Partida Rol por web

- Vaya... - Dijo aquella mujer con resignación. - Ya estamos aquí de vuelta y... - Resopló. - Ese mono amarillo sigue aquí...

No es que odiara al japonés, pero su compañía se le volvía muy pesada. Eran culturas muy distintas. Demasiado distintas. Podía ser que por eso no se entendieran. Aunque a decir verdad, Gretchen sabía bien que no se entendían simplemente por una razón, el carácter del Zenji era del todo insoportable. No es que el suyo fuera mucho más llevadero, pero al menos era bastante más racional que ese amarillo.

Fuera como fuera, estaban de regreso en aquella isla. Quedaba saber en que tiempo, aunque a juzgar por Zenji Abe, que se encontraba allí, en lo alto de aquella nave encallada, muy posiblemente habían regresado justo en el momento en que ellos habían partido, o al menos no mucho después. La nota positiva era que ya sabían como regresar a la actualidad... fuera cual fuera la actualidad a la fueran a viajar la próxima vez que se alejaran lo suficiente de aquella isla maldita.

Duramos poco, o por lo menos nuestra tranquilidad.

El barco se estremeció un par de veces y cuando subimos a cubierta nos encontramos con otro agujero temporal de esos. ¿Ibamos a volver? Lo malo no era regresar si no...¿regresar a cuando? Me encogí con cierto temor cerca de la Hermana, viendo como estaban todos preparados o al menos intentaban hacerlo.

-¿Zenji?- Titubeé cuando Carter lo menciono. Debió de ser un instante pero en mi rostro se dibujo una tenue sonrisa. En cierta manera le echaba de menos, y allí, en un mundo nuevo, pese la jovialidad y decisión de la monja encubierta, las posibilidades me abrumaban.

Atravesamos el túnel, enorme hasta llegar allí desde donde partimos. Y mas al fondo, el mismo barco con una figura sobre su superficie. ¿ Cuanto habría pasado? Para nosotros, no demasiado pero para Zenji puede que... una eternidad.

- Zenji!!!- Grité agitando la mano desde la barandilla una vez pasó el huracán temporal.

Zenji había hecho de aquel destructor su hogar. Lo que al inicio pensó que serían unos días de espera de convirtió en semanas, las semanas se convirtieron en meses y los meses en años. El buen nipón había sobrevivido a base de peces y criaturas marinas, incluso había dado caza al enorme cocodrilo y su enorme cráneo lucía en la cubierta como un trofeo personal. 

Aunque con el tiempo construyó una embarcación y alguna vez se atrevió a internarse en aquella diabólica isla, se sentía miles de veces más seguro en el destructor abandonado, por lo que sus expediciones una vez la isla hubo dejado de ser una fuente incansable de lava y volvieron a nacer árboles, solo habian sido para recoger lo estrictamente esencial, en especial agua y algunos alimentos. Jamás imaginó lo que ocurriría aquel día, uno más entre tantos otros, tranquilo en su hamaca y disfrutando de la tranquilidad en cubierta.

A lo lejos, observó como un agujero empezaba a formarse, y curioso se acercó a uno de los laterales para observar mejor lo que ocurriría y... ¡Oh sorpresa! Una enorme plataforma que se movía sobre el mar apareció, con una especie de aviones o similar en su superficie, pero muchísimo más extraños, sin hélices ni nada similar. 

Al ver que se aproximaban a gran velocidad, trató de agitar sus ya entumecidos y endebles brazos por la avanzada vejez, ya próximo a los ochenta y muchos que a los ochenta y pocos, para detener su avance, pero su sorpresa fue mayúscula al reconocer entre los tripulantes de aquella cosa, a sus compañeros de fatigas. ¿Eran Diana, Sextus, Jack, Carter y la hermana Claire? ¡No habían cambiado nada! Era como si fuesen los mismos de aquel día del año 1941, cuando decidieron largarse con un bote en dirección a alta mar, donde creía que acabarían muertos por la deshidratación y el hambre, quemados por el sol o ahogados por el intenso oleaje. ¿Qué había ocurrido?

- Hoooolaaaaa! - gritó Zenji con una sonrisa en su rostro - Irasshai!!!!

Evidentemente aquel limón pocho y con barba blanca no era otro que Zenji. En cualquier otra circunstancia no lo hubiera creído, pero había visto los suficiente como para saber que era posible. Aquella mujer tenía una mente muy abierta. Pese a ser alemana, no era una cabeza cuadrada como el resto de sus congéneres. Gretchen estaba dispuesta a creer en lo inverosímil. Tan solo lo que captaba por sus sentidos, era lo que realmente podía percibir y procesar a posteriori en su mente. Esa era su filosofía y más desde que visitara por primera ves la isla maldita.

- Allí tienes a tu amorcito, Diana... - Le dijo con cierto sarcasmo. - Aunque no creo que pueda usar su pichita amarilla como hace unas cuantas horas. Para él han pasado muchos años. ¿Seguirá pensando en ti? ¡Estoy segura de que sí! Pero podría ser tu abuelo ahora. - Se encogió de hombros. - En fin... Al final puede que si que muramos aquí. Puede que el portal que acabamos de atravesar sea únicamente de una dirección. De lo contrario, no tiene mucho sentido que Zenji siga aquí. - Sonrió feliz ante el nuevo desafío que se le planteaba. - Habrá que comprobarlo... - Entrelazó sus dedos y los hizo crujir, de nuevo lista para la batalla.

El capitán observó, como todos los demás, con sorpresa todo lo que estaba sucediendo, pero al ver que aquel anciano os saludaba con naturalidad y vosotros le respondíais, os miró y se dirigió a vosotros.

-¿Q-qué pasa aquí? ¿Quién es ese hombre? Esa isla... ¿de dónde ha salido? -preguntó, y casi como respuesta, se pudo oír un rugido que resonó por todas partes, uno que habíais oído tantas veces que ya casi lo sentíais como si fuese parte de la familia.

Por lo visto, aquel simio gigantesco seguía caminando por allí.

Pero el capitán no pudo hacer otra cosa que abrir los ojos como platos, horrorizado.

Un portaaviones del siglo XXI en una isla extraña y completamente diferente y, a la vista del aspecto de Zenji, mucho más tarde de lo que ellos habían dejado atrás, porque su aspecto ya no era el amarillo salido que se había quedado en el barco, sino un anciano... salido también, sin duda, pero anciano.

¿Cuántos años habrían trascurrido? ¿Veinte? ¿Treinta? ¿Qué año sería?

A vuestro lado, la radio de un marinero pareció ofrecer la respuesta.

-E-h, señor, creo que debería escuchar esto -dijo el marinero al capitán, subiendo el volumen del dispositivo.

"Y ahora todo un éxito incontestable y nuestro nuevo número uno en las listas.

¡Procuren no bailar en el trabajo mientras la escuchan"

Como era de esperar y por la apariencia que presentaba ahora la isla los años habían pasado, cuantos?? No estaba segura pero a juzgar por la apariencia del nipón bastantes y cuando oimos el rugido de nuestro "querido amigo" el simio respire aliviada, volvíamos a estar en casa; asi que cuando el capitán nos pregunto extrañado y sono en la radio aquella música tan familiar no pude mas que girarme hacia él.
Le dije que lo que le habia contado la monja no era mentira... y hay lo tiene... solo espero que estén preparados para el ataque y que podamos volver al tiempo del que han venido

Y tu cariño... le dije a Jack mientras le agarraba fuerte de la mano Estas preparado para otro asalto?? le dije con picardía mientras me acercaba a él y le besaba con intensidad a la espera de ver si los demás estaban tan preparados como la monja y yo.

Aquel reencuentro era lo último que esperabais, no solo porque la posibilidad de volver a Zenji era más bien lejana, sino porque además, el encuentro se había producido años más tarde para él... y solo unas pocas horas para vosotros.

Era algo increíble.

Aquella isla estaba en el centro de alguna perturbación  temporal que os atraía a ella y no parecía que hubiera ninguna manera de escapar, pero al menos, esta vez no estaríais solos.

Lástima que además, no tardasteis en comprobar que tampoco estaríais en paz, porque a vuestro lado volvió a formarse un remolino, esta vez de salida, no de entrada, que hizo que apareciese de repente otro navío, pero diferente. Un submarino... y con una bandera diferente.

La sorpresa fue mayúscula cuando por una escotilla salió un hombre y empezó a hablar un idioma completamente diferente.

Ruso.

- ¿Rusos? ¡Jaaa...! - Dio una palmada al aire. - ¡Lo que me faltaba por ver! 

Miró entonces a sus compañeros y también al capitán. América y Rusia ya fueron aliados durante la gran guerra y durante la segunda también estaban en el mismo bando. ¿Lo estarían ahora? ¿De que época provenía aquel submarino? Todo era una incógnita digna de un libro de suspense.

- ¿Alguno de ustedes habla ruso? - Preguntó la falda hermana de las clarianas. - Vamos a tener que acabar entendiéndonos. Es eso o acabar a tiros... - Sonrió. Una nueva aventura empezaba y eso que prácticamente la anterior todavía no había acabado.

Aquella especie de túnel extraño me ponía los pelos de punta, pero no teníamos otra opción, íbamos a ser engullidos por él y mi única reacción fue coger con fuerza de la mano a Samantha y ví como aquel remolino de tonos azulados nos rodeaba sin otra posibilidad más que la de observar el espectáculo, a medio camino de aterrador y fascinante, el silencio era la nota nota principal en aquella situación y tan rápido como habíamos entrado en el remolino salimos de él.

Miré mi cuerpo, el de Samantha y el del resto-Bueno, parece que estamos enteros y no nos hemos convertido en lagartos, tan malo no puede ser...-dije mirando a la morena que aún me sujetaba con fuerza la mano pero entonces ví algo que no podía estar ocurriendo-¡Mierda, si es el sució japo!-exclamé al ver aquel vejestorio que se encontraba sobre los restos de aquel destructor, por lo que parecía ser, habíamos vuelto al pasado, pero que seguía siendo el futuro para el japo ¿cuántos años tendría?-joder, está hecho un vegestorio...¿pero ésto que mierda es?-pregunté al grupo allí presente, aunque estaba claro que tenían las misma respuesta que yo, ninguna..salvo aquella música que no conocía en absoluto, estábamos en la isla, eso no se podía discutir al oir aque rugido, pero ¿cuándo estábamos? esa era la pregunta clave, pero aún así y con esas dudas taladrándome el cráneo, Samantha volví a traerme de vuelta a la realidad, se acercó hasta mí y me dió otro beso intenso y de tornillo como el que nos propinamos en la playa.

Dulce intenso y húmedo, el cuál respondí con la misma intensidad y pasión sujetando ésta vez su cintura con mi brazo-desde luego preciosa, con alguien como tú...estoy preparado para ir dónde sea-dije con una sonrisa pícara, pero no acabó ahí la sorpresa, al lado del portaaviones apareción algo que parecía un submarino, pero mucho más moderno y con el símbolo ruso-vaya, mira Carter, tenemos más invitados a la fiesta temporal-dije hasta con cierta diversión al ver tal mezcla de aparatos y tiempos-yo no tengo ni puñetera idea de ruso ¿y tú preciosa, se te da bien?-pregunté mirando a Carter, era toda una caja de sorpresas y si supiese hablar ruso hasta me parecería normal y todo...

- No creo que tu... "Preciosa"... - Sonrió. - Sepa no papa de ruso, pero... - Busco a Sextus con la mirada.

Se encontraba cerca de ella, como siempre. Le agarró del brazo y tiró de él para acercarlo a ella. Mover a ese hombre era casi como mover a un niño. No pesaba nada, eso era un hecho. Lo apretujó contra su costado mientras le abrazaba a la altura de la cintura. Entonces le tocó el culo.

- ...para eso tenemos a nuestro interprete. ¿No es así Sextus? ¿Porque sabes ruso, no? - No le dejó contestar. Le plantó un lascivo beso de tornillo que sin duda lo dejó aturdido y sin oxígeno. - Ni culo tienes, cariño. No tienes carne ni en el trasero... - Le dijo al oído. - Si nos dejan, esta noche haré un hombre de ti. No te prometo que salgas vivo... - Parecía una broma, pero el tono en que lo dijo no lo era...

Da. 

Dijo cuando preguntaron por al Ruso. Como no iba a saber ruso. Claro que sabia ru..., y luego le cogieron el culo. 

Da..?

Las palabras de Sextus, el beso y el pellizco, quedaron en el olvido al activarse todas las alarmas por la presencia del nuevo navío.

A vuestro lado, todo el barco se puso rápidamente en modo alerta. Los marineros corrían de un lugar a otro para llegar a sus puestos de combate y en el submarino, parecía que estaba sucediendo más o menos lo mismo. Era la locura de dos barcos que habían aparecido inesperadamente en donde no debían.

Pero aquello, bien sabíais que no había hecho más que comenzar.

Puede que no se desencadenara la tercera guerra mundial en aquella isla, y quizás lograseis escapar de ella... pero para ir, no a dónde, sino a cuándo. ¿Volveríais a ser arrastrados hasta allí, veinte años más tarde, o un siglo antes.... quién lo sabía?

Claro que además de la cuestión del tiempo había otra más importante.

¿Sobreviviríais a la isla?

Como si la propia formación rocosa quisiera responderos, el mar se revolvió y elevó, pero no porque una ola gigante estuviese acercándose, sino porque algo estaba emergiendo.

Era tan grande como el Empire State y la ola que generó os lanzó a todos al suelo. El barco pareció girarse sobre sí mismo y el submarino quedó cubierto sobre la enorme ola.

Su rugido resonó por encima de cualquier otro sonido mientras todos os agarrabais como podíais a lo que había en la cubierta y el barco giraba para darse la vuelta y quedar con la cubierta bajo el agua. Muchos marineros empezaron a caer al agua y otros muchos lograron cogerse a tiempo a cualquier saliente.

Pero no había ninguna duda.

Ambos navíos iban a quedar completamente fuera de combate y estaba por ver cuántos lograrían llegar a la orilla.

Antes de que el barco terminase de hundirse, todavía os dio tiempo a ver la figura simiesca gigante que se movía por la orilla, como si estuviese vigilando que todo iba bien y que su reino continuaba existiendo, a pesar del tiempo y vuestra presencia.

La isla de Kong siempre sobreviviría.

FIN