Partida Rol por web

Cloud emite un quejido por lo bajo ante tu golpe, pero enseguida se contagia de tu energía y alegría riéndose más animado y colocándose bien el asiento, bastante más recuperado después del viaje relativamente tranquilo.
-Pues no se me ocurre...- dice distraidamente, antes que le interrumpas decidiendo que primero deberíais ir a visitar los Suburbios del Sector 5, a lo cuál se limita a asentir.

-Es cierto... esa muchacha, ¿verdad?- te da un pequeño codazo en el costado y espera pacientemente a que lleguéis a la zona.
Los escombros y basura se van multiplicando según os acercando, además de la presencia de algunos monstruos poco peligrosos pero que sin embargo ahí están...

Por desgracia al ser una zona habitada pro gente humilde vuestro furgón no pasa en absoluto desapercibido pero lo que hace la mayoría es huir despavoridos.
Finalmente llegáis hasta la Iglesia de Aeris, abrís sus puertas y todo sigue cómo lo recordabas: los bancos, las vitrinas, la luz solar entrando a través del agujero que tú mismo provocaste... y por supuesto el pequeño jardín sagrado, sin embargo no hay rastro de ella en estos momentos.
Quizá esté en su casa y venga más tarde.

De nuevo se dibujó una sonrisa en su rostro al ver la hermosa iglesia. Mira Cloud, ella está vendiendo flores como estas por toda Midgar, ¿a qué son bonitas? Zack se acercó para oler de nuevo su fragancia, seguía sin saber cuanto tiempo había pasado. Esperanzado observó de nuevo la puerta esperando verla entrar, pero en vez de eso sólo se podía ver el vehículo en el que habían llegado hasta allí. Creo que será mejor que escondamos eso por ahí, ¿vienes? Le preguntó pues sabía que no estaba en condiciones de de realizar demasiados esfuezos.

-Creo que prefiero esperarte aquí... si no te importa- se sienta en el propio suelo, cerca de las flores pero sin pisarlas, mirándolas bastante abstraído y sorprendido ya que no son en absoluto comunes en una ciudad cómo Midgar.
-Son muy bonitas...- murmura por lo bajo, estirando una mano hacia ellas mientras tú te alejas por el pasillo central de la pequeña Iglesia hasta la puerta que habéis abierto sin problemas.

Fuera del edificio sigue sin haber nadie pero lo cierto es que tu estómago ruge de hambre, quizá sea la hora de comer...
Das un paso más hacia el vehículo y entonces te recorre un pequeño escalofrío. Te sientes terriblemente observado, estás casi seguro de que hay alguien viéndote y sin embargo no parece que esté cerca y eso puede significar que esté escondido por algún rincón.

Entendió rápidamente que Cloud quisiera quedarse allí, era la primera vez que olía aquellas flores, Zack tambien tuvo ganas de quedarse más tiempo la primera vez que entró. Claro, descansa amigo, no tardaré demasiado. No podía quitarse esa estúpida sonrisa de la cara al ver que todo había salido bien. Y algo a su alrededor quiso quitársela, al hacercarse al vehículo notó esa presencia, por el momento desconocida... Espero que sea ella Aunque la expresión de sus ojos no acompañara sus deseos, era inevitable dejar de lado su única esperanza.

Miras a tu alrededor, al vehículo, entre los escombros que se expanden delante del pequeño edificio... Pero no ves nada ni a nadie sospechoso, quizá fueron imaginaciones tuyas después de todo porque ya no vuelves a notar ese cosquilleo extraño en el cogote así que te limitas a apartar el furgón para que esté menos a la vista, sin contratiempos.

Todo está tan tranquilo que resulta extraño en cierto modo. Te preguntas por un momento si ya se habrán olvidado de vosotros o todavía seguirán buscándoos, en cuyo caso está claro que Midgar es la ciudad más peligrosa para permanecer, pero todavía no hay rastro de Aeris.

Tras apartar el vehículo, guardó las llaves por si pudieran servir de algo y se metió de nuevo en la iglesia. Su sonrisa volvió a su rostro y se sentó en uno de los primeros bancos. Pero a los pocos minutos esa sonrisa desaparecía en una expresión de preocupación. Cloud... quizás tarde demasiado... se habrá cansado de esperar... Su cabeza se desplomó desanimado, pero su esperanza no era tan débil, no tardó demasiado en recuperarla y levantó su cabeza para mirar a Cloud e intentar seguir avanzando, rendirse no tendría sentido. ¿y si vamos a comer algo?... y con un poco de suerte la encotremos con su carrito.

-Mmm... eso suena bien, apuesto a que ella está haciendo lo mismo ahora- se levanta con movimientos algo lentos y sujeta su vientre mirándose las manos antes de volver la vista hacia ti.
-Podríamos comer algo decente para variar ¿Conoces algún restaurante por aquí?- pregunta interesado mientras se acerca al banco en el que te has sentado y espera a que decidas levantarte.

Mira entonces hacia la puerta de entrada, a través de la cuál ya no se vislumbra el coche, tan solo escombros entre los cuáles se forma un sendero hacia la zona de casas y chabolas y otro hacia el parque y el Mercado Muro.
Vuelve la vista hacia su amigo y le asiente con decisión. Ya habéis llegado demasiado lejos para rendiros ahora.
-Cuando la encontremos tendremos que marcharnos...- admite por lo bajo cómo si en realidad no quisiera que le oyeras.

Se levantó al llegar a su misma posición y apoyó nuevamnte su mano en el hombro de Cloud, Aeris siempre me contaba sobre un sitio donde preparaban muy buen arroz, pero nunca fuimos allí, vamos a buscarlo. Comenzó a dar sus pasos cuando escuchó los pensamientos que escapaban del interior del soldado. Claro... la encontraremos... Su cabeza tambien descendió unos grados hasta que sus ojos se encontraban con sus puños conteniendo todos los sentimientos que le derrumbaran. Su tembloroso puño descendió con rabia, en señal de liberación, como si de esa forma hubiera conseguido arrojarlos fuera. La realidad no era más que una cuestión de enfoque, con vistas al exterior reanudó rápido sus pasos concentrándose tan sólo en su próxima comida.

Cloud asiente un par de veces y ambos salís de la Iglesia cerrando la puerta tras vosotros.
Os dirigís al Mercado Muro, lleno de todo tipo de locales y tiendas, con gente de lo más variopinta pululando por él. Posiblemente sea uno de los lugares en los que podáis pasar más desapercibidos, en éste lugar cada uno se ocupa de lo suyo y todo va bien mientras no se incumplan las normas de compra-venta.

Entráis en uno de los restaurantes más pequeños, pero aún así bastante lleno, Cloud se acaba decantando por un cuenco enorme de fideos con carne, tú sigues con tu idea del arroz y la verdad es que Aeris tenía razón, la comida es deliciosa y podéis relajaros al fin por unos minutos además de llenar el estómago.

Tras esto dais un pequeño paseo por el Mercado para hacer algo más de tiempo antes de decidiros a volver hacia la Iglesia, pero de nuevo esa extraña sensación de ser observado te asalta...

Sin embargo el lado positivo es que esta vez descubres quién es el origen de esta sensación, ni más ni menos que Tseng, el jefe de los Turcos, sale de detrás de uno de los columpios del Parque que hay entre el Mercado y el sendero que conduce a los demás destinos del Suburbio 5.

Cloud se detiene y su cuerpo se tensa de golpe, palpando su rifle pero sin desenfundarlo todavía, Tseng le sonríe y se centra en ti.

-Zack, ¿has perdido el poco juicio que tienes? Si os quedáis aquí os acabarán encontrando, no puedo evitar que las tropas de Shinra os ataquen... Sólo puedo avisaros- empieza a acercarse tranquilamente a vosotros, con esos gestos precisos que tanto le caracterizan, metiendo su mano en el interior de su chaqueta.

Quizás la encontrara en el parque. Estuvo toda la comida dándole vueltas a eso, pero la disfrutó como si supiera que quizás no volvería a comer en ese lugar.

Al encontrarse con Tseng sólo dio un paso más, el suficiente para colcarse frente a Cloud y estirar su brazo con el que al tiempo que mostraba protegerle, tambien le mostraba que no hiciese nada. Tambien puedes decirme dónde esta ella su tono amenzanate salió de su interior sin poder controlarlo. Enseguida se percató de su expresión y corrigió su error. Tseng... tengo que cumplir mi palabra, cueste lo que cueste... Su tono caía con sus palabras, su mirada tambien. Sólo quedó la seriedad de un compasivo sentimiento que compartía con un amigo cuyo recuentro no se disfrutaba, no ahora que había dejado el bando al que pertenecían. ShinRa me debe al menos esta oportunidad... por los viejos tiempos. La mano dejó de lado a Cloud cerrándose en un puño que mostraba a Tseng, intentó esbozarle una sonrisa, pero no fue todo lo sincera que hubiera deseado dibujar, al instante volvían sus ojos a expresar esa desesperación.

Tseng niega con la cabeza y a pesar de tus amenazas y gestos tensos él sí sonríe cómo lo haría con un hermano pequeño, paciente y condescendiente.
-Siempre tan impetuoso e irreflexivo, cuántas veces nos descubrieron por no querer seguir una simple táctica...- vuelve a negar con la cabeza y finalmente extrae lo que buscaba en su chaqueta, es un pequeño sobre marrón algo abultado que te tiende.

-Me parece que esto es tuyo... Ahora mismo ella está en su casa y varias patrullas de camino, así que sólo puedo desearos suerte y que os deis mucha prisa. Intentaré distraerles un poco- mira alrededor mientras empieza a retroceder con cierta lentitud, una vez se ha alejado de vosotros varios pasos da un salto hacia atrás, quedándose detrás del mismo columpio del que salió y "desapareciendo" de escena.
Siempre se le dieron bien ese tipo de trucos...

Cuando cogió el sobre quiso acercarse hasta él, pero desapareció como de costumbre. Gracias... Tseng, dijo al darle toda la esperanza que necesitaba. Se agachó agitado y abrió el sobre para ver que contenía y esos fueron losúnicos segundos que le frenaron del camino a la casa de Aeris, ahora que sabía que estaba allí no se lo pensaba dos veces para correr, mirando hacia atras por si debía de tirar de Cloud o lo que fuera. ¿Para qué la quiere ShinRa? No puedo dejar que se la lleven... Sus ojos fijaban el objetivo con intensidad, todas las ganas volcadas en ella.

Al abrir el sobre descubres que dentro hay un buen montón de cartas conservadas en un estado inmejorable, enviadas a la Compañía Shinra y algunas de sus sucursales, contigo cómo destinatario y Aeris de remitente. Por desgracia no tienes tiempo que perder ahora para poder leerlas, pero si conseguís salir de esta sin ser detenidos quizá podáis tomaros un merecido descanso...

Cloud se queda mirando el columpio tras el que ha desaparecido Tseng y cuando le miras te asiente con seriedad. No hace falta que le digas anda, empiezas a correr y él te sigue por los Suburbios, que pro suerte o por desgracia no son demasiado grandes, así que llegáis relativamente rápido hasta la casa de Aeris, donde ya habías estado un par de veces comiendo con ella y su madre.

No estás seguro de cuánto tiempo puede haber pasado pero la casa sigue igual de bonita y tranquila que siempre, la única diferencia es que en el jardín hay más flores y colores de los que recuerdas...
Mientras te percatas de ese detalle distingues voces en el interior, precisamente cerca de la puerta.

Al llegar a la casa no podía evitar mirar sus hermosos alrededores, sus pasos iban frenando lentamente mientras comenzaba a gritar su nombre. ¡Aeris! He vuelto, ¡Aeris! Solo unos segundos esperó desde afuera su respuesta, pero la emoción le llevó a seguir hasta la puerta y esperar a que alguien abriese tras goleparla un par de veces, mientras miraba alrededor. Tseng les había avisado y temía que un ataque pudiera producirse en cualquier momento.

A pesar de tu entusiasmo la respuesta tarda unos segundos en llegar, y aún así la puerta no se abre.

Cita:

Reconoces la voz de Aeris a la perfección, pero parece algo absorta, cómo si no pudiera acabar de creérselo.

Cita:

Añade después con tono inseguro, cómo si esperase abrir la puerta y que realmente no hubiera nadie allí.

Cloud se cruza de brazos y se remueve un poco el cabello mirando la casa aturdido y extrañado, preguntándose porque tarda tanto la muchacha en decidirse a abrir, pero prefiere no decir nada al respecto y se limita a esperar.
Este es tu momento, él no va a interrumpirlo... Pero lo cierto es que deberíais daros algo de prisa.

La sonrisa que esbozaba se iba apagando frente a la puerta aún cerrada que les separaba. Tanto tiempo... esas palabras se repitieron sumidas en un sentmiento agridulce, era en lo único que estuvo pensando todo el viaje, pero la puerta aun se mantenía cerrada y sus temores se afloraban si no era capaz de ver la sonrisa de su rostro y el brillo de sus ojos. De su interior brotó un comentario como socorro a ese silencio, ¡Zack siempre cumple su palabra! dijo de forma animada, pero sus ojos veían que decirle eso a la puerta no seriviría de nada. He vuelto Aeris... estaba confundido y no sabia que podía decir, pero por fin encontró la seriedad que necesitaba entonar en su saludo.