Partida Rol por web

Ese impulso que le venía de dentro y que a cada orco caído se le hacía más y más irresistible, cuando por fin Maechen segó la vida de la madre de aquella familia no pudo contenerlo más y las carcajadas estallaron desde su pecho hasta ser proyectadas por aquellos labios que se relamían.

- ¡Muaaaajajajajajá! ¿La muerte de Thunk y Lunk te hizo perder la cabeza, mamá? -entre espasmos de risa echó su báculo hacia delante para conjurar un rayo de escarcha que salió disparado hacia otro de aquellos vástagos- Ya sea helados, electrocutados, quemados o desmenuzados, descuida, pronto estarán contigo ¡Juaaaar-jajajajá!

Le doblaba por la cintura y arrebataba el aliento, aquello era demasiado divertido para quien había aprendido a ser feliz en la Ciudad de Dis. Sabía incluso de gente que pagaría mucho por estar en su lugar y vivir aquel momento pero era él quien tenía aquella fortuna y la dicha de poder verlo desde tan cerca... Quizás un poquito más cerca también.

Vakaipa se acercó más al combate, refugiándose detrás de un árbol y con un ataque de risa lanzó mediante su bastón un conjuro hacia el semiorco que tenía más cercano, un rayo de hielo golpeó al semiorco, hiriéndolo aunque no fue suficiente para matarlo. Otro semiorco, el que había dejado inconsciente a Ilvor se acercó a Maechen golpeándola con su hacha, la armadura de la guerrera había pasado a estar roja de su propia sangre.

Pero sin desfallecer, la guerrera se gira hacia el semiorco que Vakaipa ha herido y de un fuerte hachazo acaba con él.

Y lo que había comenzado como un combate precipitado y en completa desventaja, estaba acabando más rápido y mejor de lo que Giacomo habría esperado en un principio. Ya sólo quedaba un semiorco en pie y, aunque ellos no es que estuvieran en la mejor forma de todas, tenían posibilidades de ganar.

El bufón sonrió de manera siniestra y se acercó al semiorco que quedaba en pie. En cuanto acabaran con él, podrían retirarse a descansar. Porque tenían muchas heridas que lamer y heridos a los que atender. Con su fiel lanza en la mano, Giacomo se abalanzó sobre el semiorco que aún quedaba en pie, golpeándole con la lanza y con una fuerte patada en las costillas. Ojalá eso fuera suficiente como para terminar con él. Que por mucha confianza que mostrara, lo cierto era que no se encontraba en condiciones para resistir un contraataque. Así que si la batalla terminaba ahí, mejor para todos.

Giacomo golpea al semiorco que queda con su lanza y después con sus puños dejándolo gravemente herido, aunque no lo suficiente como para matarlo. Giacomo a raíz del esfuerzo cae inconsciente, aunque su vida no corre peligro.

El semiorco hiere a Maechen, aunque su hacha solo le hace un pequeño corte, al parecer el semiorco está tan grave que apenas le quedan fuerzas

Habían acabado con casi todos los semiorcos. Lo que al principio parecía ser un mal paso se había convertido en una orgía de sangre que había exterminado a toda la familia. Pero aún quedaban amenazas, y ya habían dejado claro que después de atacarles no se iban a rendir.

Ella tampoco lo haría.

Matar o morir, así había sido su vida. No había conocido otra cosa ni descanso eliminando almas de este mundo desde que nació. Escuchando la risa de su hermano se dejó llevar por el extasis del combate, lanzándose a por uno de los rivales de Maechen. Aparte de ella, solo el centauro parecía estar en peligro pero la bestia que tenía al lado estaba aún dormida.

Blandió de nuevo el mandoble contra uno de los orcos, estrellando su hoja contra su armadura haciendo que penetrase profundamente en su carne. La sangre volvió a derramarse y la esperanza de salir vivos de aquello comenzó a hacerse una realidad.

Vakazara aprovechó que el semiorco estaba gravemente herido para soltarle un fuerte tajo con su mandoble, acabando así con su vida. Solo quedaba en pie el cocodrilo dormido

-Debemos despertar a los demás, estamos todos heridos, hay que acabar con el cocodrilo y descansar aquí, si volvemos a encontrarnos con enemigos en estas condiciones quizás no salgamos con vida -dice Maechen

En el momento en que Vakazara dio fin a la vida del último semiorco Vakaipa aprovechó para sonreír con ilusión y dedicarle un beso lanzado al aire con la punta de sus dedos. Su hermanita había repartido suficiente acero para enorgullecer a Díspater y él no podía ser más feliz de haberlo podido compartir con ella, lo cierto es que había terminado de manera similar a cuando vinieron a por ellos en su santuario.

- Tenemos como unos cien latidos hasta que despierte el cocodrilo así que veamos qué podemos hacer por nuestros amigos- miró en dirección al centauro caído-; creo que alguien se ha ganado que le corte el rabo y lo use para espantar mosquitos, ¿no crees? -dijo mientras se acercaba al cuerpo ecuestre tendido- Digo, ya que la costumbre marcial de matar a quien rompe con la formación sobra fuera del infierno, al menos esto le servirá de recordatorio.

Manos habituadas a recorrer cuerpos fornidos, ya fueran femeninos o masculinos, cierto tiefling encontró por dónde parecía sangrar más Ilvor y vendar su herida con los retales que usaba uno de los semiorcos como vestimenta.

- ¿Alguien ha visto al callado de Leo? -preguntó poniéndose en pie para echar un vistazo alrededor -Ah, sí, por allí- dijo señalándolo antes de ponerse a obtener la materia prima para su nuevo espantamoscas.

Vakaipa corta el rabo de Ilvor a modo de lección para que el centauro recuerde que no debe ser tan impulsivo, después venda sus heridas haciendo que recupere la consciencia. 

Ashara hace lo propio con Giacomo, haciendo que el mimo abra los ojos y lo primero que vea se el rostro de su Cuchi Cuchi. Leo no necesita que nadie le ayude, pues por voluntad propia se levanta

-Necesitamos descansar, pero no tenemos víveres por lo que estar más tiempo del necesario puede ser perjudicial, ¿qué deseáis hacer? -Maechen se acerca hasta un punto del campamento donde encuentra un huevo de dragón, lo coge en sus brazos y comienza a examinarlo

- Mi corazón hecho añicos, Ilvor, qué dolor; pude traerte de vuelta pero esto... -dijo negando con la cabeza mientras escondía la mirada ante la tragedia ocurrida con su cola- No tiene solución alguna, tan sólo lo mejor que estas mis manos pudieron obrar

Con una mano apretada contra el pecho y la otra señalando hacia sus cuartos traseros donde su cola había quedado nítidamente cortada, pareciera que Vakaipa estuviese sufriendo como suya la pérdida del centauro.

- Tan sólo espero la próxima vez, quedándote cerca de quienes te aprecian y combatirían hombro con hombro contigo, podamos evitar tamaño agravio sobre tu persona - incapaz de mentir abiertamente cuando había un aleccionamiento de por medio, el tiefling dejó entrever la causa y efecto de lo ocurrido- Ven si puedes y ayúdanos a hacer campamento, este parece un buen lugar donde descansar... -añadió con las manos abiertas hacia él, reconciliador- Hasta te ayudaré a clavar las cabezas en postes para que los orcos sepan que no son bienvenidos.

Había atacado a aquel semiorco y después... Ah, maldita sea, debía estar peor de lo que pensaba si se había desmayado después de golpear. Lo bueno fue que al abrir los ojos lo primero que vio fue el rostro de Ashara. Sonrió cansadamente y alzó una mano para tocar la mejilla de la drow.

 -Buenos días. ¿Qué tal te encuentras?

Porque él no habría salido bien parado de la refriega, pero ella también había recibido lo suyo. Y ahora que estaba despierto y que sabía que sus heridas no eran mortales, estaba bastante interesado en el estado de su compañera. En cuanto a los demás... Bueno, podía oir movimiento y la voz de Vakaipa lamentando algo que le había pasado a Ilvor y luego regañándole. Ojalá le hubiera curado mal alguna herida para dejarle una cicatriz que le recordase aquella batalla. Porque sería su compañero, pero si no hubiera actuado como lo hizo, seguramente las cosas habrían terminado de forma diferente. Con ellos mucho menos magullados, al menos. Pero bueno, no valía de nada llorar por la leche derramada. Lo hecho hecho estaba, el tiefling se había encargado de aplicar el correctivo al centauro y se empezó a hablar de montar allí el campamento.

 -¡Si vais a explorar, recordad ir en grupos de dos o más, por si acaso quedaran enemigos!

Alzó la voz para que todo el grupo le oyera, considerándolo el último esfuerzo que iba a hacer hasta que se tomara el descanso que se había ganado tras todo aquel castigo corporal. Señor, qué paliza les habían dado y qué suerte tenían de haber salido todos vivos.

Estaba sentada al lado del bufón con la cabeza de él sobre sus morenas piernas, sonrió cuando este despertó -Que sea la última vez, que me das un susto como este ¿en que pensabas?- le riño, para luego sonreirle, después de todo, ella no lo había hecho mucho mejor, pero sin duda, todo había sido culpa del caballo, ajustaría cuentas más tarde con él, ahora era más importante cuidar de su bufón.

Luego busco con a mirada a Vakazara, sabía quien la había estabilizado, pero dar las gracias.... le iba a costar, era una drow, en su lengua, ni gracias, ni amigo, existían, nunca lo usaban, adema se no existir. Así que la miro y simplemente le dijo -Mañana por ti- era su forma de dar las gracias, no sabía hacerlo de otra forma, se refería a que si la necesitaba, le debía una, para que una drow te ayudase.... tenia que deberte una muy gorda, como esa.

Ilvor estaba aun en condiciones deplorables, no se sentía fortalecido del todo y menos con ánimos de evaluar su estado, ya que la falta de una parte de si era algo atroz para su orgullo. Lamentaba a sus adentros no haber podido cortar mas cabezas, miraba con rencor a los ya muertos pieles verdes.

Escucho y veía a los demás como se ayudaban para levantar campamento, pero este se mantenía recostado, hundido en sus pensamientos.

Sin pensar mucho en su malestar, se esforzó en pararse, tomo su hacha y camino en dirección a uno de estos, se postro próximo a el y hundió una y otra vez su hacha en el cuerpo inanimado, mientras gritaba con lagrimas en sus ojos, mientras recordaba los hechos que aun invadían sus sueños.

En varios tajos, ya el joven estaba cansado y sus ganas de seguir se veían ahogadas por los recuerdos, pero de alguna manera se sentía mas tranquilo.

Descansáis en el campamento toda la noche, Maechen se ha encargado de matar al cocodrilo antes de que despierte, hasta que vuestras heridas se cierran y estáis como nuevos. El huevo de dragón comienza a eclosionar. Una vez el cascarón se rompe, de su interior emerge un pequeño dragoncillo de color negro que se tambalea hacia Vakaipa y se enrolla en su brazo.

Ilvor despertaba allí junto a los restos del cadáver destrozado, su vista era borrosa y sus miembros se sentían aun entumecidos, pero en general, se sentía con mejor condición física que cuando cayo dormido por agotamiento. Mientras se paraba, sentía un movimiento reflejo de su cola que no se encontraba en su lugar, pero por algún curioso motivo, la veía junto a Vakaipa, respiro hondo ahogando un poco la rabia.

Tomo su hacha que estaba incrustada en el cráneo del cuerpo y se aproximo a los demás... Se dirigía a donde el que poseía su cola, pero al ver aquella aberración, quedo chocado -Hey... tu!- dijo tocando con su hacha al ladrón -Tienes esa cosa..- termino diciendo cuando se despertaba su compañero.

- Sí, quedó aquí más a gusto que un íncubo agradecido así que no tuve el corazón de espantarlo- dijo respondiendo a Ilvor mientras se desperezaba de su postura cómoda-; si sobrevive a todo nuestro recorrido habremos de informarnos de cómo educarlo para que muerda tobillos y arañe ojos ¿verdad que sí, fierecilla?

Aprovechó para moverla cual cachorrito en dirección a su hermana Vakazara para sacarle unas risas, de todos los monstruitos que se habían podido encontrar aquel era el más feúcho y majete de todos.