Partida Rol por web

Sigues con tu yegua a los carromatos que van camino de la puerta principal. El camino asciende en una ligera cuesta, que rodea la ciudad, hasta girar casi 180 grados y embocar hacia ella.

Puedes ver que la entrada de la ciudad está custodiada por un pequeño castillo, macizo, algo deteriorado. No te cuesta mucho identificarlo como un castillo árabe, aunque parece que en la recnstrucción ya le están haciendo añadidos. En la puerta hay varios guardias y entre ellos, un hombre con armadura completa y librea de la Orden de Santiago, que detiene a los carruajes que pretenden entrar, uno a uno, y conversa unas palabras con ellos animadamente, como si los conociera.

Cuando llegas a su altura, se interpone en tu camino, y con no demasiados modales, te espeta:

- De dónde vienes, quien eres y que te trae por aquí.

Aunque entiendes que son preguntas, lo ha dicho sin entonación, como indicando que no es una pregunta que puedas ignorar contestar.

Hola me llamo Haschid y este es Fernando el mono increíble, vengo de la ciudad de Salamanca y mis pasos me han traído hasta esta hermosa ciudad para poder asombrar a sus habitantes con las increíbles habilidades de Fernando.

- ¿Habilidades? ¿Que eres, un feriante?

El caballero te mira con mala cara, pero antes de darte opción a contestar, prosigue:

- Bah, pasa. Pero no nos des problemas, si no quieres salir de aquí escaldado. Te vigilaré.

Puedes ver que la calle que hay tras la puerta avanza hacia la catedral, y que las casas de la zona parecen de buena construcción, así que dudas que por aquí estén las zonas malas de la ciudad. De hecho, puedes ver que no demasiado lejos hay una pequeña iglesia, dónde hay varios caballeros con la mismas ropas que el que te ha parado, como si fuese su cuartel.

Supones que la calle avaza más allá de la catedral (de la que ves sólo sus torres), y que tal vez en la zona más baja puede que exista más movimiento.

Me dirijo hacia donde supongo que estan los bajos fondos de la ciudad.

Te encaminas hacia lo que crees que puede ser la zona vieja de la ciudad... Bueno, te encaminas hacia...

Dejémoslo en que caminas. Hacia algún lugar. La ciudad no es demasiado grande, de hecho, conforme la has visto pensabas que jamás te perderías por ella. Jamás.

Pero el hecho de pasar dos veces con Isabel y Fernando por delante de la pequeña iglesia que sirve de cuartel (ahora sin duda alguna), ante la atónita mirada de los caballeros de Santiago, no dice mucho a favor de tu sentido de la orientación.

Cuando vuelves a pasar por delante de ellos por tercera vez, decides que es mejor dejar correr el aire entre esos señores y tu y tu mono. Definitivamente, decides tirar de frente hacia la plaza, y ya allí esperas recuperar tu sentido de la orientación.

Estás llegando a la plaza, con la sensación de haber hecho pocos amigos entre los caballeros de Santiago, y con Fernando abrazado a tu cuello como si él notase exactamente lo mismo. ves qeu la plaza tiene algo de movimiento, no mucho, pero algo es. Hay algunos caballeros paseando entre los escasos puestos de mercado que hay colocados, y algunos habitantes están comprando alimentos. Un vistazo rápido te indica que una de las calles que hay en el otro extremo de la plaza puede ser un buen lugar para indagar algo.

Si no te vuelves a perder, claro.

Justo cuando te vas a encaminar hacia allí, ves a Farid, en la parte derech de la plaza desde dónde tu estas, justo en el extremo, montado en su caballo y mirando la catedral. Parece que no te ha visto.

No, sigo adelante.

Tomas la calle que crees correcta, que asciende en una pronunciada cuesta. Una vez recorres unos metros vuelve a recuperar la horizontalidad y la calle se divide pronto en varias callejuelas que se retuercen sin orden alguno.

Permaneces parado unos instantes sobre tu yegua, y no tardas demasiado en descubrir que una de las casas es realmente una taberna, a juzgar por alguno de los personajes que sale de ella... sobretodo por su estado de embriaguez. Aunque por un momento te sorprende que haya una taberna en la zona árabe (y que sean árabes los que parece que la frecuenten), tu mismo eres uno de esos que no se toma muy a pecho las disposiciones del Corán.

La taberna tiene una pequeña puerta, junto a la cual hay un pordiosero tirado en el suelo, agarrado a una bota de vino que mira atontado hacia el frente. No puedes ver que hay dentro de la taberna, ya que tiene las dos ventanas enrejadas cerradas con portones de madera.