe despreciarse. Es parte de ti. Solo guardalo y déjalo salir en el momento adecuado. ¿Te parece bien, Aldo? Nos conocemos de hace años y sabes que estaré contigo en lo bueno y en lo malo. Tranquilo, la encontraremos.

Dicho esto, le puso la mano en el hombro. Sabía que eso podía ser más útil que cualquier palabra en la mayoría de las ocasiones, así que dando el tema por zanjado avanzó hacia el mercader.

-Eso me gusta más.-Dijo friamente.-Y ya que pareces saber tan bien quienes son, que está pasando aquí y qué hemos hecho... ilustranos.-Tras decir esto, apoyó la cabeza de su enorme martillo en el suelo y esperó.

Apoyada contra la pared, y con el rostro cubierto por las sombras que proyectaban la capucha, Zahelín dio un brinco y dejó salir un grito ahogado, como si le faltara el aliento. Inmediatamente se llevó la mano a la boca para no verter allí mismo el contenido de su estómago. Para estupefacción de los presentes, que estaban en medio de un interrogatorio, se incorporó, corriendo hacia una de las esquinas y, al llegar, se arrodilló para devolver. Apenas echó nada más que un poco de amarga bilis. Se limpió con la manga de su camisola y giró el rostro para disculparse.

- Perdón...- Dijo con timidez. Tenía escalofríos y un sudor frío perlaba su frente.- Creo que me he mareado.- Como no quería salir a tomar el aire, por lo que pudiera pasar, bebió un poco de agua para quitarse el mal sabor de boca y se dispuso a desnudar al hombre para probarse su armadura. No iba a participar en el interrogatorio, no era buena en ello, y era evidente que los demás se manejaban de maravilla.

- Mas te vale estarte quieto.- Le dijo al hombre mientras comenzaba a quitarle la armadura.

Si no quieres que te vomite encima...

Asustada había roto el enlace con su madre. ¿En qué demonios se había convertido? Sólo recordar la sensación que había tenido al ver a su adorada madre consumiendo vidas humanas de esa manera... Era verdad que ya se lo había advertido la otra vez. Iba a tener que hacer un sacrificio, convertirse en algo horrible. Pero no se lo esperaba, no algo así.¿Se estaba convirtiendo Zahelín en lo mismo?

Basrim pensó mucho en lo que conllevaba el romper su pacto de silencio con la organización de la que Tanek formaba parte pero la situación no dejaba mucha más alternativa que hacerlo si quería conservar lo que más amaba, su propia vida. Habían sido años de apoyo mutuo y el mercader había conseguido ascender meteóricamente en lo que a estatus social se trataba gracias al dinero proporcionado por esas gentes con las que siempre había tratado a partir de intermediarios como Tanek. Incluso había colocado a dos de sus hijos como miembros de ella, aunque a la postre ello sólo sirvió para perder el poco contacto que por en aquellos días existía entre progenitor e hijos. Habían sido años en los que la boyante economía, representada sacos llenos de oro que llegaban a su establecimiento, le había permitido ampliar su negocio enormemente sin que ningún otro mercader le pisara el terreno, ya fuese mediante competencia desleal, amenaza, extorsión o sabotaje. Fueron años buenos sin duda. Pero tal y como informó Polter, estos se habían visto truncados desde hacía unos cuantos meses. 

Sus servicios para la "Organización", como el lo llamaba, eran varios: envío de suministros a la zona pactada en el interior de las montañas, distribución de suministros a otras grupúsculos que servían a la Organización en tierras lejanas, extorsión a personas que podían ser interesantes para ellos,  información de cualquier cosa reseñable que sucediera en los alrededores ya fuese en la zona de los valles o en Cormyr... y un largo etcétera que era difícil de recordar incluso para él mismo. La cuestión es que desde hacía unos meses extrañas circunstancias habían tenido lugar en su círculo personal. Había perdido varias caravanas de suministros, al principio asaltadas por fuerzas desconocidas, pero más tarde, algunos supervivientes indicaron que sus atacantes eran zombis o muertos vivientes de cualquier tipo sin un líder identificable o que reclamase su autoría. Las investigaciones demostraron que esas fuerzas únicamente atacaban a sus empleados, soldados o espías. Otros simplemente enfermaban y era necesario quemarlos antes de que perdiesen el control sobre sí mismos y atacasen a los que hasta hacía poco habían sido sus amigos o compañeros. 

Basrim tuvo que echar mano de todas las ganancias que había ido acumulando para contratar guardianes para sus envíos y muchas veces incluso eso era insuficiente para que las provisiones llegaran a su destino. En esos momentos es cuando había aparecido el grupo de aventureros. Tanek había llegado esa misma mañana a la villa a quejarse acerca de que no tenían comida apenas ni equipo y para informarle de algo que Basrim ya conocía, que muertos vivientes se alzaban de sus tumbas para atacarlos por las noches incluso en el Colmillo Oeste.

Al ver la actitud ya un poco más sumisa del prisionero Jonas se siente un poco más confiado en que de aquí podremos dar un gran avance.

Aldo es todo tuyo, empecemos el interrogatorio!!!

La sensación de felicidad no se hacia esperar, sin embargo, mantuvo Jonas mantuvo siempre su cimitarra al cuello del sujeto para evitar cualquier movimiento en falso.

Parece que la plaga esa de los muertos vivientes podríamos considerarlas incluso aliados.

La pícara soltó el comentario en voz alta, pero era más para ella misma que para los demás.

Sally observó como Zhaelin comenzaba a desnudar a aquel cerdo y sonrió. Le caía bien aquella chica, parecía que no tenía lo que se supone debería tener pero cuando llegaba la hora siempre daba la cara. Aquella elfa comenzaba a ganarse su respeto y eso era algo que la joven Sally no regalaba tan fácilmente.

Al saquear el cuerpo del cabecilla, Sally encontró un amuleto y se lo dio a Al, quizás el mago supiera algo más de aquel amuleto.

Sin mucho más que añadir ni demasiada idea sobre qué preguntar, el clérigo optó por mantenerse en silencio a la espera de que fuera Aldo el que preguntase por su hermana. 

En ese momento oyó a Sally y algo se revolvió en su interior.

-Sally, los no muertos solo se levantan por tres motivos.-Dijo alzando tres dedos.-El primero es que alguien los alce, lo que suele hacer que lo obedezcan ciegamente y por tanto que lleven a cabo actos cuanto menos cuestionables. El segundo es que una persona haya tenido una muerte tan violenta que su espíritu esté lleno de ira y haga que su cuerpo se levante. Eso suele desembocar en maldad y en pagar su ira con quien encuentre. En tercer lugar, aunque es casi imposible, cuando hay una fuerte presencia del mal en un lugar, es decir, cuando un lugar se consagra a un dios maligno y allí se llevan a cabo actos destinados a honrarlo que podríamos calificar de barbaries, a veces los muertos de la zona resucitan solos por la pura maldad del ambiente. 

Hizo una pausa reflexiva.

-Como ves no pueden ser nuestros aliados, si bien entiendo que a veces nuestros objetivos sean similares. 

Sally alzó la mirada al techo, se lo tenía bien merecido por abrir la boca. 

Yaaa Grasp, no quise decir que nos hiciéramos aliados de necrófilos adoradores de los muertos. Ahora deja que sigan con la conversación. Que después le toca a nuestro amigo.

Y con la punta de la bota le pegó un golpe en las costillas al jefecillo de aquellos bastardos.

El monje seguía en su trance místico mientras sus compañeros interrogaban

Jonas en vista de que la situación estaba controlada, guardo su cimitarra y se dedico a salir de la habitación hasta la entrada...

Melk vente.

La elfa siguió a lo suyo sin prestar demasiada atención al interrogatorio del gordo mercader. Cuando acabó su trabajo,el matón estaba en paños menores delante de ella. Para ella había sido como un objeto hasta ese momento pero al verlo allí, en toda su pequeñez, cierto color regresó a sus mejillas empalidecidas pro su indisposición. Se alejó de allí con su pequeño botín, comprobando que la armadura, que parecía de buena calidad, le ajustaba casi a la perfección. Fue entonces cuando la historia de Polter llamó su atención. Se acercó a Aldo y le comentó lo que rondaba su cabecita rubia.

- Creo que nosotros podríamos ser los nuevos guardianes contratados por Polter para llevar el último cargamento hasta el Colmillo Oeste, ¿no te parece?- De esa manera podría llegar allí sin levantar sospechas y con el salvoconducto del gordo. Por lo que contaba el mercader era un trabajo peligroso pero le parecía que el grupo unido, y bien pertrechado, podría lograrlo.

El bardo escuchó a su amigo clérigo y le devolvió el gesto con una inclinación de cabeza y poniendo su brazo sobre el hombro del clérigo. -Tienes razón amigo!

Escuchó atentamente lo que tenía que decir aquel mercader de vasijas, viendo en sus ojos una honestidad propia de un hombre desesperado ¿Era verdad que por culpa de él y sus amigos, el mercader podría quedar en la ruina o peor?, ese tipo de preguntas sobrevolaban por la cabeza de Aldo, pero no podía caer en el juego del pesar y la misericordia, aquí lo importante era otra cosa.

Respondió la idea de Zhaelín con una sonrisa que se le había desdibujado hace unos momentos, no había pensado en eso, y ciertamente le agradaba aquella idea, agradecía que sus amigos de infancia, zhaelín e incluso Nü estuvieran ahí e ese momento, jamás hubiera podido llegar hasta donde están si lo hubiera hecho solo.

-Seré breve -Dijo con voz autoritaria -Me importa una mierda lo que hagas y en los negocios que te metas, es tu problema. Pero nosotros también tenemos un problema que se cruza directamente en tu camino y ahí ya empieza a importarme lo que haces. -Tomó un poco de aire (valentía) para seguir hablando.

-La organización para la que trabajas ha secuestrado a mi hermana y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para recuperarla!

Empezó a contarle a aquel mercader a grandes rasgos por lo que habían vivido, el incidente en las cavernas, la emboscada en el camino, los muertos vivientes y lo que saben del tal Loraed.

Necesitamos información -Dijo al final -Y todo parece indicar, salvo que tú o aquel imbécil que está inconsciente digan algo diferente, que debemos dirigirnos a colmillo Oeste, y tú nos vas a ayudar.

A Aldo no le importaba ser suave con aquel mercader, todo hombre merecía un poco de confianza para demostrar por su propia voluntad que podía colaborar, pero si llegaba a detectar algo de mentira o engaño, a Aldo tampoco le temblaría el pulso para hacer lo que fuera necesario para hacer que escupiera todo lo que sabía, así viniera acompañado de coágulos de sangre.

Basrim abrió los ojos asombrado e impresionado por igual ante las revelaciones de Aldo acerca de los hombres que habían desertado en el bosque de Cormanthor y de la maldición de los muertos vivientes que los asediaban al igual que él estaba sufriendo. Son ellos... - Masculló entre dientes al mirar a los hombres inconscientes. Son esos hijos de puta, están malditos y me han contagiado su maldición...  - Llegó a la conclusión el mercader al escuchar como el caso de los muertos vivientes se repetía con los mismos matices a cientos de millas de allí. Ante la propuesta de la muchacha elfa y la posterior confirmación de aquel que había perdido a su hermana el mercader tan sólo pudo asentir repetidamente con una sonrisa bobalicona en su rostros. Sí, sí, claro que los ayudaré!! Hmmmm les, les, les diré incluso cómo llegar al subterráneo. Claro, no será difícil llegar hasta allí con mis indicaciones. ¿Pero qué pasará con ellos? Si se enteran de que os he ayudado me colgarán de cualquiera de esas vigas. - Comentó atemorizado mirando hacia los hinchados travesaños que sustentaban el techo de la tienda. Tienen que dejarme salir de aquí y poner tierra de por medio cuanto antes! ¿De acuerdo? - Preguntó ilusionado poniéndose de pie para acercarse a la mesa que utilizaba como escritorio principal donde mojó la pluma en uno de los tinteros y comenzó a esbozar un mapa con mano temblorosa. Mientras dibujaba el mercader comentó sin levantar la cabeza del plano. - Sobre ese tal Loraed o lo que sea, no tengo ni idea de quién puede ser. Nunca he escuchado ese nombre. Yo siempre he tratado con un tal Hulmar, al que por cierto tampoco he visto, pero ellos - Señalando a los hombres inconscientes. - siempre me mandaban recuerdos de su parte. Algunas veces incluso me mandaba cartas por medio de un mensajero, pero el que me las traía siempre me hacía quemarlas antes de irse.

El mercader entregó el mapa al muchacho de la perilla. Hay unos corrales a las afueras de la ciudad donde tengo los almacenes. Allí encontraréis una carreta y las mercancías que mis empleados no pudieron entregar. Debéis dejarlas en ésta explanada. - Dijo indicando un punto concreto. Tras ello deberéis encender una hoguera y echar en ella hierba húmeda para que humee. Alguien bajará a recogerla cuando hayáis salido de la vista.

No sé si ellos tendrán a tu hermana, porque no he... bueno porque no sé dónde las llevan. Pero sin duda, si quieres respuestas allí deberías hallarlas. - Hubo un silencio incómodo hasta que las quejas de Nister, que ya salía de su aturdimiento, lo rompió.

¿Estamos en paz?- Preguntó, para después añadir. - Tenéis que llevároslos de aquí...y a ese hombre, también. Dijo refiriéndose al cadáver.

Zahelín no dejaba de observar a Polter con una de sus finas cejas levantadas.  No quería hacerle daño pero no se fiaba de un hombre con tan bajos principios morales. Mientras el gordo soltaba su perorata la elfa se paseaba pro la habitación. Ese hombre era un mercader y se había hecho rico a costa de las extorsiones y de las malas compañías. Ahora debía pagar el precio de todo ese mal que había provocado. La joven elfa caminaba por la habitación y con curiosidad habría los cajones de la mesa. Cual fue sus sorpresa cuando encontró un pequeño cofre en uno de los cajones.

- Y supongo que es con esto con lo que pretendían poner tierra de por medio. ¿Qué hay dentro?. -Abrió el cofre y el fulgor del oro brilló en la mirada de la elfa como antes había brillado el fuego de su interior.- Aquí hay mucho dinero.- Pero Zahelín no se dejaba atraer por el tintineo de las monedas. Cogió en su mano una pequeña bolsa bastante curiosa. Vio cómo la cara de Polter cambiaba al ver el dinero con el que iba a escapar caía en manos del misterioso grupo.- Considera parte de tu pena que este dinero nos ayude a recuperar a la hermana de Aldo.- Miró a Sally y le guiñó un ojo.