Partida Rol por web

Aquellas esperanzas de que el Malocchio de este lado del espejo fuera un hombre menos violento y despreciable que el supuestamente original, se desvaneción conforme el macabro escenario fue, puerta tras puerta, mostrando los horrores provocados por aquel asesino loco que ahora se dirigía a ellos. No era necesario ser muy inteligente para ver brillar en sus ojos un ansia homicida, en el caso de que las manos manchadas de sangre y los cuerpos yacentes no bastaran para ello, así como la ausencia de cordura. Las facciones de Malocchio eran las de alguien que había cruzado un umbral e iniciado un viaje sin retorno.

La cuestión era que, en lugar de haber marchado cada uno por su lado o incluso juntos pero sin regresar al castillo, ahora debían enfrentar a la peor de sus pesadillas. Alguien capaz de sembrar el caos y la muerte como él lo había hecho... Sin duda era peligroso, muy peligroso. Pero era algo que traía Sapo lo que había despertado su locura. ¿Qué era aquello?

-Sapo, ¿qué has traído contigo que haya podido desencadenar esto? -preguntó al tiempo que formulaba un hechizo para encantar su bastón y lanzaba un ataque al dueño del castillo, ataque que apenas logró hacer ondular su flequillo. 

Menon agotó sus últimos poderes mentales en tratar de bloquear la fuerza de su enemigo.

¡AAAAAAAARGH!

Malocchio lanzó un grito de dolor mientras Menon se introducía en su mente. Algo insólito pasó. De su cuello surgió la cabeza de un halcón, emitiendo otro desgarrador chillido. La mutación se volvió a meter en el interior de su cuello. Alarico se quedó al margen, observando con regocijo la tortura sufrida por Malocchio. Genann, que ya había hechizado su bastón mientras subía las escaleras, fue el primero en encarar al noble... pero un arma mejorada con magia no hacía mejor luchador al druida que lo blandía.

 Brrravo, Genann. Huevos de drrrruida serrrr durrrros como escudo de hierrrrro. Perrrro déjame enseñarrrrte cómo se lucha...

Fedora también se unió al combate, haciendo con la punta de su espada un pequeño tajo en la mejilla de Malocchio. Quiora pudo ver que el acero normal dañaba al noble, así que guardó de nuevo el vial de lustre de plata antes de malgastarlo en aquel encuentro.

Entonces Malocchio contraatacó contra la mujer que le había herido. Los dedos de su mano se unieron y fusionaron hasta hacer una cuchilla. Con ella trató de golpear a Fedora, pero el dolor le impidió concentrarse en su ataque.

Le salía un pájaro de... Quiora observó el frasco que estuvo a punto de echar sobre el arma y lo volvió a guardar. Un pájaro no era un lobo así que mejor reservarlo por si acaso.

Espera Fedora, ya voy! - fue el grito de batalla de la semiorca antes de incorporarse a la lucha. Buscó una buena posición frente a la norteña para poder flanquear a Malocchio.

Genann sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda, desde la nuca hasta el culo, al ver la horrible transformación de Malocchio. Y cuando vio su mano convertirse en un arma, el horror dio paso a la prevención. Aquel temible hombre o reflejo del hombre que era, constituía un peligro, ya no solo para ellos en aquel momento sino para cualquiera en cualquier parte. Si no le vencían, el mundo cambiaría. Y no solo vencerle. El druida tuvo una pequeña epifanía. Debían matarle por más que le doliera el quitar la vida a alguien. 

Así que cogió aire y enarboló su bastón con firmeza y cuando vio un hueco entre las dos guerreras, hizo caer la madera con dureza contra aquella mano deformada. 

Menon sentía su poder completamente drenado, ya poco podía aportar al combate, al menos su mente había penetrado las defensas de Malocchio y conseguido debilitarle, ojala fuera suficiente. 

Empuño la ballesta y disparó sin mucha esperanza, pero aún así el virote voló e impacto contra el cuerpo del hombre. 

Trozos del espejo que la gitana había roto, como su corazón cuando se despidió de ellos sin darle su dirección. Es lo que llevaba Sapo en bolsillo, envuelto en un trapito para no cortarse con sus afilados bordes. No eran muchos, también había que decirlo, pues el gnomo no había tenido tiempo para recuperarlos con la amenaza de los lobos no-muertos.

- ¿Hablas del espejo, Genan?- Preguntó haciéndose el inocente, so símplemente es que el ilusionista no consideraba, ni mucho menos, ser el culpable de toda aquella masacre. 

- Lo tengo aquí misshmo.- Se giró para hurgar en su hatillo sin que lo vieran hacerlo, metiendo las manos y amasando el éter con gran habilidad.- Mmmppffps, miñom, miñom.-Al darse la vuelta mostró un espejo igual que el que había en el cobertizo donde encontrara a la mujer. Era bastante grande para el gnomo. El reflejo del espejo mostraba a Malochio Aderre encerrado dentro. Esperaba que aquello afectara al monstruo de Aderre de alguna manera, sin considerar que pudiera ponerlo furioso y hacer que lo atacara. ¿O era precisamente lo que pretendía?

Recibió la lluvia de golpes aún constreñido por el dolor psíquico de Menon. Sangraba en abundancia, pero parecía tener alguna resistencia sobrenatural que lo mantenía en pie... quizás su propia locura.

¡¡¡¿Qué signifca esoooo?!!!-gritó, al ver el espejo.

Malocchio hirió a Fedora, tal y como pretendía Sapo con su provocación. En cuanto el noble tuvo la mano hundida y atrapada en el hombro de Fedora, ya no tenía modo de esquivar los ataques. La norteña hizo bailar a su Tsyganskiy, y al dirigirse al tórax de Malocchio, una cabeza de halcón salió de su pecho deteniendo la espada con el pico. Con la mano zurda, hizo bailar a su Grudastaya hasta hundirla en el corazón de su enemigo. En ese segundo intento no hubo salvación posible.

Las visiones del Dukkar se había cumplido: una vistani le había dado muerte. Concretamente su propia madre, Gabrielle Aderre, que había ordenado forjar la Grudastaya y la había entregado a la mano asesina que cumplió la profecía. Los dedos dentro de la herida de Fedora se abrieron y Malocchio cayó al suelo.

Antes de que los héroes lograran dirigirse a la puerta del tesoro, el cuerpo del noble volvió a cambiar. Ya no había más halcones, su cara se volvía más pálida todavía y su nariz desaparecia. Los ojos se volvieron grandes, desproporcionados al cráneo, y se tiñeron de verdes. Sapo identificó el cadáver como el de un doppelganger, una pobre alma confusa que había sido arrebatada del mundo de los espejos cuando Rebecca expulsó a Malocchio Aderre, y desde entonces había asumido el papel del noble sin entender nada de lo que pasaba a su alrededor. La cercanía de los trozos de espejo le habían acercado a su portal, a su mundo natal, haciendo que su verdadera naturaleza luchara por salir. Finalmente había encontrado la muerte.

Aunque Quiora se debatía entre alejarse de aquella brujería o conseguir un diente de su presa, lo cierto es que la boca de la criatura se parecía más a un pico. Estaba desdentado y no había ningún trofeo para su colección.

Una luz blanca salió del bolsillo de Sapo. Las costuras se rompieron como si llevase demasiado peso, y los trozos de espejo cayeron al suelo. Una masa de carne surgió de los pedazos, juntándose mientras las heridas se abrían. Aquel nuevo ser trataba de abrirse paso hasta la sala de cetrería, pero sin el espejo completo era como atravesar un colador y a cada empujón se formaban más cortes. Finalmente Malocchio Aderre atravesó el portal y gateó hasta ponerse contra la pared.

He vuelto... Por fin. Mi largo cautiverio... Los tormentos de mis captores...

El rostro de Malocchio se retorció de horror al ver al doppelganger en el suelo. El nuevo Malocchio tenía dos rasgos que le identificaban como el verdadero. Primero, que su tez más morena denotaba que había pasado toda su vida bajo el mismo sol que los aventureros que mataron al usurpador. Segundo, la marca del Dukkar estaba en la mano correcta.

Menuda escena. El reflejo de Malocchio no dejaba de ser más que una criatura sacada de su mundo por la maldición de la vistani. Como un pez fuera del agua. Una metáfora de esas que Sapo no lograba comprender. 

El gnomo pegó un brinco al notar que el peso de los trozos de cristal desgarraba su bolsillo. De los escasos trozos recuperados salía una masa informe de carne que se juntó para dar forma al cuerpo del verdadero Malocchio Aderre. Sapo estaba disgustado. Aquel hombre era malo y se merecía todo lo que le había pasado, al contrario que a los inocentes que habían habitado su castillo.

- Es el verdadero. Se ha liberado.- Habían resuelto el misterio y cumplido su misión. Sin guardias que lo protegieran y en su estado podrían recoger su recompensa aunque el recién liberado prisionero se opusiese. Sapo casi deseaba que así fuera para manipular su mente y forzarle a hacer lo que se le antojara.

Otro señorito?!

Cuando el primer Malocchio cayó, la semiorca ya se había hecho a la idea de llevarse todo el tesoro, pero ahora que había aparecido un segundo, suspiró contrariada.

No tenía nada en contra del Aderre. Cómo tener algo en contra de un hombre que caza malvadas brujas? Era todo un samaritano! Pero una cosa era simpatizar con su causa y otra irse de manos vacías.

- Bueno, sí, ejem. Ya estás libre. Ahora, nos das nuestra recompensa o la tenemos que coger nosotros?

Con cara de pánfilo, algo nada sorprendente por otra parte, Genann observó el asombroso espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos. De un lado, la muerte de la criatura que creían era el reflejo de Malocchio Aderre pero que no dejaba de ser algún extraño ser que, al igual que el noble, había sido víctima de la maldición vistana sin razón que lo justificara. Y atrapado en un mundo que no era el suyo, como una fiera enjaulada y transtornada, se había revuelto, matando cuanto había a su alrededor. Lo hecho era terrible y nada justificaba aquella cascada de muertes, pero el druida entendía el porqué de aquel horror. 

Y ahora, con el verdadero Aderre ante ellos, bañado en sangre tras su doloroso parto a través de aquel útero hecho con pedazos de espejo, Genann no sabía qué hacer. Tenía la agridulce sensación de que su aparente triunfo era una derrota y que quien debería estar muerto, seguía vivo. 

Con un quedo suspiro fruto de sus palabras, miró a Quiora. ¿No era consciente de que la promesa de una recompensa no había sido hecha por aquel hombre? Si así lo quisiera, bien podría despedirles del castillo. O culparles de las muertes ocurridas. No, la situación era complicada y no sabía por dónde saldría el noble. 

Un cambia formas, vaya cambio de tornas, sin duda un desdichado fin para una criatura fuera de su entorno, pero dado que había asesinado a todos a sus alrededor, estaba mejor muerta, en cuanto al verdadero Malocchio, parecía ser una víctima de las dado su cautiverio, pero Menon no lo creía inocente.

- Saludos joven noble, somos el grupo que os ha liberado, hemos recorrido grandes distancias para encontrar el espejo donde estabais desterrado, hemos tratado con grupos diversos, con vuestra madre, con los vistanis que según su palabra odiáis a muerte... pero al final os hemos traído a vuestro mundo de nuevo, espero que sepáis valorar nuestras acciones.

¿Mi madre?-el gesto de Malocchio se torció.

Malocchio se levantó y corrió hacia Menon. Le apartó de un manotazo para coger uno de los trozos de espejo. Un chillido les alertó de la presencia del enemigo que había puesto en tensión al noble. El cuerpo del doppelganger crecía y le crecían plumas. Así hasta que se transformó en un halcón tan alto como la habitación.

¡NYAAAAAAAAAAAARGH!

Malocchio clavó el trozo de espejo en el cuerpo del pájaro como si fuera un puñal. El fragmento hundido en la carne empezó a brillar. El doppelganger transformado agitó las alas y se trastabilló hasta el balcón. Se lanzó fuera de la torre y agitó las alas para no caer. Entonces, todos los halcones dejaron de picotear los cadáveres de los hombres y alzó el vuelo. La bandada hostigó y se lanzó contra su hermano mayor, derribándola y haciendo que cayese. Sobre el patio de armas, el cuerpo del doppelganger, ahora sí muerto definitivamente, empezó a contagiarse del brillo del cristal. Ambos se difuminaron en un fulgor antes de desaparecer. Los otros trozos, en el suelo de la sala de cetrería, también desaparecieron.

Hace mucho tiempo os vi en mis sueños y me preparé para vuestra llegada...

Malocchio se acercó a la puerta de la cámara del tesoro, pero en lugar de abrirla deslizó un ladrillo de la pared hasta desencajarlo de su hueco. El noble introdujo su mano en el muro y sacó un pergamino. Lo extendió hacia los aventureros para que alguno lo cogiera.

Esta es vuestra recompensa. En este papiro escribí cual será vuestro siguiente paso a dar, el suceso que marcará vuestro destino. Cogedlo y marchaos de una puta vez de mi castillo.

Resonaron las palabras de Madame Eva en sus cabezas: "todo acto cometido debe enfrentarse a sus consecuencais, bien como recompensa, bien como castigo". El pergamino era a la vez un premio y una maldición, que no habrían encontrado si no hubiesen salvado a Malocchio. Algunos halcones empezaron a posarse sobre la baranda de piedra del balcón, cada vez más numerosos... los guardianes y fieles servidores del noble eran a la vez el emblema de su Casa. Cualquier intento de conseguir el tesoro de Invidia tendría que pasar por encima de la vida de aquella emplumada guarnición.

PRÓLOGO

El mensaje del pergamino de Malocchio decía: "Dentro de dos días. Karina, calle de la Plaga". Aquellos del grupo¹ que se atrevieron a leer su profecía, pasaron el suficiente tiempo en las calles para escuchar hablar del Carnicero de Medianoche, un asesino en serie que los últimos días había matado a varias mujeres hundiendo un cuchillo o punzón en la nuca de sus víctimas. Estando juntos no tenían nada que temer. Habían pasado cuarenta y ocho horas desde que leyeron la profecía en el castillo de Loupet, era de noche y una bruma densa y húmeda les calaba los huesos. Una figura se dibujó en la niebla. Según avanzaba hacia ellos comprobaron que se trataba de una mujer joven, escasa de ropa y seguramente prostituta.

Los ojos de la chica se tornaron en blanco y su cuerpo se desplomó en el suelo sin vida, dejando ver al Carnicero de Medianoche que se le había acercado sigilosamente por detrás. El cuchillo ensangrentado tenía forma extraña, con una esquirla de cristal en lugar de un filo de acero. Una máscara ocultaba su nariz y boca, como un bandolero. Empezó la lucha. Los aventureros se lanzaron contra él, hasta el punto de que su pañuelo cayó mostrando cuatro tentáculos.

Al ser herida, dejó caer su cuchillo al suelo. La aberración emitió un grito que solo oyeron en el interior de sus mentes, dejándoles aturdidos. El ser aprovechó para huir por las calles, pero la sangre viscosa de sus heridas dejaban una pista demasiado fácil de seguir. Lo persiguieron durante un par de millas hasta las afueras. Allí encontraron una especie de edificio extraño con forma de concha.

En el interior encontraron a la criatura muerta, y unas paredes llenas de lucecitas y botones. La estructura se cerró sola, dejándoles encerrados, y el suelo empezó a temblar como si estuvieran despegando. Mientras la nave se los llevaba, en Karina un plebeyo encontró el cuerpo de la prostituta en la calle de la Plaga. Al recoger el cuchillo sintió su poder. El verdadero Carnicero de la Medianoche había muerto, pero su imitador acababa de nacer para perpetuar su leyenda.

- F I N -