Al ver como su maestra entraba y le hacia una seña, se dispuso a seguirla. La poca luz que entraba desde fuera le daba un aspecto sombrío e imponente. Al salir, se encontró a unos guerreros que supuso que vigilaban la entrada al lugar. A la señal de Maya estos se relajaron y nosotros empezamos a caminar por el castillo.
-No tienen mala pinta. No me importaría comprobar como luchan, sin matarlos, claro está.- dijo el Servant con una pequeña sonrisa -¿Puedo saber a donde vamos?- preguntó unos segundos después sin ningún tono en particular mientras miraba las decoraciones del castillo.
-Dentro de nada empezará la Guerra. Habrá entonces poco tiempo para descansar y estar de ocio. Los viste entrenar hoy, ahora. Pero en un rato lo dejarán. Las parejas irán a solas para sus cosas. Amigos tomarán cervezas y jugarán cartas, contarán chistes y reirán.-seguían caminando por los pasillos. Llegaron ante una puerta. Maya la abrió y entraron: era un dormitorio.-Una vez comenzada la lucha, uno puede morir en cualquier momento. Ha de vivir lo máximo posible antes de que eso pase. Uno tiene que disfrutar cada día como si fuera el último...-se quitó el sombrero, y empezó a bajar la cremallera de su peto, lentamente. No era tímida, tampoco lo hacía para seducir. Simplemente... Lo hacía-Me permito el lujo de hacer lo mismo. ¿Acaso es malo querer vivir? Mañana podría morir por una bala extraviada. Antes de que lo preguntes, esto no lo hice con mis hombres. Una orgía no es mi idea de vivir la vida. En fin. Tengo tres sellos, así que no podrás negarte a ello... Si bien no veo por qué razón podrías rechazarme...Sonrió, dejando caer su atuendo al suelo. Mostraba ahora sus partes íntimas, bellas y voluptuosas. Seguía con las medias, los tacones y los guantes puestos, sin embargo. Mas que nada por ser algo tedioso ponérselas... Miró expectante a Saber.
El hombre contempló a la mujer frente a él con una ceja alzada. Comenzó a acercarse a ella con paso lento, hasta tenerla en frente. Entonces tomó una de sus manos entre una de las suyas, la que contenía los sellos. La miró fijamente a los ojos.
-No me importa estar con tan bella dama, más no me gusta que me amenacen.- dijo con cierto tono peligroso en su voz mientras apretaba ligeramente la mano de la chica. Tras eso se separó ligeramente y empezó a quitarse su armadura sin ninguna prisa. Empezó por la parte superior, dejando ver unos brazos, torso y espalda bien esculpidos, y continuó con la parte inferior, terminando tras unos minutos el pesado trabajo de quitarse su vestimenta. Cuando quedó finalmente sin ninguna capa molesta de ropa se acercó sin vergüenza a la rubia, esperando su reacción.
Sonrió, alegre de que no tendría que usar un Sello. Miró el cuerpo de Saber y sonrió para sus adentros. Había escogido bien.
Recordaba la vez que perdió su virginidad. Había sido con un joven encantador. El pobre había muerto en la guerra... Recordó que se sentía bien... Y debía sentirse aún mejor con un hombre tan impresionante. Miró lasciva al miembro del hombre. Se acercó, lo cogió con la mano y palpó ligeramente. Ya duro, lo cogió gentilmente entre las piernas, rozando con su sexo. Rodeó la cabeza de Saber con las manos y pegó sus labios a los suyos.
¡Salseoooooo! =^.^=
Sintió un escalofrío cuando la mano de la chica se cernió sobre su intimidad, ahogando un suspiro. Sintió Las manos de la joven tras su cabeza y como pegaba sus labios a los suyos. Correspondió el beso con fuerza mientras sus fornidos brazos rodeaban a la chica y sus manos acariciaban su espalda, bajando lentamente hasta sus nalgas. Apretó firmemente mientras sus cuerpos se pegaban y sus intimidades se rozaban, al mismo tiempo que mordía con gentileza y pasión el labio inferior de la rubia
Jajajaja si xD
Se sonrojó levemente, mientras el éxtasis iba construyéndose en su interior. Jadeó, abriendo la boca y cediendo ante la lengua de Saber, que ahora exploraba sus dientes, su lengua, su paladar... Bajó las manos hasta el pecho de su compañero, mientras apretaba con los muslos su pene erecto, acercándolo a sus labios y empapándolo con sus fluidos.
Jadeo un poco mientras su respiración se agitaba más a cada momento y sentía que la temperatura aumentaba. Acaricio el interior de la boca de la chica con la lengua y continuo mordiendo su cuello mientras sus manos acariciaban su cuerpo. De repente la levantó del suelo agarrándola de las nalgas y haciendo que sus piernas rodearan su cintura. La llevo hasta la cama y la tumbó bajo él mientras seguía besándola y acariciando su cuerpo escultural.
Abrió los ojos y dejó salir un pequeño "¡Uh!" de sorpresa al ser levantada, abrazando el cuello del hombre. Sentía sus manos agarrando su carnoso trasero.
Pronto sentía la comodidad de la cama bajo su espalda, cálida y fina. Veía la parte superior de la cama -una de matrimonio, grande, impresionante, comodísima y de las que tienen cortinas densas- , de un rojo carmín. La cama, al dejar caer su peso sobre ella, se ajustó al cuerpo, apenas chirriando, más bien atenuando el ruido como una almohada enorme.
Le gustaba llevar guantes y botines y medias casi siempre. Se sentía más segura si tocaba lo que fuera con ese material de por medio, siempre limpio, siempre fino y cálido y cómodo. Tan fino, que ahora Maya rozaba la espalda de Saber con sus dedos, pasándolos con suavidad, como si de patas de una araña delicada y gentil se tratara. También rozaba con sus muslos -cubiertos hasta la mitad por medias- y con sus piernas la estatua griega que era el cuerpo de su compañero.
Saber, como un Adonis, un Apollo. Ella, como Afrodita o Atenea. Dos esculturas , dos obras de arte, una fiera y magnífica en su fuerza y tamaño; la otra, alta y venerable y orgullosa, como diosa de inconmensurable gracia. Ya no eran Master y Servant, ni mujer y hombre, ni dos seres... Sino que comenzaban a fundirse en un abrazo apasionado, una tormenta lujuriosa y placentera de caricias, deseo, intimidad y pasión; como dos entes divinos, tan opuestos y a la vez tan ideales el uno para el otro. Dos notas al unísono -ellos- en una partitura de plumas, tela , muelles y aire -la cama.
Abandonó el abrazo y pasó las manos sobre las caderas de su Master. Buscó con su miembro la intimidad de Maya , rozando con la punta. Acarició sus muslos con las manos, agarrando después su trasero. Cuando la penetró, lo hizo con una embestida, apartando a su paso su interior. Resopló, mientras tiraba hacia atrás.
Pronto se movía con un tempo definido, pero fluido. Movimientos tan sutiles del pene que, no obstante, hacían la diferencia entre un bruto y un señor. Aceleraba poco a poco, luego se calmaba. Mantenía este patrón, para preparar a Maya de lo que estaba por venir.
Con sus manazas agarró los pechos bellos y suaves de la capitana, jugueteando con ellos, rozando los pezones...
Dejó pasar un suave gritillo al sentirlo en su interior. Pasó las manos por sus hombros y lo agarró por la nuca, mientras ella misma empezaba a moverse acorde con Saber.
Iban acelerando más y más, siendo cada vez más unidos.
Jadeó, sintiendo el clímax llegar. Adentró las uñas en la nuca de Saber mientras llegaba al orgasmo. Se aguantó lo que pudo, pero dejó salir un grito de placer que sonó en toda la habitación y probablemente en las cercanas también.