Partida Rol por web

Ante ella se abría lo que podría considerarse la aduana. Era la zona en la que las personas que ingresaban en la nave demostraban que tenían todos los papeles en regla si querían acceder a otros niveles. Era el lugar en el que se había despedido de Hans la última vez que se habían visto. Nunca le había parecido tan lóbrego y a la vez tan cargado de esperanza.

A la mierda el sigilo. Sus pasos resonaban en el suelo metálico lleno de desordenados papeles mientras las cámaras sin vida contemplaban su paso. Ya no le importaba. Si era lo suficiente rápida, podría vivir muchos años más.

Sus pasos resonaron más fuerte de lo que ella había pensado, tendría que mantener la esperanza de que el alien no la pillara. No obstante pudo observar como el lugar estaba lleno de batas y algunos cuerpos de personas muertas por disparos...allí se había armado una buena para ser el primero en salir de esa zona de la nave...

Se hallaba en el hangar, ahora totalmente vacío, lleno de cadáveres y sangre decorando el suelo que otrora ocupaban naves y distintos cargamentos. Ahora todo estaba desperdigado y roto. Pero no importaba, aquello era sólo un lugar de paso hacia su destino, la sala lateral con la cápsula de emergencia que le permitiría dejar atrás aquella pesadilla.

Ignoró las líneas amarillas que la dirigían hacia el lugar normalmente ocupado por las naves y siguió la verde fluorescente destinada a las emergencia, apresurándose hacia la estancia de su salvación. Podía ver por el cristal blindado la luz parpadeante que bañaba la sala y su vía de escape.

Había un cadáver interponiéndose entre ella y la cápsula, un cadáver pelirrojo, con los ojos desencajados en una eterna expresión de terror y un agujero en el estómago por el que podría asomar su cabeza si quisiera. Era Greg, uno de sus pacientes. Había tenido muchos problemas desde los pocos días de enrolarse a aquella expedición, presentando terrores nocturnos y episodios esquizoides en los que aseguraba que el espacio quería que se uniera a él, le llamaba a todas horas, se colaba en las provisiones que les enviaban y le acechaba, siempre desde la oscuridad. Ni siquiera debió saber lo que le sucedía cuando aquel ser acabó con su vida.

Y pensar que fue ayer cuando te declaré mentalmente inestable y que hoy iban a retirarte del cargo y enviarte hacia tu casa en una semana...

Bueno, ya tendría tiempo para esos sentimentalismos. Pasó sin miramientos por encima del cadáver y se acercó a la cabina de la cápsula.

Tracey tecleó los códigos de seguridad, esperando que no hubieran cambiado desde que se los habían entregado. Escuchó la voz de MADRE.

- QUEDAN 10 MINUTOS PARA LA AUTODESTRUCCIÓN, EL PERSONAL SE TIENE QUE DIRIGIR A LAS ESCOTILLAS DE EVACUACIÓN.

Hubo una pausa de segundos, que a Tracey se le hicieron eternos y... la luz del panel se puso en verde. 

- ¡CÓDIGO ACEPTADO! ¡BIENVENIDA DOCTORA MARS!

La puerta de la cápsula se abrió y Tracey entró en ella, una vez dentro se puso al ordenador que había y empezó a teclear las rutas que le habían enseñado en los cursillos de riesgos laborales. Pudo ver como la cápsula se separaba del puerto y volaba hacia el espacio, dónde se dirigió a uno de los puertos libres de la nave SELVA, a salvo.