Partida Rol por web

Tras las tres horas de descenso en aquel lento ascensor de carga, los tres nuevos habitantes de la colonia llegaron a su destino, con el sonoro estruendo y vibración ocasionados cuando el aboyado cajón metálico descendió en caída libre los dos últimos metros del trayecto.

Cuando las compuertas se abrieron, una figura regordeta, con una mugrienta gorra de beisbol calada hasta los ojos que dejaba asomar algunos mechones de cabello castaño, embutida en un peto naranja con el emblema de Pure parcialemnete arrancado de uno de sus tirantes, les esperaba.

- Bienvenidos.- Parecía que le costaba decir aquello, más que nada porque dadas las circunstancias, aquella expresión podía sonar casi irónica. - Soy Lucinda Park, pueden llamarme Lucy. Soy la responsable de comunicaciones de la base, así como la encargada de transmitir las peticiones del sindicato a la corporación. Siento que nos conozcamos en unas condiciones tan... Inestables.

Lucy ocupaba la franja de terreno que separaba el ascensor de la salida del recinto de llegada, delimitada por una reja tras la que asomaban decenas de manifestantes con pancartas para darles la bienvenida de peores modos.

- Volved con vuestros putos amos, perros de presa. No os necesitamos aquí. Pure apesta.- Eran las consignas que se turnaban canturreando. Pero aun así, cuando Lucinda salió del recinto y les indicó que la siguiesen, tomando un megáfono y gritando unos cantos nombres para llamar al orden a los manifestantes más vociferantes para llamarlos al orden, los piquetes parecieron separarse a su paso, como el mar se abrió ante Moises para dejar pasar al pueblo elegido.

- Si me siguen no creo que esta panda se arriesgue a mucho más.- Les susurró.- Les llevaré a sus barracones para que puedan dejar sus bártulos, tienen taquillas de seguridad, tranquilos. ¿Qué prefieren hacer a continuación? ¿Necesitan descansar? ¿Quieren que les dé un paseo guiado rápido por la colonia o quieren comenzar a investigar esta maldita mierda por algún lado? Tenemos dos culpables confesos retenidos, uno en los calabozos y otra en su vivienda. También podría llevarles a las escenas del crimen o a ver los cuerpos al almacén general de la colonia.- Lucy hablaba con un volumen bastante bajo, era fácil imaginarla susurrando sus informes con la boca bien pegada al micrófono en la sala de telecomunicaciones donde debía de ser reina y señora de los chismorreos de la base.

Taylor se apretó contra el fondo del ascensor, esforzándose por parecer tranquilo, pero cada vez que el puñetero cacharro crujía o rechinaba todo su cuerpo se tensaba hasta sentir que le faltaba el aire.

El paseíllo de bienvenida no ayudaba, era como si los hubieran tirado en un vertedero lleno de lobos famélicos.

Taylor intentaba distinguir algo que le llamara la atención entre la muchedumbre, su entrenamiento le decía que tenía que buscar lo inusual, alguien tranquilo entre tanta ira, alguien que observara entre la multitud en lugar de gritar, alguien que se fuera de allí mirando al suelo, siempre estaban allí, los culpables, siempre cerca de su crimen.

Pero el corazón le latía con furia y apenas acertaba a oír a Lucinda, y cuando por fin llegaron a los barracones soltó un suspiro de alivio y se apretó las sienes intentando calmarse par a poder pensar.

—Ahhh dios, más nos vale andarnos con ojo, no quiero que nadie se confié, ¿entendido? —no esperó la respuesta de sus compañeros y siguió pensando en voz alta— creo que los fiambres no se van a ir a ninguna parte, y ya habrá tiempo de hacer turismo. Lo mejor sería ver los lugares de los asesinitos antes de que alguien pueda alterarlos de algún modo.

Taylor no se sentía nada tranquilo y prefería mantenerse ocupado, la idea de intentar descansar le sonaba a tortura.

No es que, dadas las condiciones, Trevor esperara una recepción con alfombra, té y masitas, pero tampoco, a decir verdad, pensaba que su llegada iba a generar tan particulares pasiones. Pero claro, pensandolo bien, eran los lameculos, los sabuesos de los patrones. Venían a ajustar clavijas y aquí no ha pasado nada.

Odiaba verse en esa posición. Si por él fuera, estaría ahí protestando y tirandose algo a si mismo, pero había que jugar el papel e intentó verse sereno y decidido. No es que realmente le diera lo mismo, pero no sentía miedo, lo que sentía era una especie de excitación, de anticipación por lo que podía suceder, y al menos ponerse en acción después de tanto esperar. Le sostuvo la mirada a quien lo estuviera insultando, y pasaría sin inmutarse. Así sabrían que si pretendían algo de él, aquella no era la manera de obtenerlo.

- Creo que deberíamos tomar ese tour por la colonia, a ver dónde estamos parados, y mientras lo hacemos, ver los lugares de los asesinatos.

Taylor parecía ansioso por irse de allí también. No lo culpaba, pero mejor conocer al menos un poco el lugar, porque dudaba que fuese una tarea fácil. Si lo fuera, ellos no estarían ahí.

Los gritos no ayudaban a la resaca. O quizás la resaca no ayudaba con los gritos. Fuera como fuera, se encontró acercándose a sus compañeros más de lo que normalmente lo haría ella, que valoraba el espacio personal. No podía dejar de mirar a aquella muchedumbre, esperando que en cualquier momento lanzaran algún objeto sobre ellos. Puede que su anterior trabajo fuese a veces estresante, pero al menos no tenía una turba de linchamiento recibiéndola cuando entraba.

Se dió cuenta de que la tal Lucinda les preguntaba algo, pero demasiado distraída intentando vigilar a aquella gente, como si el no perderlos de vista pudiese servir para mantenerlos en su sitio, apenas se enteró de lo que estaba preguntando, y se limitó a asentir cuando los demás dieron su respuesta.

Lucinda pudo leer con claridad el desconcierto en la cara de sus tres acompañantes. En el caso de Steadman parecía ser a causa de la llegada y el peculiar ambiente imperante en la base, pero esto último había desencajado tanto a la científica como al marine, era fácil ver que estos no se esperaban un recibimiento tan caluroso.

La responsable de comunicaciones, con su voz arrastrada y sus ademanes perezosos, era la encargada de comunicar las peticiones de los mineros a la corporación, un papel en el que al menos no debía de preocuparse por las iras o prontos de sus compañeros colonos, ellos no la iban a agredir. Pure posiblemente la habían puesto como responsable de aquel grupo de emisarios, confiando en que tampoco agrediesen a aquellos que estuviesen con ella, pero era imposible saber qué futuro deparaba a los habitantes de la colonia, lo que incluía a sus tres invitados de excepción.

- Tranquilos. Si necesitan algo para la migraña o el jet lag, coméntenmelo sin problema. Todos tenemos nuestros momentos por aquí. Casi diría que todos somos botiquines parlantes.- Ante los comentarios de los dos varones de la comitiva, y esperando contentarlos a todos, sacó del bolsillo trasero de su peto un tríptico informativo algo manchado de grasa, de tanta utilidad como el vídeo que antes les pusiera Rotwang, pero al menos se molestó en explicarles los emplazamientos comunes en la colonia, así como indicarles los dos edificios en los que habían tenido lugar los homicidios que habían venido a investigar.

• 1 Acceso a la mina.
• 2 El laboratorio (Donde se eneunera el reactor que abastece de energía a la colonia).
• 3 Acceso al ascensor espacial.
• 4 Recinto escolar.
• 5 Central de comunicaciones.
• 6 D'place Saloon, el abrevadero de la colonia.
• 7 Barracones de los trabajadores.
• 8 Almacén de la compañía.
• 9 Cementerio.
• 10 Vivienda para empleados del capataz.
• 11 Vivienda del capataz. (Escena del crimen, homicidio de Ulysses Norton).
• 12 Bloque de seguridad. (Escena del crimen, homicidio de Yvonne Lu).

- Como les comentaba, los cuerpos están en el almacén (8). Los dos crímenes tuvieron lugar a la misma hora, uno en la mansión del capataz (11), en donde mantenemos retenida a su esposa como sospechosa, el otro tuvo lugar en el bloque de seguridad (12), donde mantenemos prisionero, en el calabozo al otro presunto culpable.- Cada vez que se refería al status de los detenidos, quedaba claro por su ligero retintín que ella los daba por culpables, peor seguía sin saberse a qué se debían aquellos dos extraños homicidios. - ¿A qué escenario del crimen preferirían ir primero? - También había un deje que indicaba que ni ella misma se creía demasiado bien todo lo que estaba pasando.

¿Le gustaba más el cadaver número 1 o el número 2? Le pedían que escogiera cómo si tuviese importancia. Los dos crímenes habían ocurrido a la misma hora, sin relación entre ellos, y aún no sabían nada de la gente detenida o cómo se había producido. Lo mismo podía escoger por orden alfabético o tirar un dado.

Se estaba dejando llevar por su irritación, se daba cuenta. Pero no todos los días tenía que trabajar con escolta de seguridad para evitar que le dieran una paliza. Se centró en su respiración, realizando cada inspiración y espiración de forma deliberada, hasta que se tranquilizó lo suficiente para estar segura de poder responder sin parecer que quería arrancarle la cabeza a alguien.

-El bloque de seguiridad parece estar más cerca. Podemos empezar por ahí. Y mientras llegamos, puede contarnos cómo encontraron a las víctimas. Nos dijeron algo de que no sabían cómo habían muerto. ¿Están seguros de que fueron asesinatos?

Muchas preguntas rondaban la cabeza de Taylor, pero habría que esperar el momento adecuado.

—El bloque de seguridad— dijo secamente—además de investigar la escena necesitamos saberlo todo acerca de las cámaras, grabaciones y altercados previos.

Lucinda iba a tener que responder a muchas preguntas, y más le valía tener respuestas. Taylor no entendía como en un sistema cerrado como una colonia minera podían pasar tantas cosas fuera de control, es como si las cadenas de ineptitud se extendieran a través de la galaxia acompañando a la humanidad allí dónde de llegase.

—Supongo señora, que los presuntos estarán bien custodiados y seguros, no me preocupa que la desgraciada viuda se escape sino más bien que sea la próxima víctima.

Conocer algunos puntos de referencia había sido útil. Al menos sabía dónde estaban parados. Bueno, en realidad estaban parados sobre una roca en el medio del espacio que era una bomba de tiempo, pero en otro sentido, ahora sabían dónde podían ahogar sus penas en alcohol, ir a meterse en problemas, o dónde visitar cadáveres. 

Sus compañeros tomaron la iniciativa así que Trevor se mantuvo en un segundo plano. Observar tampoco estaba mal, cuando llegaran ya podrían poner cada uno su visión acerca de lo que encontrasen. 

Dios, recién habían llegado y ya quería largarse. 

Mientras Lucinda tomaba la iniciativa para llevarles hacia el puesto de seguridad, respondió a Taylor entre graciosa e intrigada, por lo que ella misma estaba reconociendo. - Oh, comprendo que se preocupen por eso, pero Wren está en el lugar más protegido de la colonia, al menos por ahora. Era nuestro oficial de seguridad y ni ahora puede abandonar el edifico donde ha hecho toda su vida hasta ahora en este terruño. Y la pobre Casiopea también está bien protegida en su jaula de oro. ¿Saben que es lo más curioso? Ninguno de los dos trató de huir o resistirse, al contrario. Se entregaron sin incidentes.

Mientras pasaban ante el enorme bloque que contenía las infraestructuras del generador que generaba la atmósfera artificial de la colonia, su guía procedió a responder a Marion. - Oh, si, señorita, fueron muy... Asesinados. Wren le abrió la cabeza a su prometida, Yvonne Lu, con nuestra emisora de radio del edificio de seguridad. Gwen McCall, nuestra jefa científica estaba con ellos y confesó todo lo que vio, tal y como podrán corroborar en la grabación de las cámaras de seguridad. 

Calló por medio minuto mientras los visitantes podían reconocer, por su tipología y la señalética del lugar, el bloque de seguridad: un bloque de dos pisos con el anónimo gris que caracterizaba a todos los edificios que habían visto hasta ahora.

- La señora Casiopea Norton cosió a cuchilladas a su esposo, empleando un abrecartas, en el estudio de su mansión. Franklin Cordero, el artista local, fue testigo de la agresión.

Una vez entraron en el edificio, los investigadores vieron las someras entrañas del mismo, dos celdas (Una ocupada por un tranquilo tipo larguirucho, con el cabello cortado a máquina, con un acabado cuadrado y uniforme presidiario, la otra ocupada por un minero barbudo que parecía estar durmiendo la mona con su uniforme de trabajo cubierto de vómito seco), una sección con una mesa, en la que una triste emisora de radio de corto alcance emitía su inquieta estática, en espera de alguna señal, y unas taquillas entre las que asomaba un armario armero. 

- ¿Quién es? Ahora mismo voy.- Se escuchó una voz desde una sala contigua.

- Creo que hoy el turno de tarde lo tiene Uriah, espero que les pueda ayudar en todo lo posible. Yo voy a tener que tirar en nada para dar el cambio de turno en el centro de comunicaciones.- Les comentó su guía mientras se quitaba por primera vez su gorra, enseñando sus brillantes y pequeños ojos para girarse, saludando con el brazo en alto al preso que mantenía consciencia y compostura, sin mediar palabra. Wren la saludó, tímido, desde su celda.

Miró al asesino de Yvonne Lu con curiosidad y extrañeza. No parecía un asesino, aunque suponía que si los asesinos tuvieran un aspecto concreto serían más fáciles de encontrar. Pero con todo lo que les estaba contando Park, sólo cabía llegar a la conclusión de que tenía razón en que lo único que se esperaba de ellos era que pusieran su nombre en un papel. Aunque si era tal y cómo decían, no se habían limitado a coger dos pardillos al azar como chivo expiatorio.

-Supongo que ya que estamos aquí, podemos empezar interrogando al primer sospechoso y luego ir a ver la escena. Aunque no parece que haya mucho que investigar. Tienen testigos, grabaciones, confesiones...Vamos a cobrar igualmente por nuestro tiempo aquí-aclaró, por si acaso había alguna duda-, pero no estoy segura de que tengamos mucho que hacer cuando ya lo tienen todo bien atado. ¿Se supone que sólo tenemos que corroborar que lo que ponen en el informe es cierto?

Marion tenía iniciativa e iba en la dirección correcta. Si todo estaba grabado, de momento habría que darlo por hecho, lo único que podían hacer es intentar averiguar el porqué.

—¿Quiere usted empezar? Quizás sea mejor un poco de poli bueno antes de … ya sabe, apretar tuercas— esto lo dijo con un gesto de complicidad con Trevor, dando por sentado que ellos eran la fuerza bruta y Marion su vocecilla amable.

—Mientras podemos hablar con este Uriah a ver si alguien hizo un informe toxicológico de víctimas y asesinos, después las grabaciones y echar un vistazo al lugar del crimen.

—No se—Taylor se masajeaba las sienes, estaba pensando demasiado— quizás debamos hablar antes con los dos sospechosos o culpables o lo que sean, alguna relación tiene que haber, ¿qué les parece?

Del cuarto empleado como almacén volvió un tipo espigado, de barba cuidada y una peculiar bandana cubriendo parte de sus incipientes entradas que el flequillo no lograba disimular. Uriah Jessup, el encargado de seguridad tras la horrible defunción de Yvonne Lu, cargaba diligentemente con una caja que le impedía saludar a Lucinda mientras esta se iba del puesto de seguridad, tras indicar a los investigadores que podrían localizarla en su puesto de trabajo, y que se reuniría con ellos para la cena.

- Diantres, han sido más rápidos que yo. Soy Jessup, responsable de seguridad, a su servicio. Sabía que vendrían a revisar todo esto, así que... Aquí tienen todo lo susceptible de ser considerado una prueba que recopilamos... En esta misma sala.- Comentó, mirando sospechoso a la mesa donde la radio seguía escupiendo estática, como si temiese que esta fuese la auténtica asesina y fuese a echar a correr en cualquier momento. Dejó la caja junto a la misma, permitiendo que los visitantes viesen una radio, que podría ser la perfecta gemela de la que acabo de citar si no fuese por las abolladuras y manchas de sangre seca que la cubrían y lo que parecía ser el contenido de una papelera, diligentemente preservado dentro de una bolsa de basura. 

- Me temo que, obviando al señor Harcourt, que seguro que estará encantado de que le den un poco de cháchara, y el cuerpo de nuestra anterior responsable de seguridad. Bueno, miento, también tenemos la grabación, si es que tienen estómago para ver tal cosa, eso sí, carece de audio. Si les puedo ayudar en cualquier cosa...- Se ofreció, servicial, justo antes de que otro responsable de seguridad rompiese un incómodo silencio a través de un alterado mensaje de radio. Aparentemente, unos colonos habían asaltado el almacén, dejando unas desagradables pintadas sobre la corporación en su fachada.

Abrió la bolsa de plástico y la extendió sobre la mesa, para después extender los contenidos ordenadamente sobre ella, de arriba abajo en el cubo. Así sabrían cuales eran los últimos que se habían tirado, si es que no habían revuelto ya todo.

-He traído mi escaner médico-comentó en respuesta a la propuesta de Taylor, mientras observaba  si veía algún resto de envoltorios de drogas, alguna nota o papel o cualquier otra cosa que pudiera dar alguna pista entre lo que había en el cubo-. Quizás alguna droga que se popularizara o compartieran pudiera explicar el episodio. Aunque también podría ser algo más común, como algún lío amoroso o infidelidad entre los implicados. Pero veré si puedo encontrar alguna anormalidad en ellos con el escáner. ¿Puede dejarnos la grabación si va a irse a responder a la llamada?-Le dijo a Jessup, levantando la vista hacia él- No se preocupe por nuestro estómago. Nos pagan para tenerlo fuerte.

Ya que tenían la grabación, lo mejor era aprovecharla. Podrían considerar mejor todas las pistas tras ver donde encajaban en lo que había sucedido.

Taylor asintió, también quería ver esa grabación.

De las descripciones podía deducirse que aquello no había sido cualquier cosa, sino algo bastante salvaje, eso podría descartar el asesinato por celos o algo parecido, eso acaba en unas puñaladas o un tiro con alguna pistola de autodefensa, pero el ensañamiento tenía que tener algún motivo.

También pensaba en las drogas, solían correr por ese tipo de estaciones y no siempre de la mejor calidad, a veces eran un coctel casero de químicos nada saludables y dejaban algún cerebro frito.

Esperaba ansioso ver el resultado del escáner y las imágenes del jodido video.

—Deberíamos dejar lo de hablar con los sospechosos hasta haber visto todo con nuestros ojos, loas análisis, los videos, y las escenas de los asesinatos. Si no tenemos nada nuevo para ponerles delante, no dirán nada que no hayan dicho ya.

- Antes de proceder, debo de ponerles un mínimo en contexto. El culp... El acusado y la víctima eran pareja. Estaban prometidos, y todos sabíamos que habían pasado sus altibajos, peor creíamos que la cosa había mejorado en los últimos tiempos. Se iban a casar en cuatro meses.- Les susurró Jessup, tratando de ahorrar al preso el tener que volver a recordar todos aquellos detalles, que posiblemente le romperían de nuevo, si es que seguía siendo una persona sensible.

Uriah tomó la grabación del asesinato, que había acontecido en aquella misma estancia... sobre aquella misma mesa, unos cuantos días antes, y la conectó al ordenador, de monitor casi quemado, que presidía la sala.
En la granulada imagen se veía a tres personas comiendo tranquilamente. 

De un lado de la mesa estaba Wren Harcourt, al que podían reconocer tras haberlo visto, taciturno, en la celda.
Junto a él estaba una mujer de cabello rubio, gafas caídas y rostro con forma de corazón.

- Esta es la señorita Gwen McCall, nuestra jefa científica y testigo presencial.

Del otro lado de la mesa se sentaba una mujer pálida, de cabello recogido en un voluminoso moño.

- Esta es la difunta señorita Lu.- Comentó, sin añadir más, esperando a que los investigadores fuesen testigos de lo que se venía, tragando aire con anticipación.

Las tres personas reunidas comían tranquilamente, comentando cosas entre bocados. La señorita McCall tenía la fea costumbre de masticar con la boca abierta. Pero cuando los dígitos de la grabación indicaron que la hora pasaba a ser las 2 PM, sin ningún tipo de corte o cambio apreciable en el emplazamiento o a sus ocupantes, todos pudieron ver cómo Wren tomaba la radio que había a un lado de la mesa y procedía a descargar su peso, con contundencia, sobre la cabeza, los hombros y el pecho de la responsable de seguridad, su prometida.

El muaré videográfico que era la asustada Gwen, que había caído al suelo ante el violento pronto del hombre que se sentaba a su lado unos segundos antes, se enderezó estirando las manos, tratando de detener los brazos de Wren, pero este la empujó, haciendo que su cabeza golpease el borde de la mesa antes de caer inconsciente al suelo.

Tras un minuto más de golpes repartidos, sin ton ni son, sobre el cuerpo de Lu, caída en el suelo, Wren dejó caer la radio al suelo, antes de mirar lo que había hecho y comenzar a llorar, apretándose la cabeza entre las manos. En ese momento la grabación se cortó.

- Cuando la señorita McCall volvió en sí, Harcourt estaba llorando, desesperado, junto al cuerpo de su Lu. Poco más tuvimos que hacer que abrir la celda para que entrase por su propio pie cuando descubrimos la escena.

La radio, con los rastros de sangre seca, presidía ahora la mesa, junto al resto de objetos contenidos en la papelera. Aun siendo un artefacto pequeño, tenía una dimensión espiritual oscura, ominosa, al contener las vibraciones de aquel horrible acto en el que había sido la herramienta ejecutora.

Entre los restos de la papelera, había varios albaranes de pedidos y entregas despachados por la corporación, sin aparente interés, un listado de objetos relacionados con la celebración de una boda, escrito a mano y con varios elementos tachados, una caja de cerillas vacía, con el logo del bar de la base, y una banderola de FELIZ CUMPLEAÑOS, hecha con papel continuo, desmenuzada muy diligentemente.

- No tenemos una grabación de lo acontecido en la mansión del capataz. Me temo que él era muy receloso de su intimidad y tenía permiso para disponer de su propio sistema de seguridad, que pudiese encender y apagar a voluntad. Las ventajas de los jefazos.- Comentó antes de arrepentirse de haber descubierto aquellos pensamientos. - Pero si hacemos caso a lo comentado por el testigo de la muerte de Ulysses y la sospechosa del asesinato, la muerte tuvo lugar alrededor de la misma hora que la de Lu, en torno a las dos de la tarde.
 

La escena parecía irreal. Aquella violencia y el empeño y determinación en acabar con su prometida, aparentemente salidos de la nada y con total frialdad previa. No había-o no parecía ver, por cuanto el vídeo no tenía sonido- una discusión, una advertencia, algo que indicara una razón para que el hombre se hubiese salido de sus casillas. Pero la muerte no parecía tampoco algo planeado. ¿Quien asesinaba a alguien durante una cena con testigos, y usando lo primero que se tenía a mano?

La hipótesis de las drogas o de algún tipo de crisis psicótica parecía cada vez más razonable.

-¿Sabe si Harcourt tiene antecedentes de comportamiento violento? ¿Denuncias de malos tratos entre él y su prometida? ¿Antecedentes psiquiátricos, uso de drogas o estaba tomando alguna clase de tratamiento?-preguntó Marion, a la vez que sacaba su escáner de la mochila y comprobaba que los parámetros programados eran los adecuados-Y ya que estamos, puede responder a lo mismo respecto a los implicados en el otro crimen.

Aunque incluso si había un pasado violento o usaba drogas, era posible que no lo supiesen o no quisiesen decirlo para protegerlo. No todo el mundo se comportaba igual con sus amigos y en la intimidad del hogar, con su familia.

Aquello había sido espeluznante, y después del visionado Taylor se quedó como hipnotizado mirando la radio, ahora estática.

—Saltó a las dos en punto como un resorte— la mente del marine cruzaba ideas al azar— creen ustedes que … podría… —no quería decirlo y parecer estúpido— que podría estar… ¿hipnotizado?

Ahora se sentía estúpido, pero ya no había vuelta atrás.

Esperaba ansioso el informe toxicológico y lo que pudiera decir ese escáner médico.

Pero la espera no era algo que tuviera demasiado bien entrenado, seguramente por eso acababa siempre en sitios como este, así que se fue derecho hacía el retenido sospechoso.

—¿Solo dinos porqué, solo dinos porqué lo hiciste y porqué lo hiciste justo en ese momento, a las dos en punto?

Trevor analizaba la grabación en silencio, escuchando con atención lo que se iba diciendo. Concluyó que la idea de Taylor tenía sentido. Mucho sentido. Él no creía en hipnosis que pudiera convertir a alguien en asesino, pero las otras opciones que barajaba eran igual de exóticas. Una de ellas involucraba algún tipo de sustancia artificial o patógeno que pudiese haberse liberado durante el trabajo. Para ello había que verificar si los asesinos habían coincidido en algún momento. De cualquier forma, seguía siendo notoriamente curiosa la exactitud de los sincronizados hechos. 

Compartió sus reflexiones con sus compañeros una vez que estuvieran solos.

- Tenemos que averiguar si Harcourt coincidió en las 24 o 48 hs. anteriores a los hechos con Casiopea Norton. O alguien que coincidiera con ambos en ese lapso de tiempo.

Cuando estuvieron con Harcourt se dirigió a él.

- Wren, tengo la estúpida teoría de que usted no es culpable. Bueno, sí lo es, pero que pudo actuar con algo de "ayuda externa". Para seguir esa linea de investigación, necesito que nos diga la verdad. Quisiera saber si tuvo algún tipo de contacto con Casiopea Norton, y por otro lado, si alguien lo contactó en las 48 hs. anteriores al hecho, alguien con quien no tuviese relación frecuente.

Ante la pregunta sobre los antecedentes de Harcourt, Jessup comentó, una vez más reservado, como si no quisiese hurgar en la herida... - Me temo que es bien sabido entre los colonos que sí que hubo problemas entre Harcourt y Lu en el pasado. No, no es que él fuese violento con ella u otros, pero... Él seguía bebiendo como si tuviese 18 años y siguiese en la academia, pero llevaba más de un año limpio. Había pedido voluntariamente que la doctora le ayudase y sometiese a tests toxicológicos para tratar de superar sus problemas, y parecía haberlo logrado, por eso se habían prometido este año. Pero eso, alcohol, ninguna otra droga o medicamento, los informes de la señorita McCall son muy claros al respecto.

Acto seguido, Uriah abrió la celda de Harcourt, quien se mostraba tranquilo e incluso hizo un jesto indicando que podían entrar con total tranquilidad, que no haría nada de lo que se pudiese arrepentir (Aún más). 

Mientras se dejaba fijar los sensores inalámbricos que transmitían su estado al escáner de Marion, Taylor realizó su pregunta, y Wren lo miró, con la tristeza propia de un animal herido que no había mostrado hasta ese momento.

- Yo... No sabía qué hora era... Eso era lo de menos... Creo.- Parecía muy confundido, como si tratase de recordar algo que se le pudiese haber escapado al respecto. - Y lo hice... Simplemente porque en ese momento... Me pareció lo más indicado.

No recordaba haber visto a la esposa de Norton, ni haber estado en contacto con algún extraño en aquellos días, suponía que había hecho su vida cotidiana con toda la normalidad del mundo, sin ningún cambio o sorpresa significativos. Los comentarios sobre su posible inocencia o alianza con algún otro posible sospechoso por parte de Steadman le hicieron abrir los ojos como platos, peor por mucho que se esforzase, no parecía dar con nada que pudiese confirmar sus teorías.

Las lecturas del escáner no detectaban ninguna anormalidad. Tal vez Harcourt tuviese un principio de anemia y el colesterol bueno demasiado bajo, pero no había rastros de estupefacientes o alcohol en su organismo, o de cualquier otro tipo de alteración biológica.

Mientras Marion desechaba los sensores y volvían a dejar a Harcourt en la soledad de su triste celda y un acto que había terminado tanto con la vida de su prometida como con la suya propia, Jessup volvió a hablar.

- Sobre Casiopeia... Bueno, ella era un pájaro exótico en una jaula de oro, si entienden lo que quiero decir. Creo que ella también debía darse un poco a la bebida de vez en cuando, por estar 'a tono' con la vida que se veía obligada a llevar, peor según los análisis de la doctora, no había rastros de ninguna otra cosa en los análisis realizados tras su interrogatorio y detención. Verán, es una mujer delicada y no consideramos que sea un peligro, por eso, la mantenemos vigilada en su vivienda. Puede que Ulysses no fuese el marido más cariñoso del mundo, pero ella disponía de todos los caprichos que pudiese necesitar, algo no muy común en esta colonia.