Os dirigís hacia el bosque, al norte del pueblo donde os guiaron los campesinos. La zona arbolada por castaños y frutales pronto se convierte en pinos, chopos, nogales y arbustos. La zona parece tranquila y segura pero pasadas un par de horas hallais un rastro inquietante. Parece un animal de cuatro patas, un oso, con garras como cuchillos y a juzgar por el cadáver de una mula que habeis encontrado a medio devorar, debe de ser un animal enorme. Con un ansia de sangre que haría temblar incluso al mas valiente.
Justo en ese momento, un rugido tenebroso y amenazador os eriza el pelo de la nuca. Los caballos se ponen nerviosos.
Os metido directamente aquí, sin pasar por el pueblo, pues he considerado que queríais echar un vistazo y luego volver aunque las circunstancias a veces cambian los planes.
Desenvaino la espada mientras aprieto las piernas contra los costados del caballo y tiro de las riendas con la otra mano para controlarlo.
-Sir Wailan, espero que eso haya sido su estómago -digo mientras me giro a ver de donde procede el sonido.
El silencio de Sir Waylan solo hacía que el ambiente estuviera mas tenso. Una extraña niebla comenzaba a levantarse y los caballos estaban mas inquietos que nunca. Piafaban y reculaban inquietos. Si hubieran sido simples corceles, habria sido imposible dominarlos.
Algo grande pasó a unos metros por delante vuestro, galopaba como un caballo, pero no era el sonido de cascos habitual, sino algo mas amortiguado....
Pese a toda la concentración y el deber, no podía dejar de pensar que nos acercábamos en búsqueda de una temible bestia que podía mandarnos al paraíso antes de lo que hubiéramos querido. Inadvertidamente para mí tenía el ánimo sombrío y silencioso; tal vez como preludio a una intensa vigilancia.
Disculpad el silencio, Sir Gallowain, mejor sorprender a la bestia que ser los sosrprendidos Respondí en tono bajo un rato después. pero de ningún modo pretendía ser juicioso ni represivo.
No se si os lo comente en ésta partida. Esta semana ando de bajo ritmo pk me examino de oposiciones.
Azuzo al caballo mientras le digo a Sir Waylan:
-Puede ser un oso, vayamos tras el, será una bonita presa para olvidarnos del fracaso en el torneo.
Comienzo a cabalgar buscando el rastro del animal...
Cabalgais en la misma dirección que la sombra. Buscas el rastro del animal, pero entre la niebla y el yelmo no ves bien el suelo. Oís un rugido y cabalgais en esa dirección. Las ramas os golpean y se quiebran a vuestro paso. Cambiais de dirección repentinamente cuando oís otro rugido a vuestra derecha y el sonido amortiguado de un animal corriendo. Un árbol caído aparece de la nada bloqueando el paso sin tiempo a detenerse....
Ok Psicomante. Si veo que tardas te pnjotizo y ya está.
Hazedme una tirada de cabalgar. El que tire primero irá delante, si falla y cae, el de detrás deberá superar su tirada con un -5 para no pisarlo en el salto inflingiéndole 4D6 de daño.
Maldición...
Pienso al ver el árbol derribado delante mio. Aprieto el cuerpo a mi caballo agachándome cuanto puedo, y le dejo que haga lo que el sabe...
Saliendo triunfante de esquivar le árbol caído me giro un poco a ver si mi compañero de cacería lo consigue.
Motivo: equitacion
Tirada: 1d20
Dificultad: 16-
Resultado: 3 (Exito)
pese a las pocas prácticas que últimamente había podido darle al caballo, al parecer se sentía alege al recorrer una zona agreste y me ayudaba a controlar mi bamboleo sobre él a través de la floresta. Me parecía estar siguiendo a mi copañero con bastante facilidad...no lo había esperado.
Motivo: Equitación
Tirada: 1d20
Dificultad: 9-
Resultado: 2 (Exito)
La persecución continúa mientras hacéis quiebros, saltos y esquiváis ramas bajas persiguiendo a la bestia hasta que dejáis de oirla. Un silencio poco común se adueña del lugar. La niebla levanta un poco, suficiente para ver las siluetas de hombres. Hombres armados para la guerra avanzando sigilosamente como fantasmas. Tatuados, con escudos de madera y cuero. No es dificil adivinar quienes son, Pictos del norte. Una lanza se clava en un árbol cercano y un cuerno resuena en el bosque. Al mirar veis que quien lo toca es un hombre, un hombre montado en un enorme oso pintado con símbolos místicos de brujería.
Cincuenta, ochenta, cada vez mas pictos se abalanzan hacia vosotros con un grito de guerra saliendo de sus gargantas guturales.
Giro mi caballo con rapidez mientras le indico a Sir Waylan:
-Huyamos de aquí, no es falta de corage, sino coherencia. Hemos de dar la alarma.
Espoleo al caballo mientras me pongo en forma aerodinámica sobre el.
-Recuerda el árbol caído... jiaaa!
A la visión de tanto salvaje picto espoleeé el caballo con premura para salir de allí.
Un centenar contra dos es una lucha injusta, sea para unos como para otros. mejor informemos de ésto.
La torpe baladronada era más un intento de conseguir humor y alejar cualquier forma de desesperaicón de sí y su colega.
Los que antes eran cazadores ahora son la presa. Galopais por el bosque mientras los rugidos furiosos del gran oso os llegan desde atrás acompañados de las voces de los hombres pictos. Tras una eternidad cabalgando bajo la lluvia salís a campo abierto donde el pueblo y mas allá, en la liza, todavía están repletos de gente. Podeis oír la trompeta que da paso a una nueva justa y los gritos de la plebe que alaban la destreza de los contendientes. El sol todavía se posa perezoso en la arena reservándose la lluvia en la linde del bosque...
Si quereis interpretar os dejo la escena abierta. Mañana os paso a la liza.
Galopando con el caballo, aferrado a las riendas y colocándome de una forma aerodinámica, voy espoleando sin piedad al caballo mientras la lluvia resbala por mi armadura, voy pensando en llegar a dar la alarma.
De vez en cuando, al ver que tengo un paso recto delante, hecho una fugaz mirada hacia atrás, vigilando que mi compañero no tenga problemas para seguirme, y que los pictos no nos alcancen.
Malditos sean...
Por fin, el sol parece deslumbrarme un poco, bajo la cabeza para que los rayos no me molesten, y cuando llegamos a la puerta, comienzo a gritar:
-¡ALARMA, NOS ATACAN!, ¡NOS INVADEN LOS PICTOS!
Si hubiera tenido tiepo podría haber alabado la destreza montada de mi compañero. Desgraciadamente la urgente carrera concentraba todas mis energías en mantener la galopada a través dle follaje sin tropezar o golpearme.
Realmente no podía saber que estaba haciendo alomos del caballo y mi cuerpo quedaba maltratado por el ramaje y el bamboleo de mi armadura dando botes a un lado y a otro conmigo dentro.
Al igual que Gallowain mi entrada en el recinto se produjo con gritos de alarma.
¡A LAS ARMAS! ¡ENEMIGOS!