Siendo llevados por los guardias gesticuló hacia la drow para que la trajesen con ellos, lo que decía parecía muy importante y toda ayuda podía ser poca para salvar la vida de aquel hombre.
Mientras Vakaipa miraba en sus libros, su impaciente hermana usó su magia para curar al sargento, en el momento en que la magia comenzó a recorrer su cuerpo las convulsiones cesaron, el hombre abrió los ojos y se puso en pie
-Estaré eternamente agradecido con vosotros -os dice esta vez sin rastro de veneno en su organismo
Los dos característicos tiffling junto a la drow salen acompañados de un sargento, al parecer han conseguido salvarle la vida. En cuanto la baronesa lo ve sonrie y comienza a hablar
-Durenn llévate a algunos hombres y arrastrad el cuerpo de los hombres lagarto infectados hasta los límites del pantano, decapitadlos y plantad sus cabezas cercenadas en la punta de unas lanzas como advertencias ante nuevos ataques
-¿Cómo veis la amenaza de los hombres lagarto, Baronesa? ¿Creéis que podrían volver a atacar dentro de poco?
-No lo sé, aunque contra ellos podemos luchar, pero contra un dragón...
-Aunque un dragón negro no es una amenaza baladí, creo que el peligro para la Baronía de Cromm es mínimo. Reforzaremos sus defensas y nos quedaremos unos cuantos días más. Mientras tanto, nos vendría bien vuestra ayuda -os dice Sir Isteval-. Hace no mucho tiempo, un grupo de orcos y semiorcos saquearon una hacienda noble al norte de Vado de la Daga. Uno de los objetos que destruyeron era un altar de vidrieras que se hallaba escondido dentro de una cripta de la familia. No puedo evitar pensar que estos dos sucesos están relacionados.
Me gustaría que encontrarais la guarida del dragón. Asumo que está escondida en algún lugar dentro de la ciénaga. Podríais encontrar algunos hombres lagartos hostiles durante vuestra exploración, pero debéis evitar una confrontación con el dragon negro a cualquier precio. Los dragones negros son viciosos, crueles y es casi imposible razonar con ellos, y este espécimen es lo suficientemente grande como para arrasar una aldea él solo
ya podéis postear
No detectas magia en el veneno, sobre el uso del veneno en los hombres lagarto no es algo poco frecuente
Cambio un peso de una cadera a otra -No es que me preocupen mucho los hombres lagartos, no serian los primeros que veo o a los que me enfrento- miro a Sir Isteval -Tampoco tengo problemas en moverme por ciénagas, suelen tener menos luz solar y mis ojos estarán más adaptados- luego suspiro -pero un dragón negro y por lo que decís adulto.... son codiciosos y tiene un gran ego, si los adulas... igual te dejen vivir tres segundos más- negó con la cabeza -un dragón es harina de otro costal, no es tontería, pero acercarnos a su guarida, es arriesgarnos a que nos huela- dijo mirando a Giacomo, pues sabía que no era el primer peligro en el que habían estado juntos y no seria le último, o no tenia intención, sabía que el bufón no era tonto, sabia lo que implicaba un dragón negro adulto.
La plegaria a Selûne surtió más efecto del que Vakazara había esperado, Durenn comenzó a incorporarse como si ningún mal lo hubiera afectado. La descendiente de demonio miró a su hermano y le guiñó un ojo, y luego se dirigió a la elfa oscura que comenzaba a acercarse al hombre para ver qué tipo de veneno lo estaba afectando.
- Creo que ya no es necesario, aunque está claro que si no hubiera sido por la diosa tus manos habrían sido vitales para estabilizarlo.
Mientras el hombre se levantaba y salían de la edificación se fijó en ella. No se fiaba de los de su raza, habían tenido problemas con ellos en el pasado, aunque confiaba en que ésta no tuviera nada que ver.
Cuando llegaron con el resto del grupo, la baronesa ordenó al herido que volviese al trabajo. Ni siquiera preguntó cómo estaba. La sensación que le había dado anteriormente cuando la vio preocupada por sus tropas contrastaba de modo abrupto con esta nueva actitud.
No obstante Sir Isteval tomó la palabra. Les estaba pidiendo que descubriesen dónde estaba la guarida del dragón, a la vez que les indicaba la posible implicación en el asunto de un grupo de orcos que habían llevado a cabo otro saqueo.
- Permitid que os pregunte, ¿cuál fue la ofrenda que le dísteis al dragón, baronesa?- Desde que lo había comentado tenía interés en saber de qué se trataba.
No estaba en contra de lanzarse a la cruzada que les proponían, de hecho algo hacía que tuviera gran interés, pero quería cerrar algunos cabos pendientes que tenía en la cabeza.
Como a la drow, la presencia de una bestia tan magestuosa (y traicionera) como había leído que era no debería agradarle demasiado, pero despertaba sobremanera su curiosidad presenciar a una criatura así con sus propios ojos, e incluso poder conversar con ella.
- Permitid que os pregunte, ¿cuál fue la ofrenda que le dísteis al dragón, baronesa?
-Un altar. Una reliquia medio olvidada que habían guardado mis antepasados. Estaba hecho con coral azul, con lados que tenían el aspecto de olas rompiendo. Habían estado guardado en los sótanos del alcázar durante años. No sé cómo el dragón sabía de su existencia. Parecía un precio pequeño que pagar por las vidas de mis soldados.
- Umh, así que dos altares. De dos familias de la zona. También empiezo a creer que todo está relacionado. ¿Existe alguno similar? ¿Otra familia cercana, quizá?
Si esta reliquia existía se podían adelantar a cualquiera que los buscase, y aún más, hallar la relación y descubrir por qué.
Lagartos, orcos... eso era lo más difícil de unir. Entendía que un dragón tuviera secuaces afines, pero los orcos solían actuar por propia cuenta, o si un cacique que les demostrase su poder pudiese unirlos, o más bien obligarlos, a seguir su causa.
Esto se volvía más enrevesado por momentos.
- Pongámonos en marcha cuanto antes. Si teméis otro ataque no tiene sentido demorarse.- Sabía que se solía mostrar muy impulsiva en ocasiones, así que buscó la mirada de su hermano.- Creo que no se me escapa nada, pero siempre confío en tu perspicacia. Cualquier precaución contra un dragón va a ser poca.
Giacomo asintió a lo que decía la baronesa. No dudaba de la capacidad de los hombres que protegían la baronía para combatir hombres lagarto u orcos, pero... Cuando lo combinabas todo y añadías un dragón a la mezcla, algo olía francamente mal. Sonaba a conspiración, de esas tan exageradas que parecían haber sido ideadas por una mente totalmente enloquecida. Y eso nunca solía ser señal de trabajo sencillo. Pero bueno, tampoco es que pudieran ponerse super exquisitos cuando tenían a todo un gremio detrás.
Cuando Ashara regresó después de atender al soldado envenenado, GioGio volvió a acogerla entre sus brazos, atendiendo junto con ella a lo que los demás tenían que decir.
-Si nos movemos con precaución no veo por qué no podríamos ir a la ciénaga a buscar esa guarida. Eso sí, entrar o enfrentarse directamente con la bestia está descartado por motivos obvios. Llegamos, reconocemos el terreno y volvemos. Fácil y rápido.
Que el bufón era perfectamente consciente de que en realidad la tarea no iba a ser así de sencilla ni de lejos, pero recorrer un pantano buscando un nido dracónico era infinitamente mejor alternativa que enfrentarse a la bestia directamente. Además, su Cuchi-Cuchi tenía razón, moverse por el pantano no sería una tarea imposible teniendo en cuenta las habilidades que ambos tenían. Así que, cuando la mujer tiefling dijo que había que poners en marcha cuanto antes, Giacomo le sonrió y dijo:
-Nosotros estamos listos, señorita Vakazara. Cuando queráis todos, podemos partir.
Escuchaba atento a las interacciones de sus compañeros, mas todo esto no deba buena señal de un destino con esperanza .
-Ya un dragón es un desafío casi imposible- pensó mientras observó a los demás detenidamente -Agregar un ejercito personalizado a este... representa una tragedia- se termino diciendo, claro esta que nunca había visto a uno, mas las fabulas de sus asedios son legendarias y contadas por todo ser.
Ante la idea de un asedio al pequeño poblado donde residía Lucy, se torno algo inquieto y procedió a decir -¿Cuando nos marchamos?- usualmente seria algo mas calmado, pero esta idea no le dejaba tranquilo, pensar que se repetiría la historia...
Así que era eso. Un dragón es una criatura demasiado grande y poderosa. Cambia drásticamente todo el ecosistema, tiene que comer muchísimo y además la balanza de poder se vuelve loca en kilómetros a la redonda. Habrá que meterse en la tormenta pero sin atacar su foco, sólo aprovechar el caos que provoca.
Se atrevió a hablar, según como él veía siempre la cosas, en un todo, con la naturaleza.
-Puede que no todos los hombres lagartos estén contentos que un dragón y orcos y semiorcos vaguen por su ciénaga- Leo siempre se había molestado por la naturaleza humana de las ciudades. Así que terminó hablando hacia Sir Isteval- ¿Puede que haya más de una tribu de hombres lagartos en las ciénagas, que puedan servirnos de guías?
- Debería haber caído antes. Con lo primitivos que son los hombres lagarto tienden a recurrir a venenos para suplir la falta de acero en su arsenal. Muy probablemente toda herida que nos hagan esté emponzoñada también- comentó Vakaipa mientras perseguía a su hermana en movimiento, devolviéndole el guiño y añadiendo una sonrisa- Selûne estando contigo, sin embargo, creo que estaremos tan bien como ese sargento.
Suspiró mirando alrededor y comprobando el personal con el que contaban, esperaba poder llegar a familiarizarse con ellos cuanto antes pues habrían de contar unos con otros de cara a sobrevivir a aquella complicada misión.
- Primus inter pares, un pequeño gesto de confianza entre nosotros -les comunicó a los demás, queriendo establecer un símil de organización antes de que cualquier discusión pudiese surgir-; aceptemos el mando de uno y su palabra durante un día antes de que lo pase a otro, rotaremos dándonos a todos la oportunidad de mostrar nuestro criterio -miró a los ojos de Giácomo y luego a los de su hermana una vez más-. Este caballero multicolor tiene claro que el dragón es inabordable en este momento, lo cual me da confianza ¿qué me decís, Vakazara? ¿tiene la vuestra hasta que llegue la luna?
Con ello extrajo de su bolsa el sello de magistrado de la Ciudad de Dis, un ornamentado instrumento sin valor alguno en aquellas tierras pero que para él tenía valor. Lo depositó en manos de su hermana por si veía a bien hacerle entrega del mismo a Biancarella.
- ¿Y la vuestra? - dijo en dirección hacia Ilvor y Leo- Podemos partir a sabiendas que pronto lideraréis o marchar como ganado sin pastor y rezar porque no caigamos presa de ninguna bestia... O dragón.
Una mujer de vientitantos años con armadura se os aproxima. La reconocéis como Maechen, una de las soldados que os ha acompañado desde Vado de la Daga. Os dais cuenta de que le falta parte de su oreja izquierda, una cicatriz de guerra quizás.
-¿Así que estos son los que vas a enviar? -pregunta la joven a Sir Isteval, el caballero asiente-. He hablado con algunos de los demás soldados y hemos pensado que vais a necesitar algo de ayuda extra. He estado en varias patrullas dentro y por lo alrededores de la Ciénaga del Lagarto. Lo conozco como la palma de mi mano. Si queréis una guía que es buena con el hacha, soy vuestra mujer, por así decirlo. Si estáis preparado partiremos inmediatamente
- Si, la tiene.- Aunque en realidad no estaba del todo convencida y solo se dejaba guiar por su hermano. Alguien que iba así ataviado, a quien además el maquillaje de su rostro formaba extraños dibujos debido a la lluvia torrencial que había caído, no parecía importarle mucho el orden ni la capacidad de gobierno. No obstante, a Vakazara ese punto de caos le gustaba más que los remilgados sostenes que imponían los líderes convencionales, aunque ella apreciara el punto de férrea disciplina que había aprendido en la milicia.
- Si estáis de acuerdo hagamos eso, aunque me parece que en estado de estrés, no todos sabrán aceptar órdenes y este sistema se nos puede ir de las manos. Veremos de qué somos capaces.
Maechen sin embargo si parecía alguien versada en batallas, su oreja era prueba de ello, y sabía que no le importaría sacrificar lo que hiciera falta por resolver el asunto. Le agradó que se uniera a ellos, pues la conocía de Vado de la Daga y había llegado a admirarla. Ummh, quizá algún día le propusiera algo, Vakaipa tampoco pondría reparos en acompañarlas. Si salían bien parados de todo aquello podían organizar una buena fiesta, y después de embriagarla con alcohol quizá le hiciera recordar sensaciones perdidas al oído.
Aunque ahora debían investigar qué estaba ocurriendo, esos hombre lagarto y sus venenos podrían ser peligrosos, y verse descubiertos por el dragón, por muy interesante que le pareciera, era jugarse la vida.
Estaban de nuevo en el candelero, desde el ataque no había vuelto a sentirse así, aunque aquello acabó mal y la angustia la embargó cuando destrozaron todo lo que tenía. Pero un pequeño "descanso" de la rutina diaria les vendría bien a todos.
- Maechen, no se me ocurre nadie mejor que tú para guiarnos.- Le cogió suavemente la mano y comenzó a recitar una bendición.- Que la diosa muestre su camino y proteja a sus siervos iluminando sus almas.- Terminó con un beso en la mejilla. Sabía que lo que había hecho serviría de poco, pero una sonrisa se dibujó en su cara cuando se dio la vuelta para no ser vista.
- Bien, hagamos caso a mi hermano y veamos qué podemos llevar contra ese veneno.- Miró a la drow.- Decías que conocías sobre el tema, ¿qué hacer contra algo así?
Parecía que todos estaban dispuestos a confiar en Giogio, le parecía una idea sublime, ella no era de acatar ordenes tampoco de darlas, era más libre, sabia que le pesase a quien le pesase, ella no acataría ordenes de nadie, nunca lo había hecho no iba a empezar ahora, así que le daba igual quien llevase el mando -Yo renuncio al mando completamente, para vosotros- se encogió de hombros.
Asintió a la cornuda tiefling -Si, se bastante sobre venenos, aunque más sobre los que se usan bajo tierra que creo que son mucho peores que los de aquí, pero supongo que con una muestra podre neutralizarlos si se da el caso- -luego miro a los demás -los lagartos no tienen problema en seguir a un dragón, después de todo son muy parecidos y no son tontos, saben que con una criatura como esa, tienen las de ganar, dudo que haya alguna tribu que nos ayude, pero si queréis probar... haya vosotros, en cuanto a los orcos, si su cabecilla sigue al dragón los demás lo harán, no tiene mucha más complicación- negó con la cabeza -Altares ¿tan difícil es? sirven a una diosa ¿que necesita todo dios? ofrendas, sacrificios, no es muy difícil sumar dos mas dos-
Espera, espera, espera... ¿Estaba pasando lo que él creía que estaba pasando? ¿En serio le estaban eligiendo como líder del grupo? El bufón sonrió ampliamente al darse cuenta de que aquello iba en serio. Claro, que iba a ser sólo por un día, pero qué demonios, ¡que le habían escogido como líder!
Sin embargo, a pesar de lo hilarante que le resultaba la situación, Giacomo consiguió mantener la compostura y limitarse a sonreír, en vez de estallar en sonoras carcajadas.
-Acepto encantado este honor y esta responsabilidad. No sé si seré el mejor líder que habéis conocido, pero sí prometo dar lo mejor de mí mismo.
Tras decir aquello, GioGio cogió el sello que Vakaipa le ofreció y se lo guardó en uino de sus bolsillos.
-Te lo devolveré intacto, no tengas duda de ello.
Y con eso, los preparativos más importantes parecían estar listos. Tenían guía, tenían el equipo... Bueno, al menos él tenía el suyo, pero quizás necesitaran algo más. Tipo raciones o monturas o tiendas de campaña, cosas así.
-Señora.- El bufón se dirigió a la baronesa -¿Contaremos con algún tipo de montura para viajar hasta el pantano? ¿O con algún recurso que nos pueda ser de utilidad? Aparte de la invalorable ayuda de la guía voluntaria Maechen, por supuesto.
-Los caballos no son apropiados para el pantano, es más probables que muráis sobre ellos que si vais andando -informa la baronesa a Giacomo-. Antes de partir os darán una ración para un día, una capa seca para reemplazar la vuestra que está mojada y una antorcha. No deberíais tardar más de un día en ir y volver
- Bien, entonces seamos previsores con esos venenos, consiguiendo algo que nos pueda ser útil y que quizá hasta nos salve la vida, y vayamos a investigar a esos hombres lagarto.
No había entendido del todo las palabras de la elfa oscura, al referirse a buscar ayuda de los hombres lagartos, aunque podía haberla entendido mal. Los individuos de esta raza sabían jugar con las palabras, lo había aprendido a sangre en Dis.
Quería ponerse ya en marcha para investigar la zona, pero sabía que tal y como había dicho su hermano, podrían ser víctimas del mismo veneno que había dejado casi al borde la muerte al sargento, y no quería apresurarse sin algo contra él.
Miró no obstante al hombre que los iba a dirigir durante la travesía, seguía sin fiarse de alguien disfrazado de mimo, pero le hacía gracia la idea. - ¿Qué decís vos?- Incluso a ella misma le chocó el trato reverencial que había usado, su subconsciente volvía a tomar partido por ella mostrando sus hábitos aprendidos en el ejército, donde la jerarquía de mando era vital.
Cuando la Varonesa comenta que los caballos son inapropiados para el pantano, la mirada de Leo se dirige hacia Ilvor y levanta las cejas. Pues mal asunto. No entiende como una baronía tan cerca del pantano no está completamente equipada para moverse por ella o puede que tenga caminos secretos y transitables que no están dispuestos a compartir con extraños. Debe ser eso último.
Lo del liderazgo del grupo como proponen, parece que ya se ha tomado la decisión sin que él dijera nada, pero es algo que suele pasarle, pasa desapercibido cuanto más grande es el grupo. No le importa. Cuando le toque liderar el grupo simplemente pasará el testigo al siguiente, no quiere tener esa responsabilidad.