Epílogo de Kokoa
Meses después de la caída de la humanidad, regresaba una vez más junto a Yoki a la isla para visitar a Kim cuando una lejana luz roja y parpadeante entre los árboles llamó mi atención. Curiosa, me alejé del hombrecillo sin decir nada y correteé hacia la luz. Lo que encontré fue un edificio algo abandonado en medio del bosque con un enorme letrero de luces rojas y parpadeantes que ponía: Love Hotel.
¿Qué hacía allí? Había oído hablar de aquellos lugares cuando era pequeña pero nunca había sabido para qué exactamente eran. Siempre había pensado que eran hoteles en los que maids con orejitas de gatitos te trataban con mucho amor como en los neko café. Aún más intrigada, abrí con mucho esfuerzo la puerta que estaba atrancada (nada que el cuchillo de Nozomi no pudiera solucionar).
En el interior, las condiciones no eran mucho mejores. La luz tardó un poco en encenderse y comenzó a parpadear de manera irregular igual que el letrero del lugar. Nada más entrar había una pequeña puerta delante, unas pequeñas pantallas a la derecha y a la izquierda un mostrador con caramelos. Tomé un caramelo y entré por la puerta. El caramelo de fruta de la pasión estaba bastante pasado, pero rico. Nunca había oído hablar de aquel sabor. El pasillo daba a un largo pasillo con innumerables puertas. Tenté varias, pero igual que el principal estaban atoradas, hasta que la quinta vez que traté de entrar en una cedió y dejó a la vista una enorme habitación y una puerta a la derecha, que evidentemente era el baño.
Encantada con mi hallazgo, cotilleé dentro del baño. También era enorme, con una increíble bañera y jarrones de rosas marchitas. En un pequeño bol había sobrecitos de todo tipo de sales de baño y jaboncitos. Con los ojitos llenos de estrellitas, cogí el primero que se me ocurrió y que ponía "aromas de afrodisiado". Se veía el caché del lugar en lo sofisticado de los nombres de sus productos. Decidida a probarlo, abrí el grifo, pero para mi desgracia, el agua no corrió. Le di al grifo para un lado y otro, pero nada salió. Frustrada, me fui hacia la habitación.
La habitación estaba compuesta por un sofá de terciopelo rosa que había tenido días mejores, una inmensa cama con forma de corazón de brillantes sábanas rosas medio oculta por lindos doseles de gasa del mismo color y una cómoda con varias cositas sobre una bandejita. Mi curiosidad me llevó de nuevo a inspeccionar las nuevas cosas que me iba encontrando. Encima de la bandeja había algunos objetos curiosos para dejar en un hotel. Cogí una esposas con pelusa rosa chicle y las tiré a un lado. - Me habrían venido bien para usarlos con Shizuka. Lo siguiente que cogí fue una porra que vibraba si le daba a un botoncito. - Esto para usarlo con Nozomu, le habría pegado bien fuerte con él. Luego, había unas pastillitas que pensé que eran caramelos con el nombre casi borrado que empezaban por vi. Los probé pero sabían horrible, por lo que los tiré rápidamente al suelo
Viendo que el resto de cosas eran igual de raros, abrí los cajones de la cómoda, donde había toda clase de ropas extrañas, de policía, de sirvienta, de gatito,... el último que estuvo allí seguro que era actor. Saqué uno negro con muchas correas y me lo probé entusiasmada. Me puse delante del espejo en pose seductor, pero pronto miré al espejo con enojo. Había una parte que no se rellenaba muy bien. - Puf, tal vez dentro de unos años. Y lo tiré en una esquina.
Después de haber inspeccionado toda la habitación, me dejé caer cansada en la cama. Lo primero que llamó mi atención fue el espejo del techo, ¿para qué demonios quería nadie verse dormir? Qué narcisistas. Lo segundo, fue un mando que iba conectado a la cama. Extrañada y curiosa, le di a uno de los tres botones y la cama comenzó a vibrar. Riendo, le di al segundo. Las luces se apagaron y se encendieron unas tenues luces rojas alrededor del lecho. Intrigada, di al último botón y la cama comenzó a dar vuelta a toda prisa. Rápidamente, le di a parar y salí de allí haciendo eses.
Lo último que me llamó la atención de la cama lo descubrí al salir de allí. Al dar vueltas se habían caído de entre las sábanas unos envoltorios que parecían también caramelos. Desconfiada, abrí uno de ellos y resultó que no eran dulces. Miré aquella cosa de goma con extrañeza. - ¿Un globo? Pues qué raro... De pronto, una sonrisa traviesa iluminó mi rostro. 10 minutos después, la enorme bañera se había convertido en una piscina de globos con aromas afrodisíacas y yo me zambullía en él con un traje de baño minúsculo que había encontrado en los cajones pero que, milagrosamente, a mi me quedaba bien.
Entre toda la diversión, casi me había olvidado de Yoki y Kim. Para cuando me di cuenta el sol ya había avanzado en el cielo y yo olía a una increíble mezcla de diferentes jabones y sales de baño de nombres raros. - Uah, Kim y Yoki estarán preocupados, me tengo que ir. Me vestí rápidamente y me despedí del lugar. Volví por donde había venido alegre, tenía que enseñarles a mis amigos el lugar, seguro que les gustaría tanto como a mi.
Alguien tenía que estrenar la escena XD