Partida Rol por web

-En noticias locales: en la pequeña ciudad de Fuyuki, en la prefectura Kumamoto, hubo un incendio forestal hace tres días. Por fortuna ya se había restablecido el suministro de agua, cortado por un accidente en su planta de tratamiento hacía pocos días, y el fuego no amenazó viviendas. Aproximadamente un área de medio kilómetro de radio fue calcinada por la explosión de algún tipo de aparato incendiario. Las autoridades creen que pudo ser un acto de vandalismo. El aparato no se ha recuperado, ni tampoco constan heridos ni fallecidos. 

En otras noticias, a nivel nacional....

La voz del presentador de noticias resonaba monótona y cadenciosa por el local, como una especie de ruido de fondo al que nadie estaba prestando mucha atención, como si simplemente fuese el hilo musical de ambiente del bar. Muchos habían visto la columna de fuego que había ascendido al cielo desde el bosque, y en ese momento se asustaron, pero la cosa quedó en nada en cuanto intervinieron los bomberos, por lo que el suceso había quedado como mero chismorreo. Además, al no haberse recuperado ningún herido ni ningún cadáver, el asunto no había tenido mucha repercusión. Los clientes del local, un bar de helados y postres en el distrito comercial, tenían cosas mucho más interesantes de las que preocuparse, ya que la mayoría eran jóvenes que habían ido con sus parejas y compartían helados o tartas. 

En una mesa cerca de la puerta, una de las únicas personas que sabía la verdad sobre lo ocurrido en el bosque miraba hacia la calle. Era un atardecer precioso, que parecía tintar el mundo de color naranja y ocre, otorgando un tono cálido a las superficies bañadas por la luz de la tarde. La gente paseaba entre las tiendas y compraba la comida de la cena. Jard las miraba, consciente de cuánto de todo lo que había ocurrido esos días no eran más que meros accidentes para ellos. Bajo sus dedos, la cicatriz que había quedado en su palma resultaba rugosa y áspera, pero no desagradable. Era un buen recuerdo. Un recuerdo del dolor, del campo blanco que había encontrado en el interior del Grial, de la mujer extraña que, una vez dentro, le había preguntado lo que deseaba... había sentido la tentación del mal, había notado cómo el Grial ansiaba la destrucción, la muerte de la humanidad, cómo le presionaba para que eligiera aquel deseo que había querido en un principio... Pero la luz se había impuesto. Las palabras de Jeanne sonaban con fuerza en sus oídos, con la delicadeza y la fe que caracterizaban su voz, y finalmente había formulado el deseo que la hermosa mujer había implantado en su corazón, profundo como una lanza directa. 

Jard tampoco prestaba mucha atención a las noticias, porque él, al igual que las parejas del local, tenía otra cosa mucho mejor que contemplar. Frente a él, separados por la mesa de colores pastel, Jeanne D'Arc, salvadora de Francia, se llevaba a la boca una pequeña cuchara con helado. Desde luego, así, no parecía en absoluto un Servant tan poderoso como para derribar la pared que tenía tras ella de un puñetazo. Vestida con ropas normales, y con su pelo recogido en una coleta, parecía solo una chica normal de su edad. A pesar de eso, su belleza no había disminuido un ápice, y había notado Jard las miradas de alguno de los presentes. La Servant había obtenido la reencarnación verdadera, como ya lograra Gilgamesh hacía muchos años, y aunque mantenía todos sus poderes, ya no los empleaba. Su sonrisa de despreocupación era como el sol saliendo tras las nubes, pura y perfecta. Jard se daba cuenta ahora de que, durante la guerra, realmente nunca había estado relajada de verdad. Pero ahora, su rostro era distinto, mucho menos tenso, y aún más adorable. Ya no quedaba rastro en él del ángel colérico en el que se convertía en batalla, de esa vengadora implacable que daba miedo mirar. Ahora estaba relajada de verdad... y era como un amanecer. 

-La verdad es que esto del chocolate-decía, con su voz sin la- fiereza y la seguridad de antes, más bien con duda-no me atraía mucho al principio. Quiero decir... parece barro. No tiene muy buena pinta de entrada. Pero... está bueno.

Jeanne frunció los labios ante el frío del helado, pero sonrió a Jard. Él, embelesado por la mujer, tardó un momento en acercarse el bol y tomar una cucharada. Cuando se la llevó a la boca, sabía maravillosamente. 

Sabía a victoria, a tarea completada... y sabía a vida nueva. A nuevo comienzo. 

FIN