Briar -jadeo- necesitamos ayuda. Vamos camino de la Capilla de Rivadavia. Dishi y yo hemos sido atacados por la Tecnocracia. Creo... creo que podemos ser los culpables de la caída de la Capilla... ¡Dios! Que no sea así...
Manejo con cuidado, no necesito tener un accidente o que me pare ningún agente de la ley.
Vamos Dishi... ¡maldito cabrón aguanta!
Le vino un acceso de tos que le produjo dolor en el pecho, donde tenía el pulmón perforado. Y la boca se le lleno de sangre.
¿Briar? ¿Sigues ahí? date prisa por Dios.
¿Omega? ¿Que fue lo que ocurrió? Solo se escuchaba el silencio del otro lado del teléfono, Briar estaba impactada por las palabras de la joven y le costaba reaccionar. Cuando escuchó la voz debil de su amiga, reaccionó.
Tranquila, mantene la llamada activa, yo me voy a hacer cargo de llevarlos hasta la Capilla de Rivadavia. Voy a avisarles que las estén esperando para curar sus heridas. Tranquila Omega...
Unos segundos después el auto comenzó a manejarse por si solo, sin que Omega tuviera que hacer absolutamente nada. Los semáforos delante suyo comenzaron a sincronizarse, dandole luz verde para llegar más rápido a su destino. Antes de que Omega se diera cuenta, estaban a pocas cuadras de la Capilla del Parque Rivadavia.
Cuando el auto comienza a manejar sólo me acuerdo del coche fantastico. Briar es mi Kit.
Gracias al cielo. Gra...cias Briar. Estabamos cazando... Cassandra.
Dishi hizó algo. Rasgó la realidad. El fenix. Dishi lo envió a la capilla.
Luego cayeron sobre nosotros. Uno. Sólo uno -murmuro. Lo maté. Juro que lo maté. Pero no estaba vivo. Parecía un sintético o algo así. No era... humano. No... no tenía alma.
La Daga del Destino de Alma apareció entre los árboles de los Bosques de Palermo. Delante suyo pudo ver el auto en el que Omega y Dishi estuvieron viajando por Buenos Aires. Minutos antes Dishi le había propuesto a Omega ir a un Hotel juntos y ella le había prometido que si cazaban efectivamente a Cassandra, podrían disfrutar de sus cuerpos juntos. Omega se bajó del vehículo y se internó en los bosques. Un minuto después, Dishi bajó del vehículo con la intención de esconderse entre los árboles y poder acertar al corazón de Cassandra con un Arco y Flechas. Si la Daga del Destino dudaba de su acción, probablemente perdería de vista a Dishi en cuanto entre al bosque.
¡Dishi! ¡Hey Dishi! Llamé desde las sombras. Mientras lo hacía me quitaba el vestido dejando libres mis generosos pechos.
Un taparrabos, un fino trozo de tela que caía entre mis piernas apenas cubriendo mi sexo. Tentarlo con su lívido era lo mejor que se le ocurría. No quería matar a Dishi a distancia. Dishi podía haber cometido un error. No. No lo había cometido todavía. Pero pagaría igual con su vida.
Mis armas estaban ocultas en los brazales gemelos. Miraría a los ojos de Dishi DingBang y su destino se cumpliría. Era la daga del Destino. Salvaría esa realidad.
Salí de entre las sombras. Entra en el auto -dije de forma lasciva -Lo haremos antes de coger a esa zorra.
En otro lugar, Omega estaría a punto de localizar a Cassandra. Puede que tuviese tiempo de acabar con ella o puede que Omega encontrase por fin su final a manos de la vampiresa. Poco importaba. Esa realidad seguiría estable... en calma.
Se acercó al coche contoneandose. Como le habían enseñado a Omega en un circo muy lejano, en otro lugar, en otro tiempo. Besó a Dishi y lo despojó de sus armas y de su ropa, luego lo empujó dentro del auto.
Lo dejo ahí por si quieres contestar con dishi o va a hacerlo él o lo que sea. Si no es así... simplemente acabo con él. Le clavaré mis herramientas en su corazón antes de que él clave nada en mi. XD
Dishi estaba tumbado, cuan largo era, en el asiento de atrás del auto. Todavía llevaba los pantalones puestos.
La Daga del Destino se introdijo en el coche, poniendose a horcajadas sobre los piernas de Dishi, inmovilizandole de cintura para abajo. Acarició su pecho y su abdomen duro como la erección que sentía bajo el pantalón del hombre.
Localizo la cuarta costilla,una puñalada ascendente entre la cuarta y la quinta atravesaría el corazón matándolo en el acto, sin sufrimiento. La herida sería tan pequeña que a penas sangraría hacia el exterior. Sin corazón que bombease, la hemorragia interna tampoco sería muy grande.
Se agachó para besar a Dishi, sus senos rozaron su pecho. Un beso de despedida para un hombre que nunca conoció. Sin embargo una lagrima se deslizó por el rostro de la mujer. Dishi Dingbang no llegó a notar la lagrima pues antes de que cayera tenía alojado en el corazón la cuchilla que escondía uno de sus brazaletes.
Se revolvió un segundo y luego todo acabó. La Daga del Destino había cumplido su cometido. Cerró el auto y se vistió. Luego dejó el medallón del fenix sobre el pecho de Dishi. Si Omega volvía lo encontraría. Si no, ningún sentido tendría para nadie más.
El cuerpo de Dishi Dingbang yacía en el interior del auto sin vida. Cuando la Daga del Destino salió del vehículo y comenzó a caminar hacia la salida de los bosques de Palermo, inconscientemente se dirigió hacia el Monumento a los Ingleses, esa torre ubicada en la zona de Retiro. Algunas horas mas temprano, Dishi y Omega habían sentido una extraña magia provenir de aquella torre, sin embargo el espectro mágico había desaparecido de inmediato y no pudieron rastrearlo. Las distancias se redujeron a zancadas y al llegar a la puerta de la torre del reloj, extendió su mano y esta se abrió en reacción. Subió por las escaleras caminando con decisión hasta llegar a la sala mas alta, allí la puerta estaba abierta y el príncipe le estaba esperando.
Enhorabuena por lograr tu objetivo, Daga. Yo soy el Guardián del Destino y, al igual que tu, he abandonado mi antigua vida para servir a quien ante ti se presentó como Alma. Viajamos a través del tiempo, el espacio y las dimensiones por todo el multiverso. Hay terrores allí afuera que buscan desestabilizar el equilibrio del multiverso y nosotros estamos aquí para evitarlo.
Acompáñame a mi misión y te explicaré todo en detalle.
Daga podía sentir como Guardián la miraba. Le agradaba, aparentemente serían compañeros aún cuando el tiempo del mundo se apague, aún cuando el último ser humano se extinga, aún cuando el sol se apague y cuando todo el cosmos arda en un último latido. Aún después de todo, el Guardián y la Daga caminarían juntos.
Así pues, cumplida su misión ya no pertenecía a ningún lugar. Ahora se hacía eco de las palabras de alma y tomaban sentido.
Ya no era Omega, sus recuerdos no eran suyos, eran de otra mujer. Su vida, su alma, nada importaba ya. Por un momento dudó de su humanidad. ahora no era más que un instrumento. Uno bien afilado, siempre preparado. Un instrumento dispuesto para actuar en este o en cualquier otro mundo. En cualquier época y en cualquier lugar. El multiverso era tan basto que le costaba procesar tal volumen de posibilidades. Eso sólo estaba al alcance de Alma.
Por un momento se preguntó que sería de Omega. ¿Habría sucumbido ante Cassandra?¿Habría regresado y encontrado el medalllón y el cuerpo de Dishi Dingbang?¿Comprendería su decisión?
Nada de eso importaba ya. la historia de Omega ya no era la suya. Pero esa inquietud, esa sensación de desasosiego, de traición... quizás había esperanza. Quizás todavía albergaba humanidad en su interior.
Adelante Guardían. Muestrame el camino.