Partida Rol por web

Es bastante antes de la llegada de Jeremy, cuando ambas, tal y como habíais acordado, os reunís en el apartamento de Sonya, para hablar sobre qué puede estarle ocurriendo a Isaac.

La hermosa voz de Ella Fitzgerald llena la habitación, y un apetecible Burdeos, un Chateau Le Doyenné, espera sobre la mesa, junto a varias copas, a ser degustado.

Sonya recibe a su amiga aún en camisón y con el cabello algo revuelto y durante su conversación va moviéndose por la casa, buscando un pasador, unas medias....

Pasa, pasa querida, ponte cómoda y deja el abrigo en mi leonera si quieres...

Ese detalle, que en cualquier señorita educada significaría una dejadez casi ofensiva para con su invitada, en Sonya es la mayor muestra de familiaridad y confianza que puede ofrecer, y Helen lo sabe. Aunque ambas son diferentes, Sonya siempre ha sostenido que las mujeres como ellas han de apoyarse las uñas a las otras. Porque andan por el mundo sobreviviendo sin un marido al lado, y eso, más que una ofensa es una amenaza para el tinglado que tienen montados los hombres....

Pasados unos minutos en los que permite que Helen deambule con total libertad por el apartamento de toques bohemios y se ponga cómoda, asoma la cabeza desde el aseo...

- Tu conociste a Isaac en la universidad no? Conoces también a su mujer?

Sonya era, desde el punto de vista de Hellen, el paradigma de la mujer liberada. Lo que ella misma nunca sería, porque aunque seguía soltera, vivía sola y se automantenía, Hellen era mucho más acomodada a los convencionalismos típicos de la sociedad de corte masculino que les había tocado vivir.

Su apartamento era tradicional, en comparación al de su amiga. No es que fuera una antigualla, estaba amueblado en un estilo moderno, pero a años luz de la composición que Sonya había logrado crear. También en carácter eran distintas. Lo que Sonya tenía de extrovertida y seductora, Hellen lo tenía de tímida y reservada. Lo que sí tenían en común, y eso les constaba a ambas, era una mente aguda, y ágil.

-Dejo el abrigo y el sombrero en el perchero, no te preocupes. ¡Has comprado un par de cojines nuevos! No los había visto antes, ¿no?

Tomó la copa, se sentó sin cumplimientos, y empezó a beber mientras Sonya iba y venía con cada vez mas ropa encima.

-¿Hannah? Bueno, la he visto, sí, un par de veces. Pero de eso hace ya bastante, y creo que apenas cruzamos alguna frase. Tampoco es que con Isaac tuviera una amistad tremenda, ya me entiendes. Le conocía de la Universidad, sí. Y le considero un amigo, claro, por eso estoy preocupada. No entiendo qué puede ser eso tan importante por lo que Jeremy ha decidido reunirnos...

Terminó de atusarse el pelo mientras reflexionaba levemente.....luego se sentó a darle vueltas al vino frente a su amiga.Hellen era mucho más de lo que se veía, en opinión de Sonya debería estar ejerciendo en vez de en la biblioteca, pero...adoraba los libros. Después recompuso su pose desenfadada...

Yo no la conozco, Isaac ayudó a mi madre a encontrar especialista mucho antes de que se conociesen ,y aunque después hemos mantenido contacto, nunca me la presentó. Supongo que no soy de esas amistades que se presentan a la prometida de uno...tornó la voz un tanto triste...para evitar una semana de explicaciones y morros torcidos..dijo añadiendo un guiño y mordiéndose la lengua, para desdramatizar.

Los cojines son de un mercadillo a las afueras querida, te llevaré allí en cuanto regresemos de Louisiana, porque, vamos a ir juntas verdad?

Ignoro si vendrá ese señor Hamilton, el de mantenimiento del club de campo, o ese otro señor que nos dijo que debía avisar...pero lo más curioso Hellen, es que no alcanzo a comprender que problema que podría tener como solución al señor Hamilton y a nosotras...

Se puso en pie e imitó tener mostacho con los índices...impostando la voz: señor Hamilton, preséntese de inmediato en la plantación, tenemos un grave problema de cañerías y Hanna no se atreve a hacer aguas mayores....

Y estalló en una sonora carcajada, nada propia de una señorita, pero ahora, estaban solas. Se lo podía permitir.

La siguió en su carcajada, sin cortarse.

-Oh, vamos, Sonya, ¡eres tremenda! -Asintió, y volvió a retomar su compostura. -Cierto, cierto... a menos que el problema sea algo... bueno, digamos poco usual. Algo que no le comentas a la gente que te rodea, o a la policía, o... en fin...

Clavó la mirada en el fondo rubí de su copa.

-Puede que sea algo difícil de confesarle a la gente con la que mantiene una relación más continuada. Habla de su mujer... nosotras somos mujeres, amigas, y lo bastante despegadas como para ser objetivas. Quizá sea eso. En cuanto a Jeremy, y al otro invitado... nada. Ni idea.

- Iremos a la plantación y lo averiguaremos, no te creas que me hace mucha gracia acercarme al sur, y a los asuntos de mi familia en Georgia. Pero estoy convencido de que mi hermano apoyará ayudar a Isaac.

Por lo pronto esta mañana he pedido permiso a mi jefe, y adivina su displicente respuesta: "tómese la semana entera señorita" te juro que he estado apunto de romperle un jarrón. No te haces a la idea de lo que me ningunean e infravaloran...pero algún día tendré entre manos una historia tan buena, que tendrán que publicarla con mi firma. Ahora me paso el día entre policías y forenses , haciéndole el trabajo sucio a Rex Hunter. Menos mal que adoro mi profesión.

Se paró a mirar por la ventana , un tanto distraída, absorta en sus pequeñas frustraciones....y se volvió de nuevo a Hellen. 

- ¿Y que otras novedades me cuentas querida? ¿Has conversado ya con ese atractivo posgraduado que devuelve y recoge siempre los mismos libros sólo para ir a verte? 

Levantó los ojos de la copa, y parpadeó varias veces, sorprendida.

-¿Pero qué dices...? Ojalá tuviera un admirador así, querida. Pero no, seamos sinceras. El joven al que te refieres podría ser mi hermano pequeño, apenas tendrá los veinticinco, creo. Viene a por libros, no a por mi, y lo hace porque tiene que enfrentarse a los profesores carcamales que creen que la juventud, como el sexo femenino, es indicativo de minusvalía...

Una carcajada un poco tristona resonó entre las dos mujeres.

-Ya lo dice mi casera: "Señorita Hellen, va a quedarse usted solterona...". Está empeñada en que "siente la cabeza". Y me persigue con fotos de todos los solteros de su familia, de las de sus conocidos, y las de cualquiera que pueda pillar...

Se levantó y se acercó a la cocina semiabierta que tenía la vanguardista Sonya.

-Dame algo de comer, querida. O vas a tener que sostenerme cuando lleguen los caballeros, si sigo bebiendo así.

Comienza a decaer el perezoso sol que se cuela por el ventanal, mientras dos amigas acaban con una botella de Chatêau de Doyenne, un queso a las finas hierbas y unos picatostes....charlan, comparten confidencias y quizás la última tarde de sosiego e intimidad entre ambas....

Bendita , Ella Fidgerald....

- Escena cerrada -