Partida Rol por web

Elyzabeth trepaba por la pared mientras Urik volaba a toda velocidad hacia arriba. Feudieu vigilaba con su reloj de la muerte las condiciones de todos sus aliados. A pesar de la fe de Lobo, la realidad era bien distinta.

Rafael tiene razón, Lobo: la portadora de la Espada Solar verá morir a todos sus compañeros. Elyzabeth está a punto de perder la consciencia. Caerá del muro sobre las escaleras mientras los murciélagos se alimentan de su cadáver. Urik alcanzará los cielos, para luego caer cual Ícaro desde una altura que lo convertirá en puré. Y unos segundos después, después de haberlo visto todo, Ashlyn será la última en caer.

Lobo...

Noto cómo te tiembla el pulso, Lobo. Es el final.

Lobo...

Ha sido un honor servir a tu lado.

El acosador atravesó la espalda del vampiro como un fantasma cruzando un viejo salón. El ataque resultó tan sutil como el resto, y sin embargo el vampiro pareció estremecerse como si su corazón marchito fuera a detenerse de nuevo.

-¡ASHLYN AGÁRRALO!- Gritó a la paladina al ver como Lobo se desplomaba desde las alturas.

La nigromante aminoró su frenética carrera por la pared para detenerse en unos escalones cercanos y, alzando ambas manos en dirección a sus compañeros, arrancó de su terrible diosa el poder de curar en lugar de robar vida:

†Minαrem Ѵigҩrem տ cœƫµ§† - No espero que te guste, pero es necesario- Añadió en voz baja con un nudo en la garganta. Sus ojos seguían chisporroteando mientras daba forma al poder de Wee-Jas, pero un atisbo de sensatez le recordó su naturaleza mortal. Beth volvió a mirar a sus compañeros a través de la nube de murciélagos, a esa distancia normalmente podría hacerse una idea de su estado de salud, pero algo se lo impedía. ¿Sería El Trilok, esperando a que se confiasen para devorar sus almas? La joven sacudió la cabeza y bufó para sí: - Son mías, ¡solo mías! -

Mas abajo, Varik seguía lanzando zarpazos al aire con la furia de un molino de viento en mitad de un vendaval. Las criaturas los superaban de forma abrumadora, pero el zombi jamás se cansaría.

Sentía cómo la vida se le escapaba de entre los dedos, como si fuera arena. Había llegado su hora. Y ya no habrían resurrecciones, ni segundas oportunidades. Pero tampoco le importó. Desde que se unió a aquella misión, sabía que no volvería, que moriría. Estaba preparado.

-Eres la alegría del huerto, Feudieu. La sinceridad está sobrevalorada, ¿sabes? -amagó una sonrisa marcada por el dolor de sus heridas-. El placer ha sido enteramente mío, amigo mío. Pero concédeme una última vez antes de que la parca corte mi hilo. Una última vez, Feudieu.

El caballero - paladín ganó el máximo de velocidad y apartando murciélagos de su camino por el simple hecho de pasar a través de ellos como una piedra rodante pasaría por encima de alocados aventureros que intentaran robar en un templo maldito, golpeó muy duramente contra la piedra que simulaba ser un corazón. - ¡Por el Sagrado Cuervo! - fue el grito de batalla de Don Urik.

La espada se clavó profundamente y durante unos breves segundos nada sucedió. 

Don Urik miraba expectante el punto donde su espada había penetrado profundamente su objetivo. 

Observo como Lobo cae y escucho la petición de Ely. Pero realmente Rafael es un enemigo demasiado poderoso como para entretenerme así. Solo espero que no ruede escaleras abajo, para lo que me pongo del lado del hueco.

Maldita sea, la cosa pinta mal. Muy mal. Los putos murciélagos nos están jodiendo a base de bien. Lanzo un suspiro y vuelvo a lanzar sendos ataques contra Rafael, rezando por tener éxito esta vez. Sin embargo veo, desesperada, como el vampiro vuelve a esquivar mis golpes. La desesperanza empieza a apoderarse de mí. Pero no hay duda: moriré luchando.

Crick...

Una pequeña fisura se formó en la superficie del rubí. Toda la fuerza de Urik solo había logrado una pequeña muesca. Después, los murciélagos se abalanzaron sobre él haciéndole perder la consciencia. El cuerpo del paladín empezó a caer por el centro de la torre. Elyzabeth perdió pie y se soltó de la pared estampándose contra los escalones. Lobo se desplomó a los pies de Rafael, mientras la Oda Sangrienta y la Espada Solar entrechocaban sus filos. Ashlyn empezó a tener la vista nublada por la pérdida de sangre, sabía que ella era la siguiente... tal y como el vampiro vaticinó.

Varios pisos más abajo, Van Richten se desplomó también por los incesantes ataques de las plagas de murciélagos. Uno de ellos se transformó en Lyssa, aprovechando la inercia para aterrizar al lado del anciano.

No... No me hagas esto, viejo. Me prometiste la victoria. Me dijiste que estarías a mi lado todo el tiempo. ¡MENTIROSO!

Lyssa se mordió la muñeca y acercó la herida goteante a la boca abierta e inerte de Van Richten. La sangre resbaló poco a poco profanando el cadáver, cuyo destino era convertirse en aquello a lo que el anciano más odiaba.

Por detrás de Lyssa se escuchó un gruñido. Con la muerte de Elyzabeth, Varikov ya no estaba bajo ningún control. El saco de su cabeza se inflaba y desinflaba a medida que el zombi resoplaba de ira. La vampira notó dos grandes manos ciñéndose a su cuello, estrangulándola. No necesitaba respirar, no moriría por ello. ¿Pero tenía el enano suficiente fuerza como para arrancar la cabeza de Lyssa de su cuello, de apretar hasta hacerlo pulpa? Ignorando su propia seguridad, Lyssa mantuvo su muñeca sobre la boca de Van Richten.

Parece que al final Rafael tendrá razón. Quizá fue una locura intentar terminar con Stradh. Pero era una misión loable, una por la que merece la pena morir. Y aunque sé perfectamente que no conseguiré terminar con él, que volverá a su ataúd y regenerarse y que mañana estará otra vez en pie mientras yo habré caído, nunca he sido de las que se rinden si luchar y no voy a empezar ahora.

Por lo tanto muevo mi mano en lo que probablemente sean los dos últimos golpes buscando al menos terminar con Rafael, al menos llevarme ese consuelo conmigo. Mantengo una oración en mis labios mientras ataco.

¡NOOOOO!

Rafael probó en sus propias carnes el filo de la Espada Solar. La herida picaba. Ardía. Con la potencia de mil soles. Ashlyn había ganado...

Muahahahahahaha...-la herida empezó a cerrarse en el tórax del vampiro-. Has estado tan cerca de la victoria...

Los murciélagos se abalanzaron sobre la paladina. Entre el enjambre, Ashlyn vio acercarse los dos brazos de Rafael. La sujetó con fuerza por la cintura y hundió sus colmillos en el cuello de la joven. Los murciélagos se desplegaron formando un pasillo nupcial que Rafael recorrió con su nueva novia en brazos, subiendo las escaleras hacia su ataúd.

Más abajo, Lyssa siguió con la mirada la caída de Urik antes de que Varikov rompiera el cuello a la vampira. En sueños, el paladín escuchó una vieja cancioncilla familiar.

Oh, mi pequeño valiente,
conviértete en mi paladín,
defiende a la buena gente.
La Orden del Cuervo sin fin...

¿Era eso posible? ¿La voz de su difunta maestra?

Abre los ojos, Urik. La historia se ha repetido. Yo también fenecí en este castillo, y mi alma quedó atrapada en este lugar como la tuya. Eso es porque ambos dejamos una cuenta pendiente: derrotar a Strahd.

Urik miró al suelo. Allí estaba su cadáver. Su espada fantasmal. Recogió su espada, una espada que un espectro podía blandir. Miró en dirección al pasillo, dónde Vey Rallen se alejaba.

Ya no podemos hacer nada por cumplir nuestra venganza.

Oh, mi pequeño valiente,
conviértete en mi paladín...

Miró su espada. Miró a su maestra. Y eligió quedarse con ella. Soltó la espada y siguió a su Dama.

Pasaron muchos días antes de que Bray reuniera el valor de entrar en el torreón. Arrastró sus pies de carne amorfa por los escalones hasta encontrar el cuerpo de Lyssa. Y su cabeza. Sintió una arcada de rechazo, no había venido a por ella. Siguió subiendo, peldaño tras peldaño. Y llegó al segundo cadáver: su hermano. Lo abrazó.

Loooboooh... n-nnnoooo. Hedmanooo. Dezpiedta, hedmano.

Sacudió el cuerpo esperando una respuesta, mientras las moscas revoloteaban para poner sus huevos en la carne podrida de Lobo. Feudieu estaba en el suelo y Bray la tocó para buscar consuelo.

¿Qué debo haced, Feudieu? Zolo quedo yo. Lobo... Zí. Tienez dazón, Feudieu. Ezo hadé.

Cogió la espada solar y la cimitarra de su familia, las enrolló en la capa de Lobo y las puso bajo el brazo. Con las manos libres, alzó a Lobo y se lo llevó al Jardín del Diablo. El pegaso agitó las alas entre los árboles de carne. Bray subió a su hermano a la silla y metió las dos armas en las alforjas.

Lleva a Lobo-dijo al Pegaso-. Feudieu ezplicadá todo. Que le entieden en el cementedio de Badovia. Que le den la Ezpada Zolad a un nuevo hédoe.

El pegaso de Ashlyn relinchó y alzó el vuelo. Bray le siguió con la mirada mientras se alejaba. Él no podía volver. No era el lugar adecuado para un monstruo como él. Su lugar era el Jardín del Diablo. Los que eran como él se morían. Bray cuidaría de ellos. Se arrodilló y vomitó las larvas del diablo que habían estado incubando dentro de él. Nuevos gusanos que generarían más limo azul para alimentar a los árboles de carne. Y Bray los cuidaría hasta el fin de los tiempos.

.

..

...

Ashlyn abrió los ojos tumbada en la oscuridad, en un espacio diminuto, con unos brazos rodeándola. Giró la cara y vio a Rafael, el vampiro que le había convertido. Forcejeó hasta levantar la tapa del ataúd y salió corriendo. Y se dejó salir a la luz del día, dejó que los rayos del sol la abrazaran, terminando con su sufrimiento.

- F I N -

¿Y Elyzabeth, qué fue de ella? ¿La Diosa tenía reservado un asiento a su lado para su leal sacerdotisa? ¿Las Brumas habían regalado a su fantasma favorita su propio dominio de las tinieblas? No. No quedaba un alma que reclamar.

Da, daaaa...
Dadadááá...
Ding dong...
Ella ya no está...