El valle de Nentir
Cuando el imperio humano de Nerath estaba en su apogeo, hace unos trescientos años, el valle del Nentir se mantuvo como la región más al norte de sus fronteras. Los colonos viajaron por las aguas del río Nentir a través de inhóspitos pantanos o abrieron caminos por los frondosos bosques que separaban al valle del resto de Nerath.
Al final de su viaje encontraron una tierra prometedora, llena de peligros pero también de promesas para aquellos valientes que se atreviesen a dominarla. El valle del Nentir es una tierra norteña, pero no suele ver el manto de la nieve; los inviernos son ventosos, eso sí, y extremadamente fríos.
El río Nentir es demasiado grande para congelarse, excepto unas pocas semanas en la parte más fría del año. Los veranos son suaves y frescos. La mayor parte de la región consiste en una mescolanza de terrenos: grandes extensiones de prados, grupos de bosques dispersos, colinas suaves y algún grupo ocasional de bosque denso o maleza espesa.
Las lomas normalmente son de hierba rala con pocos árboles. Las colinas son más empinadas y abruptas, con zonas de bosque disperso en sus faldas. Fueron muchos los asentamientos que fundaron los primeros colonos del valle. Caminos de herradura entre estos remotos puntos de civilización pronto se convirtieron en importantes rutas de comercio, y muchos de estos pueblos florecieron como faros de la civilización en los siguientes doscientos años.
Fue entonces, hace cien años, poco después de la destrucción del Imperio de Nerath en una era de caos y confusión, que las tierras del valle fueron azotadas por los orcos del clan de las Lanzas sangrientas. Los orcos descendieron desde los picos de las montañas de la Marca de Piedra, al noroccidente del valle, y arrasaron con todo a su paso. Cuando por fin abandonaron el valle, la gran mayoría de pueblos y villas habían sido borrados completamente del mapa.
Actualmente, el valle se encuentra casi desierto, ya que tan solo un puñado de pueblos y villas se encuentran esparcidas a lo largo de toda su extensión. De este modo, no es raro encontrar en él granjas abandonadas, haciendas en ruinas y fortalezas derruidas mucho tiempo atrás. A sus anchas campan animales salvajes, bandidos y monstruos, amenazando a cualquiera que se aleje algunas millas de cualquier asentamiento superviviente, que están esparcidos como puntos de luz en una zona de extensa oscuridad. Normalmente, viajar por los caminos resulta seguro, pero de vez en cuando, los viajeros se encuentran con alguna sorpresa desagradable en su camino entre pueblo y pueblo.