Tras acumular varias heridas feas, Ser Erbin Servulian había decidido abandonar. Con ello, Ser Jasper se convertía en el victorioso vencedor de la última de las pruebas del torneo. Su nombre quedaría grabado para la historia, y a pesar de que muchos dirían que había actuado de forma poco honorable y que no había logrado derribar del caballo a su duro oponente en la final, siempre que alguien recordara aquel torneo tendría su nombre ligado a él.
Las gradas se dividían entre los que consideraban que no había sido una victoria justa y los que consideraban que él único vencedor era quien quedaba de una pieza, y daba igual el medio para lograrlo. Ser Jasper tenía tantos admiradores como detractores, pero eso a él le daba igual, porque aparte de lo ya logrado en el combate cuerpo a cuerpo, Ser Jasper también tenía un premio de 3000 Venados de Plata.
Cuando Ser Jasper vio que finalmente había conseguido lo que merecía se acercó al rey a caballo y se retiró el casco, saludando como la situación lo requería y con una media sonrisa victoriosa en los labios. Erbin se dirigió a él.
Lo se...
- Lo habéis hecho bien, incluso para ser norteño... - felicita
Ser Walder, atento al decoro (pues estaba en la Corte) aplaudió como los demás cuando el campeón recorrió el campo con su caballo. La armadura abollada en numerosos lugares y el sudor en el rostro. Pero no por ello se sintió contento por su victoria. A él se le había negado el triunfo por haber sido envenenado, y cambiaría unas palabras con el vencedor y los demás retirados de la contienda...