Partida Rol por web

Al día siguiente, el tiempo permanecía igual de inestable. Os fuisteis despertándoos uno a uno, lentamente. Algunos os quedasteis disfrutando de la presencia de vuestras parejas. Cooper y Robert fueron los primeros en levantarse. No habían podido pegar ojo en toda la noche, así que, mientras uno buscaba algo con lo qué llevarse a la boca, el otro encendía la chimenea. Aunque era verdad que disponíais de mochilas, podíais encontrar en ellas alguna utilidad. ¿Nadie había traído alimentos?

Mientras el pobre Cooper estaba en su búsqueda, alguien llamó a la puerta. Tres toques en seco. Se trataba de una anciana desorientada. Afortunadamente, llevaba una cesta con un bizcocho recién horneado...

Abrazo a Caroline e inspiro la fragancia que desprende su pelo.

- Te echaré de menos mi amor… te amo…

- Yo también te amo…

De golpe veo como un lobo empieza a descuartizar su cuerpo, ella me mira con unos ojos vacíos mientras me pide ayuda levantando el brazo que tiene libre de esas fauces. Yo no puedo moverme viendo como muere por esas dentelladas.

Entre lágrimas vuelvo a despertar sobresaltado, aún es de noche. A mi lado veo a Robert tumbado en la otra cama individual de la habitación.

Han dejado a los “viudos” en un cuartucho, mientras ellos disfrutan en pareja.

Intento apartar el odio que siento ahora mismo, respiro hondo. Estoy desolado, cansado y sin ganas de vivir… tengo que intentar dormir algo pero es imposible, cada vez que cierro los ojos veo el rostro de mi mujer sonriendo antes de marchar.

Marchar para siempre.

Como me gustaría volver atrás en el tiempo y salir de esta pesadilla de vacaciones.

¿Realmente merece la pena seguir con esto?

¡Sal ahí fuera, puede estar viva aún!

Los pensamientos inundan mi cabeza. Por mucho que intente mantener la entereza, no lo consigo.

Sé que salir de noche es un suicidio. Me pongo a llorar de nuevo, sólo quiero que pase el tiempo, que amanezca de una vez y salir de aquí para buscar ayuda.

El sol ya entra por la ventana sucia de la habitación, me levanto junto a Robert. Imagino que mi cara tiene que ser un poema, igual o más que la que tiene mi compañero ahora mismo.

- Robert, voy a ver si tenemos suerte y tenemos algo de comer, alguna lata de conservas estaría bien en está mierda de casa. – le palmeo la espalda amistosamente intentando indicarle que estamos juntos en esto. No tengo ganas de comer nada, pero sé que llevarnos algo a la boca nos vendrá bien.

Bajo la escalera cabizbajo, Robert marcha hacia la chimenea y yo me quedo mirando con falsas esperanzas la puerta de la entrada, esperando a que Caroline llegue. De repente, algo o alguien tocan a la puerta. El corazón me da un vuelco, la mano me tiembla mientras la abro.

Al otro lado me encuentro a una anciana que parece desorientada. Al bajar la mirada veo que lleva un cesto con un bizcocho. Vuelvo a levantar la mirada, está vez no buscando su rostro, sino dirigiendo mi mirada al bosque, esperándola a ella…

- ¿Se encuentra bien señora, se perdió en el bosque? – digo sin mirar siquiera a la anciana.

- ¡Buen hombre! - saludo con una sonrisa. - Espero que no le moleste luego de... Vaya que gran pérdida, es que los animales aquí son unos depredadores innatos... Ya sabe, tienen hambre. 

Tras decir aquello sonrío con esa expresión entre tétrica y buen rollo, que termina siendo más lo primero que lo segundo. No obstante recuerdo que tengo una cesta y me doy un golpecito en la cabeza con el dedo índice, estoy muy tonta a esta hora del día, vaya. 

- ¡Perdón! No me he presentado, soy Rose. Soy como una especie de vecina... Jeje. - me presento. - les traje una tarta deliciosa, es de manzanas y tiene un ingrediente secreto. Es lo que le da mucho gustito. 

Mi voz suena armoniosa, pero es la típica de una mujer entrada en años y con muchos cigarros encima. Es algo rasposa, que se arrastra y genera un escalofrío. 

- ¿Aceptan esta delicia de una abuela? - pregunto sonriendo. 

- Un.. un momento Rose, ¿Cómo sabe lo de Caroline? ¿Vio lo que pasó? - le dije con la voz entrecortada mientras acepto el cesto con el bizcocho.

- Disculpe, gracias por el regalo. ¿Quiere pasar y nos explica a mi compañero y a mí? - le digo mostrándole el interior de la casa.

William apenas había podido dormir tras la noche pasada, su esposo estaba herido, ¡Herido!, estaba tan enfermo que quería gritar, no obstante, estaba agradecido de tenerlo con él dado que dos personas habían muerto. "por suerte, solo fueron ellas" se atrevió a pensar observando a su esposo dormido. 

La noche anterior había curado la herida lo mejor que había podido, por suerte había llevado un kit de primeros auxilios, alabado sea dios por hacerlo tan previsor (*), sin embargo habría preferido que ambos fueran al hospital más cercano... que no estaba seguro de por donde estaba, si era sincero se sentía bastante perdido desde que habían corrido a la casa... 

-¿Mike? -llamó al despertar, besando su mejilla -cariño ¿cómo estás? 

La noche habia sido malisima, no pude pegar  ojo en ningun momento. Gabrielle habia muerto,  pero me gustaría salir a ver aunque fuesen sus restos y coger sus pertenencias. Estas vacaciones habían acabado para mí. A la que pudiera volvería a casa y comentaría a sus familiares lo ocurrido.

Cooper, el otro afectado había pasado la noche conmigo. Se levantó y dijo de comer algo, la verdad que no habíamos cenado, pero no tenía hambre, tenía el estomago cerrado.

- Cooper, buenos días. La verdad que no tengo hambre, tengo el estomago cerrado, no he olvidado aún lo ocurrido. Me gustaría acercarme al lugar de los hechos por si puedo recuperar alguna de sus pertenencias para llevármelas conmigo.

De repente llaman a la puerta, una simpática anciana llama a la puerta. Nos ofrece algo de comer, pero me sorprende que sepa lo ocurrido. ¿Acaso lo vio? Me vienen a la mente las situaciones del hotel, ¿que demonios está ocurriendo?

-Buenos días  señora, gracias por su obsequio, pero en mi caso no tengo hambre, tengo el estomago cerrado debido a lo ocurrido. Por cierto como sabe lo que pasó ¿vio lo ocurrido? ¿No pudieron hacer nada por salvarlas?

- Nada de esto puede estar pasando. Esto tiene que ser todo un mal sueño. -

La carrera por nuestras vidas, y todo lo que ocurre a continuación, pasa frente a mí como si lo viviese en tercera persona mientras mi mente va descendiendo poco a poco a la locura

Amanece un nuevo día, y mi mente, algo más descansada, reconoce la una cara familiar. Will está a mi lado, sentado al borde de la cama. Una mirada fugaz al dolor punzante que sube por mi pierna me hace recordar en un momento lo que sucedió ayer, aunque en mi cabeza todo siga viéndose como un sueño, las bendas que ahora cubren mi tobillo me quieren recordar que todo fue muy real.

- Mal - atiendo a contestar en un susrro - Estoy mal.... Will... ¿qué está pasando? -

El momento en el bosque aun me ronda por la cabeza hasta el punto de tener un par de pesadillas con el tema. En ellas Caroline mataba vilmente a los lobos y siempre me fuerzo a despertarme y asegurarme de que es solo un sueño y que fueron los lobos quienes devoraron su carne y no ella quien los mató. Esos lobos eran aterradores pero al final, estarían cazando, que los matásemos solo sería algo injusto.

Tras dar un beso a mi mujer me levanto camino a la zona común cuando veo a los dos "viudos" atendiendo a una no muy amable señora. Escucho lo que ésta dice y arqueo una ceja.

- Disculpe señora, puede que escapar de unos lobos hambrientos no me haya dejado fijarme como debo en la zona, pero no recuerdo haber visto ninguna casa cercana.Cómo puede ser vecina y saber que hay aquí nadie? - Su rostro no despierta confianza, pero aun menos que se presente aquí sin más. - ¿Conocéis el hotel cercano?

- Oh mi niños... Aquí en el bosque todo se sabe. Son las reglas de estar aquí. - respondo. - Pero no, ese comentario es un tanto incoherente Señor... Hm, no sé su nombre. - digo a Ross. 

Es que no pueden decir algo semejante si no la han visto cuando estuvieron los lobos, por ende se descarta aquello de forma automática. No obstante me gusta mirarlos fijo y continuar la conversación. 

- Sé que los lobos atacaron porque el intenso aroma de la sangre llega rápido, la muerte se respira e inquieta. - explico. - Un hecho lamentable, sinceramente muy lamentable. 

Con gesto de lamento sigo respondiendo a las preguntas pero siento que son muy descortés conmigo ya que soy una abuelita que les viene a traer algo rico. No sé, todas las abuelas son tiernas, yo también lo soy y me tratan como si fueran oficiales de policía y yo un asesino. Que triste, indignante... 

- Vivo bastante cerca, no cuestione aquello. - respondo a Steve. - Lo conozco, claro. Todos aquí lo conocemos al Hotel... Pero eso no importa. Aquí tienen mis bollos, hechos por mi. Saben... mmm deliciosos. Cortesía de una abuelita que quiere darles un gustito. 

Hice una mueca de dolor ante lo dicho por Mike, no me gustaba que sufriera. Más aún no me gustaba esa sensación de no poder hacer nada en ese instante, tome nota de darle un par de pastillas (un antiinflamatorio y un anagesico) más tarde, suspirando solo pude acariciar su frente. 

¿Cómo contestar?, ni siquiera sabía que había pasado, todo había sido tan rápido la noche pasada... y luego solo había querido estar a solas con Mike para no preocuparme por nada más. 

-No lo sé -contesté con debilidad, antes de continuar con más confianza -Mike, no lo sé, al parecer el bosque era más peligroso de lo que pensábamos -estábamos tan cerca de la ciudad, me resultaba extraño que aún hubiera bichos de ese tipo tan cerca cuando el hotel nos había recomendado ir allí a caminar ¿eran conscientes del riesgo? ¿Qué tenían en la cabeza? de haber sabido eso yo... -no te preocupes, en cuanto salgamos de aquí, procurare que llamen a un buen médico, tu herida no debería ... es mejor que tomes un par de calmantes mientras tanto ¿bien? no pienses demasiado en lo de ayer - lo ultimo fue una suplica sin ganas, realmente no quería pensar en esas dos mujeres muertas, la sola idea de que Mike hubiese corrido tanto peligro me enfermaba.  

Tuve una noche de pesadilla, traspiré a más no poder al punto que tuve que andar sin polera. No supe como Steve no se enteró de ello, me despertó nada más con su beso y con ello decidí vestirme, tenía hambre y una jaqueca horrible. Todavía no podía cuadrar en mi mente lo sucedido ayer con las otras chicas, ¿me hubiese tocado a mi de haber ido en ese grupo?

Las historias de los chicos allí en el hotel tenían que haber sido reales... ya solo prefería volver a casa. Pero estaba resignada ya a buscar la manera de salir de esta. Llegué algo tarde a la escena, pues me había puesto a arreglar mi pelo ante un espejo roto y sucio, tanto que ni me atreví a limpiarlo.

La señora no podía ser más rara, hablar como si un par de muertes fuera algo tan normal como ir a comprar el pan por una tarde, me rechinaban los dientes de rabia, y solo para que se fuera, decidí tomar los bocadillos. El estómago me dolía de hambre, pero no confiaba en ella...

-Pues nos podría decir como volver al hotel, ¿cierto?- Le comenté lo más cortésmente posible y con la sonrisa de "atención al cliente" que aprendí a falsear mientras le recibí el plato de bocadillos.

Volví a mirar el cesto de aquella abuela, mientas explicaba que había sentido el aroma de la sangre de mi mujer. Al escuchar aquella anciana hablar del bosque y lo sucedido me dio un escalofrío, no quería escucharla más y alcé algo la voz.

- Ahora mismo no tengo nada de hambre, pero me guardo un poco para luego. Gracias por el desayuno.

Intento rebajar algo mi forma de hablar tan tajante dirigiendo media sonrisa hacia aquella anciana. Así que para no parecer descortés, cogí uno de los bollos con un clínex que tenía en mi neceser y lo guardé en la mochila envuelto . Quería salir de allí, llegar al hotel, llamar a la policía e ir a buscar a Carlonie.

- Eso mismo señora, como dice Elena, ¿nos podría indicar el camino hacia el hotel? Imagino que comprenderá que queramos avisar cuanto antes a la policía después de lo sucedido. 

Aún en nuestra habitación, asiento en silencio mientras William intenta calmarme y cuidar de mis heridas, tanto físicas como emocionales.

- Gracias - termino susurrándole al tiempo que intento dibujar una sonrisa y acepto el ibuprofeno que me ofrece para el dolor.

Me incorporo y caigo un par de veces, llevándome la mano a la pierna en sendas ocasiones, intentando paliar el agonizante dolor que me recorre cada vez que apoyo el pie que cayó en el cepo.

Finalmente, haciendo uso de la ayuda de mi marido, consigo ponerme en pie mientras me sustento en su hombro.

- ¿Vamos a ver dónde está el resto? No sé dónde estamos - miro a mi alrededor percatándome por primera vez de que esta no es la habitación del hotel y recordando poco a poco que ayer acabamos en una extraña casa perdida en el bosuqe. - Pero se que quiero largarme de aquí y volver a casa cuanto antes. -

Una vez de vuelta con el grupo nos recibe una estampa peculiar: Una vieja loca está en la puerta ofreciendo comida.

- eeeeh, no, ni de coña le doy un mordisco a lo que sea que sea que trae esa. - le digo a William. Además, el recuerdo de "comida" me evoca ahora mismo a esa manada de cánidos haciendo uso de los cuerpos sin vida de las chicas como si de pollos asados se tratase, y eso hace que se me revuelva el estómago tanto que ahora mismo no se si volveré a tener hambre alguna vez más en mi vida.

- Claro! Tienen que acompañarme por el Bosque... Mejor ahora que los lobos están satisfechos. ¿No? - respondo sonriendo. 

Ninguno acepta mis bollos, eso es muy malo y me ofende. Ya los dioses del Bosque descargarán su ira, no me tocará a mi lidiar con ello. Esto será diversión pura, mucha mucha diversión. Así que mientras se organizan, los miro con cierto gesto expectante ya que me quieren de guía. 

- ¿No juntarán los restos de las fallecidas? -pregunto. - Quizás sus familiares querrán algo al que llorar. 

Tras decir aquello, aguardo respuestas como todo. 

- Yo si que querría pasar por el lugar de los hechos. Quisiera enterrar los restos de Gabrielle para evitar que esas alimañas la sigan devorando. Además recoger sin quedan algunos enseres suyos en la zona. Supongo que mi compañero también querrá pasar por donde desapareció trágicamente su pareja. 

Recojo mis pertenencias para salir de allí cuanto antes. Ahora mismo no podía fiarme de nadie, todo lo que estaba pasando era extraño. Quería abandonar esto lo antes posible. Estas vacaciones ya no tenían mucho sentido para mi. 

Estaba terminando de colocarme la sudadera y las gafas de sol para ocultar un poco mi rostro demacrado cuando volví a escuchar a esa señora hablar de los lobos satisfechos y lo sucedido con Caroline y Gabrielle en tono que no me gustó.

- Mire señora, está agotando la poca paciencia que me queda. Intenté ser amable con usted, incluso cogí uno de esos bollitos que trae.- señalo la cesta con algo de brusquedad- Ahora, si realmente sabe dónde sucedió el incidente de los lobos, llévenos a Robert y a mí, pero ahórrese esas frasecitas que va soltando. Ahora bien, la pongo en aviso, cuando llegue a mi casa de esta pesadilla de vacaciones, compraré ese maldito hotel y lo tiraré abajo, y luego compraré este maldito bosque para convertirlo en una montaña de cenizas, lo digo por si se quiere ir buscando otro sitio donde repartir sus bollitos…

Lanzo una mirada desafiante a Rose, no sé si es por lo sucedido o qué, pero cada vez que esa señora abre la boca, me irrita más y más sacándome de mis casillas... Luego miro a mis compañeros sin esperar replica alguna de la anciana.

- Robert y yo queremos ir a cerciorarnos que… bueno… queremos ir donde sucedió todo,- claramente el tono es más rebajado que hace unos momentos.- ¿Alguien más quiere venir o marcháis para el hotel? Yo ya estoy listo para marchar de esta mierda de casa.

No todos queríais ir al bosque, pero la verdad es que no había otra elección. Era ir por allí o dar el rodeo por el puente para ir al hotel. Ambos caminos eran arriesgados. 

Bien...¿Todos al bosque o por el puente? Fuera cual fuese la elección, ambos viudos iniciaron la caminata obligando al equipo completo a ir por el bosque. La densa niebla que os abrazó nada más penetrar os impedía ver, estabais completamente a la merced de los sentidos restantes. 

Rose sintió la presencia de alguien. Su fiel y amado compañero. Había hecho acto de presencia.

Cooper, quien encabezaba el grupo, sintió como una caricia. Rápidamente se giró golpeando al pobre Mike. El más joven de la tripulación no ganaba para disgustos. No solo cojeaba, sino que la fuerza de la mano del rico viudo había impactado contra su cara, dejándole la señal en su mejilla derecha.

Por otro lado, Mike no podía ver nada. Había recibido el impacto. Chilló. 

Estabais inquietos... Maldito bosque....