Partida Rol por web

Cuando empezaron los primeros disparos tú estabas bajo el chasis de un coche, reparándolo en el taller de tú jefe. El lugar era grande, podían caber aproximadamente diez coches, y se encontraba en los niveles más inferiores de Neo Chroma. En lugares donde nunca daba el sol.

Una nave policial derribada arrasó parte del taller y aplastó a tú jefe. Se alzaron las llamas y a continuación las armaduras negras del ejército Imperial comenzaron a verse por todos lados. Abrían fuego contra policías de Neo Chroma y civiles, a partes iguales.

Te arrastraste bajo algunos vehículos civiles que tenías que reparar, con la intención de permanecer oculto a las lentes rojas del Imperio. Fuera del taller solo se escuchaban disparos y gritos. Todo el taller estaba cerrado, por el momento no se podía ver su interior desde fuera. La aeronave derribada abrió un hueco en la pared, pero el cuerpo de la misma lo bloquea.

El lugar es seguro temporalmente...

¿Esa es un armadura Mark VIIa "Destructora"? Había reparado alguna de esas piezas por separado pero nunca había visto una completa me impresionó. Debería centrarme en salir de aquí, tal vez la nave policial sirva además podría tener algo interesante dentro. 

Salgo de mi escondite y me dirijo a la nave estrellada para ver si puedo cruzar a través de ella o encuentro algo útil dentro.

Cuando te acercas algunas llamas consumen parte de la nave policial, pero ninguna de ellas representa un peligro para ti. La cabina estaba destrozada y uno de los pilotos asomaba por la misma. Totalmente inerte, totalmente muerto. Miraste en su interior por un recoveco por el cual podrías entrar. Encontraste una pequeña pistola de defensa. Nada potente, pero seguía siendo una pistola. Y al otro lado había una puerta, de la misma nave policial, que te permitiría salir por la parte trasera.

Preparo el arma recién encontrada y utilizando mi brazo cibernético para abrir la puerta de la nave.

-Ahora o nunca.

Preparas el arma y con tú brazo cibernético abres la puerta. Por suerte para ti no estaba atrancada y se deslizaba sin problemas. Tras abrir y mirar, diste con tus huesos en un callejón estrecho. De fondo se escuchaban los gritos, los disparos y los reactores de las naves sobrevolando Neo Chroma.

El lugar tenía varios cadáveres. Inocentes que habían recibido toda la furia descontrolada del Imperio. Y aunque el callejón estaba tranquilo y extrañamente silencioso, la presencia de esos cadáveres no lograba tranquilizarte. No podías pensar más que, estar allí tanto tiempo no podía ser bueno.

¿Adonde ir cuando sucede algo así? Nada te prepara para eso más que la vida.

No tenía precisamente muchos amigos en el planeta y la mayoría yacían en un charco de sangre en le taller que dejaba atrás. Como un flash vino un nombre a mi cabeza  y lo dije sin pensar.

-"Scooti"

Era una comerciante a la que le compraba piezas, era una salida pero como le explicaría que los perros imperiales atacaron mi taller. No lo tenía muy claro pero era mi única oportunidad de momento, revisé los cadáveres por si alguno llevara algo útil y emprendí la marcha hacia su taller.

La tienda donde Scooti trabajaba no quedaba lejos de donde tú te encontrabas. Decidiste poner rumbo a su taller, escondiéndote cuando fuese necesario de los perros negros del Imperio. Pero primero rebuscaste entre los cadáveres. Todos eran civiles, y las leyes de Neo Chroma no permitían que un civil llevase un arma. Ninguno de ellos podía llevar nada interesante.

Tras rebuscar entre los cadáveres y no encontrar nada de utilidad (a no ser que decidas hacer algo con lo poco que llevan) pusiste rumbo a la tienda de Scooti. Te colaste por varios callejones, esquivaste con facilidad algunas patrullas imperiales, entraste y saliste de edificios en ruinas, y finalmente llegaste.

El lugar se encontraba desolado y su jefe yacía en el suelo repleto de agujeros de bala y sangre. Al fondo, en la lejanía, podías ver soldados imperiales examinar la fachada de un edificio. No podían verte. 

¿Qué narices? Solo eran gente trabajadora. Parecía que esto iba a ser más complicado de lo que pensaba bueno tal vez había llegado el momento de largarse de este planeta los imperiales volvían a montar jaleo.

Si pensaba salir de aquella roca debía dirigirme al puerto espacial pero antes debía deshacerme del arma la tiré junto a uno de los cadáveres y puse rumbo al puerto.

Comenzaste a caminar hacia el astropuerto para intentar salir de aquel caos que el Imperio había engendrado. No sería fácil, eso seguro, pero no te darías por vencido. Comenzaste a caminar y llegaste a una avenida donde la gente se agolpaba en vehículos civiles (autobuses, taxis, metros...) con tal de salir del lugar. Tomar uno de esos transportes sería complicado, y nadie dejaría su plaza a un desconocido por buena fe. La gente... en situaciones así, sacaba lo peor de uno mismo.

Buscaba un vehículo que necesitara ayuda es decir que necesitara un mecánico yo ayudaban y seguramente no tendría problemas con el transporte. Prefería ayudar a alguien que arrebatar una plaza por la fuerza.

Un conductor de autobús golpeaba una de las ruedas magnéticas de su vehículo. La cola de personas, unas doce, esperaban impacientes a que lo resolviese, pero a simple vista el conductor no tenía ni idea de como arreglar ese problema. Parecía ser el único vehículo que tenía un fallo que podía arreglarse. Los demás o estaban perfectos o chamuscados.

Amigo, tal vez pueda ayudarle si usted puede ayudarme. Soy mecánico yo reparo el bus y usted nos saca de esta roca.

Mientras le digo esto me preparo mis herramientas dando por supuesto que aceptara.

El hombre te miró de arriba a abajo, y asintió, como esperabas que haría. Sin embargo te dijo: -Más bien te llevo al puerto espacial, desde donde podrán evacuar, todos ustedes.

Maldito motor ¿qué narices te pasa? Espero que no sea el radiador o peor el conmutador de post-combustión.

Mientras arreglo el autobús hablo con el propio vehículo. Tras un buen rato trasteando asomo la cabeza y miro al condutor

¡Ey! Creo que este trasto puede arrancar ya y llevarnos al puerto.

Aparto mis herramientas del capó mientras lo cierro.

-¡Joder, si! ¡Es usted un genio! ¡¡Entren todos, nos vamos de aquí!!

Gritó el conductor del autobús, permitiendo que todos los que cabían se apretujaran dentro del vehículo. Una vez listo arrancó acercándose al inmenso muro que separaba a la ciudad del espacio puerto. El vehículo avanzó por una larga avenida, esquivando algún que otro coche abandonado. La gente estaba asustada...

Cuando llegaron a la inmensa puerta esta estaba cerrada y taponada por multitud de vehículos.

-Mierda... no podremos pasar por aquí. Pero... hay puertas secundarias, para el personal y eso. ¿Las buscamos?