De pie, junto a los grandes ventanales del puente de mando, un oficial Imperial de alto rango pasa revista a los daños que su nave ha sufrido. Sus ojos se van deslizando lentamente a través de los profundos impactos y la retorcida superestructura, deteniéndose por un momento en una oscura grieta que corta el casco delantero. Una gran explosión en algún lugar de las entrañas de la devastada nave sacude con gran fuerza al personal del puente de mando de un lado a otro. Pero el oficial se mantiene firme ante los enormes ventanales, sin inmutarse ni un momento por el estado de sus hombres.
- No parece muy prometedor, ¿no es así Capitán Kolaff? - pregunta la mujer que está junto a él, que viste regios ropajes de oficial Imperial con altivos aires de autoridad, aunque estén rasgados y manchados.
- ¿Prometedor querida? - replica Kolaff - Estamos a punto de obtener una gran victoria sobre nuestros enemigos. -
La oficial sonríe, pero no hay nada de humor en su voz - ¿Victoria? Capitán, esta flota pirata le ha cogido desprevenido y ha devastado su nave. No me parece que huir sea una victoria. -
Un peligroso destello se vislumbra en la penetrante mirada de Kolaff
- Nada de huida, querida, retirada táctica. Nos han dañado lo suficiente para precisar reparaciones, es cierto. Pero guardo una estupenda sorpresa para estos piratas. Se van a encontrar con que el precio de enfrentarse con el Subyugador es mucho más alto de lo que pueden permitirse. -
La oficial ríe de nuevo con malicia
- Con mi ayuda, por supuesto, Capitán. -
- Por supuesto, querida mía. -
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