Partida Rol por web

- Lo mío es algo similar. Cazo orcos desde que acabaron con mi abuelo. Estaba en la ciudad por casualidad cuando llegó noticia del ataque del dragón negro y me ofrecí para ayudar en su búsqueda para acabar con la amenaza. – explicó escuetamente.

- Antes de usar las pociones me gustaría cerciorarme de que la salida es bajo el agua. Me puedo atar una cuerda y sumergirme a ver que encuentro. Si necesito ayuda daré dos tirones a la cuerda y podréis ayudarme a salir.

- Hecho, Nube. Yo me encargaré de sacarte de ahí con todas mis fuerzas. - Dijo Ilvor mientas iba preparando su cuerda.

- Y yo te ayure Ilvor - contesta Thardar, mientras camina cerca de Ilvor para ayudarlo en lo que sea necesario. 

El Eco de Nube comienza a registrar entre las hojas y escombros, encontrando un pequeño cofre de madera.

Mientras tanto Nube y Thardar buscaban una salida, Nube se dio por vencido, pero en ese momento Thardar encontró una puerta secreta, al abrirse, veis que da a una sala que ya conocéis, justo la sala donde el grupo se había separado.

Esta gran sala se abre a una caverna natural. Una corriente subterránea cae con fuerza desde una gran cavidad en el muro este y cae en forma de cascada hacia una poza cubierta por la bruma antes de continuar a través de un túnel formado naturalmente en el muro el suroeste. En el lado más alejado del río, una caverna lateral se abre. Hacia el oeste, los muros han sido toscamente tallados para formar un templo, con su tejado soportado por cuatro delgados pilares de piedra adornados con motivos serpentinos.

De pie en un nicho al final del templo hay una estatua de 10 pies de alto de un hombre lagarto arrodillado, la cual ha sido modificada para asemejarse a un dragón negro, con alas hechas de madera tallada y lona gris y grandes cuernos hechos de arcilla, con unos cristales brillantes en lugar de ojos.

Nube revisó el cofre hallado por si contuviera alguna trampa. Con estas cosas nunca se sabía. Cuando se hubo quedado tranquilo tras examinarlo procedió a abrirlo. Quería creer que habría cosas valiosas en un cofre que ocultaban, pero puede que solo fueran cosas personales de la matrona lagarto.

Cuando terminó de saquear el cofre regreso por la escalera y mandó a su Eco a cruzar de nuevo la playa para intercambiarse lugares con él y registrar a la mujer lagarto que había caído. Quizás tuviera algo de valor o que les fuera útil. Luego regresó junto a sus compañeros con el mismo método de intercambiar lugares con su Eco después de que este cruzara. Su tobillo parecía mejor, pero aún le molestaba levemente al andar.

Quedó impresionado por la perspicacia del enano al encontrar la puerta que les daba la oportunidad de regresar por donde habían venido.

- Thardar, tú que tienes buena vista también, ayúdame, por favor, a ver si encontramos si Maechen dejó huellas por aquí al marcharse.

- Genial una puerta - comenta al encontrar la puerta secreta. Luego de que la abre se da cuenta que da acceso a una sala, parece conocida para sus nuevos compañeros pero el la mira de arriba a abajo. 

- Guau, si que lo tenian en el corazon - comenta medio en risa. Luego de escuchar lo que le dice Nube, se pone a buscar en el suelo las huellas. - Vamos a ver que se puede ver - 

Ilvor siguió al grupo a través de aquella puerta descubierta por Thardar. Al encontrarse de nuevo en aquella sala, la estatua del hombre-dragón le llamó la atención más que con anterioridad, debido a que ahora parecía tener una similitud con el dragón al que se habían enfrentado anteriormente. Esta vez quiso examinarla él, echarle un vistazo y sobre todo a los ojos. Aquellas gemas parecían tener un gran valor, y seguramente la imprudencia podría costarle el caer en alguna trampa, por ello intentó asegurarse de no caer en ninguna. 

Buscaba una forma de extraer aquellos ojos de la estatua sin romperla o activar ninguna trampa.

Ilvor observa la estatua y ve que las alas y los cuernos son fácilmente extraíbles, aunque no parece que tengan ningún tipo de valor, los ojos una vez los extrae ve que se tratan de dos jades pulidos.

Nube abre el cofre que acaban de encontrar y en su interior observan que se hay 600 monedas de cobre, seis perlas rosadas en un saquito de cuero y un espejo de acero cubierto de barro seco.

El Eco de Nube cruzó al otro lado de la playa, allí descubrió que la mujer lagarto no tenía nada, a excepción del tridente que había usado para luchar.

Thardar por su parte observó las huellas, para ver que después de salir por la puerta secreta que habían descubierto, las huellas se difuminaban de camino a las escaleras que había hacia la planta superior, para finalmente desaparecer

- Sigamos los huellas y salgamos de aquí. Creo que ya no queda aquí nada más para nosotros. Hay mucho camino de aquí a la civilización. Si nos damos prisa quizás seamos capaces de recuperarle el tiempo que Maechen nos saca. – dijo Nube con determinación.

Pues, habria que guardar todas estas monedas con las otras, el jade y las perlas si podriamos llevarlas, aunque cual es el plan ahorita, seguir a la chica esa o ya ir a la ciudad, pues si es así podríamos llevar parte del tesoro con nosotros para disponer de el no se que les parece.  - contesta Thardar mirando lo que acaban de descubir. Luego de eso se dispone a ayudar a llevar este nuevo cofre donde se enterro el restro para salir. 

- Llevemos ya cuanto podamos con nosotros y sigámos a Maechen. Muerto el dragón la ciudad ya no corre peligro. Me gustaría saber que había en ese altar tan valioso para ella que se arriesgara a venir a la guarida de un dragón. Además, quiero agradecerle que nos usara de cebo para sus planes... - dijo lo último en un tono claramente sarcástico y ligeramente malhumorado.

Llegáis a la entrada del templo, pero una vez allí no sabéis donde está Maechen, no hay huellas que indiquen por donde se ha marchado, ni rastro de ella por ninguna parte. ¿Habría vuelto a la ciudad? No lo sabéis, ya que lleváis días viajando con aquella mujer, pero no sabéis nada de ella. Había infinidad de caminos que seguir, ya que el pantano era grande, podríais intentar viajar por alguno de ellos, pero sin saber por cual se había ido podríais dar vueltas perdidos por el pantano, hasta que las provisiones se os acabasen o los enemigos del pantano os matasen

Nube apretaba los puños al darse cuenta que no podrían seguir el rastro de Maechen.

- No tiene sentido ir a lo loco por el pantano. Lo más probable es que acabaríamos muertos. – comentó con rabia. Dejó escapar un suspiro.

- Creo que necesitáis un buen descanso – dijo mirando a Ilvor y Giacomo – Ya no hay prisa por regresar a la ciudad. Podríamos hacer un Descanso Largo en una de las habitaciones de abajo que esté mejor, que no tenga goteras, y después regresar a la ciudad. Quizás Thardar pueda crear agua para todos y quitar la podredumbre de la carne de esos animales infestos de abajo.* Cuando estemos recuperados podemos emprender el viaje de regreso. Aún hay cosas en el pantano que podrían darnos problemas.

- Creo que tienes razón Nube, no te preocupes la suerte nos será favorable y despues nos la cruzaremos y podrán tener su venganza. - Comenta Thardar, mientras mira todos los posibles caminos. - Cuanto tiempo hay hasta la ciudad, yo tengo 2 raciones que podriamos compartir sin ningun problema y mi odre de agua esta lleno, que tambien podemos copartir. - Mientras busca en su mochila y saca las bolsitas con sus dos raciones y su odre de agua. 

Luego escucha lo del agua y comida y sonrie - Hoy no podría, podría ser en la mañana que le he rezado a Moradin y me da mis poderes podría tenerlo. Pero por eso decía cuando hay de pantano, yo descansaria si y mañana creo que podríamos salir e irnos del pantano a una zona on agua y caza? -

Ilvor siguió al grupo quedando un tanto descolocado. Se encontraba cansado, y el no tener acción desde hacía rato le apagaba las ganas de seguir andando. - Coincido en el descanso... ejem... deberíais descansar - dijo algo avergonzado de sus heridas. - Aún racionando la comida y el agua, podríamos tratar de cazar algo por el pantano para alimentarnos. Todo es organizarnos para andar con cautela, hasta que estemos plenamente en forma y podamos ¡volver a meter hachazos a diestro y siniestro abriéndonos paso hasta la ciudad! - comenzó a exaltarse.