Partida Rol por web

-Estoy reconsiderando mi opción, Lord Edric. Tal vez apueste por ese salvaje...- Comentó burlón al ver al dothraki.

Tras la salida del dothraki la gente continuaba hablando y comentando en un murmullo generalizado. Por eso el heraldo tuvo que alzar la voz más de lo normal para hacerse escuchar entre las voces y nombrar al siguiente caballero. Apenas quedaban y caballeros que no hubieran dado la vuelta de honor y a cada intervención del heraldo el número se reducía hasta que tan solo quedaron dos norteños.

-¡Ser Fiedrich Karstark, de Bastión Kar!- Gritó. En su armadura de cuero endurecido llevaba el blanquecino sol reluciente sobre fondo negro, característico de su casa.

Llegó ante los pies del Rey Robert. ¡A sus pies!.- dijo mientras clavaba una rodilla en el suelo. Pasado unos segundos se acerco a la silla donde se encontraba “La Mano” y dijo en voz alta:
-Mi señor, ganaré este torneo en su nombre; que mayor honor existiría para un vasallo a la casa Stark que demostrar su valía conquistando la Gloria convocada en su nombre.

Edric observó detenidamente al Dothraki, desde luego era un guerrero impresionante, aunque gracias a los dos años que había pasado viajando por las ciudades libres, cuando era mucho más joven, Edric sabía que un Dothraki no era rival para un caballero de poniente, al menos en una justa, ya que un Arhak no puede compararse con una lanza de caballería cuando tu oponente está frente a ti y monta a caballo.

Con una pequeña sonrisa dijo-Como deséis Lord Baelish, pero no creo que me lo vayáis a poner tan fácil-

¿Acaso dudáis de la habilidad de nuestro amigo? Comentó fingiendo sorpresa. Miradlo, si incluso lleva armadura, es evidente que lleva años en Poniente. Creo que solamente por fastidiar a mi buen amigo Lord Doone voy a apostar por el salvaje.  Miró con una sonrisa llena de codicia a Lord Edric. ¿Cien dragones de oro suponen demasiado daño a vuestra economía?

¿100 Dragones? Pensó Edric, -maldito sea-. Miró al consejero de la moneda con la media sonrisa congelada en la cara.

-De sobra sabéis que si Meñique, ¿queréis provocarme? Puede que deseéis resolver este pleito de otra forma- Dijo mientras se levantaba y dejaba ver el pomo de su espada.

Meñique ni tan siquiera pestañeó ante el gesto de Lord Edric llevándose la mano a la espada. No os enfadéis mi Lord. No pretendía ofenderos. Soltó una risita. Aunque yo en vuestro lugar tendría cuidado de mis actos. Al Rey Robert no le gustara que el torneo se desarrolle en las gradas. Miró de soslayo en dirección al Rey que estaba a escasos metros de donde se encontraban ellos.

Ajeno a sus dimes y diretes, finalmente el heraldo llamó al último caballero que quedaba por nombrar. -¡Ser Erbin Servulian de Último Hogar!- El norteño de pelo negro algo desgreñado vestía tonos negros y grises y su aspecto no era tan elegante como el de otros caballeros anteriores, pero si lo suficiente para un norteño.

-Ma... majestad. Agachó la cabeza como señal de respeto. Se giró luego hacia la Mano. -Señor, Jon Umber os manda un enérgico saludo, ya le conocéis.- Sonrió.- Espero estar a la altura de tal honor y también honrar a mi padre, Mohebius Servulian, que recientemente se fue con los Dioses.

Fue entonces cuando el heraldo dio por finalizada la presentación de armas con la venia del Rey Robert. Se hicieron todos los actos de rigor y se nombraron todas las palabras que merecía la ocasión y finalmente Robert Baratheon abandonó las gradas con gesto de alivio infinito tras aguantar todo aquel cortejo de caballeros, que sin duda alguna le aburrían enormemente.

-Ser Erbin del Último Hogar y también el último en salir.- Señaló Meñique con una sonrisa burlona. -Mi señor.- Le dijo a Edric.- Espero verle esta noche en el banquete, aguardare su decisión sobre la apuesta hasta entonces.- Se despidió con encanto de damas y señores por igual y se perdió entre la multitud que comenzaba a marcharse también.